Los
dos siguientes días para las chicas fueron frenéticos. Las visitas
llegaban y se iban, sin que ninguna fuera más consciente de nada que
no fuese la pequeña Minerva. Por suerte la pequeña tomo rápido el
pecho de su aun dolorida Mami, ante la siempre atenta mirada de su
otra madre. Julia enseguida tomo el mando con la niña. Fue ella
quien la cambio las primeras veces y con las indicaciones del
personal sanitario, fue ella quien le dio el primer baño. La noche
del segundo día, fue lo más esperado por ambas Mamás. Las dos
agradecían las visitas y los innumerables consejos que en ellas
dejaban, pero llegaban a las noches, deseando poder quedarse a solas
y descansar un mínimo. Consciente del estado delicado de Minerva,
Julia se esforzaba en que descansase cuanto pudiese e incluso, se
preveía de lo necesario para no tener que avisar al servicio
sanitario de la Clínica. Disponiéndolo todo, lo dejo organizado
para uno de sus momentos favoritos, la toma del pecho de la pequeña.
Adoraba esa imagen desde la primera vez que se dio. El vínculo tan
natural y sencillo, sobrecogía por su belleza a Julia. La minúscula
manita de la pequeña abierta sobre el seno de Minerva, sus pequeños
labios envolviendo el pezón, y la mirada de Minerva sobre la niña,
envolviendola en una acogedora calidez. Una imagen tan exquisita, que
la dejaba paralizada mirándolas.
-
Siéntate con nosotras, cariño...nadie va a entrar a estas horas,
por lo tanto nadie me verá el pecho- a pesar de la seriedad
mostrada, Minerva sonreía por dentro. Primero porque Julia se
sobresaltaba con demasiada facilidad desde que la niña naciese y
segundo, porque el tema darle el pecho en público, necesitaba de ser
hablado entre ambas. Si Julia no gastase una educación a veces
excesiva, habría echado a más de uno de la habitación a lo largo
del día. Al ser sobresaltada, por estar pérdida en la imagen de la
que ya era adicta, la magnate se sentó con sumo cuidado junto a
ellas. En nada, su mano busco la frente de la pequeña.
-
No tienen educación. Jamás me mantendría en la habitación donde
una madre amamanta a su hija. Es algo demasiado íntimo para ser
violentado con perfumes, conversaciones banales, o cuchicheos-
defendió su postura, sonriendo al bebé. Era brutal, sentir su
extrema suavidad, como lo era su aroma naturalmente virgen. La
pequeña dejo el amatorio apoyo en el seno de su Mami para agarrar el
dedo de su otro Mama, haciéndola cerrar los ojos de placer. Los
dedos de su hija apenas cubrían media falange pero era lo suficiente
para estremecerse. Cada gesto de la pequeña, cada leve sonido, su
suavidad, unido a lo absolutamente hermosas que se veían Mami e
hija, la tenían con el pecho encogido, sin creer que algún día
pudiera acostumbrarse a esa imagen.
-
Que no es porque me vean el pecho, es por sus perfumes- continuó
Minerva sonriendo. Pasados los enfermizos celos de Julia de un
principio, Minerva había llegado a acostumbrarse, a la
transformación de estos, sin que llegarán a desaparecer. Julia rodó
los ojos ante la evidencia, no sólo era la intimidad entre madre e
hija, por supuesto también influenciaba la desnudez necesaria de su
pecho- Te consiento demasiado, ¿eso lo sabes?
-
Si- contestó rápido Julia, besándola, para volver por igual de
rápido, la vista a su hija- Cuando estáis así y alguien entra o se
queda, me siento como si tu fueses a tomar tu mejor instantánea y un
perro rabioso se pusiese a tu lado en ese justo instante ladrando sin
parar. Se que es egoísta e incluso infantil, pero sois mi mejor foto
y ellos ladran molestándome.
-
En verdad, mi madre esta un poco rabiosa, la tuve que obligar a
marcharse a casa...uhm- cansada como la misma pequeña, apenas podía
mantener los ojos abiertos. Consciente de ello, Julia tomo a la niña
que como su Mami, se dormía dejando de mamar.
-
Descansa, sush- besó a Minerva, cubriéndola cómo pudo y sonrió
ante sus balbuceos amorosos para ambas- No se lo digas a nadie- le
dijo a la pequeñita que en sus brazos terminaba de dormirse- Soy una
mujer con mucha suerte. No la soltó enseguida en su cuna, se empapó
de ella y de una Minerva dormida cuanto quiso. Una habitación de una
clínica, simple y sencilla, y a ella, la dueña de una fortuna
insultante, le parecía todo un Hogar, al que no le faltaba de nada.
