Pártete
conmigo
un
cuartito de silencio.
Préstame
esta noche
tu
maleta de los sueños.
o
jugamos un sencillo.
Frótate
conmigo
hasta
que me saques brillo.
Llévame
esta noche a San Fernando,
iremos
un ratito a pie y otro caminando.
Súbeme
al Monte de las Siete Verdades
o
enséñame a besar como tú sólo sabes.
Llévame
esta noche a San Fernando,
iremos
un ratito a pie y otro caminando.
Que
si me paro, el muermo me puede,
y
si me puede me meto en la cama,
que
es donde mejor se está cuando llueve.
Que
ya no me paro ni un momento
antes
de que se nos lleve el viento.
Llévame
a ese cine,
al
de las sábanas blancas,
o
córtame el pelo,
o
vamos a robar naranjas.
En
cuanto amanezca
nos
subimos a la parra
a
hacer el amor
sobre
el lucero del alba.
Llévame
esta noche a San Fernando,
iremos
un ratito a pie y otro caminando.
Súbeme
al Monte de las Siete Verdades
o
bésame... o bésame como tú sabes,
como
tan sólo tú sabes,
como
tan sólo... tan sólo tú sabes.
Enséñame
las fotos que tienes
en
tu caja de galletas,
enséñame
a hacer como tú haces la veleta.
La
canción usada por Nacho para recibir a Karla en el jardín, se quedó
en la cabeza de unas cuantas esa noche. Una de ellas, Lucía. Para
sí, la tarareaba al completo, sentada bien abrigada en las escaleras
de entrada a la casa de su hija, con ese cuartito de silencio partido
con Susana, y su mirada fija en ella. De cualquier otra persona, esa
mirada sobre sí, acabaría por inquietarla, en cambio de Susana no
era así. Ese silencio suyo unido a su mirar constante, era como
sumergirse en un espacio in-concreto, donde poder darle la espalda a
todo. No había jardín, ni risas de los chicos, ni frío, ni la
separación semanal, ni preocupaciones. Nada, salvo las dos.
Nacho
podía cantar más mal que bien, pero los acordes de su guitarra
estaba siendo la mejor banda sonora de ese domingo noche para ella. A
su hija le había dicho que los ojos de Susana eran un auténtico
medidor y cuanta razón llevaba. En ellos ahora mismo, podía
distinguir la paz que ver a sus sobrinas tan bien rodeadas,
consentidas y queridas le provocaba, y a la vez, la sombra del cambio
en su profesión. Pero cuidado, el brillo en esos mismos ojos y la
sonrisa de medio lado, se la otorgaba por derecho. No podía ser más,
que el recuerdo de los días pasados en Cadaqués.
Suficiente,
basta...pensó cuando las miradas de ambas se cruzaron. Ni por asomo
iba dejar que cada separación obligada, las hundiera en un pozo de
nostalgia. Decidida a evitarlo, tiró de sus armas de mujer. Le bastó
girarse un mínimo, sacar su móvil y escribir a Susana: Estos días
me has vuelto una puta muy cachonda.
Crudo
pero tan real, que de sólo recordarse haciendo según que cosas, la
sangre directamente le hirvió bombeando un deseo con nombre de
mujer. Bueno, con esa frase tan cruda, no buscaba más que un impacto
que las hiciera reaccionar y madre mía como reaccionó al leer la
respuesta de Susana: Como a mi, me gusta.
Clarito
cómo el agua. Esa parte era la mejor, ella podía intentar impactar
a Susana y ésta contestaba bien sobrada, retrepándose en la pared.
Vale, podía no haberla sorprendido y podía estar navegando en esa
calma perfecta de Susana, pero en verdad el impacto estaba logrado y
ambas venían sobrando en ese jardín. Dispuesta a marcharse, sin
romper ese hilo sugerente entre ambas, se acercó a ella, en un beso
dibujado, esperado, ansiado y no dado, para pedirle marcharse a su
casa. Cosas de la edad, ninguna aparentó prisa cuando se dispusieron
a despedirse. Para entonces, Nacho tocaba los acordes de un canción
muy conocida, y era Xavier quien la cantaba.
Stop.
