miércoles, 26 de febrero de 2014

Mi cincuenta cláusulas 87


Su olor, su enigmático y atrayente olor se colaba por sus fosas nasales encendiéndola. Su perfume más atrayente mezclado con la pólvora que llenaba el lugar. Una fetiche composición que le hacía cerrar los ojos en repetidas ocasiones.


Agradecía y mucho, que los fuegos artificiales acapararan su atención. Eran segundos de tregua, que ella no estaba aprovechando. Vencida por el deseo, se recreó en sus formas encajadas en un espectacular mono negro de escote palabra de honor.

Los lunares salpicando sus redondos hombros-Morder-sus largos brazos- Tomarla- su alta estatura- Saltar- sus gruesos labios- comer- y sus grandes y finas manos, marcadas por exóticas venas- Arder-.

Acalorada tomo una de las copas ofrecidas por el camarero. Necesito de un largo trago y el efecto en segundos, no ayudó. Aumentaba la calor interior, aumentan las ganas de saltar sobre el cuerpo que sonreía a su lado, las ganas de tomar sus hombros, de morderlos marcando posesión, girarla después y comerse los labios que sonreían encendiéndola como nadie.

¿Lo sabría? ¿Presentiría como la estaba deseando? Puede que no, sus manos estaban posadas elegantemente en la barandilla y su cuerpo mostraba una relajación abrumadora.

Queriendo dejar de mirarla y contemplar las hermosas figuras que formaban los fuegos artificiales, se mordió los labios regañándose. El dolor que sintió, no hizo más que aumentar su deseo. Mordiéndoselos aún, la mujer deseada se giró hacia ella sonriente. Sus ojos bailaron en un camino que la hizo estremecerse. Primero fijos en sus ojos, para después bajar muy lentamente por su rostro, nariz, labios, cuello, escote y copa de vino en la mano.

Imposible no aventurarse y realizar círculos por la copa. ¿Sus ojos brillaron? Puede que sólo fuese fruto de la imaginación provocada por  su ardiente deseo.

El baile finalizó regresando al inicio, ojos a ojos, sus delicadas manos le sustrajeron la copa, beneficiándose de su embobamiento.

- En noches así, el alcohol no hace más que enturbiar la belleza.

¿Belleza? La belleza estaba en sus formas, en sus gestos y en esos ojos, que divertidos jugaban con sus ansias.

Controlándose o intentándolo, cerró los ojos evitando verla beber de su copa. Seguro abriría sus carnosos labios mínimamente, apoyaría el inferior y daría un leve sorbo al fresco líquido.

Golpetazo directo a su deseo infinito y húmedo, de poseer esos labios. Asustada por el vertiginoso y amenazante deseo, abrió los ojos despacio esperando que los fuegos volviesen a tener su atención.

- Te ves increíblemente apetecible así...a ojos cerrados...labios entre abiertos...eres la imagen viva del beso soñado.

Soñando estaba ella antes sus palabras. No sólo no miraba los fuegos, sino que continuaba desarmandola con sus ardientes ojos puestos en ella y las palabras escuchadas, vete tu a saber si en verdad dichas, atravesaron sus sentidos- Lanzarse sin mirar atrás- cada movimiento parecía estudiado, con suma delicadeza dejó la copa en la barandilla y a continuación bordeo su cuerpo hasta quedar parada a su espalda- Odiar- la privaba así de su deliciosa imagen- adorar- ganaba a cambio, sentir el calor que su cuerpo emanaba pegándose levemente a su espalda.

- Me encantan los fuegos artificiales- dijo tras ella.

- Me encantas tu- pensó sintiendo su caliente aliento en el cuello, quemandola. Vencida, tras dejar la lucha contra su descarado deseo, apoyo la nuca en su hombro. No hay vals más hermoso, que su respiración en su oído.

- Llevo toda la noche, queriendo esto- susurro acariciándole la oreja.

