lunes, 23 de junio de 2014

Mi cincuenta cláusulas 130


El dolor era tan desgarrador que le hacía gritar jadeando. La mano de Julia solo servía para clavar en ella sus uñas, al tiempo que la fundía con la mirada. Ella le ofrecía un mundo y a cambio ella tenía que soportar estar prácticamente partiéndose para darle un hijo. Escuchaba a alguien pidiéndole un nuevo esfuerzo y quiso gritar que no podía. Llevaba horas de esfuerzo, y aún, le pedían más. Solo la mirada cálida de Julia a su lado, le dio fuerzas. Fuerzas para pedirle algo.

- Yo sigo siendo tu mujer, eso recuerdalo siempre...no me vayas a dejar por ella..aghhhh- una nueva contracción la obligaba a empujar con todas sus fuerzas y cuando volvía a necesitar de la mano de Julia y de su mirada alentadora, ésta no estaba- Julia.. Julia- gritó desgastándose, olvidando sus contracciones. Cuando pudo encontrar a Julia, ésta se marchaba de la habitación con la hija que acababa de tener en sus brazos. Tras ella Victoria Davo, mirándola entre risas victoriasas- Julia dame a mi hija- exigió sin que los médicos dejarán que se levantase de la cama. Julia se llevaba a su hija y lo hacía con  Victoria.

- Jajaja...gracias por todo encanto. No puedo decirte hasta pronto, espero que nunca más, volvamos a vernos- le digo Victoria cerrando la puerta tras de sí.

- Juliaaaaaaaaaaaa, mi hija Julia- gritó sintiendo como se resquebrajaba por dentro en millones de pedacitos- Mi hija...Julia- la decepción y el dolor eran tan intensos, que el aire comenzó a faltarle y a punto de sufrir un ataque de ansiedad, abrió los ojos, encontrándose con su habitación y con Julia durmiendo a su lado- Dios...joder- trató de recobrar el aliento, sin despertarla. Mientras el sueño, seguía tan vivo que aún dolía, tanto como para sentir el dolor en sus riñones y piernas. Tanto como para notarse muy mojada- Madre mía- exclamó asustada entre la realidad y lo soñado, cuando una nueva contracción le confirmaba que había roto aguas- Julia

- ¿Uhm?- contestó Julia sin llegar a abrir los ojos. Atenta a Minerva durante muchas noches, había ganado la posibilidad de dormir sin hacerlo completamente.

- ¿Preparaste mi bolso y el de la nena?- le preguntó mordiéndose los labios. El sueño vivido no era más que su vieja obsesión por Victoria Davo. En cuanto le dijera a Julia que había roto bolsa, la inquebrantable magnate se convertiría en un saco de nervios.

- Si...está todo preparado y Lola duerme esta semana con nosotras- prosiguió hablando entre sueños la magnate. Pero su mano busco la adorada barriga de Min y en su búsqueda tropezó con la espesa humedad- Minerva- ahora si abrió los ojos de golpe, tropezando con la imagen más bonita que podía imaginar- Minerva- fue pronunciar su nombre y destapar su caja de nervios y ansiedad. Minerva sufriendo nuevas contracciones la vio levantarse, tropezar, salir de la habitación y volver a regresar corriendo a su lado- Esta bien...mantengamos la calma. Elisa- alzó la voz prácticamente gritando y Minerva rió al tiempo que se contraía de puro dolor, agarrando la mano de Julia. Mano que en mucho tiempo más no soltaría.

- Disculpe señora...Lola ya fue avisada, en cinco minutos el coche estará listo. Las contracciones aun son espaciadas. Si no me precisan, llamare a la Clínica y me comunicaré con Ambrosio y la señora Araceli, ¿quiere la señora Minerva que escriba un mensaje en el grupo de sus amigas? ¿Por igual envío el comunicado de prensa y el aviso a su multinacional? Recuerden, es necesario que la señora mantenga la respiración. Aspirar, espirar.. Aspirar, espirar...Ambrosio ya ha sido notificado, y me participa su congratulación deseando para la señora un parto rápido y tranquilo.

- Eli- la interrumpió Minerva sostenida por una Julia que ni pestañeaba atenta a Minerva cómo si de ella fuese a salir un alíen de origen desconocido.