¿Xavier en el jardín? Se hace preciso rebobinar para explicar que
hacía Xavier cantando- Nada de esto fue un error- en el jardín de
Marina e Inés, con Laura mirándolo prácticamente sin pestañear.
A
Xavier le estaba quedando muy claro, por lo que iba conociendo de
Inés, que como otra madre de su princesa, sería genial. Atenta,
divertida, detallista y con ese amarre a la ingenuidad e infancia,
que le hacía perfecta para compartir horas de juegos y mimos con su
princesa. Pero otra cosa era como consejera para ligar. Cero patatero
le daba y así las cosas, optó por dejar el móvil y hacerlo a su
manera.
Amante
del boxeo, supo que le llegaba el primer golpe de Laura, nada más
acercarse a la mesa donde ésta cenaba en compañía de una pareja.
Fue llegar hasta ella y antes, de ni siquiera pronunciar un Hola,
Laura se levantaba ignorándolo para marcharse al baño. Primer golpe
recibido, que no fue ko directo, porque al menos Laura le dejo
retirarle la silla, pero claro después se quedó con la silla en las
manos y la pareja mirándolo de lo más extrañados.
-
¿Puede traer más vino por favor?- la chica le preguntó, claramente
confundiéndolo con el camarero y ese fue un buen derechazo recibido
en toda la mejilla.
En
ese momento tenía dos opciones, ir tras Laura al baño o volver a su
mesa. La segunda era la más condescendiente con su orgullo. ¿Quien
demonios podía confundirlo a él con un camarero? Con todo el
respeto para ese gremio, ¿pero que camarero podía llevar la camisa
Ralph Lauren que él llevaba? Estaba claro, mejor volver a su mesa y
atender por fin a sus clientes, olvidándose de Laura y su imán
incorporado. Tenía y debía, por su propio bien, hacerle caso a su
amigo. A fin de cuentas, él había tenido lo suyo con Laura y... De
puta madre, golpe bajo propiciado por él mismo. Recordar que Iñigo
había estado con Laura era mal, muy mal.
Todo
boxeador que se precie, debe saber leer el asalto, y él lo estaba
haciendo. Nada más escuchar la campanilla, había recibido tres
golpes consecutivos y su suerte no parecía mejorar. Había que
respirar y para eso nada mejor que realizar un "clinch",
que no es más que sujetar al adversario para disminuir su ataque.
Manos a la obra, debía ir al aseo tras Laura y con sus clientes ya
reconstruiría su imagen, al volver con alguna excusa tipo, período
mensual. Agh bramó ofuscado. Que envidia no ser mujer. No sólo por
excusas de ese tipo sino para entrar en el aseo femenino sin dar el
cantazo cómo lo estaba dando.
Ya
podía el "referí" detener el asalto por un momento, antes
de que la señora que lo miraba reprobándolo por querer entrar a ese
aseo, saliese del mismo y él recibiese ahora todo un "Uppercut",
al abrir la puerta y topar con Laura corrigiendo sus medias. Si
señor, un golpe perfecto lanzado de abajo hacia arriba y en
dirección a su mentón que estuvo a punto de noquearlo. ¿Como era
posible que no se hubiese fijado antes en Laura? La mujer, que
coqueteaba con su propia imagen reflejada en el espejo. La mujer
fiera con ese aire de nenita caprichosa que arrancaría mariposas en
cualquiera. Vale, puede que si se hubiese fijado, prácticamente
desde el principio. ¿Cuando? Puede que incluso en la primera cita
que se dió entre los cuatro.
-
Tiene una chispa que flipas y esta medio locaza, lo cual a mi me
encanta. Odio las tías aburridas- le había dicho Iñigo sobre la
propia Laura, convenciéndolo para quedar con ellos- Pero a lo que
vamos. La tuya es la doctora del 112. Una tía super guapa, seria y
muy de tu estilo snob. Te va a encantar.
No
se equivocó Iñigo respecto a Marina, y aquella noche, hasta pudo
reconocerla con sólo verles de espaldas. Pero mentiría, si dijera
que no se fijó en la rubia y sus histrionicos gestos para recibir a
Iñigo. Después poco supo de ella, salvo los primeros días tras esa
cita, donde Iñigo quedó un poco tocado.
