El
dolor era tan desgarrador que le hacía gritar jadeando. La mano de
Julia solo servía para clavar en ella sus uñas, al tiempo que la
fundía con la mirada. Ella le ofrecía un mundo y a cambio ella
tenía que soportar estar prácticamente partiéndose para darle un
hijo. Escuchaba a alguien pidiéndole un nuevo esfuerzo y quiso
gritar que no podía. Llevaba horas de esfuerzo, y aún, le pedían
más. Solo la mirada cálida de Julia a su lado, le dio fuerzas.
Fuerzas para pedirle algo.
-
Yo sigo siendo tu mujer, eso recuerdalo siempre...no me vayas a dejar
por ella..aghhhh- una nueva contracción la obligaba a empujar con
todas sus fuerzas y cuando volvía a necesitar de la mano de Julia y
de su mirada alentadora, ésta no estaba- Julia.. Julia- gritó
desgastándose, olvidando sus contracciones. Cuando pudo encontrar a
Julia, ésta se marchaba de la habitación con la hija que acababa de
tener en sus brazos. Tras ella Victoria Davo, mirándola entre risas
victoriasas- Julia dame a mi hija- exigió sin que los médicos
dejarán que se levantase de la cama. Julia se llevaba a su hija y lo
hacía con Victoria.
-
Jajaja...gracias por todo encanto. No puedo decirte hasta pronto,
espero que nunca más, volvamos a vernos- le digo Victoria cerrando
la puerta tras de sí.
-
Juliaaaaaaaaaaaa, mi hija Julia- gritó sintiendo como se
resquebrajaba por dentro en millones de pedacitos- Mi hija...Julia-
la decepción y el dolor eran tan intensos, que el aire comenzó a
faltarle y a punto de sufrir un ataque de ansiedad, abrió los ojos,
encontrándose con su habitación y con Julia durmiendo a su lado-
Dios...joder- trató de recobrar el aliento, sin despertarla.
Mientras el sueño, seguía tan vivo que aún dolía, tanto como para
sentir el dolor en sus riñones y piernas. Tanto como para notarse
muy mojada- Madre mía- exclamó asustada entre la realidad y lo
soñado, cuando una nueva contracción le confirmaba que había roto
aguas- Julia
-
¿Uhm?- contestó Julia sin llegar a abrir los ojos. Atenta a Minerva
durante muchas noches, había ganado la posibilidad de dormir sin
hacerlo completamente.
-
¿Preparaste mi bolso y el de la nena?- le preguntó mordiéndose los
labios. El sueño vivido no era más que su vieja obsesión por
Victoria Davo. En cuanto le dijera a Julia que había roto bolsa, la
inquebrantable magnate se convertiría en un saco de nervios.
-
Si...está todo preparado y Lola duerme esta semana con nosotras-
prosiguió hablando entre sueños la magnate. Pero su mano busco la
adorada barriga de Min y en su búsqueda tropezó con la espesa
humedad- Minerva- ahora si abrió los ojos de golpe, tropezando con
la imagen más bonita que podía imaginar- Minerva- fue pronunciar su
nombre y destapar su caja de nervios y ansiedad. Minerva sufriendo
nuevas contracciones la vio levantarse, tropezar, salir de la
habitación y volver a regresar corriendo a su lado- Esta
bien...mantengamos la calma. Elisa- alzó la voz prácticamente
gritando y Minerva rió al tiempo que se contraía de puro dolor,
agarrando la mano de Julia. Mano que en mucho tiempo más no
soltaría.
-
Disculpe señora...Lola ya fue avisada, en cinco minutos el coche
estará listo. Las contracciones aun son espaciadas. Si no me
precisan, llamare a la Clínica y me comunicaré con Ambrosio y la
señora Araceli, ¿quiere la señora Minerva que escriba un mensaje
en el grupo de sus amigas? ¿Por igual envío el comunicado de prensa
y el aviso a su multinacional? Recuerden, es necesario que la señora
mantenga la respiración. Aspirar, espirar.. Aspirar,
espirar...Ambrosio ya ha sido notificado, y me participa su
congratulación deseando para la señora un parto rápido y
tranquilo.
-
Eli- la interrumpió Minerva sostenida por una Julia que ni
pestañeaba atenta a Minerva cómo si de ella fuese a salir un alíen
de origen desconocido.
