lunes, 13 de octubre de 2014

112- Emergencias 77


Pártete conmigo
un cuartito de silencio.
Préstame esta noche
tu maleta de los sueños.

O me echas un pulso
o jugamos un sencillo.
Frótate conmigo
hasta que me saques brillo.
Llévame esta noche a San Fernando,
iremos un ratito a pie y otro caminando.
Súbeme al Monte de las Siete Verdades
o enséñame a besar como tú sólo sabes.
Llévame esta noche a San Fernando,
iremos un ratito a pie y otro caminando.
Que si me paro, el muermo me puede,
y si me puede me meto en la cama,
que es donde mejor se está cuando llueve.
Que ya no me paro ni un momento
antes de que se nos lleve el viento.
Llévame a ese cine,
al de las sábanas blancas,
o córtame el pelo,
o vamos a robar naranjas.
En cuanto amanezca
nos subimos a la parra
a hacer el amor
sobre el lucero del alba.
Llévame esta noche a San Fernando,
iremos un ratito a pie y otro caminando.
Súbeme al Monte de las Siete Verdades
o bésame... o bésame como tú sabes,
como tan sólo tú sabes,
como tan sólo... tan sólo tú sabes.
Enséñame las fotos que tienes
en tu caja de galletas,
enséñame a hacer como tú haces la veleta.