-
Es la hostia, pero pasa de mi. No quiere repetir. Lo he intentado de
todas las formas posibles y no hay manera. Quiero pasar de ella, y
voy a ver si me lo repito mucho y así me lo creo- fue uno de los
tantos llantos escuchados de Iñigo. Y ya fue bastante el esfuerzo
por no indagar, queriendo ser caballero, pero curiosidad daba y
mucha. Por suerte, se espaciaron en el tiempo, él se entusiasmó con
Marina, desconociendo el tremendo hostiazo que iba a darse con ésta,
el hostiazo propiamente, y de ahí hasta que la primera ecografía de
su princesa que no supo más de Laura.
El
recuerdo de aquella mañana, daba para reírse de si mismo. Apenas
había dormido y el café no ayudó en absoluto a calmar sus nervios.
Vale, por horas se había sentido como un crío que espera su más
deseado regalo, incluyendo llamada sos a su madre.
-
Mamá, ya estoy aparcando donde Marina. Joder, no he dormido nada,
pensando en su carita- le había dicho a su madre necesitando que
ella lo calmase. Solo era una ecografía, por favor. Vale, pero era
la ecografía de su princesa, escuchar por primera vez su latido, ver
su silueta...
-
Jajaja, cariño...respira un poco y sobre todo, no entres en ninguna
confrontación con ellas. Limítate a disfrutar la experiencia y
empieza a pensar únicamente en tu hija- el consejo de su madre lo
calmó un tanto. La repentina lluvia, le hizo cortar la llamada y
salir a la carrera hasta la casa de Marina. Quien le abrió la puerta
fue Inés y ahora que lo recordaba, la piloto tenía el mismo brillo
en los ojos que él.
-
Comenzó a diluviar- le dijo entrando en la casa, sin querer manchar
y si, en ese preciso instante entró cómo una bala tras él Laura y
si, como si un ente se adentrará en él sacando su alma a paseo,
sintió como todo se paralizó a su alrededor. Extremadamente lento
hablaba Inés, igual que Marina bajaba las escaleras, como Laura se
quitaba el jersey quedando en sujetador. Hacía ella voló el ente y
el se quedó como momia pegado a esa imagen de Laura tan bonita.
-
Ah Xavier, hola- le saludó Laura, cubriéndose el pecho con el
jersey mojado y nada, ni una sola palabra pudo pronunciar y seguro
que Inés no se había dado cuenta de nada, pero fue ella quien lo
sacó del apuro.
-
Primera eco, Lau...no he pegado ojo en toda la noche- se fue hacia
ella Inés, mientras él no conseguía volver a la vida. Desde ese
espacio neutro, la vió saltar sobre Inés con júbilo. Tan
increíblemente bonita su risa.
-
¿Estas bien? - a Dios gracias, Marina se interesó por su parálisis
infinita y pudo así, recuperarse algo.
Como
esa tuvo unas cuantas, o el habla no le salía o cuando conseguía
salirle Laura ya no lo miraba o directamente se había marchado. Esos
encuentros acabaron en "nocaut" y ya podía espabilar y
decir algo, o este acabaría con el mismo resultado.
-
Ah...otra vez tú- le dijo Laura y genial. Para un nocaut técnico
hacen falta tres nocaut y el referí ya estaba contando eso de...uno,
dos, tres, habla por tu padre habla, dile lo que sea, trató de
animarse pero ni modo, la cuenta seguía...cuatro, cinco, mientras
Laura perfilaba sus labios. Que boca más perfecta, su pensamiento
aceleró la cuenta...seis, siete, ocho- ¿Me dejas pasar?- la
intención de Laura de salir del aseo, concluyó la cuenta, nueve y
diez. Nocaut para la rubia que al pasar por su lado, dejaba un
delicioso olor a ¿Narciso Rodríguez?
