Mi cincuenta cláusulas 85

Poco tiempo tuvo Julia para buscar las llaves que Minerva pedía. Como imaginó, Minerva fue la novedad más comentada del excéntrico sepelio. No hubo personalidad que no quisiera conocer a la joven fotógrafa que había conquistado a la hermética magnate. Ante tal acaparaciín, Julia buscó pasar su tiempo con Guillermo y sus consejos.

- En nada estaréis metidas en los preparativos. Déjame decirte varias pautas, primera y más importante; te dirá que quieres que participes, que opines, que comentes...en definitiva, que te involucres, pero es mentira- le comentó Guillermo con la vehemencia que da conocer a las De Urrutias y haber vivido una boda con una de ellas. La magnate alzó su ceja derecha sin entender muy bien y su suegro continuo- Palabrería de mujeres, te dicen que te involucres pero en cuanto tu opinión difiera de la del wedinng planning o de la suya, estarás perdida. Tanto como hoy has estado por Mauro- se divirtió de lo lindo con las caras de la magnate y Mauro fue su estocada- Es Gay, Julia...¿Cuanto tiempo vas a necesitar para darte cuenta? Da igual, sigo con los consejos  que ya mismo vienen a por nosotros. Pongamos el ejemplo de que te muestra dos vajillas a utilizar en la boda, ella sabe perfectamente cual quiere, pero te preguntará y ahí debes ser tan zorra como eres para los negocios...desvía la atención, tarda en contestar y hazlo sólo, cuando hayas adivinado la que ella realmente quiere. Este ejemplo te vale para todo.

- Bien- habló Julia aprovechando la pausa de su suegro y aún no muy segura preguntó- ¿Y si me gusta una de las vajillas en particular?

- Jajaja, tercer consejo...tú gusto aunque sea tu boda no importa. Créeme, sé de lo que te hablo y te estoy ahorrando un mundo de discusiones y enfados- prosiguió divertido. Era un punto desencajar a la magnate y lo estaba disfrutando. Pero Julia Arango, no es tonta y supo como devolvérsela.

- Si tan difícil es, puedo aplazar la boda e incluso suspenderla- le dijo aguantando la risa y el pecho hinchándose de Guillermo le hizo aventurar su respuesta.

- Mi hija no es ninguna- se detuvo Guillermo. Julia estalló en carcajadas frente a él- Bua...si tienes sentido del humor y todo.

- Si...ocurre cuando estas feliz y voy a por Minerva, me has recordado algo pendiente- le dijo comenzando a caminar hacia donde Minerva estaba rodeaba de señoras entre ellas, la viuda. Sin querer llegar del todo, espero caminando lenta que Minerva la viese sola y acudiera. Apenas unos instantes y pude ver, como con alguna excusa Minerva se despedía del grupo y como tras ello las señoras cuchicheaban entre sonrisas. Sin saber que sería, inconscientemente se quedó mirando al grupo mientras Minerva terminaba por llegar hasta ella.

- ¿Encontraste las llaves?- le preguntó Min abrazándose a su cintura y la magnate la miro sorprendiéndose- Jajaja, ¿en que estabas pensando?- volvió a preguntarle de excelente humor, olvidándose de los celos pasados la anterior noche.

- Pues- hizo una pausa la magnate sonriendo de lado. Guillermo tenia razón sobre todo en una cosa. Minerva era una novia princess, a la que mimar hasta el extremo- Viajo en dos días y tenemos algo que hacer ahora mismo.

- ¿Ahora?- se desconcertó Minerva. Julia apreciaba al matrimonio Buitrago y había supuesto pasar todo el día como el difunto quería en el sepelio.

- Si, Annie no tiene todo el día- le dijo sacando su móvil, sobre el que comenzó a escribir frenética mientras Minerva trataba de procesar quien era esa Annie.

- Cariño eh...¿que Annie?- pregunto leyendo en el móvil de Julia como solicitaba su avión y el corazón se le disparó de pura emoción- Julia Joder...¿donde vamos? ¿Que Annie?

- A Nueva York, la señora Annie Leibovitz quiere fotografiar tu compromiso para Vogue.

Obvio, Minerva dejó de escuchar a partir del momento en que Julia mentó a la que había sido y sería su fotógrafa a seguir. La misma que según Julia se ofrecía a fotografiarla. La exaltación fue tal para Minerva que se colgó de un salto de la magnate haciendo caer el móvil al suelo.

- Jajaja, me imagino que no tienes mejor plan, ¿o me equivoco?- completamente feliz por su reacción Julia hizo girar a ambas sin dejar de escuchar las risas entusiastas de Min y sus besos más que alegres.

- ¿Te dije hoy que te quiero?- fuera de si e inmensamente ilusionada, Minerva hasta olvido el santo lugar donde se estaba comiéndose a besos a la magnate. La mirada de su madre sobre ella, le hizo regresar al suelo entre carraspeos de ambas.

Al poco se despedían con urgencia y la magnate no pudo dejar pasar, la oportunidad de picar a su futuro suegro.

- Te lo dije, sus sueños son cosa mía- le dijo regodeándose antes de marcharse con Minerva y dejo a Guillermo murmurando en arameo.

Minutos más tarde, el señor De Urrutias realizaba llamadas telefónicas como un loco y cuando consiguió lo que quiso se pavoneo ante su señora esposa.

- Sus sueños son cosa mía- imitó a Julia como nene pequeño- Pues yo le he conseguido a Adele, que supere eso.

- Jajajaja cariño, lo hará. Tenlo por seguro. Es Julia Arango.

No fue hasta el media noche del día siguiente, que la enamorada pareja regreso de Nueva York, tras posar para el reportaje que sería comentado en todos los medios de comunicación mundiales. La poderosa Julia Arango dueña de un imperio financiero e inmobiliario anunciaba su próximo compromiso con una joven fotógrafa de clase alta.

Los días en el calendario corrieron a ritmo vertiginoso entre una vorágine de preparativos y tras el anuncio de su compromiso, el correo de Julia se llenó de regalos ostentosos y lujosos, de todo tipo de personalidades. Regalos, que las cuatro mosqueteras recibían y clasificaban en largas tardes de lo más entretenidas.