La canción usada por Nacho para recibir a Karla en el jardín, se quedó en la cabeza de unas cuantas esa noche. Una de ellas, Lucía. Para sí, la tarareaba al completo, sentada bien abrigada en las escaleras de entrada a la casa de su hija, con ese cuartito de silencio partido con Susana, y su mirada fija en ella. De cualquier otra persona, esa mirada sobre sí, acabaría por inquietarla, en cambio de Susana no era así. Ese silencio suyo unido a su mirar constante, era como sumergirse en un espacio in-concreto, donde poder darle la espalda a todo. No había jardín, ni risas de los chicos, ni frío, ni la separación semanal, ni preocupaciones. Nada, salvo las dos.
Nacho podía cantar más mal que bien, pero los acordes de su guitarra estaba siendo la mejor banda sonora de ese domingo noche para ella. A su hija le había dicho que los ojos de Susana eran un auténtico medidor y cuanta razón llevaba. En ellos ahora mismo, podía distinguir la paz que ver a sus sobrinas tan bien rodeadas, consentidas y queridas le provocaba, y a la vez, la sombra del cambio en su profesión. Pero cuidado, el brillo en esos mismos ojos y la sonrisa de medio lado, se la otorgaba por derecho. No podía ser más, que el recuerdo de los días pasados en Cadaqués.
Suficiente, basta...pensó cuando las miradas de ambas se cruzaron. Ni por asomo iba dejar que cada separación obligada, las hundiera en un pozo de nostalgia. Decidida a evitarlo, tiró de sus armas de mujer. Le bastó girarse un mínimo, sacar su móvil y escribir a Susana: Estos días me has vuelto una puta muy cachonda.
Crudo pero tan real, que de sólo recordarse haciendo según que cosas, la sangre directamente le hirvió bombeando un deseo con nombre de mujer. Bueno, con esa frase tan cruda, no buscaba más que un impacto que las hiciera reaccionar y madre mía como reaccionó al leer la respuesta de Susana: Como a mi, me gusta.
Clarito cómo el agua. Esa parte era la mejor, ella podía intentar impactar a Susana y ésta contestaba bien sobrada, retrepándose en la pared. Vale, podía no haberla sorprendido y podía estar navegando en esa calma perfecta de Susana, pero en verdad el impacto estaba logrado y ambas venían sobrando en ese jardín. Dispuesta a marcharse, sin romper ese hilo sugerente entre ambas, se acercó a ella, en un beso dibujado, esperado, ansiado y no dado, para pedirle marcharse a su casa. Cosas de la edad, ninguna aparentó prisa cuando se dispusieron a despedirse. Para entonces, Nacho tocaba los acordes de un canción muy conocida, y era Xavier quien la cantaba.
Stop. ¿Xavier en el jardín? Se hace preciso rebobinar para explicar que hacía Xavier cantando- Nada de esto fue un error- en el jardín de Marina e Inés, con Laura mirándolo prácticamente sin pestañear.
A Xavier le estaba quedando muy claro, por lo que iba conociendo de Inés, que como otra madre de su princesa, sería genial. Atenta, divertida, detallista y con ese amarre a la ingenuidad e infancia, que le hacía perfecta para compartir horas de juegos y mimos con su princesa. Pero otra cosa era como consejera para ligar. Cero patatero le daba y así las cosas, optó por dejar el móvil y hacerlo a su manera.
Amante del boxeo, supo que le llegaba el primer golpe de Laura, nada más acercarse a la mesa donde ésta cenaba en compañía de una pareja. Fue llegar hasta ella y antes, de ni siquiera pronunciar un Hola, Laura se levantaba ignorándolo para marcharse al baño. Primer golpe recibido, que no fue ko directo, porque al menos Laura le dejo retirarle la silla, pero claro después se quedó con la silla en las manos y la pareja mirándolo de lo más extrañados.
- ¿Puede traer más vino por favor?- la chica le preguntó, claramente confundiéndolo con el camarero y ese fue un buen derechazo recibido en toda la mejilla.
En ese momento tenía dos opciones, ir tras Laura al baño o volver a su mesa. La segunda era la más condescendiente con su orgullo. ¿Quien demonios podía confundirlo a él con un camarero? Con todo el respeto para ese gremio, ¿pero que camarero podía llevar la camisa Ralph Lauren que él llevaba? Estaba claro, mejor volver a su mesa y atender por fin a sus clientes, olvidándose de Laura y su imán incorporado. Tenía y debía, por su propio bien, hacerle caso a su amigo. A fin de cuentas, él había tenido lo suyo con Laura y... De puta madre, golpe bajo propiciado por él mismo. Recordar que Iñigo había estado con Laura era mal, muy mal.
Todo boxeador que se precie, debe saber leer el asalto, y él lo estaba haciendo. Nada más escuchar la campanilla, había recibido tres golpes consecutivos y su suerte no parecía mejorar. Había que respirar y para eso nada mejor que realizar un "clinch", que no es más que sujetar al adversario para disminuir su ataque. Manos a la obra, debía ir al aseo tras Laura y con sus clientes ya reconstruiría su imagen, al volver con alguna excusa tipo, período mensual. Agh bramó ofuscado. Que envidia no ser mujer. No sólo por excusas de ese tipo sino para entrar en el aseo femenino sin dar el cantazo cómo lo estaba dando.
