Otro
puto espejo, fue el pensamiento de Alma, nada más encerrarse en el
baño. Otro espejo con la misión de reflejar la realidad. Y la
realidad era, su propia imagen. Su rostro sonrojado, su cara de
imbécil enamorada de un imposible. Ella misma contemplándose
mediante un espejo que escupe verdades sin que nadie se lo haya
pedido.
Dispuesta
a borrar su sonrojo y peor, dispuesta a borrar los rastros del aroma
de Amanda en su rostro, abrió el grifo del agua. Podía sentirlo aun
en sus papilas degustativas y sus fosas nasales parecían guardarle
penitencia. Cabreada por sus más bajos instintos, aquellos que
continuaban excitándose con esos mismos rastros, mojo su rostro con
rabia. Pero malditos espejos, no sólo veía su cara de imbécil y
las gotas de agua precipitando el aroma y esencia de Amanda hacia el
desagüe, también reflejaban la ropa interior de ésta , en un
coqueto taburete.
-
Puta obsesión- murmuró con la cabeza gacha. Su interior rugía, por
ir hasta ese taburete, coger esas íntimas prendas y olerlas- Puta
enferma- prosiguió contra si misma. Acababa de tenerla, su propio
rostro aun olía y sabía a ella, y ahí estaba; dispuesta a
impregnarse aun más con su ropa interior. De locos y hasta
enfermizo. No aguanto más ese rugido, ni su patética imagen. Por
eso se desnudo rápido, en movimientos que destilaban asco por
doquier, y con el mismo asco, se metió en la ducha. Error, en ella
estaban los productos de higiene personal de Amanda- Jajaja,
bien...cojonudo.
Quisiera
o no, al final la ducha le resultó reparadora. Fuera de ella, rehusó
ponerse la misma ropa interior y salio de regreso a la habitación en
sólo pantalones y camisa.
Nada
más abrir la puerta, topo con otra imagen, la de Amanda de pie y al
teléfono mientras cambiaba canales en la televisión. De un barrido,
pudo ver como solo había servido una copa de vino y un plato. Parada
en la puerta, frunció el ceño extrañada ante la familiar y
cotidiana imagen. Tan extraña que introdujo ambos manos en los
bolsillos de su pantalón, sin atreverse a dar un paso y cargarse el
agradable ambiente que se respiraba. No lo dio ella, pero si Amanda.
Al sentirla ahí parada, dejo caer el mando de la televisión a la
cama y sin dejar su conversación telefónica se acercó a su
escolta.
-
Repito, mañana a las diez de la mañana quiero sus dos cabezas sobra
la mesa de mi despacho- prosiguió con su conversación y aunque su
tono era totalmente autoritario, su rostro mostraba una traviesa
sonrisa, sin duda provocada por la estanqueidad de la escolta-
Disculpa un segundo- solicito a su interlocutor y tapó el micrófono-
Yo no tengo hambre, cena tu y cuando lo hagas, pide café- dijo a su
escolta y lo hizo, acariciándole el vientre, para después girarse y
sentarse en la cama, encendiendo su ordenador.
La
caricia, la petición, la familiaridad y lo idílico, sorprendieron a
la escolta. Los puta locura, puta obsesión, puta imbécil, se
atropellaron en su mente en un vano intento de sobreponerse. No
faltaba nada en esa habitación, para parecer la típica pareja, en
la que una de ellas acompaña a la otra a una reunión de trabajo.
Por no faltar, no faltaba ni su canal de televisión preferido-
Espabila, imbécil- se ordenó así misma y carraspeo en un nuevo
intento de recomponerse. No era tan difícil dar unos cuantos pasos y
sentarse a la mesa. Pero para eso, debía pasar por delante de la
cama, y con ella de Amanda y su sonrisa.
-
¿Que?- término por preguntarle enfadada. No entendía la sonrisa de
Amanda y menos, se entendía así misma y el cabreo que le suponía
la idílica estampa.
-
Nada- contestó Amanda pellizcándose el labio. La escolta se veía
tan maravillosamente pérdida que no suspiro, porque ella no es de
suspirar y si, de provocar- Que cenes a gusto, cariño- dijo y nada
más hacerlo la escolta entrecerró los ojos pensándose muy mucho,
mandarla a la mierda o mandar a la mierda el móvil por el que Amanda
seguía hablando y entonces mandar a la mierda la cena, y acabar
follándosela de nuevo, mandándolo todo a la mierda. Con tanto
mandar, su boca se abrió dispuesta a contestar a Amanda, pero esta
se anticipó- Sush- mandándola callar poniendo como excusa el móvil
y la conversación mantenida por él.
