Mientras
conducía camino a las oficinas de Julia, Minerva no pudo evitar
recordar la conversación mantenida con ella, estando aun ingresada
en Nueva Zelanda. El increíble cariño que había nacido entre el
pequeño y la magnate, la emocionaba y fue por él y por ese cariño,
que ella misma provoco la conversación.
Ahora,
conduciendo hacia ella, y con la información que le había dado
Fatima, sobre el "hobby" de Julia, le hacia regañarse.
Quizás aquel día había sido demasiado tajante, anteponiendo su
trabajo como fotógrafa a la nueva ilusión de Julia. Pero es que en
verdad, ¿se veía ya como madre? Minerva tenía sus dudas y la
velocidad a la que que estaba yendo todo, no es que la dejara pensar
con mucha claridad.
Lo
que tenía clarisimo, es que Julia y sus intentos continuos por
mimarla al extremo, había aceptado su- Aún tenemos mucho que vivir
juntas y solas, hay tiempo para todo, cariño- sin mas posibilidades
que esperar y en esa espera, buscar información sobre la maternidad.
-
Joder- protesto palmeando el volante. Normal que Julia no le hubiese
contado nada, temía un nuevo "Esperate" por su parte. El
nuevo descubrimiento le hizo arrugar los labios apenada, primero se
pone celosa como una perra por una amiga como Fatima, y después,
descubre que su mujer le tiene que ocultar sus ganas de ser madre- De
ser madre conmigo, si es que...- continuo regañándose mientras
llegada al edificio, aparcaba en su propio aparcamiento.
De
pronto, no tenia ningunas ganas de tropezar con alguien conocido o de
hacerse la señora "de" super simpática, lo que quería
era llegar al despacho de Julia y darle el mayor de los besos. Y así
lo hizo, caminó todo lo rápido que pudo, apenas saludo a los
empleados y visitas con las que se cruzo y con una gran sonrisa
indico a Izascu, secretaria personal de Julia, que se colaba en su
despacho sin necesidad de avisarla.
Con
prisas abrió la puerta y con la mano en el pomo se quedo, totalmente
parada por la imagen con la que topo. La de su padre entre las
piernas de una Julia, insultantemente bella. Tuvo que cerrar y abrir
varias veces los ojos, verificando que no era un mal sueño y guardo
como pudo a la perra celosa de su princesa interior. Eso, no podía
ser lo que parecía.
-
No es lo que parece- le dijo Julia, esquivando el cuerpo de su
suegro, con una gran sonrisa, encantada de verla en su puerta.
Guillermo apenas se movió empeñado en colocarle una lentilla de
color azul a la magnate y a Minerva, no le quedo mas que entrar en el
despacho aun con la boca a medio abrir y cerrar la puerta tras ella-
Buenos días- continuo saludando Julia, esperando que de la deseada
boca de Minerva, dejara de mostrar sorpresa y sonriese, indicándole
que la tormenta había pasado y podía llegar una placentera calma.
-
Eh- pero a Minerva le costaba reaccionar, menos si su padre
continuaba entre las largas piernas de Julia como si nada- Papa-
acabó llamándole la atención y este se alejo de Julia lo justo,
para enseñarle a si hija, su gran idea.
-
Mira esto- le dijo a Minerva tomando la barbilla de la magnate. La
misma que rodaba los ojos, haciéndole ver a Minerva, que su padre se
estaba pasando de insistente- Pensé, a Julia su empleados la
reconocerán al momento, es alta y...es alta- resumió, cuidadoso de
animar al ego de la magnate.
-
Y guapa- lo corrigió al momento Julia, sin necesidad de que nadie le
mantenga alto el ego. En su particular pique, ambos omitieron a
Minerva, hasta que ésta se harto.
-
Estoy aquí, ¿eh? Y va para los dos- les advirtió sin acritud, mas
bien estaba encantada, que esos dos se llevasen como el perro y el
gato, tenia mucho de positivo, y es que, se llevaban. Fue llamarles
la atención, y la obtuvo. Julia le ofreció sus labios y Guillermo
su mejilla. Era para comérselos a ambos- Primero tu- advirtió
besando la mejilla de su padre, aun entre las piernas de Julia y
después a esta, a pesar de las murmuraciones de su padre, por lo
pelín largo que a él se le hizo el beso de ambas- Jajaja, todo esto
es muy extraño, pero estáis guapísimos- los piropeo apoyándose en
el escritorio. De cara a Julia, enseguida tomo cuentas, de que su ojo
derecho, el que ahora lucía azul, se enrojecía por momentos- Julia-
trato de mirarselo bien, inclinándose hacia ella, pero su padre lo
evitaba empeñado en colocarle la segunda- Papa- lo volvió a regañar
y Julia le sonrió complacida. La perra celosa de su princesa
interior, rápido asomo la cabecita, esa sonrisa de Julia, llevaba
algo mas que complacencia- Por dios- murmuro sin darse cuenta,
queriendo encerrarla, no era el momento de excitarse pero Julia y su
forma de mirarla veladamente, envalentonaban a su princesa interior,
la misma, que parpadeaba sensual a su doma- Un momento- alzó la voz,
bajando la cabeza de su princesa interior, a la vez, que apartaba a
su padre- Te esta haciendo reacción- dijo regañando a ambos y
Guillermo abrió los ojos sorprendido para después examinar junto a
su hija, el ojo rojo rojisimo de su nuera- Joder, quitasela.
