viernes, 6 de junio de 2014

Mi cincuenta cláusulas 123


Capítulo 19

Minerva resoplo frente al espejo, dejando apoyado en el lavabo su lápiz labial, al tiempo que escuchaba una nueva queja de Julia en la ducha. Ahora se le había caído el gel, antes fue el champú y para cuando salió de la ducha, fue la escurridiza toalla. Cualquier otra mañana habría hecho un chiste fácil o hubiese buscado picarla. Pero Julia se mostraba tan nerviosa como lo estaba ella misma. Su día más esperado había llegado y desde que habían despertado, apenas habían cruzado más de un monosílabo.

Sonriendole a través del espejo, se mordió los labios y Julia ni reaccionó, tenia bastante con controlar sus manos, convertidas en "manos gachas". No había bote o tarro que no escapase de ellas y acabase estrellado contra el suelo. Así las cosas, hasta Elisa, el ordenador central, estaba más en silencio que cualquier día.

Tanto silencio y nervios callados, terminaron por hacer que Minerva necesitase música, mientras dejaba el baño para ir a la cocina, a preparar el desayuno.

- Elisa...ameniza el desayuno, por favor- le pidió , dejando una caricia en el vientre desnudo de Julia. Si se paraba junto a ella, si se veía reflejada en sus ojos, rompería a llorar como niña chica caprichosa. Debía ser más madura y tomárselo con más conocimiento. Las probabilidades de quedarse embarazada en la primera inseminación eran bajas, por mucho que Araceli insistiera en que así ocurriría. Por suerte Julia, no hizo ningún intento de retenerla. Tenía bastante con luchar con su crema corporal y la transpiración excesiva de su piel.

- Disculpe señora- contestó Elisa, tardando en exceso en cumplir con la petición de Minerva- No soy capaz de encontrar la banda sonora apropiada para un día como hoy.

La voz dubitativa y hasta emocionada, detuvo a Minerva a mitad de pasillo cómo por igual detuvo el masaje de Julia.

- Jajaja madre mía- rompió a reír a Minerva, sin creerse estar dando vida a un ordenador- Adele, hoy más que nunca Adele, Elisa.

La deliciosa risa de Minerva llego al baño y al poco Adele, sonaba en toda la casa. Con ambas, ahora sonrientes, Minerva se afano en preparar un buen desayuno, aunque su estómago estuviese prácticamente cerrado. Como era de esperar, Julia tardo más de lo usual en unirse a ella y cuando lo hizo, fue ataviada en uno de sus clásicos pantalones de talle alto e impoluta camisa. A la que le faltaban por colocar unos elegantes gemelos femeninos. Tal y como se mostraban sus manos, y por mucho que se empeñó en colocarselos ella misma, había sido imposible. Con ellos en la mano, llego a la cocina y con una nerviosa sonrisa los tendió a Min. Increíble, ninguna era capaz de decirse nada, temiendo dejar salir todos los nervios acumulados. Pero los gemelos las hicieron estar frente a frente, sin tener donde esconderse.

- Me encantan estos gemelos, tuvo muy buen gusto mi madre al elegirlos- rompió el silencio Minerva y al hacerlo, los nervios se precipitaron por su boca- La otra tarde con Manu, vi otros más informales que me gustaron, llevaban una pequeñísima cadena hecha con hilos de oro, pero al final nos demoramos eligiendo el regalo para el cumpleaños de John y nada...- continuó en pleno ataque de verborrea incansable, sintiendo caer sobre si, la mirada más cálida de Julia- Podemos acercamos otro día y si te gustan, te los regalo y de paso, podemos ir mirando la decoración para la habitación de..- hizo una pausa al tomar consciencia de que iba a decir su nombre, como el propio de una futura hija, que parecía formar parte de sus vidas sin aun, haberla concebido. Julia entendió su pausa y más nerviosa que nunca tomo sus manos apretandolas com fuerza. Minerva se quedó mirando la unión de sus manos y después subió de a poco, con cierto temor. La ilusión en ambas estaba siendo desbordante y si no salía bien, no sabría como lo enfrentarían. Cuando llegó al rostro de Julia, comprobó lo que la fuerza con la que Julia tomaba sus manos, le aventurera. Julia estaba tan muerta de miedo, como ella misma- Amor-murmuró con labios temblorosos y Julia beso sus manos, reteniendolas contra su boca- Aun faltan dos horas- prosiguió queriendo que Julia hiciese lo que fuera, para que esas dos horas pasasen rapidísimo. La sonrisa de ésta dibujada en un nuevo beso en sus manos, fue como recibir la varita mágica del tiempo- Hazme el amor, Julia- pidió y hasta abrió los ojos sorprendida. La petición le había salido de las mismas entrañas. Pese a su propia sonrisa y envalentonada por la sonrisa ahora más picarona de Julia, se soltó de sus manos para agarrarla ella por el cuello- Hazme el amor hasta que debamos irnos, ¿si?- insistió y se permitió el placer de cerrar los ojos a milímetros de la boca de la magnate, deseando deleitarse, con lo imaginaba, Julia diría antes de besarla.

- Minerva- su nombre en un suspiro o lo que para ella era lo mismo, el mejor te quiero en la boca de Julia.

