lunes, 9 de junio de 2014

Mi cincuenta cláusulas 124


El matrimonio Buitrier, a cuyo enlace Minerva no había acudido, se había ido convirtiendo con el tiempo en una pareja más de amigos. Era habitual salir a cenar con ellos cuando visitaban Madrid y lo era por contrario, cuando las chicas podían escaparse a Bruselas.

En esta ocasión, ni fue Bruselas ni fue Madrid, el matrimonio Buitrier estrenaba yate en Saint Tropez y entre sus invitadas, estaban ellas.

Un domingo en "barquito" y con los Buitrier. A Minerva le encantaron los planes, congeniaba genial con ambos, Ricardo un hombre de negocios muy del estilo de Fernando, campechano y llano, mientras que Daniela, era otra princesa protagonista de cuento. De toda la alta sociedad a la que estaban muchas veces obligadas a tratar por la financiera de Julia, eran ellos los más afines y en consecuencia, con los que el trato era más simple y natural. Daniela, al igual que ella, tenia su propia profesión y huía de una manera divertida de la imagen de mujer florero.

Nada amante de los barcos, Daniela y ella apenas echaron un vistazo rápido a las distintas zonas del mismo, para irse rápido a disfrutar de las hamacas dispuestas en la popa y desde ellas, de las hermosas vistas de Saint Tropez.

- Compadezco a Julia- le dijo Daniela tendiéndole un apetitoso cóctel- Ricardo esta como niño que estrena zapatos nuevos- sonrió tomando cómodo asiento. Con Minerva no tenía que realzar la compra del carísimo barco y podía tratarlo como era, un capricho más. Las dos los vieron subir a la parte más alta del barco y Minerva se detuvo en lo increíblemente bien que lucía Julia ahí arriba en un cómodo y veraniego vestido. Daniela fue consciente de su mirada posada en ella y recordó un encuentro de hacia unos días, en un evento benéfico- ¿Te comente que estuvimos en el baile de la rosa?

- Si- contestó sonriente Minerva devolviéndole la mirada- Julia me lo comento a última hora y así imposible cuadrarlo para asistir.

- Imagino- prosiguió Daniela acercándose más a ella- La cosa es...que salisteis a relucir- le comento rodando los ojos. La gente podía ser igual de chismosa en el Barrio de Chamberi que en Mónaco- Pero me gusto mucho algo que dijeron de Julia...fue algo así...como que se muestra más cercana. Obvio, yo la conocí prácticamente en mi boda, no antes y disentí con ellos, después me dijeron así como.. Es la chiquita con la que se casó jajaja, me hizo gracia lo de chiquita y ninguna, que no nos hayáis dicho que estáis intentando ser madres- terminó en completa seriedad, pero no era tanta. Entendía que en cierta forma, las chicas estuviesen siendo discretas.

- ¿Lo saben?- para Minerva en cambio, fue una sorpresa y la pregunta le salió con gallito. Increíble que las noticias volasen tan rápido.

- Esa no es la pregunta, Min- la reprobó Daniela, de buen humor- Es

- Queríamos cierta intimidad- la interrumpió Min, queriendo explicarse- Ya es bastante, tener a la familia preguntándonos a diario. Es un poco agobiante, entiéndeme.

- Ahí lo hago, créeme. A nosotros aun diciéndoles que vamos a esperar, no dejan de insistirnos- le participó ante la mirada cómplice de Minerva. Desde sus hamacas, podían ver como más invitados llegaban y las dos, dejaron sus cómodos asientos y sus cócteles para recibirlos. De pie, Minerva sintió un pequeño pinchazo en sus riñones. Con Daniela al tanto de sus planes, se quejó a baja voz.

- Pufff...yo no se- se retiró el flequillo de la frente inquieta. Las molestias sentidas nada más despertar continuaban e incluso, diría que eran más notorias- Si no estuviera rindiéndome ante mis deseos, te diría que creo no hay embarazo. Llevo toda la mañana con síntomas pre-menstruales.

La llegada de los invitados dejo a Daniela con la palabra en la boca en contestación a lo dicho por Min y ésta no pudo más que volver a resoplar deseando que no fuese así, y su cuerpo la estuviese engañando. Habiéndola hecho partícipe de su situación, Daniela estuvo pendiente de ella, reconociéndose inquieta. Se alegraba y mucho por los planes de maternidad de las chicas y estaba deseando que las molestias se quedasen en algo distinto al temido periodo.

A pesar de todo, Minerva trató de pasar un buen día, queriendo despreocuparse y por igual hizo con Julia. No le comento nada, esperando estar equivocada, hasta que estando en la sobremesa, se excusó para ir al baño, temiendo lo peor.

Encerrada en él, no necesito llegar a sentarse, para saberlo. No estaba embarazada, cumpliéndose así las temidas estadísticas. Totalmente desanimada, se quedó encerrada en el baño y le fue imposible, no llorar de pura frustración.

En el exterior del barco, una alertada Daniela, contaba mentalmente el tiempo que Minerva estaba tardando en regresar del baño, e inquieta como estaba, no demoró mucho en acercarse a Julia.

