miércoles, 16 de abril de 2014

Probabilidades (3)


Fue como Sira lo dijo, fue el calor que sus ojos desprendían y fue la tímida sonrisa que adornaba su boca. Fue en definitiva Sira y su natural transparencia. Tan jodidamente transparente que a Naya le crujieron los adentros, deseando como loca ser el coñito por el que Sira perdiera la cabeza.

Portal abierto y portazo dado. A Naya le sobraron arrojos para adentrarse con ella tirando de su chupa y a Sira se le olvidó la falta de arrojo para perder la cabeza por Naya.

Enredadas lengua a lengua, por pasar pasaron hasta del morbo que siempre envuelve a todo ascensor, siendo lo apremiante para ambas llegar a la planta de Naya y dar el portazo definitivo. El que las encerraría de miradas curiosas y morbos inservibles.

Pero para eso debían dejar de besarse y de luchar contra ropajes que impiden el real contacto piel a piel, para volver a sacar las llaves que abrirían la puerta que se quiere cerrar.

- ¿Que probabilidad existe de que encuentres las llaves antes de que sufra un paro cardíaco?- demasiado rato callada había estado Sira y demasiado alto era en verdad, su ritmo cardíaco.

- Jajaja...- río Naya sujetándole la carita con ambas manos. Las ganas de follársela cómo si el mundo fuese a desaparecer eran equivalentes a las ganas de comérsela en un salvaje ataque de ternura.

- Veras que al final voy a ser muy chica para estas cosas- confesó sufriendo como Naya un ataque, el de ella de sinceridad, pero la sonrisa de Naya era mucha sonrisa para quedarse en el papel de nena chica- O sera- se recompuso al tocar la piel que el suave jersey escondía- Que temo al consejo de mi padre- probado lo caliente que estaba su piel desoyó el consejo nombrado y fue directa al pecho de Naya haciendo que su espalda chocase contra la puerta.

- Si- gimió Naya maldiciendo el jersey elegido por ella misma. Nada práctico, aunque joder, la boca totalmente abierta de Sira degustando su seno a pesar de él, le daba para reducirle maldiciones- Desoyelo, si...pasa de él- pidió tomando el largo y sedoso cabello de Sira, para mantenerla sujeta a su seno y rugió en deseo, queriendo sentir su lengua directamente en su pezón. Perdida en sus caricias y en las ganas que mojaban sus braguitas, se dejó girar por Sira y se sujeto apoyando ambas manos en la puerta olvidando abrirla.

- Ábrela- a voz temblorosa de ardiente deseo, Sira pidió antes de besar su oreja- Abre- insistió siendo ella ahora la que deseaba escuchar un perfecto portazo. Si seguían ahí, con ella entre sus brazos, de cara a la puerta, podría olvidarse de vecinos y extraños, comiéndosela ahí mismo- Quiero el coñito con el que volverme loca.

- Uhm...dios si, y yo quiero dártelo- la petición casi pornográfica de Sira fue el empujón hacia la locura definitivo. No hubo nervios sino ansiedad a borbotones para abrir la puerta con ella castigando su oreja y vientre, entre besos y caricias, y cerrar tras ellas dando un enérgico portazo. Ahora si, cara a cara y encerradas. La locura se daba por iniciada y como locura que es, no dispone de parámetros que la midan y estadísticas que la engloben.

El impacto cuerpo a cuerpo que venía anunciándose desde su atracción en el metro se dio con el ímpetu que dan, dos sexos que laten en ganas y deseo. No hubo avance ni elección del sitio donde comerse las bocas. Fue ahí mismo, en el recibidor del piso, donde ambas se enredaron en el beso más húmedo y profundo compartido entre ambas. Cayeron chupa y abrigo, les siguió camisa y jersey y para cuando llegó el momento de los pitillos de ambas, ya estaban en el suelo adelantado a sus últimas prendas.

La fina y elegante moqueta, las privó del contacto frío con el suelo no desvaneciendo en lo más mínimo el calor de ambos cuerpos quemándose en sofocantes caricias y como único obstáculo para entregarse a la ardiente tarea de tranquilizar sus ansiosos sexos, fueron los pitillos más ajustados de Naya. Encajados a su cuerpo, parecían pegados y los esfuerzos de ambas en conjunto por liberarse de ellos, las hicieron reír por igual.

- No me los vayas a romper, que me encantan- pidió entre risas Naya y ganó un buen bocado de Sira en su vientre, desde donde se quedó mirándola, con la boca a medio abrir y el pelo totalmente despeinado- Joder...te ves guapísima así.

- ¿Que probabilidad hay de que- no pudo seguir con su pregunta. Naya tiró de su cara para besarla y hacerla girar quedando encima. Única forma de deshacerse de sus pitillos- Me callo si- era mucho mejor estar callada y presenciar como si estuviese viendo a Sofía Loren desnudarse para ella. Los codos le sirvieron de apoyo y si antes, su boca al probar la suave y caliente piel de Naya se habían quedado medio abierta, viéndola sacarse los pitillos, se le desencajo prácticamente- ¿Después de la cabeza que se pierde?- se preguntó extrañando horrores el cuerpo de Naya cubriendo el propio. Ansiaba su calor quemando el propio.

- La voluntad- contestó a Sira olvidándose de las braguitas. Ella también necesitaba de su calor y le faltó volar para aterrizar sobre su cuerpo y gemir por igual. Volcanes en erupción incapaces de detenerse. La lava de ambas estaba compuesta por un conjunto de caricias y besos hambrientos imposibles de saciar. Y así, Sira no perdió el tiempo intentado quitarle las bragas, prefirió arrancárselas y que el suave algodón arañase el mojadisimo sexo de Naya.

- Jajaja, eres un poquito Hulk- busco la broma Naya intentado reprimir un brutal gemido. Ahora el contacto entre ambas era cien por cien y aún más abrasador.

- Si y ceno nenas como tú- vuelta a girar para disfrutarla bajo suya por entero y ahí estaba, Naya gemía como una auténtica sirena de mar, enloqueciendola y a la vez sonreía arrebatandole todo- Bien, este es el momento en el que se, que tienes todas las posibilidades de volverme loca.

- ¿Si?- gimió la pregunta enervada por el suave roce de su sexo en la ingle de Sira.

- Si- fue la ronca contestación de Sira. Ahogadas en caricias, la respiración fue agitándose hasta quedar al borde de la asfixia, donde se mantenía como sonambulista que anda por una cuerda cruzando el Cañón del Colorado. Sin la guía segura que poseen las amantes que ya se conocen, ambas se provocaron torrentes de placer y a la vez, hundieron sus dedos en la otra, sin ahogar el gemido que gutural salía de sus mismas entrañas- Uhm...joder- se rindió Sira al sabio consejo de su padre.

Hay sexos donde dejarías tus dedos enterrados por siempre. Sexos por los que pierdes la cabeza y voluntad. Sexos a los que te declaras devota de por vida. Sexos, por los que harías cualquier cosa, hasta la más impensable para ti y sexos, que hacen dibujar una cabeza sonriente en un folio y dejarlo colgado en la nevera de su dueña, para que cuando despierte sepa, que tu cabeza  se quedó ella.
 
 
 
 

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