viernes, 2 de mayo de 2014

Mis cincuenta cláusulas 110



Fernando resultó ser un sexagenario de lo más simpático. Tenia el buen gusto y modales de Julia, pero su forma de hablar era muchísimo más campechana que la de la magnate. Rápido, el caballero quiso almorzar con ellas, disculpándose por no haber podido asistir a su boda. Explicada su ausencia, Minerva pudo encajarlo en el grupo social de Julia. Amigo desde hacía muchos años de la propia Julia y de la venenosa y ausente Victoria Davo. Durante el almuerzo compartido, pudo dar fe de lo mucho que parecía conocer a Julia e incluso a Araceli.



Horas más tarde, después de todo la tarde trabajando en un reportaje y en la soledad de su salón esperando que Julia llegase, recordaba el almuerzo con ese caballero. Debía indagar que había tenido con Araceli, puesto que al enterarse del noviazgo de esta con un astillero, Fernando no supo disimular sus celos. Otro celoso sin remedio. Ella tenia a la mayor del reino. La misma que ante los chistosos ataques de Fernando sobre su diferencia de edad o su propia juventud, aguantó sonriendo y sin ninguna muestra de inseguridad. El resumen de ese almuerzo, es que Fernando, parecía el padre que la magnate no había tenido.


Sin nada mejor que hacer y aburrida, se tumbó en el sofá, dispuesta a escuchar música y así estuvo, hasta que el ruido del ascensor, le alertó de la llegada de Julia a casa.


Fue sentir el ascensor subir, y ser consciente de que a pesar de verla, le había extrañado de veras. Al momento, no había cansancio ni si quiera, rastro del aburrimiento soportado en su ausencia. Minerva dejo el cómodo sofá para recibirla de pie y fue verla, entrar al salón y sonreír sintiéndose plena. Debió gustarle a la magnate la sonrisa con la que era recibida porque rodó los ojos, como solo ella sabía, dejando caer su maletín y bolso, para después corresponder a la sonrisa de Minerva.


Había un algo pícaro en la sonrisa de Julia, un tono en su rostro que invitaba al juego. Ninguna recortó distancias y mirándose, se mantuvieron la sonrisa. Hasta que Julia arrugó los labios mirando un segundo al techo para entonces, retirarse el largo collar que adornaba su cuello y escote. Con él en la mano, lo balanceo, sintiendo cómo Minerva entendía y aceptaba el juego. Entonces lo tiró, esperando que fuese ahora Minerva, quien perdiera prenda.


- Uhm- fingió pensar Minerva teniendo muy claro, que ella optaría por uno de sus oxford. La paciencia no era una virtud de Julia y lento, muy lento jugó con ella, mientras se lo quitaba y lo lanzaba.


- Oh- exclamó Julia tocándole a ella perder, también tenia dos zapatos, con los que rentalizar el juego. Pero llevaba toda la tarde, esperando llegar a casa y encontrar lo que había encontrado. Fácil así impacientarse y recortar tiempo, bajándose la cremallera lateral de su vestido. Con ella bajada, abrió los brazos un tanto creída. A Minerva le tocaba igualar prenda, pero estaba totalmente absorta en la sumamente hermosa imagen de Julia, su diosa del placer, siempre glamourosa, hasta para jugar a las prendas. Normal, que se mordiera los labios con fuerza, la que le daba esa imagen frente a ella y lo mejor, suya- Uhm..uhm- negó Julia ante su gesto. No valía provocarla así y Minerva volvió a aceptar su juego. Si Julia se bajaba la cremallera, ella directamente se quitaba el vestido, haciendo que los ojos de Julia rodarán por su delgado cuerpo en una eléctrica caricia.


- Madre Mía- murmuró queriendo morderse los labios a morir. Solo Julia y sus ojos, podía hacerla sentir tan deseada y para más, ahora sería Julia la que perdería el vestido.


Y lo perdió con suma lentitud. Disfrutando de la ansiedad que Minerva  mostraba por ella. Despacio y cuidándose de proteger su pecho aun cubierto por un sujetador sin tirantes, de la mirada de Minerva. Con el vestido, cayendo al suelo, alzó ambas cejas divertida. Minerva estaba en ropa interior, y debía prenda.


El improvisado y excitante juego, los gestos mitad ardientes, mitad divertidos de Julia y su espectacular figura en ropa interior, tenían a Minerva en el mismo limbo. Ni siquiera su princesa interior la molestaba, dejandole que ella sola disfrutara de la mujer con mayúsculas que es Julia.


Necesitando disfrutar de su cuerpo, piel a piel, se retiró el sujetador, cubriendo su pecho con un brazo, el gesto fue repetido por Julia, quien abrió la boca expectante.


- Jajajaja, no cantes victoria- rió Minerva consciente que Julia esperaba que se quitase las braguitas, única prenda que le quedaba. Pero Minerva jugó sucio, retirándose la goma que sujetaba su cabello en una coleta.


- Oh- volvió a exclamar Julia, viendo la treta utilizada por Minerva. Podía perder dignamente, por eso con su pecho cubierto por su brazo, bajo la otra mano hasta el inicio de sus bragas de encaje negro y jugo con la fina tela, desesperando a Minerva.


Sin bajárselas ambas se miraron ardiendo en deseo y fue Minerva la que rompió el juego corriendo hasta ella- Minerva- pronunció Julia, deshaciendo por ella y espero su llegada para alzarla en brazos.


- Te quiero- le dijo ya en sus brazos Minerva. Por añorar, había añorado hasta el calor, que emitía su piel.


- Obvio- contestó sobrada Julia para que ambas riesen en boca de la otra antes de besarse.


