El
matrimonio Buitrier, a cuyo enlace Minerva no había acudido, se
había ido convirtiendo con el tiempo en una pareja más de amigos.
Era habitual salir a cenar con ellos cuando visitaban Madrid y lo era
por contrario, cuando las chicas podían escaparse a Bruselas.
En
esta ocasión, ni fue Bruselas ni fue Madrid, el matrimonio Buitrier
estrenaba yate en Saint Tropez y entre sus invitadas, estaban ellas.
Un
domingo en "barquito" y con los Buitrier. A Minerva le
encantaron los planes, congeniaba genial con ambos, Ricardo un hombre
de negocios muy del estilo de Fernando, campechano y llano, mientras
que Daniela, era otra princesa protagonista de cuento. De toda la
alta sociedad a la que estaban muchas veces obligadas a tratar por la
financiera de Julia, eran ellos los más afines y en consecuencia,
con los que el trato era más simple y natural. Daniela, al igual que
ella, tenia su propia profesión y huía de una manera divertida de
la imagen de mujer florero.
Nada
amante de los barcos, Daniela y ella apenas echaron un vistazo rápido
a las distintas zonas del mismo, para irse rápido a disfrutar de las
hamacas dispuestas en la popa y desde ellas, de las hermosas vistas
de Saint Tropez.
-
Compadezco a Julia- le dijo Daniela tendiéndole un apetitoso cóctel-
Ricardo esta como niño que estrena zapatos nuevos- sonrió tomando
cómodo asiento. Con Minerva no tenía que realzar la compra del
carísimo barco y podía tratarlo como era, un capricho más. Las dos
los vieron subir a la parte más alta del barco y Minerva se detuvo
en lo increíblemente bien que lucía Julia ahí arriba en un cómodo
y veraniego vestido. Daniela fue consciente de su mirada posada en
ella y recordó un encuentro de hacia unos días, en un evento
benéfico- ¿Te comente que estuvimos en el baile de la rosa?
-
Si- contestó sonriente Minerva devolviéndole la mirada- Julia me lo
comento a última hora y así imposible cuadrarlo para asistir.
-
Imagino- prosiguió Daniela acercándose más a ella- La cosa
es...que salisteis a relucir- le comento rodando los ojos. La gente
podía ser igual de chismosa en el Barrio de Chamberi que en Mónaco-
Pero me gusto mucho algo que dijeron de Julia...fue algo así...como
que se muestra más cercana. Obvio, yo la conocí prácticamente en
mi boda, no antes y disentí con ellos, después me dijeron así
como.. Es la chiquita con la que se casó jajaja, me hizo gracia lo
de chiquita y ninguna, que no nos hayáis dicho que estáis
intentando ser madres- terminó en completa seriedad, pero no era
tanta. Entendía que en cierta forma, las chicas estuviesen siendo
discretas.
-
¿Lo saben?- para Minerva en cambio, fue una sorpresa y la pregunta
le salió con gallito. Increíble que las noticias volasen tan
rápido.
-
Esa no es la pregunta, Min- la reprobó Daniela, de buen humor- Es
-
Queríamos cierta intimidad- la interrumpió Min, queriendo
explicarse- Ya es bastante, tener a la familia preguntándonos a
diario. Es un poco agobiante, entiéndeme.
-
Ahí lo hago, créeme. A nosotros aun diciéndoles que vamos a
esperar, no dejan de insistirnos- le participó ante la mirada
cómplice de Minerva. Desde sus hamacas, podían ver como más
invitados llegaban y las dos, dejaron sus cómodos asientos y sus
cócteles para recibirlos. De pie, Minerva sintió un pequeño
pinchazo en sus riñones. Con Daniela al tanto de sus planes, se
quejó a baja voz.
-
Pufff...yo no se- se retiró el flequillo de la frente inquieta. Las
molestias sentidas nada más despertar continuaban e incluso, diría
que eran más notorias- Si no estuviera rindiéndome ante mis deseos,
te diría que creo no hay embarazo. Llevo toda la mañana con
síntomas pre-menstruales.
La
llegada de los invitados dejo a Daniela con la palabra en la boca en
contestación a lo dicho por Min y ésta no pudo más que volver a
resoplar deseando que no fuese así, y su cuerpo la estuviese
engañando. Habiéndola hecho partícipe de su situación, Daniela
estuvo pendiente de ella, reconociéndose inquieta. Se alegraba y
mucho por los planes de maternidad de las chicas y estaba deseando
que las molestias se quedasen en algo distinto al temido periodo.
A
pesar de todo, Minerva trató de pasar un buen día, queriendo
despreocuparse y por igual hizo con Julia. No le comento nada,
esperando estar equivocada, hasta que estando en la sobremesa, se
excusó para ir al baño, temiendo lo peor.
Encerrada
en él, no necesito llegar a sentarse, para saberlo. No estaba
embarazada, cumpliéndose así las temidas estadísticas. Totalmente
desanimada, se quedó encerrada en el baño y le fue imposible, no
llorar de pura frustración.
En
el exterior del barco, una alertada Daniela, contaba mentalmente el
tiempo que Minerva estaba tardando en regresar del baño, e inquieta
como estaba, no demoró mucho en acercarse a Julia.