-
Aspirar, espirar... Dígame señora- contestó el ordenador un tanto
alterado.
-
Guarda silencio, ¿si?- le pidió necesitando algo de calma. Elisa
tenia razón las contracciones aunque dolorosisimas, eran espaciadas
y podían abandonar la casa camino a la clínica con cierta
tranquilidad.
-
Como usted desee, señora...pero recuerde la importancia de la
respiración, me gustaría tanto ayudarla en estos momentos- contestó
Elisa soñando con ser humana y poder colarse en esa habitación y
ser la otra mano que Minerva tomase.
-
Jajajaja, madre mía....- risueña a pesar del dolor, Minerva dejo la
lucha con el ordenador para fijarse en la nueva Julia, convertida en
estatua de sal- Julia, cariño.
-
Si...- contestó autómata Julia, sin dejar de mirar la barriga de
Minerva- estoy aquí...pegame, apriétame fuerte, insultame o lo que
quieras, pero estoy aquí contigo, aunque- hizo una pausa olvidándose
de pestañear- Lo he pensado mejor, y creo deberíamos volver a la
cama y dormir. Mejor no la tengas. No lo soporto, Minerva... Creo que
no estoy preparada para teneros a las dos en peligro, mejor durmamos.
Ojalá
fuese tan fácil, pensó Minerva para después tomar el rostro de
Julia con sus manos, dándole un beso que ambas necesitaban. Por
suerte Lola apareció enseguida y con su ayuda, pudieron llegar al
coche con todo lo necesario. Para entonces el grupo de amigas estaba
avisado y como locas se mensajeaban saliendo a la carrera de sus
camas. Por igual Araceli, que con todo preparado, se limitó a
concretar su billete de avión, y más fácil lo tuvieron los padres
de Minerva.
-
Mi niña.. ¿Como estas mi vida? Respira...respira todo el tiempo,
¿si? ¿Quieres que Papa te ayude?- la voz de Guillermo sonó en la
casa, cuando Lola ya guiaba el coche fuera de ésta, dirección a la
clínica- Snif.. Minerva estoy muy nervioso.. Dile a Papa que estas
bien, anda...díselo.
Cada
rotonda, cada giro, cada semáforo o ceda el paso, pasaban para Julia
a cámara lenta. Minerva no podía saber quien apretaba la mano más
fuerte de quien, y las mandíbulas tremendamente tensas de Julia,
marcaban su rostro pareciendo que fuesen a romperse. Que Julia
guardase silencio, no fue ninguna novedad. Tampoco es que Minerva
necesitará que hablase, lo único que necesitaba y lo que más, era
que la mirase como lo estaba haciendo.
-
Estoy bien.. Y sabes que esto puede durar horas, pero escúchame
bien...todo saldrá genial y en tres días, volveremos a casa las
tres en este mismo coche. Te quiero y esto duele que ni te imaginas,
pero no sabes cuanto me alegro de haberlo hecho y sobre todo, de
haberlo hecho contigo- terminó emocionándose. Los ojos grises de
Julia bailaban por igual emocionados por su rostro y tras lo
dicho, cerró los ojos esperando el beso que llegaría y su más
bonita declaración.
-
Minerva
Su
nombre, a veces suspirado, a veces gemido, a veces exaltado. Su
propio nombre en boca de Julia era su te quiero, su te amo. Que ambas
decidieran que así mismo llamarían al bebé que iban a tener,
sorprendió a muchos. Quizás no esperaban de ellas, cumplir con la
repetición de nombres, pero ellas tenían sus propios motivos. Para
Julia el nombre de Minerva, era el sinónimo del amor más puro que
jamás imagino. Minerva era su cambio, Minerva eran sus sueños y
Minerva, era su todo. Y para Minerva, su propio nombre en su bebé,
era una demostración más hacia Julia, el reconocimiento de ese
Minerva como amor.
Como
temían siendo primerizas, el parto se prolongó por eternas horas de
sufrimiento para Minerva y silencio para Julia. Sin soltarse la una
de la otra, aguantaron las horas y sus manos solo se soltaron, cuando
Julia fue requerida para acunar a la niña más hermosa que vieran
los ojos grises de la magnate. Aun ensangrentada, con su piel
pigmentada y restos orgánicos salpiqueando su dulce rostro, la
magnate confirmo a Minerva, que éste era el mejor nombre para su
hija.
