112- Emergencias 26

La mañana para Marina, despejó de lo más clara que había podido imaginarse. Como si el largo peso soportado sobre sus espaldas, de la noche a la mañana se hubiese evaporado. De buen humor, la ducha acabo por despejarla de una noche de sueño a ratos y ni siquiera el cuerpo de Manu, aún dormido en su cama, la inquieto lo más mínimo.

Duchándose, hasta se sonrió imaginando el sonido de una pesada puerta cerrándose. Punto y final, a muchos meses de desvelo por sueños sin ningún futuro de hacerse realidad. Portazo dado y a disfrutar, de un poco de tranquilidad.

Como mujer coqueta, eligió el atuendo con el que vestirse a propósito, pensando en la primavera que de a poco se abría paso, llenando los días de un color distinto, más vivo y menos tenue. Todavía con la toalla, regresó a su dormitorio y ni corta, ni perezosa, subió la persiana y abrió el balcón, dejando que los rayos de sol, la erizaran por entero.

- Hace un día increíble- dijo pellizcándose el labio, omitiendo los gemidos de Manu despertándose. Las vistas de la Plaza, bañada en sol, le antojaron desayunar en una de sus terrazas. Girándose con la intención de ir a su vestidor, cayó en el olor que llenaba su habitación. Más cargado, diferente y con un regusto altamente desagradable. Tanto, como para hacerle tirar de la sábana que cubría a Manu, anotándose pedirle a la chica que le ayudaba con las tareas de casa, que directamente tirase esas sabanas- Duchate...apestas a alcohol- le pidió rodando los ojos por su cuerpo. El mismo que hace meses le enloquecía, ahora le resultaba molesto. Si, definitivamente tiraría las sábanas y junto a ellas, el vello dejado en ellas por Manu. Una mujer no debería dejar vello. No debe haberlo en sus muslos, piernas...no, como mucho dejaría algún cabello sobre la almohada. Rubio oscuro, no muy largo y apostaría, que húmedo seguro se ondulaba lo suficiente para darle un aspecto más salvaje y rebelde- Joder- sus propias elucubraciones basadas en la única foto donde salía el cabello de Inés, le hizo quejarse. Recordar su cabello le llevaba directamente a recordar sus redondos hombros encadenados con unos trapecios marcados, salpiqueados deliciosamente por algún lunar- Vale.. Suficiente- se pidió, exigiendo detener la libertad de su imaginación.

Claro que, desayunar apenas unos minutos más tarde con Laura, no iba a ser de mucha ayuda, en cuanto a su deleitosa y atrevida imaginación, se refería.