Ya podía el "referí" detener el asalto por un momento, antes de que la señora que lo miraba reprobándolo por querer entrar a ese aseo, saliese del mismo y él recibiese ahora todo un "Uppercut", al abrir la puerta y topar con Laura corrigiendo sus medias. Si señor, un golpe perfecto lanzado de abajo hacia arriba y en dirección a su mentón que estuvo a punto de noquearlo. ¿Como era posible que no se hubiese fijado antes en Laura? La mujer, que coqueteaba con su propia imagen reflejada en el espejo. La mujer fiera con ese aire de nenita caprichosa que arrancaría mariposas en cualquiera. Vale, puede que si se hubiese fijado, prácticamente desde el principio. ¿Cuando? Puede que incluso en la primera cita que se dió entre los cuatro.
- Tiene una chispa que flipas y esta medio locaza, lo cual a mi me encanta. Odio las tías aburridas- le había dicho Iñigo sobre la propia Laura, convenciéndolo para quedar con ellos- Pero a lo que vamos. La tuya es la doctora del 112. Una tía super guapa, seria y muy de tu estilo snob. Te va a encantar.
No se equivocó Iñigo respecto a Marina, y aquella noche, hasta pudo reconocerla con sólo verles de espaldas. Pero mentiría, si dijera que no se fijó en la rubia y sus histrionicos gestos para recibir a Iñigo. Después poco supo de ella, salvo los primeros días tras esa cita, donde Iñigo quedó un poco tocado.
- Es la hostia, pero pasa de mi. No quiere repetir. Lo he intentado de todas las formas posibles y no hay manera. Quiero pasar de ella, y voy a ver si me lo repito mucho y así me lo creo- fue uno de los tantos llantos escuchados de Iñigo. Y ya fue bastante el esfuerzo por no indagar, queriendo ser caballero, pero curiosidad daba y mucha. Por suerte, se espaciaron en el tiempo, él se entusiasmó con Marina, desconociendo el tremendo hostiazo que iba a darse con ésta, el hostiazo propiamente, y de ahí hasta que la primera ecografía de su princesa que no supo más de Laura.
El recuerdo de aquella mañana, daba para reírse de si mismo. Apenas había dormido y el café no ayudó en absoluto a calmar sus nervios. Vale, por horas se había sentido como un crío que espera su más deseado regalo, incluyendo llamada sos a su madre.
- Mamá, ya estoy aparcando donde Marina. Joder, no he dormido nada, pensando en su carita- le había dicho a su madre necesitando que ella lo calmase. Solo era una ecografía, por favor. Vale, pero era la ecografía de su princesa, escuchar por primera vez su latido, ver su silueta...
- Jajaja, cariño...respira un poco y sobre todo, no entres en ninguna confrontación con ellas. Limítate a disfrutar la experiencia y empieza a pensar únicamente en tu hija- el consejo de su madre lo calmó un tanto. La repentina lluvia, le hizo cortar la llamada y salir a la carrera hasta la casa de Marina. Quien le abrió la puerta fue Inés y ahora que lo recordaba, la piloto tenía el mismo brillo en los ojos que él.
- Comenzó a diluviar- le dijo entrando en la casa, sin querer manchar y si, en ese preciso instante entró cómo una bala tras él Laura y si, como si un ente se adentrará en él sacando su alma a paseo, sintió como todo se paralizó a su alrededor. Extremadamente lento hablaba Inés, igual que Marina bajaba las escaleras, como Laura se quitaba el jersey quedando en sujetador. Hacía ella voló el ente y el se quedó como momia pegado a esa imagen de Laura tan bonita.
- Ah Xavier, hola- le saludó Laura, cubriéndose el pecho con el jersey mojado y nada, ni una sola palabra pudo pronunciar y seguro que Inés no se había dado cuenta de nada, pero fue ella quien lo sacó del apuro.
- Primera eco, Lau...no he pegado ojo en toda la noche- se fue hacia ella Inés, mientras él no conseguía volver a la vida. Desde ese espacio neutro, la vió saltar sobre Inés con júbilo. Tan increíblemente bonita su risa.
- ¿Estas bien? - a Dios gracias, Marina se interesó por su parálisis infinita y pudo así, recuperarse algo.
Como esa tuvo unas cuantas, o el habla no le salía o cuando conseguía salirle Laura ya no lo miraba o directamente se había marchado. Esos encuentros acabaron en "nocaut" y ya podía espabilar y decir algo, o este acabaría con el mismo resultado.
- Ah...otra vez tú- le dijo Laura y genial. Para un nocaut técnico hacen falta tres nocaut y el referí ya estaba contando eso de...uno, dos, tres, habla por tu padre habla, dile lo que sea, trató de animarse pero ni modo, la cuenta seguía...cuatro, cinco, mientras Laura perfilaba sus labios. Que boca más perfecta, su pensamiento aceleró la cuenta...seis, siete, ocho- ¿Me dejas pasar?- la intención de Laura de salir del aseo, concluyó la cuenta, nueve y diez. Nocaut para la rubia que al pasar por su lado, dejaba un delicioso olor a ¿Narciso Rodríguez?
