Su
nombre en un suspiro. Para Julia dejó de tener importancia todo lo
que ocurriera en ese jardín, salvo Minerva. Vestida con un Vera Wang
haute couture llevaba un corpiño cubierto en encaje chantilly marfil
de talle bajo, con tirantes espaguetis y escote corazón. Falda muy
vaporosa, multicapa en organza de seda rasgada y garza París con
efecto de plumas. Y marcando la cintura un lazo de seda con broche de
brillantes vintage, heredada de su abuela, con un zafiro azul en el
centro, junto con unos zapatos Manolo Blahnik forrados en el mismo
encaje chantilly del cuerpo del vestido, con un pequeño lazo en la
parte posterior.
La
misma Minerva que robó su atención en el lujoso Hotel de Las
Bahamas, la mujer dulcemente aniñada que jugaba a voley y que
después caminó tras ella por la playa con su natural desparpajo.
Hoy no jugaba a la provocación como aquella vez lo hiciera. Hoy la
esperaba sin creer que Minerva, aquella chica, caminara hacia ella
para unirse por siempre.
La
misma que emprendió su recorrido por el túnel que formaban las
entrelazadas ramas de los arboles de cerezo, que fueron trasplantados
especialmente para la ocasión, con sus flores formando una alfombra
blanca y con peonias rosas y múscardi azul haciendo pasillo.
Minerva
fue la única, consciente de la paralización de la magnate. Fue un
golpe directo a sus entrañas, verla totalmente parada y con la vista
sobre ella. En la forma con que sus grises ojos la miraban había más
que un aplauso por el acierto de su vestido, estaba la emoción
contenida en ellos.
Julia
agarraba la flor entre sus manos, como si la delicada y exclusiva
flor, pudiera sostener su emoción y Minerva no pudo más, que
sonreirle queriendo ser el refuerzo de su apoyo. Así, con los grises
ojos de Julia anclados a ella, entre los murmureos de los invitados,
camino Minerva por la azul alfombra que la llevaba a Julia. Un corto
recorrido que a la magnate se le hizo eterno. Necesitaba tomar la
mano de Minerva, apretarla con fuerza, encontrando en ella el
pellizco que te confirma la realidad, más allá de sueños. Cuando
ya la tenía al alcance, cuando apenas unos pasos las separaban un
pequeño niño se escapó de los brazos de su padre, interceptando a
Minerva.
-
Uh..uh...- balbuceo el renacuajo alzando sus bracitos hacia Min,
quien reía por la inesperada interrupción como lo hacía el resto
de los invitados.
-
Jajaja, hola guapo- interceptada por el pequeño galán y ante el
buen ánimo de todos, Min acarició la rubia cabecita del nene que
continuaba su "Uh..Uh" incomprensible.
-
Foto, hazles fotos...están guapísimos. Min te quiero.
Escuchó
Julia a Fátima, pidiendo al fotógrafo que inmortalizara la imagen
de Minerva y el niño. Trastocada por la dulce imagen de ambos, a la
magnate se le vino a la mente, la fotografía guardada por ella misma
con sumo esmero. La de una Minerva de niña, que sonreía a su Padre
subida en un tobogán. Minerva mostraba en esos instantes la misma
sonrisa que en esa fotografía, emocionándola por entero.
-
Es completamente normal que te emociones, así que deja de marcar
mandíbulas y simplemente disfrutalo- le susurró John sacándola de
su embobamiento y era cierto. Estaba apretando dientes como apretaba
la flor entre sus manos. Quiso contestarle a John, incluso quiso
poder moverse, pero la voz no le salía del cuerpo y Min, volvía a
caminar hacia ella paralizando sus movimientos. El único que se
mantenía vivo, era su corazón. Le latía a galope salvaje cuando
Minerva, por fin llegaba hasta ella.
Cualquier
revista o magazzine hubiese pagado cantidades insultantes de dinero
por esa portada e imagen. La de ambas mirándose como si el tiempo
les hubiera complacido deteniéndose en ese preciso instante. Los
murmullos de los invitados ganaron decibelios cuando ambas
entrelazaron sus manos y las parejas custodias de las novias,
estuvieron a punto del aplauso, olvidándose de guardar formas y
protocolos. Juntas eran la postal perfecta de una boda de ensueño.
Pero Julia continuaba marcando mandíbulas sin reacción.
-
Cariño- le dijo Minerva acariciando su mejilla, provocando el babeo
pasteloso de los invitados. Babeo que se convirtió en vítores
cuando en silencio, la magnate reaccionó besándola volcando en ese
beso toda la emoción contenida en una flor. Se unieron así sus
labios y la magnate tomó el cuello de Minerva con su natural
elegancia.
