Capitulo
13
El
silencio que envolvía el coche, por momentos a Minerva se le hacía
inaguantable. Y era aún más insufrible, si tenia que tener sobre si
todo el tiempo, la mirada interrogante de su madre y la inquisidora
de su padre. En el asiento delantero Julia, la cabezota que no dejaba
su hermético silencio, ni siquiera con la presencia de sus padres.
Enfadándose,
cogió el móvil dispuesta a comprobar si por mensaje tampoco le iba
a hablar.
-
Ha sido muy repentina la muerte del señor Buitrago, nadie de mi
entorno conocía que estuviese enfermo- dijo Guillermo en un nuevo
intento de entablar conversación y que el coche dejará de parecer
el mismísimo coche fúnebre del funeral al que asistían.
-
Uhm- fue la escueta contestación de Julia, quien sintió vibrar el
móvil y lo tomó, mirando de reojo a Minerva.
-
Ay...los nervios de la boda- murmuró Guillermo a su mujer, quien le
dio un pequeño golpe en la rodilla, pidiéndole quedarse calladito.
Mensaje
de Minerva a Julia: ¿Se puede saber que te han hecho mis padres para
que no les hables?
Mensaje
de Julia a Minerva: Ellos nada, pero según tus propias palabras, ¿tú
si?
-
Por favor- bufó Minerva tras leer el correo de vuelta de Julia.
-
Minerva- le pidió calma su madre, en nada estarían llegando al
cementerio y con el vivo recuerdo de aquella cena donde todos los
presentes perdieron los nervios, la mujer trataba que en tan señalado
evento, no acabará con otra disputa de su hija y Julia.
-
Minerva- la imitó la propia Min enfadada- La señora me quiere
encerrada en una jaula y yo debo callarme. Eso si, la jaula es de oro
y diamantes...no puedo quejarme- soltó su órdago para Julia y sus
padres alzaron las cejas igualmente sorprendidos y temerosos. Cuando
Minerva se sube a un burro es casi imposible hacerla bajar y la
única que podía en este caso, guardaba silencio al tiempo que el
coche llegaba y los aparca-coches les abrían las puertas, para que
bajasen.
Una
vez bajadas, ninguna rehusó el contacto, Julia espero que Minerva
saliese con el mismo rectus serio que le acompañase desde la noche
anterior y Minerva con genio tomó su mano, comenzando a caminar
hacia el lugar que les indicaban dónde sería el sepelio del
difunto. Atrás de ellas el matrimonio De Urrutias y las
murmuraciones de Guillermo a su esposa.
-
Haz algo
-
Jajaja- rió Adela ganando la sería mirada de su marido sin entender
que motivos había para reír- ¿Que se supone debo hacer?
-
No lo sé...eres mujer, están enfadadas pues...- encogió los
hombros Guillermo echando una ojeada a las múltiples personalidades
que se encontraban en la zona.
-
¿Pues? Yo estoy con mi hija, Mauro es sólo un amigo...de toda la
vida, además- sentenció Adela posicionándose al lado de Minerva.
Julia no tenia ninguna razón para continuar celando al encantador
Mauro.
-
Bueno...amigo- dejo caer Guillermo, posicionándose del lado de
Julia- En fin...
-
No pienso discutir, desde ya te aviso- alzó la voz Adela ganando la
atención de las personas que como ellos caminaban por el cementerio.
-
¿Y yo si quiero discutir?- ahora quien alzaba la voz era Guillermo,
haciendo que Minerva detuviese su pausado caminar para mirarlos
amenazante- Vale...vale- alzó las manos su padre, dándose por
amenazado- En este funeral puedo sacar buenos negocios- prosiguió
para su mujer- ya sabes...sonríe, se simpática y esas cosas que
sabéis hacer las mujeres- susurró a su mujer convencido pero la
mano de esta cerrándose sobre su antebrazo, le hizo dudar.
-
¿Que te crees? ¿Que me puedes encerrar en una jaula por muy de oro
que sea?- se alteró Adela, demasiado metida en la historia de si
hija, que no era la suya.
-
Pero- alucino Guillermo perdido- ¿De que jaula os ha dado por hablar
a las dos?
