112- Emergencias 19

Marina se permitió la sauna silenciosa, un corto mensaje, una buena comida y una mejor sobremesa. Quizás por eso llego de lo más relajada a su cita en la noche. Relajada pero decidida. Su único plan, comerse a Xavier y beberse su espléndida masculinidad. Vistiéndose ,  los intentos de Laura de hablar sobre "algo" le llegaban vía whatsapp.

Mensaje de Laura: Me he quedado yo pensando, ¿la heterosexualidad tiene bandera? Si ha de tenerla yo apuesto por ésta.

Junto al mensaje, Laura enviaba una foto del siempre espectacular David Beckham en calzoncillos bóxer. Foto y mensaje que a Marina, le hicieron reír. Ella tenía su propio bombón que llevarse a la boca. Pero Laura no se limitó a mandar una posible bandera para la heterosexualidad, y varió el rumbo, creyendo poder llevarse a Marina con ella.

Mensaje de Laura: Se que es un Arcoiris, pero si yo fuese lesbiana ésta sería mi única bandera.

A éste mensaje lo acompañó de una foto de la también siempre espectacular Irina Shayk. Ni esta imagen Marina no rió, más bien le hizo tirar el móvil a la cama y centrarse en lo real y palpable. Xavier llamando a su puerta y ella quitándose el vestido que acababa de ponerse. Mucho más práctico recibirlo con sólo una toalla cubriendo su desnudez. Consciente de su atractivo le abrió la puerta, fingiendo no haberle dado tiempo a terminar de vestirse. Los intentos de Xavier de no recorrerla por completo con la mirada, le hicieron ver que no de había equivocado exigiéndolo cómo su particular bandera heterosexual. Ahora solo tenia que sujetarla al mástil y disfrutar viéndola ondear bien alta. Su mínima sonrisa era respondida por los labios entreabiertos de Xavier. Dos pasos dio, los únicos que la separaba del fornido pecho de Xavier y un aliento compartido, que rompió la densa tensión forjada entre ambos. Con las manos, estrategicamente colocadas en ese pecho, se permitió sentir su aliento cargado de deseo.

- No prepare cena- coqueteo admirando el ansia que provocaba cada gesto suyo en Xavier. Su simple talón desnudo, subiendo por la pierna de el, lo hizo tragar saliva sediento de la apetecible piel de Marina.

- No traigo hambre- contestó Xavier, aguantando las infinitas ganas de arrancar la toalla que lo privaba de la calidez más gozosa que bajo ella le esperaba.

- ¿Ni siquiera de mi?- preguntó esperando la satisfactoria respuesta que estaba segura llegaría. Xavier podía retener a sus manos o boca, distinto era poder controlar lo que el deseo realzaba en su entrepierna.

- De ti, toda- contestó sin frenar más sus ganas. De a una, aupó a Marina haciéndolos girar. Con ella apoyada en la pared, se deleitó mirándola. Marina respiraba tan apurada como él mismo- Me vuelves loco- confesó antes de lanzarse a por su boca.

- Sush...no quiero más palabras- le exigió antes de morderle con sarna los labios. No quería palabras, quería la vigorosidad que sus pelvicos movimientos aumentaban y Xavier no dijo más. Se limitó a enredarse con ella en un beso lujurioso que los llevo hasta la cama de Marina.

En ella, no esperó que Marina lo desnudara, a prisas el mismo se desnudo para con verdadera prisa, deshacerse de la toalla que mal anudada, aun escondía la piel que pretendía lamer hasta quedarse seco. Sin saber, que Marina tenia sus propios planes. No lo quiso lamiendo su despejado monte de Venus, tampoco ascendiendo hasta su pecho, y menos recreándose en él. Solo lo quiso enredado a su boca, desde donde ella misma dirigió su erecto miembro hasta sus mismísimas entrañas. Dentro, salvajemente dentro lo quiso y lo obtuvo. Pero no era bastante rompedor y no lo bastante salvaje. Por eso se giró sobre él y con expertos movimientos, consiguió sentirlo llenándola. Los intensos movimientos de Marina, unidos a lo deliciosa que se veía sobre el, llevaron a Xavier a temer lo peor.

- Suave...Marina suave o conseguirás que me corra en nada- suplicó sin que Marina dejase de aprisionarle su sexo en su vagina. El roce era tan brutalmente placentero, que sus esfuerzos por retener la llegada al orgasmo estaban resultando irrisorios.

- Hazlo...correte bien dentro de mi- lo obligó Marina arañandole el pecho. En verdad lo quería, quería ese único líquido varonil, estallando en sus adentros, para después deslizarse hacia la nada. Por eso, continuó sus precisos movimientos y cerró los ojos, dispuesta a las mayores de las satisfacciones cuando Xavier apretó con tremenda fuerza las cachas de su culo, anunciando su prodigioso orgasmo.

Lo que no le resultó  tan satisfactorio, fue que Xavier insistiera en comportarse como el caballero ideal. Apasionado amante, que no se conformo con el climax individual y que enseguida, busco la boca de Marina iniciando locos caminos de placer. Su barba raspándole no le resultó agradable por su varonilidad y no le apeteció lo más mínimo, que él fuese quien recorriese sus caminos. Prefirió acortar todo contacto y como había introducido su miembro en ella, introdujo ahora sus dedos, buscando una pronta satisfacción.