- Pronombre demostrativo, que indica cercanía, pero olvidaste precisar acción- se burló, no queriendo ser un títere en sus manos.

- ¿Quieres acción?- preguntó cargando la voz de deseo.

- De ti lo quiero todo- pensó agarrando su deseo a la pobre barandilla, improvisada aguanta pasiones- Quiero...- dejó la frase apenas empezada, para que ella la completase como le viniese en gana. Quizás no estaría mal, ser su títere por una noche, que carajo, lo sería incluso por un instante. Este justo instante, en el que sus manos acompañan a las propias en la barandilla- Más calor- su nariz acaricia su cuello- empieza a quemar- asciende buscando su oreja de nuevo- Ardo por ti- donde su voz cambia un vals por un tango.

- Quiero....tenerte aquí- completó la frase, como ella había querido y el suave beso en su oreja, la erizo por completo.

- Uhm...dios- gimio sin poder contenerlo. Su lengua continuaba el viaje iniciado por sus labios.

- Sush...no estamos solas- le pidió calma y le fue imposible complacerla. Difícil si una de sus manos esquivaba el vestido y ya tocaba uno de sus muslos- ¿Te he dicho que me encantan los fuegos artificiales?

- Sssi...si...lo has dicho- titubeo su respuesta. La mano caliente ascendía sin vergüenza por su muslo.

- ¿Y que me encantas tu?- le preguntaba a voz templada, lo suficientemente aterciopelada para que su sexo palpitara.

- No...Uhm...eso no lo habías dicho hoy- la placentera tortura en su oreja no terminaba y el agarre sobre la barandilla necesito más presión.

- Su sigiloso sonido cuando es lanzado se parece mucho a tus intentos por callar lo que es mío, tú gemido.

- No estamos solas- protestó impacientándose. Le había pedido silenciarlos, ¿ahora le pedía gritarlos? Cerró sus muslos, encerrando entre ambos la mano ardiente sin vergüenza.

- Su acelerado ascenso, comparte prisa con mis ansias de tocarte- dijo al tiempo que su mano vencía la firmeza de sus muslos, para llegar a sus húmedas braguitas.

- Joder....sigue...sigue con los fuegos...dios- pidió imitando la desvergüenza de una mano que jugaba con sus ganas.

- En lo más alto, explota en una hermosa amalgama de colores- dijo esquivando la última barrera entre su mano y el ansiado volcán de los sentidos. Húmedo y caliente lo halló, haciéndola gemir- Que bueno

- ¿Y...y se...se parece a mi?- preguntó perdiendo la poca timidez que podía quedarle. Los dedos de ella paseaban por su mojado sexo hinchando aún más, sus enrojecidos por el deseo labios. Tan hinchado, tan mojado, que se permitió atrapar sus dedos en él, esperando la respuesta.

- Cuando te toco...cuando tú intimidad me recibe, mi sangre se dispara...cuando te escucho gemir, mi piel se enrojece y tiemblo inmersa en tu placer, y cuando....alcanzas el máximo placer, estallo sin necesidad de tocarme. Has sido la única mujer, capaz de hacer que sienta tu clímax como el mío....no son dos, somos una.

- Julia-la nombro queriendo gritar su nombre. Que toda esa gente que a su alrededor se movía lo supiesen. Tan de Julia, tan encendida por ella, que Minerva olvido donde estaba y que celebraban, para girar su cuello dispuesta a devolverle todo en un beso.

- Sush...mira los fuegos- rogó Julia en un enorme esfuerzo por no comerle la boca ahí mismo. Morderla hasta sangrar, para después girarla, subirle el vestido y hundir la boca en su sexo para tomarlo como suyo. Con suma delicadeza giró su barbilla al frente y la abrazó encerrándola contra la barandilla. A ojos ajenos eran las protagonistas de la noche abrazadas disfrutando de los fuegos artificiales y las espectaculares figuras que formaban encima del lago.