- Aspirar, espirar... Dígame señora- contestó el ordenador un tanto alterado.

- Guarda silencio, ¿si?- le pidió necesitando algo de calma. Elisa tenia razón las contracciones aunque dolorosisimas, eran espaciadas y podían abandonar la casa camino a la clínica con cierta tranquilidad.

- Como usted desee, señora...pero recuerde la importancia de la respiración, me gustaría tanto ayudarla en estos momentos- contestó Elisa soñando con ser humana y poder colarse en esa habitación y ser la otra mano que Minerva tomase.

- Jajajaja, madre mía....- risueña a pesar del dolor, Minerva dejo la lucha con el ordenador para fijarse en la nueva Julia, convertida en estatua de sal- Julia, cariño.

- Si...- contestó autómata Julia, sin dejar de mirar la barriga de Minerva- estoy aquí...pegame, apriétame fuerte, insultame o lo que quieras, pero estoy aquí contigo, aunque- hizo una pausa olvidándose de pestañear- Lo he pensado mejor, y creo deberíamos volver a la cama y dormir. Mejor no la tengas. No lo soporto, Minerva... Creo que no estoy preparada para teneros a las dos en peligro, mejor durmamos.

Ojalá fuese tan fácil, pensó Minerva para después tomar el rostro de Julia con sus manos, dándole un beso que ambas necesitaban. Por suerte Lola apareció enseguida y con su ayuda, pudieron llegar al coche con todo lo necesario. Para entonces el grupo de amigas estaba avisado y como locas se mensajeaban saliendo a la carrera de sus camas. Por igual Araceli, que con todo preparado, se limitó a concretar su billete de avión, y más fácil lo tuvieron los padres de Minerva.

- Mi niña.. ¿Como estas mi vida? Respira...respira todo el tiempo, ¿si? ¿Quieres que Papa te ayude?- la voz de Guillermo sonó en la casa, cuando Lola ya guiaba el coche fuera de ésta, dirección a la clínica- Snif.. Minerva estoy muy nervioso.. Dile a Papa que estas bien, anda...díselo.

Cada rotonda, cada giro, cada semáforo o ceda el paso, pasaban para Julia a cámara lenta. Minerva no podía saber quien apretaba la mano más fuerte de quien, y las mandíbulas tremendamente tensas de Julia, marcaban su rostro pareciendo que fuesen a romperse. Que Julia guardase silencio, no fue ninguna novedad. Tampoco es que Minerva necesitará que hablase, lo único que necesitaba y lo que más, era que la mirase como lo estaba haciendo.

- Estoy bien.. Y sabes que esto puede durar horas, pero escúchame bien...todo saldrá genial y en tres días, volveremos a casa las tres en este mismo coche. Te quiero y esto duele que ni te imaginas, pero no sabes cuanto me alegro de haberlo hecho y sobre todo, de haberlo hecho contigo- terminó emocionándose. Los ojos grises de Julia bailaban por igual emocionados  por su rostro y tras lo dicho, cerró los ojos esperando el beso que llegaría y su más bonita declaración.

- Minerva

Su nombre, a veces suspirado, a veces gemido, a veces exaltado. Su propio nombre en boca de Julia era su te quiero, su te amo. Que ambas decidieran que así mismo llamarían al bebé que iban a tener, sorprendió a muchos. Quizás no esperaban de ellas, cumplir con la repetición de nombres, pero ellas tenían sus propios motivos. Para Julia el nombre de Minerva, era el sinónimo del amor más puro que jamás imagino. Minerva era su cambio, Minerva eran sus sueños y Minerva, era su todo. Y para Minerva, su propio nombre en su bebé, era una demostración más hacia Julia, el reconocimiento de ese Minerva como amor.

Como temían siendo primerizas, el parto se prolongó por eternas horas de sufrimiento para Minerva y silencio para Julia. Sin soltarse la una de la otra, aguantaron las horas y sus manos solo se soltaron, cuando Julia fue requerida para acunar a la niña más hermosa que vieran los ojos grises de la magnate. Aun ensangrentada, con su piel pigmentada y restos orgánicos salpiqueando su dulce rostro, la magnate confirmo a Minerva, que éste era el mejor nombre para su hija.

