112- Emergencias 81

- Medio pájaros - viéndola mirar el pájaro, el muchacho la sobresaltó un tanto- Eso cuenta la leyenda sobre los Merino, son medio pájaros.

Que tontería, tuvo que pensar Lucía. Casualidades. Aunque lo cierto es que el dichoso pájaro seguía todos los pasos que daba Susana, incluidos los que después dió junto a ella, camino a la cantina. Menos mal, que con Susana los silencios nunca eran incómodos y que de normal, era su estado. Porque el dichoso pájaro y la leyenda, la abstrajo por completo.

- No te sabía fantasiosa. Sólo son inventos de cuatro militares con muchas imaginarias a sus espaldas- callada pero no tonta. Susana fue consciente del silencio de Lucía, para nada usual en ella y de como, por más que quería, no dejaba de mirar al pájaro.

- Pues te sigue, ¿sabes? Todo el tiempo- le dijo Lucía, colgándose de su brazo, sin dejar de pensar en ello. El gorrión en la ventana de su hija, ahora éste sobrevolando a Susana, ¿Karla también lo tendría?

Puede que si. Leyendas o casualidades. Porque Karla en esos momentos, tras un agradable,  a pesar de la lluvia, paseo por Pedraza, había acabado comprando un yogurt helado, para ella y para Nacho. Sentados en un portal, donde se intentaban parapetar de la lluvia, los dos intercalaban risas con cucharadas del delicioso helado, hasta que en la cazadora de Nacho, se posaba una pluma de lo más pequeña.

- Que asquito- le dijo Nacho, temiendo que el pájaro le hubiese regalado más que una pluma- quitámela- le pidió con cara justamente de asquito y Karla se la quitó, pero la dejó en la palma de su mano.

- Son besos, eso nos decía mi padre- mirando la pluma en su mano, Karla sonrió recordando muchos momentos compartidos con sus padres, Inés y plumas similares. Como todo el mundo le había dicho, los recuerdos comenzaban a llegar entre sonrisas, dejando atrás el llanto- Antes de marcharse a cualquier misión, llenaba de plumas la cama de mi madre. Le decía que eran todos los besos que no podría darle en el tiempo que estuviese fuera- relató a Nacho, que la miraba totalmente embelesado- No te puedes imaginar, cuanto le gustaba eso a mi madre y como lo esperaba- prendida a los ojos de Nacho, sonrió antes de soplar hacía él la pequeña pluma- Sus besos-pluma.

De vuelta a Torrejon, Lucía olvidaba leyendas y pájaros, en cuanto entró a la cantina de Oficiales. Una cafetería para el personal oficial de la base, con las paredes repletas de fotografías y recortes de prensa. Obvio, aquellas donde salía Susana quiso fotografiarlas, a su vez y directamente se enamoró de una de ellas. Claramente era un montaje, Inés no había podido volar con su padre y Tía, pero en uno de sus aniversarios, alguien realizado el montaje que ella pasaba a fotografiar, deseando enviárselo a su hija. En ello estaba, cuando sintió la calidez de Susana tras ella.

- Tampoco debí dudar, que no leerías el panfleto de normas y seguridad que te han dado en la entrada- le dijo Susana pegándose a ella, como si en verdad, no estuviese cortándole la respiración y si, mirando las fotos. El panfleto del que le hablaba Susana, estaba en sus manos desde que se lo diesen y ésta, estaba llena de razón. No lo había mirado, como ahora si lo hacía. Bajo la atenta atenta mirada de Susana.

- Recuerde que está en una base militar. Donde está totalmente prohibido, realizar fotografías....Jajaja- tras leer la primera prohibición tuvo que reír. Era de no creer el dichoso panfleto- Tenía que haberte avisado siendo la máxima autoridad de aquí, que estoy respirando desde que entre en esta base, puede que también este prohibido- dijo para Susana, cachondeándose del panfleto que continuó leyendo, hasta que topó con otra prohibición, que le hizo girarse incrédula- No me lo puedo creer- exclamó y no le hizo falta señalarle a Susana cual era la prohibición que le causaba tal sorpresa. Esta totalmente prohibido mantener relaciones sexuales de cualquier índole. Eso rezaba la prohibición- Una cosa es, que me encante provocar tus ganas para conseguir que me mires cómo lo estas haciendo y otra, que alguien me prohíba tenerte- remató ansiándose de a poco por tomar los labios humedecidos de Susana. Pero ésta tenía sus propios planes y también gustaba de provocarla. Así, Susana la acorraló con suavidad, para buscar su oreja.

- Soy la máxima autoridad, debo dar ejemplo- le dijo bien bajito para después separarse de ella, indicándole que caminase junto a ella- Vayamos de turismo por la Base- la invitó pese a la cara de venganza que Lucía le estaba poniendo. Normal, a Lucía se le estaban sumando, las ganas del beso no dado, lo atractiva que se le antojaba Susana uniformada, la continua tensión entre ambas aún caminando relajadas por ese frío Edificio y para postre, la prohibición. Ok, de frío nada. El Edificio pareció comenzar a arder o más bien fue ella. Se moría por romper todas las reglas, frenar a Susana y besarla por su propia patria. Aire, comenzaba a faltarle el aire y Susana no pareciera que se estuviese dando cuenta. Porque caminaba como si nada, por un estrecho y largo pasillo, ciertamente tétrico, que terminaba en una puerta de madera antigua de dos ojales, sobre la que se podía leer el lema del ejército del aire: No se rendirme.

- Ja- musitó tras leerlo, mientras Susana abría la pesada puerta- Dímelo a mi- prosiguió taconeando el suelo, como consentida que no está siendo consentida. Tras los grandes ojales y una vez que Susana prendió la luz, pudo ver perfectamente alineadas unas cuantas banderas. Pues genial, ella deseando estar con Susana y ésta de excursión por tan rancio lugar.

- Estas a punto de profanar, el lugar más honroso de toda la Base. Aquí se guarda, la mayor insignia del Ejército, su bandera- le expuso Susana y de todo lo dicho por ésta, Lucía solo se quedó con una cosa; profanar. Juraría que Susana era lo que le había dicho y al pasar por su frente para entrar en tan honroso lugar, la miró queriendo asegurarse pero nada. Susana ni se inmutó y ella tuvo que mirar la cantidad de banderas y otros trapos que había en esa sala. Pero un ruido, paralizó sus movimientos. El de la puerta siendo cerrada con llave.

- Ehm- murmuró ensanchando la sonrisa para volverse hacía Susana, apoyada ahora en la gran puerta- Me da en la nariz, que me puede fascinar profanar este sitio- le dijo recreándose en el juego de brillos visto en los ojos de Susana. Estaba claro, que tan excitada con la idea como ella misma. Puerta cerrada con llave, ellas a un solo paso de distancia y tras Lucía, la insigne bandera esperando su profanación.

- Bueno...- habló Susana, rompiendo ese paso de distancia- no puedo negar lo excitante que puede ser follarse a una roja contra una bandera monárquica- siguió contra la boca a medio abrir de Lucía, sorprendiéndola al sacarle el jersey de golpe.

- Recuerda que hablabas de dar ejemplo, cielo- con sólo el sujetador como barrera, no espero más tirando de la camisa de Susana hacía ella.

- Si, de lo que no se debe hacer- fue lo último que pudo decir, antes de que Lucía la llevase directa a su pecho. Con total deseo, atrapó uno de sus senos con la boca bien abierta y enseguida, pudo sentir como Lucía se retrepaba disfrutándolo- Mm...he querido esto, desde que te vi llegar.