-
Por favor- se quejó Guillermo abriendo los brazos. Era su hija a la
que besaba sin ningún miramiento. No contando, con lo mucho que el
beso estaba gustando al resto de invitados, incluida su mujer.
-
Calla, siempre quejándote- le regaño su mujer empezando a necesitar
un pañuelo. Inevitable no emocionarse, al ver a su hija concluir el
beso con una carcajada.
-
Jajaja, sabía que no esperarías al final- encantada corrigió con
sus dedos el carmín de los labios de Julia y juró, que daría lo
que fuese, por inmortalizar como la miraba Julia en ese instante.
-
Ejem...hermanita- su hermano Nicolás fue quien tuvo que carraspear
ante la mirada del diplomático, quien esperaba que las tortolitas sé
separasen para iniciar el enlace matrimonial. Pero Julia continuó
sin muestras aparentes de querer romper su momento íntimo en
público, con Minerva.
-
Estas increíblemente hermosa- dijo ajena a todo, ganándose la
sonrisa más que enamorada de Min.
-
Bueno...tendré que vestirme más veces así, si el premio es que me
mires como lo estás haciendo- contestó Minerva consciente de las
murmuraciones. La ceremonia debía empezar por mucho que le costase
separarse de esos grises ojos y la forma en que la miraban.
-
Tengo un mundo por ofrecerle, ¿lo acepta señorita Minerva?- pasando
de todo y todos, la magnate improvisó su propio enlace besando la
mano de Minerva. A las murmuraciones sé les unió algún silbido y
alguna que otra queja de Guillermo, su suegro.
-
Es que se gusta...y como se gusta, se regodea- fue una de sus quejas.
-
Jajaja...que te calles, celoso- a las que su mujer, siempre
respondía.
-
Si- contestó Minerva disfrutando como en sus mejores sueños lo
había hecho- Quiero un mundo con usted, señora Arango.
El
nuevo beso entre ambas arrancó aplausos iniciados por las cuatro
parejas cercanas a la pareja protagonista.
Marga
estuvo a punto de saltar sobre Hugo queriendo un enlace como ese,
Fátima miro a su marido como la misma Julia lo hacía con Minerva,
Manu no miraba a John ni le sonreía, el pequeño niño había
llegado a las faldas de su vestido y él acaparaba toda su atención
y la cuarta pareja, el joven Nicolás y una de sus primas, se miraban
sonrojados sin más.
-
Señora Arango- intervino el sonriente diplomático tratando de poner
orden- Cuando guste comenzamos.
-
Bueno por favor- volvió a protestar Guillermo- ¿Le pide permiso
para casarla?- apenas pudo terminar de realizar su pregunta. Esta vez
Adela prefería callarlo con un beso, que terminó con todo protocolo
posible.
Costó
su tiempo retener las felices risas de Minerva y los vítores de los
invitados. Pero al final se consiguió, y el diplomático pudo
comenzar con la ceremonia, que unía en matrimonio a la señora
Arango con su joven fotógrafa. Matrimonio que provocaba el llanto
emocionado de la madre de Julia, quien no espero que la pareja
concluyeran su primer beso como casadas, para llegar hasta ellas
llorando a moco tendido.
-
Que te he casado y bien casada, no puedo con la emoción, no puedo.
Necesito una copa o dos.
Con
las parejas de amigos escoltándolas de lado y lado y el mar
cantábrico de fondo, Minerva y Julia se habían dado el sí.
Genial, ahora por los niños. Me encantaría ver a Julia como madre.
ResponderEliminareu tb ver elas com familia completa sem contar amo araceli seria uam vo e tanto kkkk lindo como sempre gemo obrigada, ai o duro e ter que espear 2 dias isso me mata
ResponderEliminarbrigoninha
No importan cuántos años pasen. Siempre serás la chica de mis sueños. ¡¡¡ MUCHAS FELICIDADES EN EL DIA DE TU SANTO¡¡¡
ResponderEliminarun besito muy grande guaaaaapaaaaa¡¡¡¡ jejejeje
Besicos desde R.
massssssssssssssssss gemito por favorrrrrrrrrrrrrrrrr
ResponderEliminarbrigoninha
Oye, te han felicitado, te llamas Pepita o eres padre???
ResponderEliminarPepe y padre, me falta sólo la carpintería juas...
Eliminar.....GRACIAS.......ESCRITORA
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