112-Emergencias 2

De regreso a su despacho de butaca caliente, se sonreía orgullosa por la actitud mostrada en la sala de comunicaciones. Su estricta profesionalidad y entrega a su trabajo, en ocasiones, no le dejaba ver, que se puede ser una gran profesional, sin tener que permanecer rígido todo el tiempo.

Sentándose en la butaca, bajo el sonido de las telecomunicaciones, dispuesta a terminar los informes del turno anterior. En la tranquilidad del despacho, no le llevaría más de una hora. Encendió su ordenador portátil y suspiró sin perder la sonrisa. Había sido agradable el rato compartido con el pequeño grupo de profesionales, incluida la radio-aficionada piloto. Tras su petición de silencio para el briefing de inicio de servicio, Inés la piloto, le había contestado con un simpático- Siempre a sus ordenes, Jefa- recordar como lo pronunció le gustó. Ciertamente Inés tenia una voz muy agradable, con diferentes tonalidades que modulaban su voz, imaginaba que según su estado de humor.

Fue un breve briefing, bastaba recordar el protocolo de actuación firmado entre los tres cuerpos y sobre todo, que jamás fallase la comunicación entre todos. Fue antes de acabar su breve charla, que Inés volvía a llevarse la atención de todos.

- Perdone que le interrumpa, Jefa...pero si no activáis mi intercomunicador me quedo sin saber que espera de mi la Jefa. Que alguna palabrilla tendrá para mi, digo yo...aunque ahora que recuerdo, estando destinada en Teruel, teníamos un jefe de coordinación, perro malo, que me omitía completamente. Esto da para otro debate. ¿Que jefe amargó tus días?

Incontinencia verbal grave, parecía tener la piloto. Esta vez, no fue ella quien la calló, fue Manolo el agente de policía.

- Jajaja, niña respira un algo- así detuvo a la radio-aficionada. Por ahora, había sido el más llano de todos. Simpático y bonachón, esa fue su primera impresión sobre el y apostaba todo a nada, a que no se estaba equivocando.

El más mayor del grupo y en consecuencia, el superior de los Agentes. El mismo, que ahora tocaba a su puerta abriéndola.

- Vengo a tomarme un cafelito contigo- le dijo adentrándose confianzudo en el  despacho, cargando un pequeño bolso.

- Claro- contestó sonriendo y de inmediato, le hizo espacio en el escritorio.

Campechano, Manolo le devolvió la sonrisa tan bonita como la de un padre, haciéndola sentir reconfortada. Manolo sin duda era una pieza clave en ese grupo y en lo poco que llevaba tratándolo, entendió que no era por pintar canas y por sus enlazados años de servicio. Era un querendon, que se estaba adueñando de su mesa, sirviendo dos cafés.

- Tengo al hijo dándome quebraderos de cabeza...¿que cuando no?...pero mira, al final me he venido habiendo dormido como dos tres horas, nada más- hablo ofreciéndole el café y se sentó en una pequeña silla enfrente de ella- ¿Tienes hijos?- pregunto acomodándose, haciéndola intuir que a sus características había que sumar la de curioso.

- No- contestó sin sentirse intimidada. Como hacerlo con un hombre, que gastaba modales tan atentos- Aún no- prosiguió sincera y muy a gusto con la compañía del agente. Iba a continuar, cuando Manolo le pidió silencio, sellando sus labios- Dios- murmuró escuchando bajito la voz de Inés.

- Jajaja, que arte tiene, dale voz que la escuchemos- pidió claramente entusiasmado con la piloto y ella aceptó subiendo el volumen de las transmisiones- Venga, rellenemos informes escuchándola.

Dispuesta a ello, busco los archivos en su ordenador, mientras Manolo hacia lo propio en papel. Cada uno sobre su servicio, y ambos, escuchando a Inés de fondo.

- No es que enfriara mi cama, es que la congeló literalmente. Hoy puedo incluso reírme de todo lo ocurrido, pero me ha costado estar más de un año, jodida. Completamente jodida. Pero que carajo, ¿quién no ha sufrido por amor? Había una canción...¿como era? Decía algo así de que levante la mano.. Joder

El exabrupto de la piloto, hizo reír al agente, mientras ella, recordaba la canción a la que Inés, se refería. Podía incluso cantarla, aunque ni en broma lo haría.

- ¿Más de un año jodida? ¿Qué diablos te hizo?

Escucharon una nueva voz, interactuando con la piloto, y Marina no pudo dejar de interrogar a Manolo con la mirada.

- Es Celia, la médico de la uvi móvil- le explicó Manolo entre sorbito y sorbito de café- Dos gemelos tiene para chillarlos de guapos, divorciada que esta y ella sola los saca para adelante. Alguna foto tengo en el móvil.

Imposible no estar a gusto en su compañía y bien visto, Manolo era el ideal para ir conociendo al grupo que estaba a sus órdenes. Pero la conversación iniciada por la piloto, lo que estaba contando, había llamado su atención y la del mismo Manolo.

- No es que me hizo, sino que...a día de hoy, no se porque dejo que las cosas llegasen tan lejos. Me refiero, si yo no era tanto como ella creía, si no estaba bien conmigo, si en definitiva, pasado el enamoramiento se dio cuenta que no me amaba, ¿porque continuó convirtiéndonos así en mentira?

Ella, de todo lo dicho por la piloto y del sufrimiento que aún denotaba su voz, Marina, solo se quedo con ella.

- Jodidas mujeres y Jodidas retorcidas que son- prosiguió escuchando a la piloto, tratando de disimular su sorpresa ante Manolo. No era nadie, para juzgar las relaciones, mucho menos su diversidad sexual.

- Te recuerdo que tu eres una mujer, ¿eh?- intervino de nuevo Manolo, cada vez más cómodo con la jefa. Tanto como para no cortarse y participar de la radio-noche.

- Correcto- contestó la piloto en su mismo tono de buen humor- Tan mujer y retorcida, que llevando meses con la cama congelada acepte irme con ella a un crucero single. ¿Queréis saber que ocurrió en ese crucero?

Siiii, hubiese contestado Marina, si su pundonor le hubiese dejado coger el intercomunicador. Por supuesto que quería saber que le hizo semejante zorra a tan picante y a la vez, dulce piloto.