Paseando por la habitación, recordó una de sus bromas más
repetidas por las mañanas, cuando demasiado temprano, su despertador
sonaba y Minerva trataba de retenerla en la cama.
-
Tengo que poner mi máquina de hacer dinero en marcha- era su frase
más usada. La vanidad que llevaba, molestaba a Minerva, una dulce
molestia que las hacia sonreír en su primer abrazo del día.
-
Así suenas muy malvada- solía regañarla Minerva encerrándola
entre sus piernas.
-
Oh...las malvadas nos entrenamos a diario- dejando a la niña en su
cuna, pudo escucharse así misma y no le apeteció lo más mínimo.
Solo pensar que en pocos días las dejaría en casa para marcharse a
poner en funcionamiento su máquina de dinero la desilusiono. En
verdad quería quedarse con ellas, después de todo llevaba toda la
vida almacenando dinero e inmuebles, y podría hacerlo. Amanecer con
ellas, sin más objetivo que disfrutarlas al máximo- ¿Tu que
dices?- le preguntó a voz bajita a su hija, hundiendo la nariz en su
pecho. Llenándose de su aroma, no se percató que la puerta de la
habitación era abierta por Guillermo, quien se quedaba quieto
mirándolas. La luz del exterior aviso a la magnate de su presencia y
con sigilo, llego hasta su suegro.
-
Creo que dejare por un tiempo a Hugo manejando mi empresa- le dijo
apoyándose junto a el. Guillermo la miró un segundo y a Julia le
bastó para guardar silencio, mientras Guillermo devolvía la vista a
su hija y nieta.
-
Primero son los días y días durmiendo a ratos por sus tomas, cuando
te acostumbras a levantarte a media noche para darle el biberón,
empiezan a salirle los dientes y lloran y lloran, sin que puedas
hacer mucho, entre tanto balbucean un Papa que te hace llorar de
emoción y sentirte el tipo más afortunado del mundo, te pasas horas
contando sus progresos, y tu notas que tus clientes, amigos y
familiares están hartos de que les cuentes todo lo que de nuevas
hace tu hija. Después echan a andar, y te pasas horas asegurándote
que no van a tropezar, de ahí saltas a la guardería, y en cuanto te
llora en su primer día, tu mujer tiene que retenerte porque tu
quieres sacarla de esa guardería y llevártela a casa por muy bonita
que se vea con baby. Otro tanto cuando es el primer curso de Colegio,
vuelves al orgullo, porque tu según su profesora tu hija es de lo
más social y en cuanto a estudios es de lo más aplicada. Te pasas
años babeando, porque a ti te sonríe distinto de como lo hace al
resto, y allá donde te vea por muy entretenida que este, lo deja
todo y viene corriendo a que la alces y le digas, que es la princesa
de Papa- en plena catarsis, Guillermo hizo una pausa, necesitando
tomar aire- Es ahí, donde quieres que deje de crecer, justo ahí,
donde no hay adolescencia con su consabida rebeldía, y aún ahí, no
piensas que se hace mujer y temes que cualquier hijo de puta te la
toque o le haga daño. Pero siguen creciendo, y la ves con chicos y
de ninguno te fías y mucho menos te gusta para ella y entonces,
entre lágrimas tu hija te dice que lo siente por ti, pero que a ella
no le van los chicos sino las chicas. Y te cabreas con el mundo, y te
vuelves un temeroso porque no quieres que tu hija sea diferente, pero
entonces ella misma te enseña que no tiene nada de diferente y que
si alguien le insulta, solo tienes que ir y partirte la cara con
quien sea. Esto último no se lo dices a ella, ni mucho menos a tu
mujer. Lo superas todo, incluso que no quiera seguir tus pasos y te
diga que quiere ser fotógrafa. Que carajo, nadie en nuestras
familias ha sido artista, pero ella quiere serlo y te ves, dejando de
comprarte caprichos para corriendo comprarle su primera cámara
profesional. Vuelve la calma, ella sola consigue un buen trabajo y
entonces ocurre, te enteras que tu hija esta viéndose con una
cabrona mayor que ella, que por lo que te cuentan, es una hija de
puta con todas las letras. Te vas donde la tipa, te presentas como el