-
Que no soy ninguna mujer florero- exigió su papel de fiel esposa con
voz y voto, que no botox y Guillermo comenzó a buscar con la mirada
ayuda de Julia- Y mi hija mucho menos.
Escuchándolos
discutir, Minerva volvió a detenerse dispuesta a mandarlos callar,
pero entonces Julia tomo su mano besándola, sin decir nada.
-
Julia que haya venido acompañan-los labios de Julia besando su boca
callaron a Minerva por unos segundos, los que duró el beso- No vale
con un beso- la informó tratando de mantenerse sería pero Julia
repitió beso- Ni dos y che- interpuso los dedos entre ambas bocas
evitando un tercero- Nos están mirando.
-
Aja- se acercó Julia pese a la mirada de Guillermo sobre ella-
quieren saber quien es la mujer que ha logrado comprometerme.
-
La misma que según tú, coqueteaba anoche con Mauro- le dijo
Minerva, dejándola en el sitio. Apartándose de ella se mordió los
labios pese a los ojos entrecerrados de Julia- Mamá adelantémonos,
ellos seguro quieren hacer negocios- pidió a su madre y nuevamente
la cara de la magnate le hacía morderse los labios. Antes de que
pudiera dar otro paso, la mano de Julia la detuvo.
-
¿Que hiciste con la princesa?- le preguntó a baja voz Julia
divirtiéndose.
-
Encerrarla bajo un candado de siete llaves- le contestó marchándose
Minerva mientras gesticulada cerrando un candado.
-
Oh...cuanto la echaré en falta- alzó la voz Julia y la risa de
Minerva fue un alivio para su tediosa mañana.
-
Busca las llaves, sólo así...¿Uhm?- coqueteo Minerva obteniendo el
premio buscado, la intensa y cálida mirada gris de Julia.
Al
poco madre e hija caminaban adelantadas a Julia y Guillermo, quienes
comentaban a baja voz la reunión de personalidades tan bien traída
por el billonario señor Buitrago a su sepelio. Fueron así, hasta
llegar a la zona de entrada, donde con esmerada educación les
solicitaron descalzarse para pisar el cuidado césped del santo
lugar.
-
¿Descalzos?- le preguntó Guiillermo a Julia, quitándose él mismo
los zapatos encantado con tan excéntrico sepelio.
-
En su última voluntad pidió que lo acompañásemos disfrutando de
un día de sol y buen vino a pies descalzos en contacto con la tierra
que lo albergará.
-
Acabarámos- se regodeo Guillermo- Estos millonarios- negó con la
cabeza provocando con sus palabras que la ceja de su futura nuera
comenzara a ascender- Jajaja, no te piques.
-
No soy yo- se encogió de hombros Julia, queriendo devolvérsela-
quien desea poder tener ciertas excentricidades.
-
¿Quien yo? ¿Que yo quiero tenerlas?
Y
a metros de ellos y sus piques de poder, Adela los señalaba pidiendo
a Minerva que interviniese entre los dos gallitos.
No
fue hasta pasadas dos largas horas de presentaciones y conversaciones
triviales, que ambas pudieron gozar de unos minutos de intimidad bajo
la sombra de un gran sauce. A Minerva la imagen de la gran Julia
Arango en riguroso luto, falda recta y pies descalzos se le antojaba
de lo más cómica. Imposible así, no mirar sus largos pies mojados.
-
Te avisé que nos mojaríamos los pies, incluso ocurrió antes de lo
que pensaba- comentó recordando sus deseos una mañana pasada y
evitó reír a sus anchas ante la cara de Julia, por respeto al
difunto.
-
¿Tendremos la misma suerte con la Góndola?- prosiguió de excelente
humor Julia pero Minerva arrugo los labios regresando a su enfado.
-
Aún estoy enfadada contigo- contestó Minerva pese a dejarse
envolver por sus brazos.
-
Oh...¿al menos encontré una de las llaves?
massssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss gemo por favor aiiiiiiiiiiiii isso de ter q espera um dia pra ver é tristeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarEnganchadisima a la historia! ! La descubrí ayer y ya he llegado aquí! !
ResponderEliminarMasss!!
....CUANDO APARECE EL GENIO...EL DESEO SUBE MÁS Y MÁS.
ResponderEliminarGRACIAS....