La
cosa es criticar y darle trabajo a la sin hueso. Que era un hombre de
sesenta años con su hija de casi cuarenta en brazos, pues si, pero
también eran un padre y una hija, que llevaban un mes y medio sin
verse, normal que se besuquearan sin control ninguno, ya fuese en una
Iglesia o en lo alto un monte.
Pero
no, no lo vio así el Arzobispo, ni los sacerdotes que lo
acompañaban, ni las malas lenguas ni Cristo que lo parió. Fue Doña
Encarna la que animada por el murmureo del santo lugar tuvo que ir a
por ellos y llevárselos al banco, donde Macarena y sus padres los
esperaban.
La
sargento se dejaba llevar por su madre, más allá de la felicidad.
Había conseguido llegar a tiempo, se había comido a besos a su
padre y para rematar la faena, ahora tenía a tiro a su mujer.
-
Jem jem jem- se recreaba mirándola aún de pie y al ladito de su
padre, que la miraba por igual.
-
Guapa- se adelantaba su padre piropeando a Macarena.
-
Jajaja Pepe va, sentaros- congratulada la jueza agradecía el piropo,
pero miraba inquieta a todos lados. Si ese par seguía de pie, sus
hijos no aguantarían mucho más sentados.
-
Esta para bocadillos muy chicos- seguía a su padre la sargento
piropeando y un hilillo de baba amenazaba con precipitarse de su
boca.
-
Niña deja de mirarme con esos dos faroles que ya me has...auch-
interrumpía su currado pero no menos clásico piropo al ser sentado
en el banco por su mujer. Y su auch, le seguía otro, el de su hija.
-
Auch- daba con su culete en la fría madera pero ni por esas dejaba
de mirar a su barbie comunión.
-
Esther- la regañaba y obraba rápido. Un beso para contentarla y
porque no, para dar más de que hablar en la Iglesia.
Una
vez conseguido, sentarlos en el banco de madera, todo parecía
desarrollarse con normalidad. Pero padre e hija estaban al ladito y
de normal, comenzaron a conversar.
-
Canija- le acariciaba el flequillo a su hija- pero...¿estas
sudando?- reparaba en ello y al momento comenzaba a inspeccionarla.
-
Es nailla, pasa que tengo una pierna pa,na. No me sirve, y he tenido
que correr, saltar y demás cosillas y ahora me duele la jodiilla,
pero naah...una torilla que estoy hecha- le explicaba a su padre a
voz baja y la jueza sentada a su lado, sumaba pierna, sudor, correr y
un Esther de muy mala hostia se le escapaba callando a toda la
Iglesia.
-
Perdón- se disculpaba sin dejar de jurar en arameo y ahí estaba,
echaba mano de su bolso "Mama" y sacaba un batido de cola
cao.
Ahora
la Iglesia no callo, todo siguió en aparente calma. Pero era la
calma que avecina tormenta. La sargento vio el Cola Cao y comenzó a
babear, pero un clik en su cabeza le recordaba que su mujer sacaba el
cola cao, previamente a darle pastillas varias.
-
Cariño quedan muchas horas, es sólo un relajante- trataba de
calmarla la jueza pero la sargento ya estaba a brazos cruzados y
sellando boca. Suerte de tener a su padre al lado, intervino entre
ambas.
-
A ver...le sacas esa pedazo pastilla pues normal que se asuste. Dame
que se la parta...Ya está canija, tu padre te la parte y veras que
bien te la tomas- como se notaba era su padre, como la conocía el
gachi, y como flipaban los bancos de detrás y de delante con ellos.
-
No me vayas a dejar puntas- exigía la sargento observando con que
primor su padre le partía la pedazo pastilla- Eso es...que no me
arañe la garganta.
Hasta
aquí todo normal, la jueza acostumbrada a ellos y sus cosas, sólo
sonreía pero ay dios, los GarWi desde arriba del altar veían a su
Mami y su Cola Cao, el efecto dominó-canijos podría desatarse en
cualquier momento.
-
Esther que están en el altar, esconde el cola cao- apremiaba la
jueza que ella también conocía de sobra a sus canijos.
-
Ahora voy y les doy una miilla- contestaba la sargento pidiendo
calma. Si ella bebía cola cao, sus canijos también.
-
Sush...ya esta bien, Esther- la que ahora ponía orden era Encarna,
antes estaba ocupada revisando la vestimenta de los Wilson como toda
consuegra- Estamos en la Iglesia, haced el favor los dos.
-
Jum...enga- contestaba a su madre y seguía en cuchicheos a su padre-
Ahora le doy unos batidos al fotógrafo y él se los acerca. ¿Tu
quieres algo?
-
Jem, jem...un chatin de vino me echaba yo ahora mismo, canija.
-
A ver si tiene- tomaba el gran bolso de su mujer, que lo mismo de
entre todo lo que llevaba había vino- sino, ahora voy al Cura que me
conoce, y nos saca unos chatines de lo mejor que tengan aquí.
-
Pero, ¿así en seco? ¿Ni una tapilla ni na canija? Mira a ver si
tiene queso del bueno.
-
Queso se ve que no le queda- seguía escarbando en el pedazo bolso-
Galletas- sacaba un paquetillo de galletas del Príncipe ni más
contenta.
-
Dios mío de mi vida- requisaba Macarena su bolso y las galletas, los
otros tres batidos ya iban camino de los GarWi sin que ella pudiera
hacer nada para impedírselo más que hundirse en el banco,
intentando camuflarse.
