Capítulo
19
Minerva
resoplo frente al espejo, dejando apoyado en el lavabo su lápiz
labial, al tiempo que escuchaba una nueva queja de Julia en la ducha.
Ahora se le había caído el gel, antes fue el champú y para cuando
salió de la ducha, fue la escurridiza toalla. Cualquier otra mañana
habría hecho un chiste fácil o hubiese buscado picarla. Pero Julia
se mostraba tan nerviosa como lo estaba ella misma. Su día más
esperado había llegado y desde que habían despertado, apenas habían
cruzado más de un monosílabo.
Sonriendole
a través del espejo, se mordió los labios y Julia ni reaccionó,
tenia bastante con controlar sus manos, convertidas en "manos
gachas". No había bote o tarro que no escapase de ellas y
acabase estrellado contra el suelo. Así las cosas, hasta Elisa, el
ordenador central, estaba más en silencio que cualquier día.
Tanto
silencio y nervios callados, terminaron por hacer que Minerva
necesitase música, mientras dejaba el baño para ir a la cocina, a
preparar el desayuno.
-
Elisa...ameniza el desayuno, por favor- le pidió , dejando una
caricia en el vientre desnudo de Julia. Si se paraba junto a ella, si
se veía reflejada en sus ojos, rompería a llorar como niña chica
caprichosa. Debía ser más madura y tomárselo con más
conocimiento. Las probabilidades de quedarse embarazada en la primera
inseminación eran bajas, por mucho que Araceli insistiera en que así
ocurriría. Por suerte Julia, no hizo ningún intento de retenerla.
Tenía bastante con luchar con su crema corporal y la transpiración
excesiva de su piel.
-
Disculpe señora- contestó Elisa, tardando en exceso en cumplir con
la petición de Minerva- No soy capaz de encontrar la banda sonora
apropiada para un día como hoy.
La
voz dubitativa y hasta emocionada, detuvo a Minerva a mitad de
pasillo cómo por igual detuvo el masaje de Julia.
-
Jajaja madre mía- rompió a reír a Minerva, sin creerse estar dando
vida a un ordenador- Adele, hoy más que nunca Adele, Elisa.
La
deliciosa risa de Minerva llego al baño y al poco Adele, sonaba en
toda la casa. Con ambas, ahora sonrientes, Minerva se afano en
preparar un buen desayuno, aunque su estómago estuviese
prácticamente cerrado. Como era de esperar, Julia tardo más de lo
usual en unirse a ella y cuando lo hizo, fue ataviada en uno de sus
clásicos pantalones de talle alto e impoluta camisa. A la que le
faltaban por colocar unos elegantes gemelos femeninos. Tal y como se
mostraban sus manos, y por mucho que se empeñó en colocarselos ella
misma, había sido imposible. Con ellos en la mano, llego a la cocina
y con una nerviosa sonrisa los tendió a Min. Increíble, ninguna era
capaz de decirse nada, temiendo dejar salir todos los nervios
acumulados. Pero los gemelos las hicieron estar frente a frente, sin
tener donde esconderse.
-
Me encantan estos gemelos, tuvo muy buen gusto mi madre al elegirlos-
rompió el silencio Minerva y al hacerlo, los nervios se precipitaron
por su boca- La otra tarde con Manu, vi otros más informales que me
gustaron, llevaban una pequeñísima cadena hecha con hilos de oro,
pero al final nos demoramos eligiendo el regalo para el cumpleaños
de John y nada...- continuó en pleno ataque de verborrea incansable,
sintiendo caer sobre si, la mirada más cálida de Julia- Podemos
acercamos otro día y si te gustan, te los regalo y de paso, podemos
ir mirando la decoración para la habitación de..- hizo una pausa al
tomar consciencia de que iba a decir su nombre, como el propio de una
futura hija, que parecía formar parte de sus vidas sin aun, haberla
concebido. Julia entendió su pausa y más nerviosa que nunca tomo
sus manos apretandolas com fuerza. Minerva se quedó mirando la unión
de sus manos y después subió de a poco, con cierto temor. La
ilusión en ambas estaba siendo desbordante y si no salía bien, no
sabría como lo enfrentarían. Cuando llegó al rostro de Julia,
comprobó lo que la fuerza con la que Julia tomaba sus manos, le
aventurera. Julia estaba tan muerta de miedo, como ella misma-
Amor-murmuró con labios temblorosos y Julia beso sus manos,
reteniendolas contra su boca- Aun faltan dos horas- prosiguió
queriendo que Julia hiciese lo que fuera, para que esas dos horas
pasasen rapidísimo. La sonrisa de ésta dibujada en un nuevo beso en
sus manos, fue como recibir la varita mágica del tiempo- Hazme el
amor, Julia- pidió y hasta abrió los ojos sorprendida. La petición
le había salido de las mismas entrañas. Pese a su propia sonrisa y
envalentonada por la sonrisa ahora más picarona de Julia, se soltó
de sus manos para agarrarla ella por el cuello- Hazme el amor hasta
que debamos irnos, ¿si?- insistió y se permitió el placer de
cerrar los ojos a milímetros de la boca de la magnate, deseando
deleitarse, con lo imaginaba, Julia diría antes de besarla.
-
Minerva- su nombre en un suspiro o lo que para ella era lo mismo, el
mejor te quiero en la boca de Julia.