El beso iniciado por Minerva ganó intensidad en segundos. Julia estaba tan atacada y muerta de miedo como ella y así, el mejor y más placentero pasatiempo, era amarse hasta que la hora de estar en la clínica llegase.

Dos más tarde, los gemelos en la camisa de la magnate brillaban por los rayos de sol que se colaban por la ventana en la que Julia apoyada, esperaba a que preparasen a Minerva. De común acuerdo habían decidido hacerlo en la más estricta intimidad, pero en esos momentos, apoyada en esa ventana y sola, Julia se arrepentía de su decisión. Necesitaba la mano de su madre o la de Adela, cualquiera de los chicos o incluso la de Guillermo. Cualquier mano a la que apretar fuerte mientras los miedos la comían por dentro. Su mente se mostraba empeñada en rebuscar en todo lo leído en blogs, revistas o libros de embarazos, lo negativo y los riesgos a los que iba a someter a Minerva. Tan absorta estaba, que ni se entero de como alguien se colaba en la consulta, llegaba hasta ella y como estaba necesitando, le ofreció su mano, para que ella cerrase los ojos, apretándola con la propia. No necesitó abrir los ojos, ni acariciar la mano, para saber quien estaba junto a ella. No podía ser otro, que Hugo Davo.

- Nunca te he dicho lo importante que eres para mi- rompió el silencio Hugo, mirándola emocionado- Nos parecemos demasiado en eso de esconder sentimientos, pero tu y Victoria me dieron todo lo que necesite y.. Ufff...ella prácticamente lo tuvo que hacer obligada por nuestro vínculo de Tía y sobrino, pero tu no...y aun así, nunca me has fallado. Entenderás que así, tampoco yo quería fallarte hoy- concluyó con la voz rota y Julia tiro de él para fundirse en un abrazo- Victoria se alegra mucho por ti, Julia...de corazón lo hace.

Hugo y sus palabras lograron calmar a Julia y el sentido abrazo terminó con los dos sonriéndose. Al poco el equipo médico los alertó que Minerva estaba preparada, invitando a Julia a pasar con ella. Cuando Hugo salio de la consulta, dispuesto a esperarlas fuera, Marga salto sobre el, haciéndolo buscar equilibrio.

- Dios cariño...estoy de los nervios- exclamó Marga obviando las miradas reprobatorias de las personas que atravesaban el pasillo.

- Acaba de pasar Julia con ella- le comento Hugo tras besarla, dejándola en el suelo- ¿Has venido sola?- le preguntó y no necesito de una real contestación, Marga arrugó los labios chistosa.

- Ayyy...es que siempre hemos sido las cuatro mosqueteras y oye...bastante que no pedimos estar ahí dentro con ellas.

Como previó Hugo y Marga confirmó, en poco más, Manu y Fátima les hacían compañía esperando verlas salir, como tampoco faltaron Adela y Guillermo.

Nada más abrir la puerta Julia, para que Minerva saliese tras la inseminación, se encontró con el numeroso grupo esperándolas y por inercia, volvió a cerrar la puerta, en las narices de todos, provocando que Minerva estallase en risas.

- Jajaja, y esto es lo que ellos entienden por intimidad- dijo entre risas buscando el rostro de Julia- Tu querías un hijo, cariño...en familia no la intimidad deja de existir- bromeó con ella. La seriedad que Julia le mostraba aumentaban sus ganas de reír.

- Es hija- la corrigió cómo siempre Julia y poco más pudo decir, los chicos aporreaban la puerta deseando ser partícipes del momento.

- Julia quedate tu, pero que salga mi hija con mi futura nieta- la voz de Guillermo desató aun más las risas de Minerva, en tanto Julia rodaba los ojos molesta con el retintín empleado por Guillermo.

- ¿Por que siempre me tiene que molestar? Se regodea en el "mi".

La familiaridad y alegría con la que celebraron el momento, duro los veinte días que tardo Minerva en descubrir, que no estaba embarazada.
 
 
 
 



6 comentarios:

  1. Uff, ahora empiezan una época de remolinos, esperando “ese” milagro.

    Paciencia, es lo que necesitaran. Gracias

    A.

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  2. Ainsssssssssss que llorooooooo
    que grandioso vivir esta historia, es tan real, tan bestial lo que hace sentir...GRACIAS ARTISSTAZAAAAAAAAAAAAAAAAA

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  3. eu espero completar a frase e que seja que não estava embaraçado de uma e sim de duas, porque te confesso gemo que ao contrario seria a primeira vez que ficaria contrariada contigo, porque aqui não cabe mais desilusão.
    brigoninha

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  4. Brillante historia con todos los sentimientos que transmite!!!!
    Millones de gracias y a esperar mas .....!!!!!
    Un abrazo escritora!!

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  5. Não quero sofrer Gemo por favor
    brigoninha

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  6. .......PRIMERA DESILUSIÓN EN ESE CAMINO QUE COMENZARON DE ILUSIÓN.....VEAMOS QUE DEPARA EL DESTINO...LO QUE SEA...JUNTAS LO VIVIRAN...¡¡SEGURO¡¡¡¡
    GRACIAS ESCRITORA.....

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