-
Minerva- un nuevo suspiro pero parecida pronunciación. Sin poder
contener la emoción que bombardeaba su pecho al son de ese nombre,
Julia acercó el bebé a Minerva, quien lloraba a punto de caer
exhausta- Eres tu...es...es absolutamente hermosa, Minerva- todo lo
callado en horas, ahora viéndolas juntas, viendo por primera vez la
carita que tanto había soñado, hablaba sin poder creerse tener ese
momento. Mientras Minerva lloraba mirando a ambas- Nuestra mejor foto
y no tenemos cámara.
Eso
creía la magnate pérdida entre millones de sensaciones imposibles
de describir. Meses soñando como sería, horas temiendo por las dos
y en un momento, el pecho se le desbordaba reconociendo un amor único
y distinto.
Fuera
los familiares y amigos, esperaban ansiosos, por verlas salir. La
primera fue la pequeña Minerva en un carrito y empujada por una
enfermera. Por mucho que ésta aviso de que debían verla rápido
para poder llevarla a neo-natos, todos quisieron verla y se tuvieron
que retener para no tocarla. La siguiente fue Julia mareada tras un
larguísimo viaje en montaña rusa, con el mejor de los finales.
Desbordada, se dejó caer en la primera silla que encontró en
completo silencio. No reconoció los besos que le llegaron, ni los
saludos, felicitaciones, ni nada, absolutamente nada, hasta que
reconoció la calidez de un abrazo, el de su madre, al que se aferro
estallando en llanto.
-
Sush.. Ya esta cariño...tienes a las dos bien, ahora toca
disfrutarlas y cuidarlas.
La
última fue Minerva, cansada como juraría no había estado antes,
pero con la ilusión más grande que toda mujer puede tener, la de
volver a tener entre sus brazos al pedacito de su ser, que acababa de
tener. Julia dejo que los padres de Minerva se acercaran, entendiendo
la necesidad de verla bien. Entre cuerpos amigos y queridos, se
acercó aun temblando de emoción y como siempre, la sonrisa más
bonita de Minerva la recibió. Hay silencios entre dos personas que
no pueden ser rotos por palabras. A ninguna le hizo falta hablar para
saber lo que la otra estaba diciendo.
Así,
entre seres queridos la camilla de Minerva fue empujada hasta una
habitación, donde la esperaban dos orquídeas. Desde su boda no
había faltado amanecer sin una de esas bellísimas flores y en este
día, comenzaron a ser dos. En una habitación contigua, Adela y
Araceli, se dedicaron a recibir ramos de flores y obsequios, llegados
de todas las partes del mundo e incluso Araceli, guardaba para Min,
los primeros recortes de prensa, donde anunciaban la Feliz noticia.
El imperio formado durante años por la excéntrica millonaria, Julia
Arango, ya tiene heredera; Minerva Arango De Urrutias. La que sin
duda, se convertirá con los años, en la soltera más cotizada.
-
Oh...sin duda debimos elegir el nombre de Hestia. Ella juró sobre la
cabeza de Zeus que permanecería siempre virgen, evitando así la
primera disputa entre dioses del Olímpo- bromeó Julia horas
después, leyendo los recortes junto a Minerva.
-
Jajaja, ya...-rió encantada Min, por fin con sólo las tres en la
habitación - ya veo por donde vas, antes de hacerla jurar, ¿para mi
tienes algún beso o ya son todos para ella?
-
Me asegure de tener muchísimos para ambas. Trabaje duro en ello,
señora Minerva.
Lo vuelvo a decir, quiero una Elisa en mi vida, jajaja.
ResponderEliminarYa tenemos a la niña en el mundo, ahora veremos cómo es el día a día con ella, y como se nos derriten las mamis y demás.
Gracias.
A.
gemitoooooooooooooooooooooooooo te amooooooooooooooooooooooooooooo
ResponderEliminarbrigoninha
maisssssssssssssssssssssssssss um gemito por favor
ResponderEliminarbrigoninha
queria saber o que vero, victoria acha de ver como a parejita se amam e são felices e agora com uma filha, vitoria sempre diminuiu julia kkk e agora hum e vero que vivia com aquela sorrizinha na cara de minerva, vem fazer isso agora kkk adoraria saber delas mordendo a lingua
ResponderEliminarbrigoninha
....GRACIAS ESCRITORA.......POR ¡¡¡TANTO¡¡¡
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