112- Emergencias 21

No era necesario más de tres mil horas de vuelo, para saber que estrellándose contra un muro de hormigón, da igual con que tipo de helicóptero lo hagas, te acabas haciendo daño. En esta ocasión, del silencio mutuo entre ella y Marina, Inés no dijo nada. No lo hablo con su hermana, tampoco con Encarni y menos con su cita semanal en la azotea del Hospital, Manu. Aunque escuchándolo a él, podía escucharse así misma.

- No hay forma de que quiera mantener una mínima conversación conmigo y mi única esperanza son mis cosas. Aún no le di, dirección donde enviarlas. Creo que de una vez, voy a ir.

No estando muy en positivo, Inés no aplaudió su decisión, ni trató de animarlo. Ella misma había estado a punto, de llamar a Marina, de enviarle un correo o cualquier chorrada por whatsapp, pero entonces recordaba la última conversación con ella y la sangre se le congelaba. Con esos ánimos poco o nada le dijo a Manu, más que un "suerte" por educación. Si la chica de Manu era tan testaruda como Marina, poca de esa suerte le auguraba.

Siendo ya primavera, Segovia se abrazaba al frío no queriéndolo dejar escapar, por mucho que el cambio de estación lo exigiera. Sin mucho que hacer y con el frío agarrado en la azotea, paseó por el Hospital sin fijarse en mucho, provocando que a su vez, alguien si, se fijase en ella.

- ¿Inés?- escuchó una voz femenina llamándola y hacia ella se giró. Juraría que a esa chica la había visto con anterioridad. Tratando de ubicarla, la chica se acercó a ella, sumamente sonriente- Supuse a una pájaro loco más rápida, no me reconoces- le dijo planteándole dos besos confianzudos en sus mejillas, mientras su cabeza trataba de hacer "clik" y lo hizo. La había visto bajo los focos de un local y conocía su pseudonimo por leer sus correos con...no quiso pensar ni un segundo en el nombre de Marina  y entonces si, correspondió al saludo cariñosa.

- Dios mio....eres la cotilla más guapa de Segovia- bromeó rodando los ojos  claramente chistosa y la chica respondió con dos nuevos besos en sus mejillas, que la hicieron guardar las manos en los bolsillos un tanto tímida.

- Jajaja, la misma- igual de sonriente, limpió los restos de su carmín de las mejillas, con total confianza. Sin retirar la mirada de los ojos inquietos de Inés- ¿Que hace un pájaro loco en un Hospital?

- Como loco que está, a veces se cree humano- continuó a las bromas Inés, muy consciente de la curiosa mirada de la chica sobre si. Sin sacar las manos de los jeans se giró, mostrándole lo que su parte humana hacia en ese Hospital.

- Wau...piloto- exclamó la chica nada más leer su cargo e Inés se sonrió. Hay tópicos que se hacen necesariamente tópicos- Me encanta.

- Naah- le dijo tratando de desencantarla. El brillo en sus ojos era claro, una chispa por tópicas creencias. La siempre atracción que supone un trabajo de riesgo y en su caso, de altos vuelos- En verdad estoy loca y me paseo con este chaleco por todos los hospitales. A veces hasta me dejan ver el helicóptero de lejos- continuó en un tono medio misterioso, medio divertido que no provocó más, que la chica continuará sin romper la cercanía entre ambas. En silencio, tuvo que huir de la mirada directa de la chica, empeñada en acercarse a ella más, en un extraño examen.

- En el fondo, algo así me imagine- más de cerca de Inés, en mitad de cualquier pasillo, bajo la voz no apeteciéndole que nadie más las escuchase- No me digas el que, pero algo en la forma en la que estabas sentada en la barra de aquel local me lo dijo. No podías trabajar en algo clásico y jajaja- recordando sus propias imaginaciones rió, volviendo a tocar a Inés, como si tuviese un imán que la llevara a hacerlo. Esta vez fue peinarle una díscola ceja- Creí eras policía, militar o que se yo...algo así, arriesgado.

- Pss, eso es nada para el pájaro loco- contestó soltando su tensión. La chica había sido y era de lo más agradable y que carajo, la estaba mimando con una sensualidad exquisita. En mitad de un pasillo de hospital, con su madre empeorando por momentos, con su ex tratando de controlar su vida como si no fuese ex y si presente, y con su última ilusión parapetada tras un alto y gordo muro de hormigón, la chica le suponía un soplo de aire fresco que bien podría hacerla desplegar alas aunque fuese de una forma efímera- ¿Y que haces tu por aquí?- le preguntó regañándose por no recordar su nombre. Normal por otro lado, aquella noche como las siguientes, solo había existido un nombre, que no quería recordar.

- A recoger unas pruebas rutinarias- contestó  la chica, arrugando la nariz e Inés, rápido se preocupó.

- Vaya.. Pero normales o estas que.. o...- se calló al volver a verla reír, totalmente tranquila.

- Nada, una tontería que ya pasó. Ahora solo revisiones de vez en cuando, pero me están mareando de una planta a otra y así, tope contigo- le comentó acabando donde quería y la mínima sonrisa de Inés, le hizo pellizcarse el labio.

- Topar con un pájaro loco, tiene premio- le digo Inés, usando la misma confianza de la chica con ella, para cogerle el sobre buscando el nombre del doctor y especialidad.

- Ujum...esperando el mio, estoy- musitó la chica haciéndola levantar la vista del sobre.