Basto que el silencio llegase mediante ese beso, para que Minerva fuese consciente que Julia, no había provocado el juego de prendas de forma casual. Su forma de besarla, dejaba todo su cuerpo sumisa a Julia. Podía intentar moldear el beso o la ansiedad que Julia mostraba en su forma de tocarla, pero le encantaba esa callada posesión. Dejarse llevar como lo hizo al borde del sofá, sin temer los malabarismos necesarios para no caer, abrir las piernas sentada en ese borde y sentirla introducirse entre ellas, sin que sus bocas se hubiesen separado para nada. Sumergida en su poderoso magnetismo, en su natural seducción y someterse al hambre voraz de su boca, comiéndole el pecho.


- Ahm...Julia- gimió agarrándose a su cabello. Era eso o caer al sofá, privándose de su posesión. Fue gemir, y los dedos de Julia volaron a su boca. Dedos que mojo demostrando ser una perfecta sumisa. Era lo que su doma quería, que los lamiera y mojara, para después bajarlos directos a su también, mojado sexo. Lo iba hacer, no había más caricias propicias, ni besos encendidos, Julia quería enterrarlos en ella, culminar su posesión penetrándola y ella quería que lo viese.


Que viese como toda ella se estremecía al sentirlos llenándola. Por eso tiro de ella, obligandola a respirar boca a boca y por eso movió su pelvis, esperando el empuje de esos dedos- Dios- gimió al sentirlos hundirse en un solo movimiento y la magnate abrió la boca navegando en el placer de tenerla así, suya.


- Me llevas loca, Minerva- confesó antes de retomar su total dominación. Con absoluta seguridad, mordió los labios de Minerva, mientras con su mano libre la tomaba por el culo, asegurando el magnífico vaivén de su pelvis sobre sus dedos.


Jadeando boca a boca y sudando placer, Minerva se fue entre ellos, inundando el salón con un gran gemido discontinuo. Órgasmo disfrutado, en el que la magnate se deleitó como el adicto ante una botella de whisky. Con él disfrutado, Julia la sujeto contra si, sonriendo contra su hombro.


- Ahora ríete, haces conmigo lo que quieres- se quejó Minerva en verdad encantada de esa posesión. La misma, que variaba cómo lo hacía, a una doma risueña como niña que hace una trastada- Que además, llevo todo el día queriendo hablar contigo, de como es eso que vas hablando por ahí de hijos sin haberlo hecho conmigo antes, o de como me escondes tus últimas aficiones o de...- embalada tuvo que ser frenada por un nuevo beso de Julia, única forma de callar sus quejas y de postergar esa charla para más tarde. Pero a pesar, del insistente beso, no consiguió callar a Minerva- ¿De verdad quieres un hijo ya?- pregunto yendo directa y ahora tuvo que ser ella la que frenará a Julia. No a sus palabras, pero si a sus atrevidas  caricias. Con las manos tomadas y con Minerva esquivando sus besos, la magnate tuvo que confesar.


- No quiero hijos, quiero una Minerva en pequeñito- confesó liberando sus manos para volver a tomarla en brazos. Necesitaba más Minerva, después de un largo día. Y Minerva ante tal confesión, todavía encajando lo dicho por Julia, se dejó subir, sin saber si estaba levitando encima de la mejor nube rosa de sus sueños- Una Minerva a la que mimar todo el tiempo... -prosiguió llevándola hasta la habitación, sin que Minerva consiguiera reaccionar-una Minerva totalmente mía, que junto contigo, sea mi propia familia. La mía.


- Julia- pronunció Minerva absolutamente emocionada. Acababa de recibir la mayor declaración de amor de Julia Arango- No eres consciente de lo que acabas de decirme, Julia- le dijo buscando las mejores palabras que decirle para que entendiese lo mucho que le había llegado al alma, pero entonces advirtió la sensual gris mirada de Julia sobre ella- Oh dios...eres insaciable.


 

8 comentarios:

  1. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH GEMITOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOO E E E E NÃO QUERO QUE ACABE NÃOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
    BRIGONINHA

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  2. Punto para Julia.

    Gracias.

    A.

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  3. Julia..incluso enamorada tiene clase..clase innata..creo que incluso pobre la tendria...Una mujer con mayusculas y Minerva..aunque se le nota su juventud..lo salva con su caracter explosivo y se complementan
    perfectamente..pero esa Julia...uffff...una mujer-mujer de esas que creo que en la realidad no existen....no es posible aunar clase y dinero...no...

    Me encanta esta pareja escritora....gracias... Divina-Wilson..

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    1. aiiiiiiiiiiiiiiiiiii Divina-Wilson amo tanto essa pareja que até o que você comentou fico feliz kkkk
      brigoninha

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  4. muero de amor muerooooooooooooooooooooooooooooooooooo
    gracias DE TODO CORAZÓN ARTISSTAZAAAAAAA

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  5. Increible!!!!!, esta historia no debería acabar nunca!!!!
    Gracias y desearte que sigas disfrutando con la escritura como nosotras leyendote.

    Un abrazo escritora

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  6. ...ME QUEDO CON CADA UNA DE LAS PALABRAS DE DIVINA
    Y LO SIGUES SIENDO...UNICA......LO ERES¡¡¡
    GRACIAS....

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  7. .....ahhh..CORRIJO...ME QUEDO CON TODO Y COMO SIEMPRE DE ACUERDO CON DIVINA....SALVO QUE LA CLASE Y EL DINERO NO PUEDAN IR JUNTOS...EN ESO NO..NO ESTOY DE ACUERDO...JEJEJEJE...NO LO LEI BIEN.....DICHO QUEDA¡¡¡

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