miércoles, 19 de marzo de 2014

Mi cincuenta cláusulas 94


Su nombre en un suspiro. Para Julia dejó de tener importancia todo lo que ocurriera en ese jardín, salvo Minerva. Vestida con un Vera Wang haute couture llevaba un corpiño cubierto en encaje chantilly marfil de talle bajo, con tirantes espaguetis y escote corazón. Falda muy vaporosa, multicapa en organza de seda rasgada y garza París con efecto de plumas. Y marcando la cintura un lazo de seda con broche de brillantes vintage, heredada de su abuela, con un zafiro azul en el centro, junto con unos zapatos Manolo Blahnik forrados en el mismo encaje chantilly del cuerpo del vestido, con un pequeño lazo en la parte posterior.

La misma Minerva que robó su atención en el lujoso Hotel de Las Bahamas, la mujer dulcemente aniñada que jugaba a voley y que después caminó tras ella por la playa con su natural desparpajo. Hoy no jugaba a la provocación como aquella vez lo hiciera. Hoy la esperaba sin creer que Minerva, aquella chica, caminara hacia ella para unirse por siempre.

La misma que emprendió su recorrido por el túnel que formaban las entrelazadas ramas de los arboles de cerezo, que fueron trasplantados especialmente para la ocasión, con sus flores formando una alfombra blanca y con peonias rosas y múscardi azul haciendo pasillo.

Minerva fue la única, consciente de la paralización de la magnate. Fue un golpe directo a sus entrañas, verla totalmente parada y con la vista sobre ella. En la forma con que sus grises ojos la miraban había más que un aplauso por el acierto de su vestido, estaba la emoción contenida en ellos.

Julia agarraba la flor entre sus manos, como si la delicada y exclusiva flor, pudiera sostener su emoción y Minerva no pudo más, que sonreirle queriendo ser el refuerzo de su apoyo. Así, con los grises ojos de Julia anclados a ella, entre los murmureos de los invitados, camino Minerva por la azul alfombra que la llevaba a Julia. Un corto recorrido que a la magnate se le hizo eterno. Necesitaba tomar la mano de Minerva, apretarla con fuerza, encontrando en ella el pellizco que te confirma la realidad, más allá de sueños. Cuando ya la tenía al alcance, cuando apenas unos pasos las separaban un pequeño niño se escapó de los brazos de su padre, interceptando a Minerva.

- Uh..uh...- balbuceo el renacuajo alzando sus bracitos hacia Min, quien reía por la inesperada interrupción como lo hacía el resto de los invitados.

- Jajaja, hola guapo- interceptada por el pequeño galán y ante el buen ánimo de todos, Min acarició la rubia cabecita del nene que continuaba su "Uh..Uh" incomprensible.

- Foto, hazles fotos...están guapísimos. Min te quiero.

Escuchó Julia a Fátima, pidiendo al fotógrafo que inmortalizara la imagen de Minerva y el niño. Trastocada por la dulce imagen de ambos, a la magnate se le vino a la mente, la fotografía guardada por ella misma con sumo esmero. La de una Minerva de niña, que sonreía a su Padre subida en un tobogán. Minerva mostraba en esos instantes la misma sonrisa que en esa fotografía, emocionándola por entero.

- Es completamente normal que te emociones, así que deja de marcar mandíbulas y simplemente disfrutalo- le susurró John sacándola de su embobamiento y era cierto. Estaba apretando dientes como apretaba la flor entre sus manos. Quiso contestarle a John, incluso quiso poder moverse, pero la voz no le salía del cuerpo y Min, volvía a caminar hacia ella paralizando sus movimientos. El único que se mantenía vivo, era su corazón. Le latía a galope salvaje cuando Minerva, por fin llegaba hasta ella.

Cualquier revista o magazzine hubiese pagado cantidades insultantes de dinero por esa portada e imagen. La de ambas mirándose como si el tiempo les hubiera complacido deteniéndose en ese preciso instante. Los murmullos de los invitados ganaron decibelios cuando ambas entrelazaron sus manos y las parejas custodias de las novias, estuvieron a punto del aplauso, olvidándose de guardar formas y protocolos. Juntas eran la postal perfecta de una boda de ensueño. Pero Julia continuaba marcando mandíbulas sin reacción.