- Julia cielo, acompáñame un momento- fue así como la separó del resto, llevándosela al lado contrario. Apenas la tuvo enfrente sonriendo, corrió a informarla- Será mejor que bajes al baño, Minerva se está demorando en subir.

Fue como la miró Daniela mientras le decía que bajase, fue un presentimiento o fue todo a la vez. Julia ni siquiera le contestó, la dejo ahí sonriendo tranquilizadora para bajar hasta el baño en busca de Minerva. No le hizo falta llegar hasta él, Minerva estaba apoyada en un mueble del pequeño Hall, con la cabeza gacha. Bastó verla así, para entender lo que ocurría y se prometió sonreír. Sonreirle todo el tiempo necesario hasta que ella volviese a hacerlo.

- Minerva- se escapo su nombre acercándose hasta ella y Minerva levanto la cabeza, encontrándose con su serena gris mirada. La calidez que toda Julia le mostraba, le hizo romper a llorar, mientras buscaba refugio entre sus brazos.

- Creí que si, Julia. Estaba convencida de que estaba embarazada- gimoteo aferrándose a ella y Julia la envolvió dejando que volcase en ese llanto toda su frustración. Pero sentirla llorar tan rota, no era nada fácil para Julia. Sostener su llanto, por momentos aniñado y sentirla aferrarse a ella como tabla de salvación, la estaba dejando prácticamente tiritando y como siempre, que la emoción comenzaba a desbordarla, cerró el abrazo aumentando la fuerza empleada con que lo estaba dando. Tampoco Minerva necesitaba mirarla para saber cómo Julia se estaba sintiendo- No pasa nada, cariño. Volveremos a intentarlo- la animo saliendo de su cerrado abrazo. Fue compartir su desilusión con ella y vaciarse lo justo, para volver a llenarse de la misma ilusión.

Conociendo a Julia, Minerva sabia que la magnate se escondería en su habitual parquedad y tampoco es, que en esos momentos, le apeteciera volver a la cubierta del barco para seguir compartiendo el día como si nada. Así las cosas, prefirió sentarse mirando el mar desde ahí abajo, abrazada por Julia y su silencio. Al poco busco sus manos cerradas sobre su vientre y volvió a sonreír, viendo a través de la ventana, los lujosos yates varados a su alrededor.

- No vamos a comprar ningún yate, barco, velero ni siquiera una barquita, señora todo lo quiero- rompió el silencio recostándose cómodamente en ella. Al momento, ya sentía la sonrisa de Julia sobre su hombro desnudo.

- Desafortunadamente, sería una auténtica delicia hacerte el amor en alta mar- aprovecho así el envite usado por Minerva, para salir de su auto-impuesto encierro. Después de todo, fuera el sol continuaba brillando incansable y ellas, solo habían confirmado unas desilusionantes estadísticas.

- No había pensado en ese gran detalle, siempre sabes tocar mi punto flaco...uhm- suspiro recuperándose- Pero fijate, ahora mismo me encantaría que estuviésemos solas en este barco.

- Volvemos así, a la necesidad de comprar uno.

- Jajajaja o a nuestra  necesidad en si misma- más risueña se giró sobre ella para acabar sentada a horcajadas- Es curioso- prosiguió sincera delineadole el rostro- si estoy insultantemente feliz quiero que me hagas el amor, si estoy fastidiada me ocurre lo mismo, por igual si estoy ansiosa por lo que sea y jodida como ahora mismo estoy, también lo necesito- concluyó a voz temblorosa, emocionándose de nuevo. No había mentira en sus palabras y tanto era así, que su cuerpo comenzaba a sentir esa necesidad. Necesitaba las manos de Julia dándole vida a su cuerpo, su boca besándole cada centímetro de piel y su mirada siempre cálida cubriéndola en todo momento. Lo dicho por Minerva dejo a Julia con los labios entreabiertos. Noqueada ante las mil sensaciones distintas que Minerva le despertaba, cerró los ojos, preparándose para el delicioso silencio que traería el beso que estaba a punto de recibir- Están dormitando en la popa, hazme el amor, Julia..házmelo.

Después de todo, el día en Saint Tropez se alargó y las chicas no regresaron a Madrid esa misma noche. Prefirieron quedarse en el bellísimo pueblo, empapándose la una de la otra, para regresar al día siguiente a Madrid dispuestas a conseguir su sueño, costase lo que costase.

Por suerte, la segunda inseminación a la que Minerva fue sometida, esta vez solo con la compañía de Adela, fue un éxito y sin Minerva saberlo, fue Julia la primera conocedora de la feliz noticia.
 
 
 

3 comentarios:

  1. obrigada gemo, perffeito te amooooooooooooooooooooo
    brigoninha

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  2. queroooooooooooooo mais gemito
    brigoninha

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  3. Siempre que termino de leer tu historia, esta historia mejor dicho me pregunto lo mismo, se puede cambiar tanto por amor?o Julia siempre fue así?
    Cada trocito que leo pienso que Julia la va a cagar en cualquier momento,je,je que si ya se le tengo poca fe pero me gusta
    sorprenderme con que se sigue portando bien,je,je
    Gracias por esta historia que esta siendo diferente para mi
    Saludos

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