Pero el abrazo no era más que el intento de disimular donde y como estaba la mano de la magnate. Recreándose en el mojado y caliente sexo de Minerva, Julia cerró los ojos besandole el cuello. El cuerpo de Minerva tembló de placer cuando sus dedos se hundieron en ella y los Julia murmurados entrecortadamente competían con los Minervas callados de la magnate.

A unos metros de ellas, Manu las contemplaba con el corazón acelerado y los ojos aguados por la emoción. Era tan bestial la conexión de ambas, tan atrayente la química que emitían, que tuvo que obligarse a no mirarlas. Extrañamente excitada y emocionada, contempló el reflejo de los fuegos artificiales en el agua y una suave caricia en el dorso de su mano, la hizo mirar al hombre que como ella, contemplaba el romántico reflejo.

- John- murmuró su nombre sintiendo como las manos de ambos se enlazaban con temida delicadeza y no pudo evitar llorar totalmente emocionada- Ha conseguido su sueño- dejó escapar en palabras su emoción y alegría por Minerva y John subió su mano hasta sus labios para besarla. Pero Manu necesitaba más que una temerosa caricia y olvidando sus reservas, se abrazó a él.

- ¿Cual es el tuyo?- le preguntó John rodeando su cintura con máxima delicadeza. La que provoca el miedo abrazar algo y que después sólo haya sido una imaginación. Pero lo fue, la cintura de Manu recibió sus brazos como el mar recibe a la luna. Encajando a la perfección y disparando sus sentidos.

- Que a alguien le importen mis sueños y quiera intentarlos conmigo.

La respuesta de Manuela acariciándole con su aliento el cuello, le hizo cerrar el abrazo con aún más miedo, el que da obtener la respuesta que siempre has querido escuchar.

Y quienes nada podían escuchar por sus propias carcajadas y respiraciones agitadas eran Marga y Hugo. El joven Davo al más puro estilo Arango había querido aprovechar la fiesta de compromiso para regalarle algo especial a Marga y ver los fuegos desde la parte más alta del Castillo le pareció perfecta, hasta que se perdieron por los pasadizos y a las carreras buscaban la salida. Encontrada, las risas de ambos tomados de la mano subiendo los escalones a las prisas y pese a los altos tacones de Marga, se hicieron perennes y sin aire, llegaron donde quería.

- No han acabado, corre- le pidió arrastrándola por el Torreón central con la ilusión de un niño que va a mostrarle a su amiga especial la imagen más bonita y Marga se detuvo en seco, cuando al frente contempló los espectaculares fuegos, casi casi podían tocarlos.

- Joder....¡es la leche!- exclamó conmovida y ahora fue ella, quien tiro de Hugo hasta el borde más próximo. En el los dos se detuvieron sonriendo por las increíbles imágenes que la altura les ofrecía sin que sus manos se desunieran. Emocionada, apretó la mano de Hugo y se asomó, intentanto buscar entre tantas personas a las protagonistas de la celebración.

- Ten- le dijo Hugo contagiándose de su emoción y le tendió un pequeño catalejo.

- Es..- lo miro extrañada Marga pero al momento entendió para que servía- Estas en todo- continuó eufórica dándole un gran beso en la mejilla y rápido, lo usó buscando por el amplisimo jardín buscando a Minerva y Julia.

- Era para los fuegos..eh- dijo extrañado por el uso que le estaba dando Marga no imaginó lo que ésta buscaba.

- No veo nada- pataleo infantil Marga. Todo se veía oscuro por ese catalejo y se moría de ganas de ver a Minerva disfrutando de los fuegos y de su gran noche- Ay dios...eh- balbuceo ahora abriendo los ojos como platos. Hugo Davo estaba a su espalda, trasteando el catalejo con ella entre sus brazos- Ay

- Ya va impaciente- contestó a sus suspiros Hugo y se demoró, recreándose en el dulce aroma de Marga.

