La ventana, por donde entras

Me provocas amaneceres llenos de pasión y húmedos, muy húmedos. Mis sabanas aparecen mojadas por ti y ese aroma a mujer deseosa de placeres inunda mi cama. Lo haces cada vez más, te cuelas en mis sueños y me llena el deseo por ti. Mis carnes se abren para ti, invitándote a pasear por mi cuerpo de sea manera tórrida en que siempre quiero tenerte.

Ahora, sola en este descanso que me brinda el amanecer, ahora que desperté pensándote, ahora miro esa ventana por la que quiero que entres y apagues este fuego que siento. Este que tu me provocas, este en el que ardo desde que te conocí. Y de nuevo mis sueños se cumplen y de nuevo vienes a mi y de nuevo te tengo...si.

Me sonríes como tú eres, como yo te quiero y en tu caminar acortas distancias. Esas que parecen no existir cuando el deseo llega a golpe de calor. Del calor que da tu cuerpo, tu boca ... Desnuda ya te espero y mi respiración agitada ya te invita a llegar a mi boca, a enredarte en mis ojos y que así, el brillo en mis ojos te hable de locuras deseadas, de momentos que ya quiero. Hoy tengo ganas de ti, las tengo.

Y lo haces y tus dedos hoy son como garras donde arañas mis sentíos y atraviesas mis entrañas...si. Atrapo tu boca antes de que tu me la niegues y bajes hasta mi pecho. Siento tus dedos, como los siento. Queman dentro de mi sexo, están ardiendo al compás de como los estas moviendo, mientras tu boca hambrienta se reparte entre bocados que acarician primero para volverse bravos. Tus dedos siguen llevándome llenos de fuego hasta el mismísimo infierno que que trae la locura, no pudo más, no pudo, quiero dártelo quiero derramarme en ti.

Y no, no quiero hacerlo sola. Quiero que me acompañes hasta esta perdición que nos consume., eso quiero. Mis manos buscan tu vientre que cabalga sobre mis carnes todas abiertas para ti y mis dedos buscan tu sexo y entro, entro en ti. Lo hago y te mueves y yo me muevo para ti y las dos, las dos ya si.

Ese aroma que ahora nos une, ese que sale de nuestros cuerpos, se mezcla como lo hacen nuestras bocas llenitas de ese sabor intenso que da la entrega total. La de esa locura, tan nuestra.

Me gusta despertar pensándote, me gusta que te cueles por mi ventana y me gusta, no dejar de soñarte.