De
puta madre, era uno de sus perfumes femeninos favoritos y Laura,
justamente tenía que usarlo. No teniendo a mano un entrenador del
que tirar, Inés había demostrado que para eso valía bien poco y
pasaba de Iñigo y sus "no te acerques a esa mujer. Te puede
volver loco", debía retomar el solo el combate. Que patético,
dios mio que me voy a convertir en un patético, sus pensamientos no
mejoraron su autoestima. Todo sería probar mirar su reflejo en el
espejo. Ahí estaba, todo un hombre, con una carrera profesional
asentada, amante del deporte, debía reconocer que un tanto casero y
serio para su edad, comportándose cómo un niñato que tiembla
porque la profesora de matemáticas le hace ojitos. Ok, mejor no
recordar ciertos momentos de su vida y regresar a la mesa, ahora
si...pasando de la niña consentida que era Laura. Porque lo era, no
sólo porque Iñigo insistiera en ese detalle, sino porque él mismo,
había sido testigo de alguno de sus arranques. Ay dios, sus
pensamientos le llevaron de vuelta a aquella mañana, con Laura
caminando a su lado, mientras atrás iban Marina e Inés, camino del
ginecólogo. De éste y su obsesión por preguntar por Lucía, debía
averiguar más ahora que lo pensaba. Pues bien, un par de manzanas
recorrido y Laura- Ayyyy- suspiro fuerte por ella, salió corriendo
hacia el escaparte de una tienda de bebés.
-
Lo quieroooooo, lo quiero para mi almejita, es ideal- gritó
enamorándolo con sus saltitos a juego. Verla al poco salir con un
simple toto en las manos, lo dejó loco. Mostraba tanta ilusión cómo
si en verdad acabase de abrirle una cuenta corriente a su almejita
con una cantidad superior a las seis cifras.
-
Déjalo- tuvo que pedirse obligándose a salir de ese baño. La
lectura del combate, quedaba aparcada. No había más plan que
abandonar el combate y volver a su mesa, pero cuando regresó al
salón, Laura aun no había tomado asiento y usual en él, acudió a
abrirle la silla. Vale, así no hacía más que darle argumentos a la
amiga de Laura para confundirlo con un camarero y peor, así volvía
a quedarse noqueado, oliendo a Laura. Bien, el brillo de su melena
debería estar prohibido. Dan ganas de querer tocarlo y comprobar su
segura suavidad.
-
Ah, de nuevo tú- le dijo Laura, con cierto desdén haciéndolo
apretar la silla. Todo tonto tiene un límite y él iba cubriendo el
suyo.
-
Si, pero no te preocupes- le dijo con toda la intención. Y mira que
gracia, ahora si le salía el habla.
-
Jajaja, ¿de que cachitas?- regresando a su mesa las risitas y coña
de Laura le hicieron detenerse y girarse. Ahora Laura y sus amigos
estaban de pie, seguro a punto de marcharse- Sush, fiera- insistió
Laura dando los dos únicos pasos que los separaban y con todo su
descaro, le plancho la camisa con ambas manos- Calladito, vuelves a
la mesa y dejas el genio para los juicios, ¿Uhm?
Ahí,
podría haberla cogido por la cintura, a lo cachitas como ella decía,
y haberle borrado la sonrisa de sobrada con un buen beso. Pero no lo
hizo y Laura se marchó procurando que sus risitas fueran escuchadas.
-
Puta niñita consentida- pensó ante un nuevo nocaut que le ponía el
combate a solo un ko de perder. A la mierda todo. Se disculpó con
sus clientes, pago sobradamente la cena y salió a la calle, en busca
de la niñita que creía poder vapulearlo como le viniera en gana. Se
acabó la tontería con ella. A pasos rápidos, se puso la americana
y maldijo no llevar abrigo. Fuera hacía un frío del demonio, cosa
que a Laura no parecía importarle. Para cuando salió del
restaurante, ésta ya estaba al fondo de la calle y sola. Entonces
Xavier aceleró el paso y mierda, antes de llegar hasta ella ya
estaba quitándose la americana presto a ofrecérsela. El abrigo de
Laura no podía ser considerado de inviernos y nooooo, deja de ser un
imbécil. Nada de darle la americana, pero es que hacía frío y si
hacía frío el no podía dejar de dársela. Pero sin decirle nada.
Eso es, indiferencia total poniéndole la americana. Extraño fue que
Laura no se asustase y para su suerte, no soltó ninguna se sus
frases ni risitas. Se limitó a caminar junto a él, rumbo a la casa
de Marina e Inés.
-
Estaban cenando con familia, me lo dijo Inés- no había caso. Podía
ponerse lo chulo que quisiera, que al final, era él quien rompía el
silencio entre ambos.
