viernes, 28 de febrero de 2014

Mi cincuenta cláusulas 88


Fue pasada la media noche, cuando en los jardines del Palacio elegido en Escocia, comenzaban a quedar, apurando los últimos momentos de la noche, las amistades y familiares más cercanos a la pareja protagonista del compromiso de ensueño.

Minerva lo hacía junto a sus inseparables amigas y lo hacían sentadas, por el martirio estético al que habían sometido a sus pies con altísimos tacones. Hablando de todo, la joven fotógrafa buscó con la mirada a Julia, encontrándola conversando con su madre Araceli y con Hugo. La magnate se veía claramente relajada y en ella pauso su mirada, provocando los comentarios de sus amigas.

- ¿Y ahora? ¿Tenéis plan?- preguntó Manu despertando el interés de todas y la risa de Minerva.

- Jajaja, ¿descansar? Porque yo estoy muerta- les contesto totalmente ajena a los planes de Julia.

Quien junto a Araceli y a Hugo, miraban a las chicas mientras conversaban animados. Aunque para ser realistas, quien acaparaba la conversación de los tres, era Araceli.

- No vayas a tardar mucho en regresar a Madrid, que mira que fechas y aún estas sin vestido para la boda- insistió no queriendo permanecer en Madrid más que el mínimo tiempo necesario y siendo conocedora de los inminentes planes de la magnate.

- Jajaja- rió Hugo de buena gana, obteniendo la mirada sería de la madre de Julia por sus risas- ¿Es para Julia o para ti?- la abrazó no queriendo molestarla a pesar de conocerla muy bien.

- Esta bien, reconozco que necesito la ayuda de mi hija, pero nos está escuchando y lo mismo se lo cree y todo- mal metió de humor contra Julia y ésta tomó una pashmina para cubrir los hombros de su madre del frío que a esas horas comenzaba a ser demasiado húmedo- Es un amor, no puede evitarlo- prosiguió palmeando las manos de su hija y miro a Hugo en complicidad, Julia no reaccionaba a ninguno de sus piques- ¿Estas aquí cariño?- termino por preguntarle y ambos contemplaron como Julia se apoyaba en la barandilla con la mirada puesta en Minerva y sus amigas.

- Es curioso- contestó a su madre tras unos instantes- Victoria siempre ha estado en los acontecimientos más relevantes de mi vida y este, que es sin duda el más importante para mi, no está- concluyó sin esperar un consuelo y tanto su madre como Hugo volvieron a mirarse.

- Aún está recuperándose, pero estoy seguro que en el fondo, se alegra por ti.

- A su forma, claro- apostilló Araceli provocando la sonrisa de ambos.

- Bueno- dijo Julia consultando su reloj- va siendo hora de llevarme a Minerva, la aurora boreal no espera a nadie, ni siquiera a mi.

- Oh- exclamó Araceli exagerando- puedes denunciarla- rodó los ojos por la poca vanidad mostrada por su hija y por tan prepotente comentario, provocando de nuevo, las carcajadas de ambos. Risas que sabía muy bien como cortar- Iré a por John, seguro le apetece invitarme a una copa en un lugar más íntimo- dijo y de inmediato Julia dejó de reír para mirarla con el ceño fruncido- Jajaja, donde las dan las toman.

- Cierto- hablo Hugo- Y tú madre Julia, continúa igual de hermosa que siempre- caballero ofreció su mano a Araceli dispuesto a acompañarla hacia el interior del Palacio.

- Gracias querido, tú si sabes apreciarme, no como esta hija mía y sus celos- prosiguió Araceli aceptando el antebrazo de Hugo- sólo espero que el vestido de Minerva tenga un escote de morirse.

- Mientras sea el de Minerva- elevó la voz Julia, viéndolos marchar.

- Vete haciendo a la idea, eso está muy bien- contestó Araceli divirtiéndose con Hugo- que soy joven y oye, la madre de Julia Arango, eso debe valer.

Aún sonriendo por los piques de su madre, Julia volvió al punto de partida. Mirar a Minerva quien ahora reaccionó sonriendo y despidiéndose de sus amigas, creyendo que la hora del descanso había llegado.

Caminando hacia ella, Minerva movió las caderas en una clara invitación a bailar y al llegar hasta Julia, los brazos de esta rodeándola le recordaron lo cansada que estaba y lo mucho que le apetecía estar abrazadas hasta que el sueño les llegase.

- ¿Primero bailas y ahora bostezas?- le preguntó Julia estrechándola contra ella. El cansancio de Minerva era mas que palpable.

- Estoy cansadisima- contestó colgándose aún más de la magnate. Por ella fuera, sería el momento perfecto para que Julia la tomase y así, no tener que caminar más. Pero la magnate tenía otros planes que le hacían sonreír sobre su cuello- Jajaja, ¿que te pasa?- preguntó queriendo saber que le hacía sonreír y abrió los ojos, sintiendo como las manos de la magnate viajaban por su espalda para terminar muy próximas a su culo. Quizás un último esfuerzo fuese posible.