-
Agh...puedes llegar a ser insoportable- le susurró Alma, yéndose a
la mesa desde donde pudo escuchar la risita que le causaba a Amanda.
-
Jajaja- reía Amanda olvidándose por un momento del móvil, por el
que se escuchaban sus risas al otro lado. Obvio, su interlocutor y
secretario, pregunto por sus risas y le tocó improvisar- Ah
disculpa, es por algo que salio en televisión...¿Fútbol?...¿Que
estoy viendo fútbol?- pregunto tras la afirmación de su secretario,
quien lo escuchaba perfectamente, y lo hizo a los dos.
-
Veintidós tíos, una pelota, pataditas, unos regates y gol- contestó
Alma ya sentada y copa de vino en mano. Su tono iba cargado de
sarcasmo provocando que Amanda, volviese a olvidar a su secretario-
Fútbol, si.
-
Pataditas, gol- la imitó burlándose ofendida. No tenía por qué
saber del estúpido juego- Y la insoportable después soy yo-
continuó con ironía sin retirar la vista de Alma y su boca medio
abierta, dispuesta a debatirle- Ja.
-
¿Ja?- se ofendió enseguida Alma, dejando la copa de malas maneras
en la mesa. Reventada la idílica estampa en sólo minutos. Todo un
récord, tratándose de ellas dos.
-
Estoy hablando por teléfono, ¿te importa?- resolvió el asunto a su
forma, enfadado aun más a Alma. Y cuanto mayor era el enfado
conseguido, inexplicablemente eran mayores las propias ganas de
colgar la llamada y que Alma, pagase su enfado sobre su cuerpo. No
obtuvo contestación, Alma se limitaba a mantenerle la mirada y ahí
estaba, tan loca como ella, podía adivinar el destello de apremiante
deseo en sus ojos. Advertido, observado y disfrutado. Su sexo palpito
en deseo y trato de sofocarlo apretando muslos. Tonterías, esa forma
de mirarla por parte de Alma, era única y todo su cuerpo reaccionaba
ante ella, necesitandola. Su secretario llamándola, paso a la
historia. Amanda colgó la llamada mojándose los labios y lanzó el
móvil, deshaciéndose de él- Ven de una vez- solicitó mordiéndose
los labios. Bestial, el poder de esa mirada sobre ella y brutal fue,
leer en los ojos de Alma, la misma ansiedad.
-
Joder- se quejó en vano Alma, a la mierda el fútbol, la cena y su
enfermiza obsesión. Le basto incorporarse de la silla e hincar una
rodilla en el colchón para que Amanda tirase de su camisa pegándola
a ella y su deliciosa boca.
-
Jajaja.. Dios- rió sin poder creérselo Amanda, la enorme atracción
de ambas era infinitamente adictiva- Contigo me vuelvo una zorra de
mucho cuidado- prosiguió mordiendo los labios abiertos en pasión de
Alma.
-
Vaya...no me había dado cuenta.
Yo tengo una duda, de verdad se puede sentir tanta atracción hacia alguien sin tener un sentimiento mas profundo de por medio? Maestra me traen locas tus fics! Jajajajajaja
ResponderEliminar.....PRESIENTEN ESE ADIOS QUE NO QUIEREN...QUE NO DESEAN...Y SE ESCONDEN EN SUS PROPIOS MIEDOS A QUE SE HAGA REALIDAD...
ResponderEliminarMAGISTRAL ESA MANERA TUYA DE EXPRIMIR LOS SENTIMIENTOS AL ESTADO MÁS PURO¡¡
¡¡¡ ME GUSTA ¡¡¡¡
GRACIAS........
Ufff....Se quieren y lo van a echar a perder por los juegos de poder del amor..si...amor sin duda..aunque no lo confiesen la una a la otra.......poder para decirle a la otra sin hablar...eres tan mia que volveras a mi siempre haga lo que haga yo...
ResponderEliminarComo dice Celeste...sentimiento en estado puro..aunque las dos lo escondan con sexo.....como me gusta Gemo....
Divina-Wilson