- Por favor....debe ser la hostia estar haciéndolo y que una cadena así con esas chapas te roce- la misma Laura, que consultando el nuevo perfil de Inés, donde se veían dos chapas de identificación militar colgadas en una cadena de plata, dejaba volar su imaginación- Mientras su pelo largo te cosquillea, rodando por tu cuerpo, como antesala a la caricia húmeda de su lengua bañando tu vientre, con destino marcado, tu pelvis alzada pidiendo que esas mismas chapas choquen directas contra tus ganas...Agh dios...que placer dios mio, de solo imaginarlo- se explayo pasando de la mesa de al lado y los tres chicos que a punto de babear la miraban embelesados. Casi tanto, como la propia Marina, quien escuchando a su amiga no pudo detener excitarse como no recordaba- Ejem...- carraspeo en un intento de contenerse, pero su propio parloteo incansable la llevo a más de lo mismo- Yo es que soy muy fetiche, ya sabes...Y veo esto y claro...te imagino sintiendo el camino inverso de esas chapas por tu piel camino a tu boca, entreabierta esperando el momento que sabes llega...ese momento de morderlas con tus dientes y después soltarlas para que ahora choquen contra su pecho, duro y voluptuoso, ardiendo en deseo...- continuó agarrándose a la silla casi extasiada por su propio relato- Me estoy poniendo cachonda, es un hecho- abrió los ojos alucinando consigo misma, y arqueo las cejas chistosa a los chicos que se continuaban babeando pegados a su caliente descripción. Marina no dijo nada, ni siquiera parpadeo, imposible hacerlo si casi sentía a Inés encima suya, tal como Laura había descrito. Pero, su amiga se iba recuperando de su ensoñación y así, volvía al mismo tema de los últimos meses- Y esta es la parte que como amiga te recrimino- el cambio en el tono de Laura, despertó a Marina. La misma que necesito recomponerse en su silla, ubicándose- Yo estuve a tu lado cuando te vino el periodo, yo fui quien te enseño a usar los tampones, yo fui aquella que te hizo desistir de salir con aquel salido de medio metro, yo he sido quien desde el minuto uno te advertí de lo poco trigo limpio que me parecía Manu y joder..- conforme recordaba hechos compartidos cómo verdaderas amigas, más se le calentaba la sangre- Llegado el momento en que te cuelas por una tía...vas y pasas de mi. ¿Te parece normal?- molesta no atendió a la forma en que Marina le quito el móvil, queriendo ver detenidamente las chapas de Inés- Que a mi no me funcionara con aquella tía, no quiere decir que a ti pase lo mismo. Jajaja, ¿tu sabes? Mi gustito me dio- imprevisible, ahora Laura dejaba el enfado para monologuear incansable en tanto Marina, leía el nombre de las chapas sonriendo- Como cuando estas ahí....una vuelta en la cama, otra y otra, el sueño que no llega, mañana que tienes que madrugar, ayyy mi almohada que bien huele, ayyy que poquita ropa llevo y...te das un gustito rápido y hale...a dormir como una diosa. Pues igual fue, ni para ti, ni para mi-llegados a este punto, Laura no es que tomará conciencia de que estaba hablando sola, sino que el aire le faltaba y la boca se le secaba. Bastaba darle un sorbito a zumo de naranja natural sin endulzar, cucar un ojo a los simpáticos chavales y proseguir con una nueva idea surgida- Tengo su teléfono- exclamó metiéndose de lleno en su propio lío mental- La llamo, eso haré...llamo a la tía ésta, quedo con ella y tu no te preocupes que esta vez, voy entusiasmada y hasta tomo nota si hace falta. Lo que sea por ti, Marina...lo que sea- continuó y dio un nuevo sorbito. Si lo recordaba bien, los besos de aquella chica, tan suaves y propicios, bien valían un esfuerzo por Marina, aunque sin duda lo que más valía la pena, era lo que continuó diciéndole a ésta - Es que es la leche...si lo piensas, no os habéis visto, pero estáis enganchadas por un hilo mágico...que a veces es pura tensión sexual y otras incluso acabáis a la gresca...incluyendo tus cantos a la heterosexualidad manifiesta jajaja, me super encanta....y quiero vivirlo contigo, joder- estuvo a punto de patalear ensimismada en ella misma y su discurso. Los chicos de la mesa de al lado, fueron quien tuvieron que avisarle de que esa amiga por lo que haría cualquier cosa, no le estaba prestando ninguna atención- Marina hija...que pareces una adolescente, todo el día con el móvil- se quejó pero no llegó a molestarse. Marina consultaba su móvil en una pose que ella reconocía como sumamente preocupada- ¿Que pasa?

- Le...le están mandando abrazos en el grupo del turno- le contestó Marina, comenzando a inquietarse de veras. Inés no había estado en línea desde la madrugada, seguramente cuando cambio la foto de su perfil y justo esa foto, era el de las chapas militares de su padre y ahora, los compañeros del turno le enviaban emotivos abrazos. La posible causa de esos afectos, le hizo buscar la mirada de su amiga.

- Crees...que..crees...joder- titubeo Laura, no ajena al dolor que comenzaba a bañar la mirada miel de   Marina. Que el móvil de ésta empezase a sonar asustó a ambas, aunque Marina se repuso rápido, contestando a la llamada.

- Manolo- saludó al Agente, cerrando de los ojos de puro temor. Laura acogió su angustia cómo propia, y no se perdió detalle- No- la negación de Marina con la barbilla temblando le hizo agarrar su mano, sin que Marina se dejase, volcada en negar lo que Manolo le estaba diciendo- No...no puede ser...yo.. Yo hable con Inés y serian...las, no recuerdo la hora...pero su madre estaba bien...Manolo- la pausa de Marina, le hizo volver a buscar su mano y ésta vez si, Marina se dejó mirándola paralizada- No...no os preocupéis, iré en mi propio coche...gracias por avisarme, Manolo...y espera- solicitó apretando fuerte la mano de Laura- ¿Has podido hablar con ella?- se interesó totalmente ansiosa. Confirmado su temor, la única preocupación que sobre salia era Inés- Imagino...esta bien, nos veremos allí-colgó la llamada y creyó, poder dar una gran bocanada de aire fresco que aligerase el nudo encajado en su garganta. Pero no sirvió más que para verse reflejada en la cara acongojada de Laura- Te...tengo que irme, necesito estar allí- dijo recogiendo sus cosas nerviosa de la mesa. Sin explicaciones que Laura tampoco necesito, ésta se apresuró a pagar la cuenta, para seguir el paso despistado por Marina, quien caminaba abrazándose, aún sin poder creer que esa misma noche, la madre de Inés hubiese fallecido.