-
Mm...huele a fogata- por suerte, Laura habló permitiéndole una
conversación- Inés es pisar el jardín y querer barbacoa sea la
hora que sea. Algún huequito tendrán para nosotros. Tomé sushi,
quiere decir que...
-
Sigues con hambre- se aventuró a proseguir su frase y error, Laura
se freno en seco. Ofendida por algo que él no entendía.
-
¿Que estás insinuando?- brazos en jarra lo encaró y joder, que
ganas de besarla daban.
-
Nada...solo dije que- trató de explicarse pero ni modo.
-
Cállate, que me acabarás enfadando- lo calló y se detuvo,
reconociendo la guitarra de Nacho- Ayyy, me super encanta, a lo
boyscout cantando canciones y todo- disparada salió a correr dejando
totalmente bobo a Xavier.
La
forma de correr de Laura era tan de ella, tan cuqui y a la vez tan
Marilyn en "Los caballeros las prefieren rubias" que,
joder...tuvo que exclamar. ¿Quien no correría tras esa pedazo de
tía por muy loca que fuese? El desde luego que si, sin olvidarse
pensar en si mismo; después si te deja tiritando, no te quejes.
Ellos
corriendo y en la puerta Marina, aguantando con su barriga el frío,
mientras Inés, olvidado su enfado, le enseñaba a Concha y su sumo
interés por todo lo que ocurriese en esa casa, como se movía
pajarito.
-
Va a ser muy inquieto...Marina siempre lo ha sido, desde pequeña- la
mujer acariciaba la barriga de Marina al tiempo que conversaba con
Inés y, como no, trataba de mirar hacia el jardín y bichear cuanto
pudiese. A saber que le estaba diciendo ahora Inés, ella ya no
escuchaba nada, solo miraba a la chica de gorro calado, la única que
le rasgaba las entrañas de madre y si eso ocurría, ella tenía que
agarrarse al brazo de quien fuese y apretar- Ay que está tu hermana,
ay esa niña es mi locura. Cosa más bonita, de niña.
-
Jijiji, si...pero, ¿me suelta el brazo?- le pidió Inés, que era la
usada por las ansias de Concha, pero ni modo, la mujer seguía a lo
suyo.
-
A esa yo la hago una mujer como dios manda- dijo con tres, cuatro y
hasta cinco golpecitos en el brazo de Inés. Provocando a Marina.
-
Que nosotras no lo somos, claro- saltó Marina, sin que a Concha le
molestase. Total, llevaban así toda la vida. Culpa de Lucía y sus
formas de criar. Pero genial, Karla en ese momento pasaba cerca.
-
Karla...ay Karla, ven y dame un beso- no tardó en llamarla y Marina
e Inés, pudieron ver como Karla parecía maldecirse por ir a cruzar
el jardín justo en ese momento. Doña Concha ahora se la comería a
besos super escandalosos, pellizcos y como no, trataría de quitarle
el gorro y peinarla, como pasó en cuanto salió a saludarla.
Después, la Karla arregladita por Concha, tuvo que ir hacia su Tía
y que ante, la sonrisa de Lucía, volviera a reconstruir su imagen.
Gorro calado y listo, volvía a ser Karla para orgullo de su Tía.
-
Pss...antes no dejabas que otra mujer me tocase el pelo- bromeó con
ella Karla, cucandole un ojo a Lucía- Desde que te juntas con batas
blancas no se yo- remató su gracia y le faltaron piernas para salir
corriendo o se llevaría una buena colleja. Más que por la broma,
por la segura preguntaba de Lucía.
-
¿Tu la peinabas?- como supuso, Lucía enseguida le preguntó.
-
A ver sino, porque te crees que siempre lleva gorro- le contestó
Susana y bueno, ahora llegaría lo mejor. Lucía y su risa.
-
Jajaja, ya me imaginaba- rió Lucía, mientras en la puerta, Concha
las miraba con la boca desencajada, porque a las risas le siguió un
beso.
Vale,
para llegar hasta la hoguera con Xavier cantando, Concha se debe
marchar, los chicos entrar y entrando, Laura quedarse rezagada con
Xavier.