De puta madre, era uno de sus perfumes femeninos favoritos y Laura, justamente tenía que usarlo. No teniendo a mano un entrenador del que tirar, Inés había demostrado que para eso valía bien poco y pasaba de Iñigo y sus "no te acerques a esa mujer. Te puede volver loco", debía retomar el solo el combate. Que patético, dios mio que me voy a convertir en un patético, sus pensamientos no mejoraron su autoestima. Todo sería probar mirar su reflejo en el espejo. Ahí estaba, todo un hombre, con una carrera profesional asentada, amante del deporte, debía reconocer que un tanto casero y serio para su edad, comportándose cómo un niñato que tiembla porque la profesora de matemáticas le hace ojitos. Ok, mejor no recordar ciertos momentos de su vida y regresar a la mesa, ahora si...pasando de la niña consentida que era Laura. Porque lo era, no sólo porque Iñigo insistiera en ese detalle, sino porque él mismo, había sido testigo de alguno de sus arranques. Ay dios, sus pensamientos le llevaron de vuelta a aquella mañana, con Laura caminando a su lado, mientras atrás iban Marina e Inés, camino del ginecólogo. De éste y su obsesión por preguntar por Lucía, debía averiguar más ahora que lo pensaba. Pues bien, un par de manzanas recorrido y Laura- Ayyyy- suspiro fuerte por ella, salió corriendo hacia el escaparte de una tienda de bebés.
- Lo quieroooooo, lo quiero para mi almejita, es ideal- gritó enamorándolo con sus saltitos a juego. Verla al poco salir con un simple toto en las manos, lo dejó loco. Mostraba tanta ilusión cómo si en verdad acabase de abrirle una cuenta corriente a su almejita con una cantidad superior a las seis cifras.
- Déjalo- tuvo que pedirse obligándose a salir de ese baño. La lectura del combate, quedaba aparcada. No había más plan que abandonar el combate y volver a su mesa, pero cuando regresó al salón, Laura aun no había tomado asiento y usual en él, acudió a abrirle la silla. Vale, así no hacía más que darle argumentos a la amiga de Laura para confundirlo con un camarero y peor, así volvía a quedarse noqueado, oliendo a Laura. Bien, el brillo de su melena debería estar prohibido. Dan ganas de querer tocarlo y comprobar su segura suavidad.
- Ah, de nuevo tú- le dijo Laura, con cierto desdén haciéndolo apretar la silla. Todo tonto tiene un límite y él iba cubriendo el suyo.
- Si, pero no te preocupes- le dijo con toda la intención. Y mira que gracia, ahora si le salía el habla.
- Jajaja, ¿de que cachitas?- regresando a su mesa las risitas y coña de Laura le hicieron detenerse y girarse. Ahora Laura y sus amigos estaban de pie, seguro a punto de marcharse- Sush, fiera- insistió Laura dando los dos únicos pasos que los separaban y con todo su descaro, le plancho la camisa con ambas manos- Calladito, vuelves a la mesa y dejas el genio para los juicios, ¿Uhm?
Ahí, podría haberla cogido por la cintura, a lo cachitas como ella decía, y haberle borrado la sonrisa de sobrada con un buen beso. Pero no lo hizo y Laura se marchó procurando que sus risitas fueran escuchadas.
- Puta niñita consentida- pensó ante un nuevo nocaut que le ponía el combate a solo un ko de perder. A la mierda todo. Se disculpó con sus clientes, pago sobradamente la cena y salió a la calle, en busca de la niñita que creía poder vapulearlo como le viniera en gana. Se acabó la tontería con ella. A pasos rápidos, se puso la americana y maldijo no llevar abrigo. Fuera hacía un frío del demonio, cosa que a Laura no parecía importarle. Para cuando salió del restaurante, ésta ya estaba al fondo de la calle y sola. Entonces Xavier aceleró el paso y mierda, antes de llegar hasta ella ya estaba quitándose la americana presto a ofrecérsela. El abrigo de Laura no podía ser considerado de inviernos y nooooo, deja de ser un imbécil. Nada de darle la americana, pero es que hacía frío y si hacía frío el no podía dejar de dársela. Pero sin decirle nada. Eso es, indiferencia total poniéndole la americana. Extraño fue que Laura no se asustase y para su suerte, no soltó ninguna se sus frases ni risitas. Se limitó a caminar junto a él, rumbo a la casa de Marina e Inés.
- Estaban cenando con familia, me lo dijo Inés- no había caso. Podía ponerse lo chulo que quisiera, que al final, era él quien rompía el silencio entre ambos.
- Mm...huele a fogata- por suerte, Laura habló permitiéndole una conversación- Inés es pisar el jardín y querer barbacoa sea la hora que sea. Algún huequito tendrán para nosotros. Tomé sushi, quiere decir que...
- Sigues con hambre- se aventuró a proseguir su frase y error, Laura se freno en seco. Ofendida por algo que él no entendía.
- ¿Que estás insinuando?- brazos en jarra lo encaró y joder, que ganas de besarla daban.
- Nada...solo dije que- trató de explicarse pero ni modo.