- Un poquito, si- le dijo Marga reteniendo las ganas de ronronear. La larga y perfecta nariz de Hugo rozaba suavemente su cuello y tuvo que morderse los labios callando el gemido que libre quería brotar de su boca.

- Ya...Pruébalo ahora- volvió a entregarle el catalejo sin liberarla de su abrazo y Marga lo tomó encontrando a través de él a Julia y Minerva.

- Ay va mi madre- dijo sin pensar al verlas nítidamente. Ese abrazo no era ni mucho menos simple.

- ¿Que viste?- preguntó Hugo curioso y Marga le ofreció el catalejo con la imagen de ellas dos, asaltando su deseo.

- Eh...eh...pues...pues- titubeo Hugo tirando el catalejo ante la imagen vista  y Marga tomo sus manos cerrando más el abrazo- Los padres de Minerva van camino de sorprenderlas- dijo tras unos instantes disfrutando del abrazo.

- Ufff...¿y que hacemos?- excitada jugó con las manos de Hugo en su cintura.

- No quiero moverme de aquí- contestó Hugo cerrando los ojos de puro placer.

- Ay...yo tampoco.

Y no se movieron de ese Torreón por un buen rato. Pero como había dicho Hugo, los padres de Minerva se dirigían hacia Julia y Minerva, quienes ahora se besaban de frente, con la falda del vestido de Minerva enganchada en la barandilla, mostrando por completo una de sus piernas y la ausencia repentina de sus braguitas.

Por suerte Fátima lo advirtió y entre risas acudió hasta ellas antes que los padres de Minerva junto a Cayetano. Carraspeando ambos, se apoyaron en la barandilla junto a las empalagosas comprometidas y de un tirón efectivo Cayetano soltó la falda.

- Espectaculares fuegos- dijo Cayetano con sorna provocando la risa de los cuatro- Y tus padres llegando, que corra el aire...si es que os queda.
 
 
 
 
 
 

3 comentarios:

  1. .......UFFFFF......LOCURA...LOCURA.....LOCURA......
    ES LO QUE SALE A BORBOTONES DE ESTE ....LLAMARLO TROZO HOY ES DECIR MUY POCO..ES NO DARLE EL NOMBRE QUE DE VERDAD MERECE....LOCURA...LOCURA...LOCURA....
    INTENTE SACAR ALUNA FRSES DE ESAS ÚNICAS...QUE ATRAEN...QUE LLEGAN...QUE CALAN...LO INTENTE SI....PERO AL FINAL DESISTI ...PARA HACER ESO DEBIA PONER TODAS Y CADA UNA DE LAS PALABRAS QUE AQUÍ HAS PUESTO HACIENDO EL MÁS...MÁS...NO ENCUENTRO LA PALABRA PARA TAN INTENSO MOMENTO...NO LA ENCUENTRO...ES DEMASIADO...NI SE YA¡¡...PERO SI ME TENGO QUE QUEDAR CON ALGUNA DE ELLAS..SIN QUE SEA EN ABSOLUTO MEJOR QUE NINGUNA DE LS OTRAS ME QUEDO CON..
    '''' ERES LA IMAGEN VIVA..DEL BESO SOÑADO'''' SIIIIII...PORQUE EN ELLA VA LA MEZCLA MÁS PERFECTA QUE NUNCA JAMAS DOS AMANTES PUEDAN SOÑAR...Y PARA SER DEL TODO PERFECTA ESA FRASE YO AÑADIRIA...''' Y LA PASIÓN ...LA MUJER ...POR LA QUE YO ARDO...CADA DÍA..'''
    SUBLIME Y ÚNICA ...TÚ....ESCRITORA....

    GRACIAS......POR ¡¡¡TANTO¡¡¡

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  2. madre miiiiiiaaaaaaaaaaaaa porfavorrrrrrrrr esta historia tuya es para volverse loca
    graciass mil por compartirla ARTISSTAZAAAAAAAAAAA

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