El
beso iniciado por Minerva ganó intensidad en segundos. Julia estaba
tan atacada y muerta de miedo como ella y así, el mejor y más
placentero pasatiempo, era amarse hasta que la hora de estar en la
clínica llegase.
Dos
más tarde, los gemelos en la camisa de la magnate brillaban por los
rayos de sol que se colaban por la ventana en la que Julia apoyada,
esperaba a que preparasen a Minerva. De común acuerdo habían
decidido hacerlo en la más estricta intimidad, pero en esos
momentos, apoyada en esa ventana y sola, Julia se arrepentía de su
decisión. Necesitaba la mano de su madre o la de Adela, cualquiera
de los chicos o incluso la de Guillermo. Cualquier mano a la que
apretar fuerte mientras los miedos la comían por dentro. Su mente se
mostraba empeñada en rebuscar en todo lo leído en blogs, revistas o
libros de embarazos, lo negativo y los riesgos a los que iba a
someter a Minerva. Tan absorta estaba, que ni se entero de como
alguien se colaba en la consulta, llegaba hasta ella y como estaba
necesitando, le ofreció su mano, para que ella cerrase los ojos,
apretándola con la propia. No necesitó abrir los ojos, ni acariciar
la mano, para saber quien estaba junto a ella. No podía ser otro,
que Hugo Davo.
-
Nunca te he dicho lo importante que eres para mi- rompió el silencio
Hugo, mirándola emocionado- Nos parecemos demasiado en eso de
esconder sentimientos, pero tu y Victoria me dieron todo lo que
necesite y.. Ufff...ella prácticamente lo tuvo que hacer obligada
por nuestro vínculo de Tía y sobrino, pero tu no...y aun así,
nunca me has fallado. Entenderás que así, tampoco yo quería
fallarte hoy- concluyó con la voz rota y Julia tiro de él para
fundirse en un abrazo- Victoria se alegra mucho por ti, Julia...de
corazón lo hace.
Hugo
y sus palabras lograron calmar a Julia y el sentido abrazo terminó
con los dos sonriéndose. Al poco el equipo médico los alertó que
Minerva estaba preparada, invitando a Julia a pasar con ella. Cuando
Hugo salio de la consulta, dispuesto a esperarlas fuera, Marga salto
sobre el, haciéndolo buscar equilibrio.
-
Dios cariño...estoy de los nervios- exclamó Marga obviando las
miradas reprobatorias de las personas que atravesaban el pasillo.
-
Acaba de pasar Julia con ella- le comento Hugo tras besarla,
dejándola en el suelo- ¿Has venido sola?- le preguntó y no
necesito de una real contestación, Marga arrugó los labios
chistosa.
-
Ayyy...es que siempre hemos sido las cuatro mosqueteras y
oye...bastante que no pedimos estar ahí dentro con ellas.
Como
previó Hugo y Marga confirmó, en poco más, Manu y Fátima les
hacían compañía esperando verlas salir, como tampoco faltaron
Adela y Guillermo.
Nada
más abrir la puerta Julia, para que Minerva saliese tras la
inseminación, se encontró con el numeroso grupo esperándolas y por
inercia, volvió a cerrar la puerta, en las narices de todos,
provocando que Minerva estallase en risas.
-
Jajaja, y esto es lo que ellos entienden por intimidad- dijo entre
risas buscando el rostro de Julia- Tu querías un hijo, cariño...en
familia no la intimidad deja de existir- bromeó con ella. La
seriedad que Julia le mostraba aumentaban sus ganas de reír.
-
Es hija- la corrigió cómo siempre Julia y poco más pudo decir, los
chicos aporreaban la puerta deseando ser partícipes del momento.
-
Julia quedate tu, pero que salga mi hija con mi futura nieta- la voz
de Guillermo desató aun más las risas de Minerva, en tanto Julia
rodaba los ojos molesta con el retintín empleado por Guillermo.
-
¿Por que siempre me tiene que molestar? Se regodea en el "mi".
La
familiaridad y alegría con la que celebraron el momento, duro los
veinte días que tardo Minerva en descubrir, que no estaba
embarazada.
Uff, ahora empiezan una época de remolinos, esperando “ese” milagro.
ResponderEliminarPaciencia, es lo que necesitaran. Gracias
A.
Ainsssssssssss que llorooooooo
ResponderEliminarque grandioso vivir esta historia, es tan real, tan bestial lo que hace sentir...GRACIAS ARTISSTAZAAAAAAAAAAAAAAAAA
eu espero completar a frase e que seja que não estava embaraçado de uma e sim de duas, porque te confesso gemo que ao contrario seria a primeira vez que ficaria contrariada contigo, porque aqui não cabe mais desilusão.
ResponderEliminarbrigoninha
Brillante historia con todos los sentimientos que transmite!!!!
ResponderEliminarMillones de gracias y a esperar mas .....!!!!!
Un abrazo escritora!!
Não quero sofrer Gemo por favor
ResponderEliminarbrigoninha
.......PRIMERA DESILUSIÓN EN ESE CAMINO QUE COMENZARON DE ILUSIÓN.....VEAMOS QUE DEPARA EL DESTINO...LO QUE SEA...JUNTAS LO VIVIRAN...¡¡SEGURO¡¡¡¡
ResponderEliminarGRACIAS ESCRITORA.....