jueves, 22 de mayo de 2014

Un adiós, improvisado (12)


Podía escuchar el día abriéndose paso tras sus persianas cerradas a cal y canto, pero poco le importaba. Sin apenas haber dormido, había buscado la relajación propia, que ofrece la auto-satisfacción. En la soledad de su cama, estimulo su cuerpo con caricias apremiantes. Necesitaba el deseo mojando su sexo, que a sus pulmones le faltase el aire y gemir, de placer.

Olvido los días que llevaba cargando con un cuerpo muerto y se exigió excitarse. Conocedora de su cuerpo, de sus zonas, de sus escondidos puntos placenteros, paso por todos buscando una reacción. Más abierta, se ordenó obedeciendo, había reacción, su pulso comenzaba el despegue y su cuerpo denotaba el esperado aumento de temperatura. Pero no era excitación, era la rabia propia de quien no quiere tener que prenderse de un recuerdo o de una imagen.

Rabiando, acepto la derrota. Si quería descansar como lo necesitaba, si quería terminar con el nervio ansioso de su sexo mal despertado, no quedaba de otra que Alma. Su imagen y su recuerdo. Lujuriosa fantasía, fue girarse en la cama y quedar boca abajo pensándola, y su cuerpo reaccionó como mecha empapada en alcohol.

- Ahm...si- gimió no reconociendo su propia voz rota en placer. Ávida de fuego, llevo ambas manos a su sexo, encorvando la pelvis. Si, sus dedos o más bien, los de Alma en su pensamiento, lo recorrían ansiosos- Dios- siguió gimiendo, mordiendo la sábana testigo de su entrega en un intento de no gemir su nombre. Dentro, bien dentro, llenándola se dio al placer de sentir, que era Alma quien bajo su cuerpo, la llevaba a temblar de placer y a terminar, en un ahogado orgasmo. Contra esa misma sábana se dejó caer con la mirada pérdida. Otra vez Alma, protagonizando sus días y éste, ni siquiera había empezado.

Otra vez Alma y otro día, que comenzaba cargada de mal humor. Apenas saludo a su chica para todo, se limitó a pedirle café, mientras ella se daba una ducha. Varias veces se maldijo a ella y a la protagonista de sus fantasías. Inevitable pensar donde estaría o que estaría haciendo. En pocos días, haría un mes desde la última vez que la vio y en esos días, se había prometido no buscarla, no saber nada de ella y sobre todo, ser consecuente. Ella había querido ese adiós, y ella debía digerirlo. Fácil pensarlo, difícil hacerlo. Menos, cuando debía seguir rodeada de seguridad.

Mal humorada como estaba, se vistió con prisas, dado que su plan de auto-relajación no había servido más que para evidenciar, lo mucho que extrañaba a Alma, optó por enterrarse entre trabajo. Así, y sin avisar, bajo y con sólo el café tomado, salió esperando encontrar el coche preparado y a su nuevo escolta. El primero estaba, el segundo no.

- Lo siento, señora...le dije al chaval que usted aun tardaría- corrió a informarle su chofer, achicándose ante su evidente cara de mala leche.

- Vamomos- exigió y el pobre chófer, le abrió la puerta mirando para todos sitios, esperando que el chaval apareciese- He dicho que nos vamos- prosiguió en su existencia, dando por hecho que su conductor obedecería y así lo hizo.

Saliendo de los límites de su propiedad, no se aguanto el genio, como no aguantaba la falta de profesionalidad demostrada por el escolta. Nadie mejor que el jefe de servicio de seguridad, para descargar su genio, el mismo que había permitido la marcha de Alma. Decidida a focalizar en el toda la rabia contenida, lo llamó por teléfono. Siempre correcto y educado, le respondió enseguida, pero ella no escucho, necesitaba gritarle  a alguien y hacerlo ya.