- Cállate, que me acabarás enfadando- lo calló y se detuvo, reconociendo la guitarra de Nacho- Ayyy, me super encanta, a lo boyscout cantando canciones y todo- disparada salió a correr dejando totalmente bobo a Xavier.
La forma de correr de Laura era tan de ella, tan cuqui y a la vez tan Marilyn en "Los caballeros las prefieren rubias" que, joder...tuvo que exclamar. ¿Quien no correría tras esa pedazo de tía por muy loca que fuese? El desde luego que si, sin olvidarse pensar en si mismo; después si te deja tiritando, no te quejes.
Ellos corriendo y en la puerta Marina, aguantando con su barriga el frío, mientras Inés, olvidado su enfado, le enseñaba a Concha y su sumo interés por todo lo que ocurriese en esa casa, como se movía pajarito.
- Va a ser muy inquieto...Marina siempre lo ha sido, desde pequeña- la mujer acariciaba la barriga de Marina al tiempo que conversaba con Inés y, como no, trataba de mirar hacia el jardín y bichear cuanto pudiese. A saber que le estaba diciendo ahora Inés, ella ya no escuchaba nada, solo miraba a la chica de gorro calado, la única que le rasgaba las entrañas de madre y si eso ocurría, ella tenía que agarrarse al brazo de quien fuese y apretar- Ay que está tu hermana, ay esa niña es mi locura. Cosa más bonita, de niña.
- Jijiji, si...pero, ¿me suelta el brazo?- le pidió Inés, que era la usada por las ansias de Concha, pero ni modo, la mujer seguía a lo suyo.
- A esa yo la hago una mujer como dios manda- dijo con tres, cuatro y hasta cinco golpecitos en el brazo de Inés. Provocando a Marina.
- Que nosotras no lo somos, claro- saltó Marina, sin que a Concha le molestase. Total, llevaban así toda la vida. Culpa de Lucía y sus formas de criar. Pero genial, Karla en ese momento pasaba cerca.
- Karla...ay Karla, ven y dame un beso- no tardó en llamarla y Marina e Inés, pudieron ver como Karla parecía maldecirse por ir a cruzar el jardín justo en ese momento. Doña Concha ahora se la comería a besos super escandalosos, pellizcos y como no, trataría de quitarle el gorro y peinarla, como pasó en cuanto salió a saludarla. Después, la Karla arregladita por Concha, tuvo que ir hacia su Tía y que ante, la sonrisa de Lucía, volviera a reconstruir su imagen. Gorro calado y listo, volvía a ser Karla para orgullo de su Tía.
- Pss...antes no dejabas que otra mujer me tocase el pelo- bromeó con ella Karla, cucandole un ojo a Lucía- Desde que te juntas con batas blancas no se yo- remató su gracia y le faltaron piernas para salir corriendo o se llevaría una buena colleja. Más que por la broma, por la segura preguntaba de Lucía.
- ¿Tu la peinabas?- como supuso, Lucía enseguida le preguntó.
- A ver sino, porque te crees que siempre lleva gorro- le contestó Susana y bueno, ahora llegaría lo mejor. Lucía y su risa.
- Jajaja, ya me imaginaba- rió Lucía, mientras en la puerta, Concha las miraba con la boca desencajada, porque a las risas le siguió un beso.
Vale, para llegar hasta la hoguera con Xavier cantando, Concha se debe marchar, los chicos entrar y entrando, Laura quedarse rezagada con Xavier.
- No sabes lo que te vas a tener que currar esto. No lo sabes, bien- le dijo, pensando en dejarlo ahí solo y bien callado. Pero Xavier había aguantado sus noqueos en el restaurante y caminando tras ella. Ya estaba bien.
- Será si me interesa- contraatacó Xavier maldiciéndose por haberle olido el cabello mientras le ponía la americana. No era ningún títere, ninguno.
- Ja- su contestación detuvo los pasos de Laura hacía los chicos, para revolverse. En dos enérgicos pasos ya estaba frente a él, más bitch que nunca- Me bastan- le dijo subiendo los dedos por el pecho marcadisimo de Xavier- dos caricias y un susurro- pausó aproximándose a la boca a medio abrir en busca de aire de Xavier- para ponértela dura, campeón- concluyó y estaba clarísimo. Con este ko, no hacía falta cuenta atrás para darle la victoria a Laura y ahora, debía levantarse del ring y aguantar las miradas del público asistente.
- Jijiji, ay madre mía chico. Mejor ayúdame a cortar leña, que lo tuyo no es ligar. Marina ese día, habría bebido algo chungo. Te lo digo yo- la guasa de Inés, fue soportable. Al fin y al cabo, no era más que un cable, para hacerle entrar en el pequeño grupo allí reunido y también para conocerla un poco más- A las mujeres hay que, espera y veras- de magnífico humor, Inés se creyó su película y aprovechando que Marina salía con varias botellas de vino, se dispuso a darle a Xavier una lección- Que guisaillo me hacía yo con esas carnes- piropeaba a su chica toda orgullosa, obviando cómo Marina se detenía, procesada lo escuchado, rodaba los ojos y pasaba de toda su cara, para seguir caminando- Que se me da muy bien el andaluz.
- Y ligar, ya- asintió incrédulo Xavier y así con Inés no. Que se encabezona.
- Oye...¿lo dudas?