-
Solo queríamos darle otra imagen, mañana sera una simple broker- se
defendió Guillermo y en otras Julia le hubiese corregido afirmando
que era idea suya, no de ambos. Pero la magnate llevaba demasiadas
horas privada de Minerva, y así, solo tenía ojos, uno de ellos
enrojecido, para ésta.
Con
Julia mirándola así, su princesa interior queriendo ser su sumisa y
su padre, en plan nene pequeño con muñeca nueva, iba siendo hora de
terminar con la pequeña reunión familiar. Decidida, mando a Julia a
su baño a retirarse la lentilla y fue despidiendo como pudo a su
padre. Aunque para ello, le costo aceptar un aperitivo con él y
Nicolás, en cuanto acabase en el despacho de Julia.
-
Tu adelantate- lo empujaba prácticamente, sacándolo del despacho- y
en cuanto salga de aquí, te aviso.
-
Para cinco minutos, te espero- se anclaba su padre al suelo- Si no
tengo nada mejor que hacer- se excusaba Guillermo, al tiempo que la
magnate salia de su baño, aun corrigiéndose el rimen.
Su
refinado gesto, volvió loca a la princesa de Minerva, vestida como
iba y con esos gestos, Julia jamas podría pasar desapercibida y su
princesa interior rugía de puro placer, queriendo volar hacia ella.
Julia, apreció en Minerva cierto embobamiento que le hizo sonreirle
en un lenguaje callado entre ambas. Pero no estaban solas y Guillermo
fue muy consciente de las miraditas entre ambas.
-
He venido en mi coche, Papa...- corrió a decir Minerva, con su
princesa interior, gobernando sus instintos y deseos- No tiene caso,
adelantate y nos vemos en el Club.
-
¿En diez minutos?- quiso precisar Guillermo sin dejar de espiarlas y
Julia le indico la salida, declarándose ganadora- Pss- chasco
chulito introduciendo ambas manos en sus bolsillos, dispuesto a
caminar muy lento hacia la salida.
Al
final lo hizo, dejando solas a la pareja en el despacho. Julia
sintiendo como cerraba la puerta, regreso a su butaca, y cruzándose
de piernas, espero que Minerva fuese a por ella. Mandaba la princesa
interior, y esa no tardo nada en llegar hasta ella, abrirle las
piernas y colarse entre ellas suspirando.
-
Por fin- susurro tomando con ambas manos el cuello de Julia y ésta
tardo lo mismo en incorporarse y acorralarla contra el escritorio y
su cuerpo. Minerva había llegado al despacho queriendo besarla,
devolviéndole en ese beso, lo pasado desde la noche anterior, pero
era ella, quien recibía un beso húmedo y profundo. Era ella, quien
ahora sentía las delicadas manos de Julia, casi cerrándole el
cuello, mientras su boca sufría la añoranza de la magnate-
Uhm...si, yo también te extrañe- murmuro contra su boca, pero el
silencio Arango, le aventuraba la concentración plena de Julia en
ella. En ella y su cuerpo, en ella y su seno derecho, sin que Julia
la dejase respirar, mas que para gemir, y que solo dejase su boca,
para bajar hasta su seno, misteriosamente descubierto y llenarla con
él- Madre mía- gimió plenamente consciente del alto poder de Julia
en su deseo, el mismo que fue interrumpido por el regreso de
Guillermo.
-
Joder- exclamo Julia cabreada con quien fuese que entraba sin llamar
y tuvo tiempo, hasta de encerrar a su fruto preferido entre sus
brazos, protegiéndola de toda mirada ajena.
-
Papa- regaño Minerva peleando por salir de los brazos de Julia. Era
su padre quien estaba tras ellas, con la boca abierta y los ojos
apunto de incendiarse. Y era ella, su hija, la que se estaba comiendo
la boca con Julia, demasiado ansiosa y con un seno al descubierto.
Guillermo no llego a ver el seno pero le bastaba con el beso
interrumpido, para regañarla llamándola al orden.
-
Minerva- la nombró abriendo los brazos, sin poder creerlo y
esperando una rápida separación, que tardo lo que Julia necesito
para bajarse de la nube de pasión y volver a cubrir el seno de
Minerva.
-
Guillermo- murmuro Julia dando por bien vestida a Minerva, cargada de
una inquina fugaz hacia su suegro. Sin imaginar, que por la puerta,
aparecería alguien mas.
-
Julia- a los tres se agrego un caballero desconocido para Minerva,
que sonreía ajeno a todo- Que gusto verte- se adentro el caballero
con confianza y Guillermo recupero la sonrisa. Julia se veía
claramente molesta. Ganaba él.
-
Fernando- contesto tratando que su voz saliese con normalidad, al
tanto que Minerva continuaba controlando su agitada respiración,
mirando a unos y a la suya.
-
¿Y esta jovencita tan hermosa quien es?- interrogo el caballero
ofreciendo educado su mano a Minerva, quien la recibía riendo por
dentro ante la situación.
-
Mi esposa
-
Mi hija
Contestaron
al unísono ambos, pavoneándose gallardos ante pequeñas risas de
Minerva, que congratulaba terminaba por saludar al caballero de
nombre Fernando. Caballero que continuaba mirándola y que después,
miraba a Julia muy sonriente.
-
Siempre supiste rodearte de belleza, vieja zorra- halago el caballero
sorprendiendo a Minerva por los modos y rápido acudió a abrazarse
con Julia.
-
La vida y su empeño en querer tratarme bien.
MAS GEMITOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO POR FAVOR NÃOSEJA RUIM PRA SUA FIEL SEGUIDORA
ResponderEliminarBRIGONINHA