viernes, 23 de mayo de 2014

Mi cincuenta cláusulas 118


Capítulo 18

No podría decir Julia que conducía tranquila por las estrechas calles del pueblo. Estrechas y empedradas, donde su coche, llamaba la atención en exceso. Debía darle la razón a su madre, hubiese sido mejor acudir al pueblo con su furgoneta, aunque entonces, aun la reconocerían antes. Por suerte, en ese pueblo era más reconocida por ser Julia, la hija de Leli, que por ser Julia Arango.

Cerca de su destino, chasco la lengua, imposible estacionar el coche en la misma calle de la Farmacia, tendría que dejarlo en la plaza del pueblo, donde seguro a esas horas, los muchachos sin nada mejor que hacer, estarían haciendo corrillo. Pensar en ellos, la hizo volver a chascar la lengua, en cuanto saliese de la farmacia, la noticia correría como la espuma por el pueblo.

Siendo el pueblo que era, digno abanderado de la España más profunda, la noticia correría aún mas rápido de lo que se puede considerar normal. Fue llegar a la plaza y comprobó que suponía ahí estaban. Ellos abanderados de una España manía y carca y ella, abanderada de la extrema educación. Se adelantó a los muchachos saludando con la mano y demostró sobrada experiencia en eventos sociales, para darles un gentil esquinazo.

- Chicos, voy con verdadera premura, perdonad que no pueda pararme con vosotros- les dijo una vez bajo del coche y alargo su zancada ante la atenta atención del grupo de muchachos allí reunidos.

- Julia que bueno verte por aquí, tu madre debe estar encantada, ¿trajiste a esa gente de Madrid?- le preguntó uno de ellos, mostrando su interés “esa gente de Madrid”, que no eran otros que los amigos de la propia Julia y Minerva.

Julia se sonrió por la pregunta y afirmo, antes de dejar la plaza encaminándose a la Farmacia. Primer escollo superado, ahora quedaba desear que en la Farmacia apenas hubiese clientes. Pero Julia obviaba, que estaba en su pequeñísimo pueblo, donde cualquier comercio o despensa, era espacio de recreo. Abrió la puerta de la misma y ya cedió el paso a la primera paisana, a la que al momento reconoció.

- Ay Julia, que gusto verte, me encontré ayer con tu madre y me dijo que vendríais. ¿Qué tal Minerva? ¿Vinisteis con vuestras amistades? ¿Necesitáis algo? Después os preparo algún dulcecillo típico de aquí, para que os lo toméis con el café, Ay espera…voy a darte unos frutos que recogió mi marido esta misma mañana- bombardeó la mujer, verdaderamente amable, ante la complacida sonrisa de Julia- ¿Dónde aparcaste?

La insistencia y amabilidad de la mujer, no admitió excusa alguna por parte de Julia. Entrando en la farmacia, una vez la amable mujer se marcho, Julia continuaba sonriendo. Siempre era un gusto y motivo de orgullo personal, comprobar cuanto y como era querida su madre en ese pequeño pueblo.

- Buenos días- saludo esperando alguna que otra nueva muestra de afecto hacia Araceli y las tres mujeres presentes le contestaron en el mismo tono y con el mismo cariño, que el resto. Dispuesta a esperar su turno, sonrió paciente.

- Julia goxoa, te atiendo a ti, que ellas pueden esperar. Un momentito y te lo saco- le dijo la farmacéutica colándose en la trastienda y ambas mujeres, se quedaron mirándola, claramente curiosas.

Julia no pudo más que carraspear. ¿Qué esperaban esas mujeres? ¿Qué les contase que medicación iba a recoger? ¿Lo sabrían ya? ¿Qué dirían? Sus preguntas no obtuvieron rápida respuesta, la farmacéutica demostró ser tan profesional como su madre le había advertido.

- Aquí lo traigo, y puedes estar tranquila, tu madre me dijo los días que vais a estar aquí y he encargado lo necesario- le dijo saliendo de nuevo al mostrador, dejando sobre él varias cajetillas, que rápido obtuvieron la atención de las otras mujeres- Como me dijisteis que estáis en el quinto día, imagino que no tendréis dudas de cómo prepararlo e inyectarlo- se intereso dispuesta a explicarle lo necesario.

- Eh…gracias, pero si, ya sabemos como hacerlo- contestó Julia intimidándose por momentos. Una de las mujeres, leía una de las cajetillas sin ningún reparo.