-
Acuérdate de comprar queso- le susurraba Esther, que si, sabemos que
muchos golpes se ha dado y así ha quedado la pobre- No te queda ya
en el bolso- lo ilógico de lo que estaba diciendo, atravesó su
cerebro y estuvo apunto incluso de pararse a pensarlo pero para
entonces, sus GarWi destapaban sus cola caos, mirándola sonrientes-
Jem jem, así es mi familia...cachis en la mar...- emocionada desde
los más profundo se agarraba su patata caliente, es decir, su corazoncillo-
Con que poquillo somos felices, Papa.
-
Canija- babeaba su padre y ahí que iba a por ella, pero Encarna se
situaba en medio de los dos, intentando poner separación entre
ambos.
Y
si, conseguía la separación en el momento en que Paula, tetra-briks
en mano, se levantaba de su asiento para depositar los tetra-briks en
la papelera y el Arzobispo alucinaba en pepinillos por la
interrupción. Viéndolo callado, Paula sonrió inocente, miro a la
congregación de personas allí reunidas, y regreso a su asiento.
Pasa que en su trayecto había un micrófono y dado el silencio de
todos, aprovechó para dirigirse a ellos.
-
Es un simple gesto, que nos beneficia a todos- dijo refiriéndose al
reciclaje que acababa de hacer- Gracias por su atención- concluyó
educada ante el estupor del Arzobispo, el orgullo de la sargento, y
el camuflaje de la jueza.
-
Esa es mi hermana- dijo Patricia mordiéndose los labios a todo lo
que daba- Hermana te quiero- exclamó contagiando a su hermano.
-
Yo también, hermana- se le unió Pedro, provocando el enfado del
ilustrisimo Arzobispo y la consiguiente muestra afectiva de Patricia.
-
Yo a también a ti, hermano.
-
Sush...estamos en la casa del señor- les dijo con esa vocecilla que
sólo los miembros del sacerdocio poseen y ahora la que se molestó
fue la sargento.
-
Ya estamos, eah. Los GarWi son nerviosos, a los GarWi hay que
regañar. Pues eso no es así, señor Arzobispo...Auch- recibía un
pisotón de su mujer que le hacía callar y el Arzobispo empezaba a
ponerse del color de su sotana.
-
Amémonos, así lo quiso Dios- salto una prima lejana un poco ida de
la cabeza, dicen las malas lenguas, que fumada de más o de menos,
pero bastante perjudicada quedó.
-
Amémonos, hermanos- la continuó Patricia que ella es muy de
continuar todo aquello que contenga juerga y jarana. Aquello de
repente se convirtió en una Iglesia de las múltiples de Harlem ante
las risas del personal que había medio cuerdo, porque si, también
los había cuerdos, como la propia Jueza, quien se levanto de su
asiento como lo hace ante un detenido insolente.
-
Ya está bien, por lo menos los míos, a partir de este momento
callados os quiero.
Cualquiera
no le hacia caso y cualquiera evitaba que la sargento no babease a
ritmo de latido. De barbie comunión su mujer estaba para comersela a
bocaillos muy chicos, para que le dure mas, de barbie mandona era
para sacar la lengua y mover el rabo que no tiene.
-
Jajaja- nada mas ver el babeo de la jueza se puso a reír y que le
dieran al Arzobispo, cogió la carilla sonriente de su sargento y le
arreo un beso de altos decibelios- Y tu, la mas calladita de todos.
-
Jum...enga.
Pasado
el trance, los GarWi recibieron su primera Comunión y el restaurante
elegido, esperaba a sus familias para celebrarlo por todo lo alto,
pero antes había que hacerse las fotos oficiales en la Iglesia, y
para eso, había que encontrar a la sargento.
-
Dios mio de mi vida, ¿donde se ha metido ahora Mami?- taconeaba la
jueza, esperando al culillo inquieto de su mujer, y ésta pues....
-
Categoría superior este vinillo, Don Paco...no sabia yo tenia tan
buen material aquí en la sacristía.
-
Para usted sargento, tengo lo mejor.
-
Jem jem jem, lo fácil que es llevarse bien, ¿que no?
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk amo
ResponderEliminarbrigoninha
jajajaja en esta familia el que no está loco se vuelve loco, Gemo muchas gracias por compartir tu magnifico sentido del humor y el arte que tienes al ponerlo en palabras para nuestro disfrute.
ResponderEliminarJajajajajaja...Coincido totalmente con el comentario de arriba...
ResponderEliminarEs que no paro de reirme con esta familia...son la ostia niña...
Ya no se quien me gusta mas...jajajaja...todos..no sabria elegir Gemo..
Gracias por hacernos reir cariño...y con este ya van dos las risas que me has provocado niña...vengo del Foro de leer tu relato y me he partido de risa tambien niña....jajaja......
Eres buenisima escritora....una delicia leerte guapa...
Grande de España tu Gemo_Divina-Wilson
.......jajajajajajaja HASTA EL MÁS ATEO ....HASTA EL MÁS ES CAPAZ DE HACER LA COMUNIÓN O HACERLA A LOS HIJOS...SI ESTOS SON COMO ''''ESTA LOCURA DE NIÑOS''' Y ESA MADRE¡¡¡¡ ESE BATIDO...ES...ES...JAJAJAJA...
ResponderEliminarESCRITORA ESA FORMA TUYA DE SACAR SONRISAS NO TIENE PRECIO...Y ESA '' DULCURA NIÑA REIVINDICANDO ''' ES..ES..JAJAJAJA...
''' QUE BONITO ES SABER HACER REIR EN UN MUNDO DONDE A VECES FALTAN RISAS Y SOBRAN LAGRIMAS'''...QUE BONITO....
GRACIAS......
lo de ésta familia no tiene nombre JEJEJJEJEJEJJEJEJEJJE
ResponderEliminarles amoooooooooo
GRACIAS ARTISSTAZAAAAAA por compartir algo tan especial