- Cariño- le dijo Minerva acariciando su mejilla, provocando el babeo pasteloso de los invitados. Babeo que se convirtió en vítores cuando en silencio, la magnate reaccionó besándola volcando en ese beso toda la emoción contenida en una flor. Se unieron así sus labios y la magnate tomó el cuello de Minerva con su natural elegancia.

- Por favor- se quejó Guillermo abriendo los brazos. Era su hija a la que besaba sin ningún miramiento. No contando, con lo mucho que el beso estaba gustando al resto de invitados, incluida su mujer.

- Calla, siempre quejándote- le regaño su mujer empezando a necesitar un pañuelo. Inevitable no emocionarse, al ver a su hija concluir el beso con una carcajada.

- Jajaja, sabía que no esperarías al final- encantada corrigió con sus dedos el carmín de los labios de Julia y juró, que daría lo que fuese, por inmortalizar como la miraba Julia en ese instante.

- Ejem...hermanita- su hermano Nicolás fue quien tuvo que carraspear ante la mirada del diplomático, quien esperaba que las tortolitas sé separasen para iniciar el enlace matrimonial. Pero Julia continuó sin muestras aparentes de querer romper su momento íntimo en público, con Minerva.

- Estas increíblemente hermosa- dijo ajena a todo, ganándose la sonrisa más que enamorada de Min.

- Bueno...tendré que vestirme más veces así, si el premio es que me mires como lo estás haciendo- contestó Minerva consciente de las murmuraciones. La ceremonia debía empezar por mucho que le costase separarse de esos grises ojos y la forma en que la miraban.

- Tengo un mundo por ofrecerle, ¿lo acepta señorita Minerva?- pasando de todo y todos, la magnate improvisó su propio enlace besando la mano de Minerva. A las murmuraciones sé les unió algún silbido y alguna que otra queja de Guillermo, su suegro.

- Es que se gusta...y como se gusta, se regodea- fue una de sus quejas.

- Jajaja...que te calles, celoso- a las que su mujer, siempre respondía.

- Si- contestó Minerva disfrutando como en sus mejores sueños lo había hecho- Quiero un mundo con usted, señora Arango.

El nuevo beso entre ambas arrancó aplausos iniciados por las cuatro parejas cercanas a la pareja protagonista.

Marga estuvo a punto de saltar sobre Hugo queriendo un enlace como ese, Fátima miro a su marido como la misma Julia lo hacía con Minerva, Manu no miraba a John ni le sonreía, el pequeño niño había llegado a las faldas de su vestido y él acaparaba toda su atención y la cuarta pareja, el joven Nicolás y una de sus primas, se miraban sonrojados sin más.

- Señora Arango- intervino el sonriente diplomático tratando de poner orden- Cuando guste comenzamos.

- Bueno por favor- volvió a protestar Guillermo- ¿Le pide permiso para casarla?- apenas pudo terminar de realizar su pregunta. Esta vez Adela prefería callarlo con un beso, que terminó con todo protocolo posible.

Costó su tiempo retener las felices risas de Minerva y los vítores de los invitados. Pero al final se consiguió, y el diplomático pudo comenzar con la ceremonia, que unía en matrimonio a la señora Arango con su joven fotógrafa. Matrimonio que provocaba el llanto emocionado de la madre de Julia, quien no espero que la pareja concluyeran su primer beso como casadas, para llegar hasta ellas llorando a moco tendido.

- Que te he casado y bien casada, no puedo con la emoción, no puedo. Necesito una copa o dos.

Con las parejas de amigos escoltándolas de lado y lado y el mar cantábrico de fondo, Minerva y Julia se habían dado el sí.
 
 
 

7 comentarios:

  1. Genial, ahora por los niños. Me encantaría ver a Julia como madre.

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  2. eu tb ver elas com familia completa sem contar amo araceli seria uam vo e tanto kkkk lindo como sempre gemo obrigada, ai o duro e ter que espear 2 dias isso me mata
    brigoninha

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  3. No importan cuántos años pasen. Siempre serás la chica de mis sueños. ¡¡¡ MUCHAS FELICIDADES EN EL DIA DE TU SANTO¡¡¡
    un besito muy grande guaaaaapaaaaa¡¡¡¡ jejejeje
    Besicos desde R.

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  4. massssssssssssssssss gemito por favorrrrrrrrrrrrrrrrr
    brigoninha

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  5. Oye, te han felicitado, te llamas Pepita o eres padre???

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    Respuestas
    1. Pepe y padre, me falta sólo la carpintería juas...

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