- Auch- pensó Inés nada más ver sus ojos. La chica mojó sus labios sin disimulo y se colocó un rebelde mechón de pelo tras su oreja. Sus coquetos gestos, fueron otro gran soplo de aire fresco. Ese era su mundo, la homosexualidad sin complejos, el radar innato que te hace distinguir entre la sonrisa de una chica agradecida a la sonrisa que ella en ese instante contemplaba- ¿Llevas prisa?- preguntó volviendo al sobre.

- En media hora, será mi turno para almorzar- le contestó la chica bajando todavía más la voz. La invitación estaba servida e Inés, la captó rápido.

- Verdadera prisa, entonces- le devolvió el sobre Inés, sonriendo distinto, aunque la chica supo entender muy bien, la nueva forma de sonreír de Inés- Sígueme- le indicó teniendo claro a que planta y a que puerta debía tocar para que la chica tuviese en sus manos las pruebas que venia a recoger. Como por arte de magia, la timidez se esfumó por completo y sin ella, la guió con experiencia por el Hospital.

- Acabo de recordar, aquella noche en el bar con aquellos correos y fijate que tontería, iba a pregúntarte por aquella tía- la sorprendió la chica recordando aquella noche, cuando caminaban por un nuevo pasillo.

- Tu lo has dicho, una tontería hacerlo-  la consensuó Inés, con cierto toque amargo.

En mucho menos de media hora, la chica tenia en sus manos las pruebas que había ido a buscar y acompañada por Inés, salia a la puerta principal del Hospital.

- ¿Tu no almuerzas?- le preguntó creyendo evidente la inminente separación. Ahora la que parecía mostrar más timidez era ella. Como no hacerlo, con la mirada cálida de Inés posada en ella. Inés disfrutó un tanto de esa repentina timidez y tardó unos deleitables segundos en contestar.

- Tengo treinta minutos para invitarte a picar algo y cuarenta para  hacerte el amor y volver a tiempo- soltó sonriéndose por dentro. La chica debía estallar en risas, pero lo que hizo, la cogió totalmente por sorpresa. No hubo risa y si, un beso que la dejo pegada a ella- Esto es un si, que distingo hasta yo- murmuró en tanto la chica la dejaba respirar y no consciente del ir y venir del personal por esas mismas puertas, se dejó llevar por los besos de la chica. A los cuarenta y cinco minutos exactos, en otro lugar y entre jadeos placenteros, la Inés más chistosa regresaba- Como sigas con tanta ansia, me sobrarán veinticinco minutos.

- Jajaja, no puedes estar callada, ¿verdad?

Imposible guardar silencio para Inés. El silencio suele llegar cargado con todo aquello que te atormenta. Que bueno seria ahora para Inés, poder tumbarse en un sofá decúbito supino y sonreír. El último enfado con Marina, le había llegado en el peor momento, sin que ésta pudiera saberlo. Así, mejor dejarse llevar por una tía sana que en ella no buscaba más que la diversión mutua.

Pasado el tiempo, Inés regresó al Hospital, donde Oscar le dio la carpeta con los formularios a rellenar por vuelo con Autoridad. El nombre escrito en esos papeles, le hizo abrir los ojos, ante las risas animadas de Oscar.

- Por una vez, me encanta llevar un paquete de este tipo- se entusiasmo Óscar tratando de contagiarla. Para esas alturas, Inés debía haber leído el recorrido que harían- Y encima pasamos por tu centro favorito... Pedraza- prosiguió esperando alguna muestra ilsuionante de Inés.

En tanto, Marina iniciaba turno en el centro de emergencias, y lo hacía en el turno más unido a la piloto, el encabezado por el Agente Manolo, al que nada más entrar en la sala de coordinación escuchó decir:

- Jajaja, cago en la leche....hoy nos visita pájaro loco. Ya tenía ganas, ya...desde lo de su madre que no hacemos las "quedadas" de antes, que alegría verla.. Joder

Marina no quiso escuchar más. Abandono la sala prácticamente corriendo hasta su despacho, donde se quedó apoyada en su puerta, sin saber bien como reaccionar y sin poder escuchar cómo Celia bajaba la alegría de Manolo.

- Nada... Me esta diciendo que sólo nos sobrevolara, lleva un paquete importante.

Parapetada en el baño de su despacho, Marina no pudo tampoco escuchar cómo las transmisiones echaban humo, con el personal más gamberro intentado adivinar quien era la personalidad que se escondía bajo el pseudonimo usado en estos casos: Paquete. Ni tampoco como Ines, entre bromas daba pistas.

- Os puedo dar solo una pista y si estáis minimamente atentos a los informativos, enseguida sabréis a quien llevamos...ahí va, tiene las piernas más kilométricas y sensuales de toda la política europea- sus palabras callaron por unos instantes las trasmisiones. Los tres centros de emergencias de Segovia, hacían sus elucubraciones mientras ella y Oscar, abrían la boca al borde de desencajarseles las mandíbulas, cuando la dueña de esas piernas, llego a la azotea y acompañada de un séquito de trajeados caballeros, comenzó a caminar hacia su helicóptero.

- El bienestar de Madrid y sus ciudadanos, siempre fue, es y será, mi principal objetivo- imitó Oscar a tan importante mujer, sin bajar un ápice el entusiasmo que le provocaba llevar a esa mujer, como paquete- ¿Estamos seguros que esas piernazas cogen aquí? Y lo más importante, ¿seremos capaces de dejar de babear?