caballero aguerrido y leal de la dulce princesa y dios...vuelves a
respirar cuando compruebas que la temida cabrona, se convierte en
mantequilla con tu hija. Respiras, asistes orgulloso a su boda y
si...tranquilidad por fin...pues no, ahora quiere ser madre. Y te la
pasas pidiendo a quien sea que pueda serlo, que elijan la mejor
clínica, el mejor donante, se embaraza, dicha y al carajo. Otra vez
desvelado y pidiendo que todo salga bien. Y llega el día, y te hace
abuelo y descubres que ya no eres el caballero de una princesa sino
de dos y acabas tardísimo en una cena de negocios y te recorres
medio Madrid, para ir a la Clínica, y verlas como ahora, durmiendo
felices- volvía a faltarle el aire y en una nueva pausa, miró a
Julia, quien tenía la vista perdida donde el mismo- Es lo que te
espera en adelante, ¿y sabes? Todo ocurre tan sumamente rápido, que
bien merece pudiendo, que detengas todo y te dediques a ellas. Si a
mi me premiarán con volver atrás, ten por seguro que lo haría-
concluyó o eso pensó de primeras, pero la emoción sentida conforme
hablaba lo tenía llorando sin que se hubiese dado cuenta hasta que
Julia lo miró condescendiente a punto de abrazarlo - Me ha debido
entrar una mopa- justificó sus lágrimas con la barbilla temblando.
No eran sólo dos princesas a las que custodiar, la mujer de rostro
duro e impasible que a su frente estaba tan emocionada cómo él,
también ocupaba parte de sus desvelos.
-
Será la misma mopa que me entró a mi- le dijo Julia antes de que
ambos se abrazaran- Eres cómodo de abrazar- bromeó no queriendo
llorar como niña en brazos de su padre, pero Guillermo cerró el
abrazo y medio desarmada por su afecto lo agradeció,
tranquilizándolo- Como dirían a un caballero, con mi misma vida,
Guillermo.
-
Les doy dos besos y te dejo descansar- se despidió Guillermo
resoplando, por el emocionado abrazo entre ambos y como dijo, beso a
su hija y nieta, mandando a la magnate a descansar. Después de todo,
la niña en tres horas estaría pidiendo su nueva toma.
Y
así fue, tres horas más tarde Minerva medio dormida le daba de
mamar, mientras Julia las miraba tumbada con ellas.
-
Mañana cuando venga tu madre iré al Juzgado a registrarla- le dijo
a Minerva y ésta despertó incrédula. Julia sonrió al verla
mirarla sorprendida por ser ella y no Izascu quien se ocupará de
registrar a la niña- Haré cola junto al populacho.
-
Jajaja, no seas mala- rió Minerva recibiendo un beso de la creída
magnate. Beso que prosiguió hasta que los bostezos tomaban
protagonismo- ¿Cuando crees que volveremos a dormir siete horas
seguidas?
-
Oh...creo que falta tanto como para hacer el amor por completo- le
contestó Julia sonriendo contra sus labios y Min se separó lo
justo, para meterse con ella.
-
Que para ti es mucho peor, que dormir poco....con lo que
nosotras hemos sido, cariño jajaja.
A
la mañana siguiente, Julia Arango, la excéntrica millonaria, dueña
de un Imperio económico, hacía cola en el registro civil.
Maravillosa la forma de expresar ese sentimiento al que nunca nombra con su palabra. Y ese padre excepcional. Dos visiones del AMOR, que sienten por ambas, y que Julia empieza a sentir.
ResponderEliminarGracias.
A.
obrigada gemitooooooooooooooooooooooooooooooooo amo tanto,não queria que acabasse nunca me faz tão bem ler essa história e se vc quiser vc consegue manter ate o finto kkkk
ResponderEliminarbrigoninha
y yo que te puedo decir???? si no me salen las palabras, y esto totalmente emocionada????????
ResponderEliminarGRACIAS, aunque no te haga juticia
ARTISSSSTAZAAAAAAAAAAAAAA
...... Malvada a ratos....tierna en otros y siempre siendo ella...Julia...la Diosa del deseo...se acostumbra con facilidad a ''''esa foto de sus mujeres que ¡¡¡tanto¡¡¡ le gusta.....
ResponderEliminarY esos ''pensamientos profundos del abuelo'''' son,...son...Arte en tus manos Escritora''''' Absolutamente genial esta forma tuya de hacer que salgan a borbotones los sentimientos...siempre lo dirá..
GRACIAS.....