- ¿El control folicular cuando lo tiene?- continúo interesándose la farmacéutica, absolutamente amable.

- Mañana- contesto Julia comenzando a desear salir de esa Farmacia- Iremos a Bilbao.

- ¿Qué Bilbao? No hace falta, dile a tu madre que llame al Doctor, y os lo hacéis aquí sin problemas. Tú aprovéchate del cariño que se le tiene a tu madre- la ánimo la farmacéutica, causándole más orgullo.

No fue fácil salir de esa farmacia sin que las mujeres terminasen por enterarse del motivo de su visita y fueron las dos primeras en desearle suerte y felicitarle por los maternales planes. De camino al coche, aún tuvo que saludar a algún que otro paisano, siempre con las claras muestras de afecto hacia su madre y de regreso a la casa de ésta, su pensamiento estuvo en ella, todo el tiempo.

Sin poder sentirse más orgullosa de ella, miro el preparado hormonal recogido en la farmacia. ¿Podría ella hacer que el día de mañana su hija se sintiese igual? Lo dudaba, si en esos momentos detuviese el coche, bajase la ventanilla y preguntase por lo qué conocen de ella misma, seguro que las contestaciones oscilarían entre: eres hija de Araceli, se te supone amable, generosa, afable, risueña, simpática…en definitiva, retratarían a su madre. Mucho mejor que retratarla a ella misma, como vanidosa, poco social, casi huraña, y eso si, extremadamente educada.

Con tanta cavilación, el camino de regreso a la casa, fue automático y pasó en un suspiro. Y un suspiro, necesito Araceli para acercarse a ella antes si quiera de que Julia reaccionase, con el coche detenido.

Fue verla llegar sonriente hasta el coche, y todo lo sentido, el cariño mostrado por ella en el pueblo, unido al orgullo sentido, emocionaron a Julia, aguando sus ojos. Araceli se quedo mirando a su hija, viendo su emoción y sonrió contagiada por su repentina emoción.

- ¿Sabe que es lo mas importante y bonito que he hecho en mi vida antes de que Minerva llegase a ella?- habló sin salir del coche y Araceli se impregno aun mas, de la emoción que toda Julia emitía.

- Julia cariño- exclamo su madre, tomando su brazo.

- Fue quererla a usted y me acabo de dar cuenta, que no solo fue por el vínculo indisoluble que nos une, sino porque a usted es imposible no quererla- confeso perdida en bonito rostro de su madre y ésta abrió la puerta del coche, dispuesta a abrazarla.

- Pedazo golpe te has debido dar, cariño- le dijo Araceli antes de abrazarse a ella, necesitando un poco de humor.

- Jajaja- rió Julia, como pretendía su madre y en su cuello, dejo que las lagrimas corriesen libres- Estoy muerta de miedo, Madre. Yo no soy como usted, no…yo no

- Sush…- la interrumpió Araceli, limpiándole el rostro de lágrimas- es miedo normal cielo. Vas a ser madre y eso si, será lo mas importante que hagas en tu vida. ¿Recuerdas cuando llego la bicha de Victoria y te entrego cantidad y cantidad de dinero? Yo sabía que esa mujer regresaría a darte más, porque todo lo que te propones lo sacas y no solo lo sacas, sino que lo mejoras. No será diferente en esta ocasión y serás una excelente madre.

- Ehm…esto- interrumpió la tierna escena de ambas Minerva llegando hasta ellas- Os recuerdo que soy yo la que esta siendo sobre-hormonada y veros así, me puede hacer llorar- bromeo besando la mejilla de su suegra.

- Ay…déjanos un ratito que para una vez que mi hija se pone tierna.

- Madre

- Jajaja
 
 
 
 
 






4 comentarios:

  1. Tengo sonrisa para rato en mi cara. Emotivo y por otra parte natural el miedo a ser madre.

    Gracias.

    A.

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  2. Q manera de sentir
    Q manera de soñar
    Q manera de vivir
    Q viva mi gemo
    No me preguntes
    Poque tus colores
    Van con mi forma
    De ser
    No tenia otra forma de decirte q me encanta como escribes felicidades. C

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  3. Me ha faltao de poner q manera de escribir. Ohhhh
    Sigue asin eres maravillosa. C

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  4. Gemitoooooooooooooooooooooo te amoooooooooooooooooooooooooooooo com todo respeitoooooooooooooooooooo você é Demaisssssssssssssssssssssssssssssssssss
    brigoninha

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