- ¿Estas bien para conducir?- le preguntó Laura tras alcanzarla camino de su coche. Marina asintió con una sonrisa que dolía con sólo verla- De todas maneras, voy contigo a donde sea que vayamos o me lleves o...- no pudo seguir, llegando al coche Marina se detenía mordiendose los labios en un intento por no llorar.

- Justo viene a pasar ésta noche, cuando yo le dije..- musitó más para ella que para Laura y el abrazo de ésta no la dejó continuar.

- Ahora mismo no tendrá cabeza como para recordar eso...- la consoló Laura, como mejor pudo- Y es super bonito que vayas..o vayamos o...ayyy, a mi estas situaciones lo mismo me dan por llorar que por reír como payasa. Tu contrólame.

Poco o nada iba a poder controlarla Marina. Prácticamente ninguna dijo palabra, una vez Marina activo el GPS con dirección al Tanatorio de El Espinar. Para Marina los kilómetros pasaron a menos velocidad de la que marcaba el luminoso de su coche. En su mente solo Inés y su seguro dolor acaparándolo todo. Tanto que ni siquiera la inquieto el llegar a un lugar donde sólo en persona, conocía a los compañeros de turno. Apenas unos cientos de metros antes de destino, fue la impulsividad de Laura, la que le hizo detener el coche.

- Madre mía...para un momento que nos retoquemos, ni siquiera traemos ropa adecuada- le pidió su amiga y autómata la obedeció. Las dos bajaron al mismo tiempo las viseras del coche. Marina apenas vio su reflejo en el pequeño espejo . Reflejo propio de quien sabe, llega tarde- Estas muy guapa, no te preocupes- pendiente de ella, Laura le sonrió tratando de ayudarla a respirar y para Marina fue suficiente.

Quería estar ahí, aunque tras la fuerte discusión de la noche, Inés no quisiera saber de ella. Por eso, apenas dejo acicalarse a Laura e increíblemente calma, recorrió los últimos metros hasta el aparcamiento del tanatorio. Propio del desafortunado lugar, la tristeza se palpaba entre las personas que transitaban por él. No en vano, se despedían de una mujer joven, con tempranero final. Fue tirar del freno de mano y notó su pulso acelerarse de golpe, aunque misteriosamente actuaba con suma calma. Tanta, que Laura la miraba medio asustada. Al salir del coche, fue nuevamente Laura, caminando despacio, la que no pudo quedarse callada.

- C¿onoces a alguien?- le preguntó divisando la puerta principal. En ella se amontonaban en pequeños grupos, hombres y mujeres. Marina levantó la cabeza lo justo para echar un vistazo y entre ellos, distinguió a Manolo y Celia. Los mismo que alzaron la mano, reconociéndola.

- Son Manolo, Agente de Policía y Celia, doctora de emergencias- le explicó a Laura, sin creerse tener el aire suficiente para hablar. La calma continuaba presidiendo sus actos, pero el latido de su corazón golpeaba con fuerza a cada paso dado.

- Manolo.. Ay Manolo- impulsiva como pocas, Laura saludo a Manolo presa de los nervios, como si en verdad lo conociese y éste fijo su vista en ella extrañado ante el afectuoso saludo- No me conoces.. Pero en estas circunstancias cariño, ¿que más da?- se lanzó a por él, en tanto Marina hacia un esbozo de sonrisa. Esbozo contestado por Celia, antes de que ambas se saludaran. Saludos también propios del momento y situación, que tras ser dados, dejaron a los cuatro en silencio, sin que Marina pudiera dejar de prestar atención a la puerta, por la que entraba y salia gente.

- Inés está con los de la funeraria- le comentó Manolo, colocado a su lado- Papeleos, ya sabes- prosiguió tan cariñoso cómo siempre, pero Marina no pudo atenderle mucho. En esos instantes, por la puerta una mujer llamaba toda su atención. Mujer que acompañada de un caballero vestido con traje oscuro, salía tras él, ajustándose una americana sobre una camiseta de tirantes- Ahí sale...Inés