- Me gustaría responderte con un cantarin buenos días, pero es que resulta que salgo hacia las oficinas con la sola compañía de mi conductor...con este suman tres ineptos en un solo mes. ¿Seguimos sumando ineptos o de una buena vez me mandas un profesional?- prácticamente bufo cómo un gato defendiendo su territorio.

Conociéndola, el jefe de servicio prometió una mejor elección y que ésta sería en el mismo día que comenzaba. Sin creerlo o más bien dando por hecho, que ninguno le gustaría, tiro el teléfono al asiento ofuscada y tropezó con la mirada de su conductor a través del espejo interior. Podía haberle gritado un que histérico, pero algo en la forma de mirarla de su conductor, le pidió calma. La forma en que éste retiró la mirada de ella, le recordó el buen trato que Alma tenia con todos, incluido él mismo. No le hizo falta preguntar nada. El conductor habló, dando en la diana de su mal humor.

- Y la cabrona disfrutando del campo, ¿sabe que quería pescar?

- Dudo que en un todo el cuerpo de policía sea ella, la única profesional- le contestó pellizcándose el labio. Poder saber de Alma era demasiado tentador y a fin de cuentas, en su juego de gato y ratón, ella siempre había sido la gata y al gato, le mata la curiosidad- Algo la oí comentar , ¿sabes donde esta?

- Tiene una casita en el sur, pero no se más...Paco si, el estuvo allí alguna vez.

Abierta la curiosidad, ahora sería más difícil aguantarse las inmensas ganas de saber de ella. Paco solía cubrir los exteriores, seria fácil hablar con él.

Una casita en el campo, Amanda podía recordar como si fuese ayer, la conversación que mantuvo con Alma sobre esa casita. Pasado el tiempo, y sabiendo que Paco había estado en esa casa, podía imaginar que era allí donde Alma se perdía en sus días libres.

- Oh...es muy de novela romántica- le había dicho, tras conocer por la propia Alma su sueño de perderse un tiempo en esa casa- Pérdida en una casita en la sierra, con su lago, su hierba verde salpiqueada por hermosas flores. La imagen más vomitiba que se puede contemplar. No... espera, por muy novela romántica que sea, necesita un poquito de melodrama- prosiguió queriendo envenenar la sonrisa con que Alma la escuchaba- Estarás partiendo leña, desplegando tu lado más sexy, mitad dura, mitad vulnerable, entonces pasara por el camino cercano la veterinaria del pueblo, se le pinchará una rueda y tu, la atractiva solitaria, le ayudarás galante...De solo imaginarlo... agh.

- Jajaja, demasiado romántico para ti, estamos de acuerdo, lo único es...que no estaría nada mal, que justo a la veterinaria de ese pueblo se le pinchase una rueda cerca de mi- fue lo que le contestó Alma, picandola. ¿Porque nunca podía dejarse ganar sin plantar cara? Sea por lo que fuese, las dos entraron de lleno en su particular lucha de contestaciones, en busca de obtener la última palabra.

- Demasiado empalagoso, mejor que en vez de la veterinaria, sea la puta más manoseada de todo el pueblo- le dijo y lo peor fue, que en verdad lo deseo con toda su alma.

- Demasiado extremo, me conformo con que sea a ti, a quien se le pinche la rueda.

- No, por favor...podría enamorarme fuerte de ti, y padecer de continuos vómitos.

El recuerdo de aquella conversación le hizo reír. Adoraba sus batallas dialécticas y las extrañaba tanto, como a la misma Alma. Al llegar al edificio, pronto localizó a Paco custodiándolo.

¡Cuidado gato!, la curiosidad puede matarte.
 
 
 

4 comentarios:

  1. Interesante, me gusta, espero el siguiente trozo.

    Gracias.

    A.

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  2. Me encanta...a la espera de más sobre esta curiosa pareja
    Gracias por el trocito
    L.a.c.e.r

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  3. ¡Y dale con los gatos!...gatos y más gatos por todos laos!!!

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  4. Uno de tus relatos que mas me gustan...la batalla entre las dos uffff..
    Me encanta niña...
    Divina-Wilson

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