- Uhm...¿muy cansada?- en pregunta respondió Julia. Si cerraba los ojos ella también se veía durmiendo abrazadas, pero el reloj seguía marcando minutos.

- Muuuuuy- exagero Minerva buscando su boca y labios a labios, sonrió antes de besarla- Marchémonos ya- dijo tirando de una de sus manos y la magnate se dejó llevar por su ímpetu.

En apenas unos metros, los padres de Minerva llegaron hasta ellas y mientras Minerva comentaba con ellos antes de en teoría retirarse, Julia alzó la mano llamando a Izascu. La joven que se había izado con el puesto de ayudante personal. Al poco, Izascu llegaba hasta ellos con una pequeña bandeja de plata y unas antiguas llaves dispuestas en ella. Guillermo fue ver la bandeja y rodó los ojos. Algún regalito de la vanidosa Julia sin duda.

- Tenéis reservada la mejor habitación del Palacio por esta noche y por los días que queráis- ofreció Julia reteniendo las ganas de reír por la expresión del rostro de Guillermo mirando la bandeja. Tan pendiente de él, que no pudo ver como Minerva se soltaba de su mano no entendiendo el ofrecimiento. La única que miraba las llaves gratamente sorprendida era Adela, madre de Minerva.

- Julia es...- dijo sin importarle las caras de su hija y de su marido- es un detalle- concluyó besando la mejilla de la magnate quien sonreía a plena sonrisa y lo hacía más, escuchando las murmuraciones de Guillermo.

- Por favor...-murmuraciones a las que se unían las preguntas de Minerva.

- Eh...pues genial, pero...¿y nosotras? ¿Donde dormimos?

- No era necesario, Julia. No podemos aceptarlo- habló el orgullo de Guillermo pese a la regañina visual de su mujer.

- Un esfuerzo y podréis- insistió Julia sabiéndose ganadora. No había más que ver la cara de ilusión de Adela y la de Minerva, aún esperando una respuesta para ella- Tú y yo, nos vamos ya.

El adónde intuitivo de Minerva, las despedidas a las prisas, el avión de Julia preparado con el equipaje de ambas y su equipo de fotografía, no permitió a Minerva bajar de su nube particular. Las sorpresas con Julia nunca terminaban y la noche de su compromiso, no fue una excepción.

Sentada junto a ella, miraba todavía sorprendida la multitud de botones del cuadro de mandos del avión y con cierto miedo, mientras escuchaba a Julia pedir permiso para iniciar vuelo, tomó los mandos del copiloto sonriendo excitada. Era sumamente increíble, comprobar como con Julia, todo era altamente excitante.

- Bien...¿esta lista señorita Minerva?- la sobresalto Julia dispuesta a  iniciar vuelo.

- Si- contestó decidida- no se donde me llevas, pero estoy preparada para lo que sea.

- Jajaja- se carcajeo Julia inclinándose para robarle un beso, Minerva era un auténtico caramelito mostrándose ilusionada- Vamos hacia la aurora boreal. Tú dijiste tus deseos y yo cumplo los míos, regalarte las mejores instantáneas del mundo.

En menos de tres horas, un lujoso cuatro por cuatro las recogía en el aeropuerto de Ivalo para llevarlas hasta el Hotel Kakslauttanen, hotel-iglu donde ambas podrían dormirse contemplando la aurora boreal.

Exhaustas pero con las energías suficientes que da la ilusión, ambas se quedaron paradas en mitad de la habitación con la boca abierta. No faltaba un sólo detalle de confort y el techo totalmente acristalado permitía disfrutar del estrellado cielo y en consecuencia, de la aurora boreal.

Julia suspiró imaginándose tumbada en la aparente cómoda cama y Minerva sonrió de lado por su la idea que fraguaba su mente. Dispuesta hacerla realidad, se soltó de Julia para ir al vestidor donde halló lo que quería. Dos chaquetones polares y dos pares de botas para caminar por la nieve.  Cargada con ellos regresó y no pudo evitar la risita, al ver a Julia tumbada en la cama.

- Ah...no- dijo Julia incorporándose adivinando sus intenciones- desde aquí se ve genial.

- Yo cumplo los míos- imitó Minerva sus palabras de horas antes en el avión, tirandole el chaquetón- quiero verte helada en la nieve. Vamos, la aurora nos espera.

Y las esperó, la foto de ellas dos heladas abrazadas mientras Minerva fotografiaba la espectacular aurora boreal, presidiría el mural improvisado por Minerva en la casa de Julia.
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. masssssssssssssssss que delicia apareceu araceliiiiiiiiii amo, so gostei de julia lembrar da idiota da victoria,

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  2. ......Cualquier cosa que se pida...con Amor se hace...o no?
    GRACIAS.....ESCRITORA..

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