Nada, que mejor seguir rebobinado al momento exacto, en que a Nacho con su inseparable guitarra, se le ocurría jugar para amenizar la noche. Adivinar acordes era igual a chupito tomado y Xavier resultó ser un experto que tomó muchos chupitos que lo relajaron de más. Tanto, como para pedir a Nacho que tocase una canción en concreto. Canción, que supuso un nuevo juego, el de las peligrosas verdades.



9 comentarios:

  1. Si la espera de trozo, implica que después aparecerás con un trozo como este, bendita sea la espera Gemo. Gracias

    ResponderEliminar
  2. amoooooooooooooooooooooooooooooooo tudo e gemo kkkkk maravilhoso e relaxante
    brigoninha

    ResponderEliminar
  3. Laura los vuelve locos... ay Xavier que ya estás en la red.

    La vecina cotilla donde las haya.

    Lucía y Susana merecen un gran capítulo, jajaja

    Marina e Inés, a su marcha.

    Nacho y Karla, que se besen ya porfi. jajaja

    Gracias,

    A.

    ResponderEliminar
  4. ¡Lo más bonito que me ha podido pasar en la vida eres tú! ¡Lo único que quiero tener en la vida eres tú! ¡Te quiero muchísimo y te amo más todavía! Gracias por existir gemo y hacerme feliz cada segundo de mi vida."
    Besitos desde R. Guuuuuuuaaaaapaaaaaaa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jijiji ay mare, ¿que te ha dado? Pues la cena me la haces igual, que en naita llego, pss. Ah y yo..naah, mejor te lo digo en casa.
      Pd. INY...gemo/moge ~

      Eliminar
  5. jajajajaja claro claro, la cena, luego una copita y después....................ILY. jajajajajaja
    Besitos desde R. muuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar
  6. Me encanta Gemo! Quiero saber más de la relación Lucía-Susana...se complementan genial.
    Gracias por el trozo.
    L.a.c.e.r

    ResponderEliminar
  7. ...Y SIGO INTENTANDO PONERME AL DÍA...PENA NO PODER SIEMPRE QUE QUIERO...¡¡ CANCIONES QUE VIENEN Y VAN...EN UNA NOCHE QUE INVITA A TODO..TODO...

    GRACIAS....SIEMPRE....ESCRITORA.

    CELESTE-NEGRO.

    ResponderEliminar