-
Julia cielo, acompáñame un momento- fue así como la separó del
resto, llevándosela al lado contrario. Apenas la tuvo enfrente
sonriendo, corrió a informarla- Será mejor que bajes al baño,
Minerva se está demorando en subir.
Fue
como la miró Daniela mientras le decía que bajase, fue un
presentimiento o fue todo a la vez. Julia ni siquiera le contestó,
la dejo ahí sonriendo tranquilizadora para bajar hasta el baño en
busca de Minerva. No le hizo falta llegar hasta él, Minerva estaba
apoyada en un mueble del pequeño Hall, con la cabeza gacha. Bastó
verla así, para entender lo que ocurría y se prometió sonreír.
Sonreirle todo el tiempo necesario hasta que ella volviese a hacerlo.
-
Minerva- se escapo su nombre acercándose hasta ella y Minerva
levanto la cabeza, encontrándose con su serena gris mirada. La
calidez que toda Julia le mostraba, le hizo romper a llorar, mientras
buscaba refugio entre sus brazos.
-
Creí que si, Julia. Estaba convencida de que estaba embarazada-
gimoteo aferrándose a ella y Julia la envolvió dejando que volcase
en ese llanto toda su frustración. Pero sentirla llorar tan rota, no
era nada fácil para Julia. Sostener su llanto, por momentos aniñado
y sentirla aferrarse a ella como tabla de salvación, la estaba
dejando prácticamente tiritando y como siempre, que la emoción
comenzaba a desbordarla, cerró el abrazo aumentando la fuerza
empleada con que lo estaba dando. Tampoco Minerva necesitaba mirarla
para saber cómo Julia se estaba sintiendo- No pasa nada, cariño.
Volveremos a intentarlo- la animo saliendo de su cerrado abrazo. Fue
compartir su desilusión con ella y vaciarse lo justo, para volver a
llenarse de la misma ilusión.
Conociendo
a Julia, Minerva sabia que la magnate se escondería en su habitual
parquedad y tampoco es, que en esos momentos, le apeteciera volver a
la cubierta del barco para seguir compartiendo el día como si nada.
Así las cosas, prefirió sentarse mirando el mar desde ahí abajo,
abrazada por Julia y su silencio. Al poco busco sus manos cerradas
sobre su vientre y volvió a sonreír, viendo a través de la
ventana, los lujosos yates varados a su alrededor.
-
No vamos a comprar ningún yate, barco, velero ni siquiera una
barquita, señora todo lo quiero- rompió el silencio recostándose
cómodamente en ella. Al momento, ya sentía la sonrisa de Julia
sobre su hombro desnudo.
-
Desafortunadamente, sería una auténtica delicia hacerte el amor en
alta mar- aprovecho así el envite usado por Minerva, para salir de
su auto-impuesto encierro. Después de todo, fuera el sol continuaba
brillando incansable y ellas, solo habían confirmado unas
desilusionantes estadísticas.
-
No había pensado en ese gran detalle, siempre sabes tocar mi punto
flaco...uhm- suspiro recuperándose- Pero fijate, ahora mismo me
encantaría que estuviésemos solas en este barco.
-
Volvemos así, a la necesidad de comprar uno.
-
Jajajaja o a nuestra necesidad en si misma- más risueña se
giró sobre ella para acabar sentada a horcajadas- Es curioso-
prosiguió sincera delineadole el rostro- si estoy insultantemente
feliz quiero que me hagas el amor, si estoy fastidiada me ocurre lo
mismo, por igual si estoy ansiosa por lo que sea y jodida como ahora
mismo estoy, también lo necesito- concluyó a voz temblorosa,
emocionándose de nuevo. No había mentira en sus palabras y tanto
era así, que su cuerpo comenzaba a sentir esa necesidad. Necesitaba
las manos de Julia dándole vida a su cuerpo, su boca besándole cada
centímetro de piel y su mirada siempre cálida cubriéndola en todo
momento. Lo dicho por Minerva dejo a Julia con los labios
entreabiertos. Noqueada ante las mil sensaciones distintas que
Minerva le despertaba, cerró los ojos, preparándose para el
delicioso silencio que traería el beso que estaba a punto de
recibir- Están dormitando en la popa, hazme el amor, Julia..házmelo.
Después
de todo, el día en Saint Tropez se alargó y las chicas no
regresaron a Madrid esa misma noche. Prefirieron quedarse en el
bellísimo pueblo, empapándose la una de la otra, para regresar al
día siguiente a Madrid dispuestas a conseguir su sueño, costase lo
que costase.
Por
suerte, la segunda inseminación a la que Minerva fue sometida, esta
vez solo con la compañía de Adela, fue un éxito y sin Minerva
saberlo, fue Julia la primera conocedora de la feliz noticia.
obrigada gemo, perffeito te amooooooooooooooooooooo
ResponderEliminarbrigoninha
queroooooooooooooo mais gemito
ResponderEliminarbrigoninha
Siempre que termino de leer tu historia, esta historia mejor dicho me pregunto lo mismo, se puede cambiar tanto por amor?o Julia siempre fue así?
ResponderEliminarCada trocito que leo pienso que Julia la va a cagar en cualquier momento,je,je que si ya se le tengo poca fe pero me gusta
sorprenderme con que se sigue portando bien,je,je
Gracias por esta historia que esta siendo diferente para mi
Saludos