- Minerva- un nuevo suspiro pero parecida pronunciación. Sin poder contener la emoción que bombardeaba su pecho al son de ese nombre, Julia acercó el bebé a Minerva, quien lloraba a punto de caer exhausta- Eres tu...es...es absolutamente hermosa, Minerva- todo lo callado en horas, ahora viéndolas juntas, viendo por primera vez la carita que tanto había soñado, hablaba sin poder creerse tener ese momento. Mientras Minerva lloraba mirando a ambas- Nuestra mejor foto y no tenemos cámara.

Eso creía la magnate pérdida entre millones de sensaciones imposibles de describir. Meses soñando como sería, horas temiendo por las dos y en un momento, el pecho se le desbordaba reconociendo un amor único y distinto.

Fuera los familiares y amigos, esperaban ansiosos, por verlas salir. La primera fue la pequeña Minerva en un carrito y empujada por una enfermera. Por mucho que ésta aviso de que debían verla rápido para poder llevarla a neo-natos, todos quisieron verla y se tuvieron que retener para no tocarla. La siguiente fue Julia mareada tras un larguísimo viaje en montaña rusa, con el mejor de los finales. Desbordada, se dejó caer en la primera silla que encontró en completo silencio. No reconoció los besos que le llegaron, ni los saludos, felicitaciones, ni nada, absolutamente nada, hasta que reconoció la calidez de un abrazo, el de su madre, al que se aferro estallando en llanto.

- Sush.. Ya esta cariño...tienes a las dos bien, ahora toca disfrutarlas y cuidarlas.

La última fue Minerva, cansada como juraría no había estado antes, pero con la ilusión más grande que toda mujer puede tener, la de volver a tener entre sus brazos al pedacito de su ser, que acababa de tener. Julia dejo que los padres de Minerva se acercaran, entendiendo la necesidad de verla bien. Entre cuerpos amigos y queridos, se acercó aun temblando de emoción y como siempre, la sonrisa más bonita de Minerva la recibió. Hay silencios entre dos personas que no pueden ser rotos por palabras. A ninguna le hizo falta hablar para saber lo que la otra estaba diciendo.

Así, entre seres queridos la camilla de Minerva fue empujada hasta una habitación, donde la esperaban dos orquídeas. Desde su boda no había faltado amanecer sin una de esas bellísimas flores y en este día, comenzaron a ser dos. En una habitación contigua, Adela y Araceli, se dedicaron a recibir ramos de flores y obsequios, llegados de todas las partes del mundo e incluso Araceli, guardaba para Min, los primeros recortes de prensa, donde anunciaban la Feliz noticia. El imperio formado durante años por la excéntrica millonaria, Julia Arango, ya tiene heredera; Minerva Arango De Urrutias. La que sin duda, se convertirá con los años, en la soltera más cotizada.

- Oh...sin duda debimos elegir el nombre de Hestia. Ella juró sobre la cabeza de Zeus que permanecería siempre virgen, evitando así la primera disputa entre dioses del Olímpo- bromeó Julia horas después, leyendo los recortes junto a Minerva.

- Jajaja, ya...-rió encantada Min, por fin con sólo las tres en la habitación - ya veo por donde vas, antes de hacerla jurar, ¿para mi tienes algún beso o ya son todos para ella?

- Me asegure de tener muchísimos para ambas. Trabaje duro en ello, señora Minerva.
 
 
 
 
 
 




5 comentarios:

  1. Lo vuelvo a decir, quiero una Elisa en mi vida, jajaja.
    Ya tenemos a la niña en el mundo, ahora veremos cómo es el día a día con ella, y como se nos derriten las mamis y demás.

    Gracias.

    A.

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  2. gemitoooooooooooooooooooooooooo te amooooooooooooooooooooooooooooo
    brigoninha

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  3. maisssssssssssssssssssssssssss um gemito por favor
    brigoninha

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  4. queria saber o que vero, victoria acha de ver como a parejita se amam e são felices e agora com uma filha, vitoria sempre diminuiu julia kkk e agora hum e vero que vivia com aquela sorrizinha na cara de minerva, vem fazer isso agora kkk adoraria saber delas mordendo a lingua
    brigoninha

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  5. ....GRACIAS ESCRITORA.......POR ¡¡¡TANTO¡¡¡

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