-
No sabes lo que te vas a tener que currar esto. No lo sabes, bien- le
dijo, pensando en dejarlo ahí solo y bien callado. Pero Xavier había
aguantado sus noqueos en el restaurante y caminando tras ella. Ya
estaba bien.
-
Será si me interesa- contraatacó Xavier maldiciéndose por haberle
olido el cabello mientras le ponía la americana. No era ningún
títere, ninguno.
-
Ja- su contestación detuvo los pasos de Laura hacía los chicos,
para revolverse. En dos enérgicos pasos ya estaba frente a él, más
bitch que nunca- Me bastan- le dijo subiendo los dedos por el pecho
marcadisimo de Xavier- dos caricias y un susurro- pausó
aproximándose a la boca a medio abrir en busca de aire de Xavier-
para ponértela dura, campeón- concluyó y estaba clarísimo. Con
este ko, no hacía falta cuenta atrás para darle la victoria a Laura
y ahora, debía levantarse del ring y aguantar las miradas del
público asistente.
-
Jijiji, ay madre mía chico. Mejor ayúdame a cortar leña, que lo
tuyo no es ligar. Marina ese día, habría bebido algo chungo. Te lo
digo yo- la guasa de Inés, fue soportable. Al fin y al cabo, no era
más que un cable, para hacerle entrar en el pequeño grupo allí
reunido y también para conocerla un poco más- A las mujeres hay
que, espera y veras- de magnífico humor, Inés se creyó su película
y aprovechando que Marina salía con varias botellas de vino, se
dispuso a darle a Xavier una lección- Que guisaillo me hacía yo con
esas carnes- piropeaba a su chica toda orgullosa, obviando cómo
Marina se detenía, procesada lo escuchado, rodaba los ojos y pasaba
de toda su cara, para seguir caminando- Que se me da muy bien el
andaluz.
-
Y ligar, ya- asintió incrédulo Xavier y así con Inés no. Que se
encabezona.
-
Oye...¿lo dudas?
Nada,
que mejor seguir rebobinado al momento exacto, en que a Nacho con su
inseparable guitarra, se le ocurría jugar para amenizar la noche.
Adivinar acordes era igual a chupito tomado y Xavier resultó ser un
experto que tomó muchos chupitos que lo relajaron de más. Tanto,
como para pedir a Nacho que tocase una canción en concreto. Canción,
que supuso un nuevo juego, el de las peligrosas verdades.
Si la espera de trozo, implica que después aparecerás con un trozo como este, bendita sea la espera Gemo. Gracias
ResponderEliminaramoooooooooooooooooooooooooooooooo tudo e gemo kkkkk maravilhoso e relaxante
ResponderEliminarbrigoninha
Laura los vuelve locos... ay Xavier que ya estás en la red.
ResponderEliminarLa vecina cotilla donde las haya.
Lucía y Susana merecen un gran capítulo, jajaja
Marina e Inés, a su marcha.
Nacho y Karla, que se besen ya porfi. jajaja
Gracias,
A.
¡Lo más bonito que me ha podido pasar en la vida eres tú! ¡Lo único que quiero tener en la vida eres tú! ¡Te quiero muchísimo y te amo más todavía! Gracias por existir gemo y hacerme feliz cada segundo de mi vida."
ResponderEliminarBesitos desde R. Guuuuuuuaaaaapaaaaaaa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Jijiji ay mare, ¿que te ha dado? Pues la cena me la haces igual, que en naita llego, pss. Ah y yo..naah, mejor te lo digo en casa.
EliminarPd. INY...gemo/moge ~
jajajajaja claro claro, la cena, luego una copita y después....................ILY. jajajajajaja
ResponderEliminarBesitos desde R. muuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Me encanta Gemo! Quiero saber más de la relación Lucía-Susana...se complementan genial.
ResponderEliminarGracias por el trozo.
L.a.c.e.r
Ya no son besicos??
ResponderEliminar...Y SIGO INTENTANDO PONERME AL DÍA...PENA NO PODER SIEMPRE QUE QUIERO...¡¡ CANCIONES QUE VIENEN Y VAN...EN UNA NOCHE QUE INVITA A TODO..TODO...
ResponderEliminarGRACIAS....SIEMPRE....ESCRITORA.
CELESTE-NEGRO.