Tras alcanzarla y aún temblando, saco la fuerza bastante para cubrir el rostro de Xavier mirándola embobado. Como no había querido palabras durante, no las quiso después. Simplemente se dejó abrazar por Xavier, haciendo lo mismo que llevaba haciendo todo el día, mantener su mente en blanco.

A pesar de su parquedad durante la cena que finalmente tuvieron, Xavier no mostró intenciones de marcharse. Observando lo relajado de sus modos y sus siempre afables atenciones, se regañó mil veces. Debería serle sumamente fácil sentir por el. En mayor o menos medida, pero sentir algo que lo hiciera destacar. Sin lograrlo una vez más, espero a que durmiera, para darse una nueva ducha.

Con ella dada, se vistió con una cómoda camiseta de andar por casa y se sirvió una copa de vino. Mirando la botella, le apeteció bebersela entera en su sitio preferido y en él se sentó. Una pena no poder abrir el balcón y hacerlo directamente en la pequeña terraza con vistas privilegiadas a una de las espaldas de la plaza de Pedraza. No pudiendo tomo asiento en el suelo, apoyando la cabeza en la gruesa cristalera.

No fue hasta la tercera copa, que en medio del nublo propio del vino ingerido, se percató que entre sus piernas, le aguardaba su móvil. Correos del partido, publicidad, innumerables mensajes de WA, una llamada perdida de su madre, otra de un número desconocido y ya. De entre tanto, para ella, nada. Con él en una mano, terminó de un trago la tercera copa y en un acto prácticamente autómata, marco un contacto no llevándose el móvil a la oreja. Lo dejo tal cual, viendo como en la pantalla se indicaba: Llamando a Inés Pájaro Loco. A los cuatro larguísimos tonos, la voz de Inés sonó rompiendo su silencio.

- Estaba extrañando tus buenas noches- la escucho lejana por la posición del móvil y aunque torcida, enseguida le salió una sonrisa. Su silencio, provocó que Inés continuase nombrándola- Marina- suave, pero sumamente escandaloso dentro de si. Su reclamo le hizo suspirar y entonces si, llevo el móvil a su oreja.

- Si- contestó en un hilo de voz- Estoy aquí- le dijo dejando pérdida la vista en la plaza, primorosamente iluminada. Su pausa y sus palabras murmuradas, despertaron de golpe a Inés- Creo que se me esta subiendo el vino...uhm, porque estoy viendo una de las plazas más bonitas de España y jajaja, ahora mismo me encantaría ver un helicóptero del 112 aterrizar en ella- prosiguió con la infinita confianza que Inés inspiraba en ella, sin ser muy consciente de lo que estaba diciendo. O si, porque sin cortarse volvió a llenarse la copa.

- Pedraza- pudo contestar Inés con el corazón en la misma boca. Ya no era solo como Marina le estaba hablando sino además, era lo que le estaba diciendo.

- Si...me encanta, hay retazos de mi vida en cada rinconcito de esta plaza. Me apetece un cigarro, espérame ¿si?- le pidió y ágil, a pesar del vino, se levantó dispuesta a dejar atrás sus dos años sin tabaco. La tregua pedida por Marina, sirvió para que Inés pudiese volver a respirar. Su cama, elevada del suelo a metro y medio, se le quedaba pequeña para cómo había sentido a Marina. Necesitando más altura, para la Marina más íntima, salto de su cama en la oscuridad y los alaridos histéricos de su perra, le hicieron ver que no había caído sobre la moqueta.

- Ayyy Poesílla mi perra...- se lanzó dispuesta a mimarla, pero su perra era tanto o más arisca que la mujer que le había despertado- También eres poco exagerada no peso tanto- le dijo pero la pobre perra después de haber sido despertada por aplastamiento prefirió huir de la habitación- Ya volverás pidiéndome tapitas, ingrata- la amenazó antes de abrir la ventana, colarse por ella, saltar a la siguiente planta enganchándose de la barandilla del balcón, percatarse del frío que hacía, más incisivo al ir en solo culotes y camiseta, soltarse, caer bien en su balcón, entrar, coger una chaqueta y repetir operación hasta llegar al tejado de la casa de su madre, sin perder el móvil. Para cuando quiso sentarse asfixiada por el esfuerzo, Marina volvía a hablar con ella.

- Llevaba dos años sin fumar- le dijo Marina, volviendo a su asiento preferido con las vistas por igual más preferidas.

- Yo llevaba todo el día sin escucharte y por oírte, mi perra me odia más todavía. ¿Por que?- a media voz y casi infantil, sonó Inés

- Jajaja, ¿que le hiciste?- se interesó Marina, mordiéndose los labios. Esa tonalidad en la voz de Inés, era completamente adictiva.

- Me caí una miilla encima suya. Que se queja por nada, ¿no?- insistió Inés nerviosa pérdida. Si no estuviese en el pueblo y si en Segovia, sería la noche perfecta para robar un helicóptero y aterrizarlo en una plaza muy concreta.

- Uhm...es mujer, cariño- susurró dejándose llevar Marina. Absolutamente relajada, más que con la sauna, el masaje y Xavier. Unas cuantas palabras intercambiadas con Inés, alguna copa de vino tomada de más, y Marina mojó sus labios, entrando en el estado único que produce una excitante levitación. El tono usado, el apelativo sutilmente pausado, para Inés fue como un rayo cayéndole directo.

- ¿Nos fumamos el pity a pachas?