sábado, 15 de febrero de 2014

Madrina 16


Otra noche de insomnio maldito y otra noche mirando su ventana. La luz prendida y una sombra tras ella. Como no reconocer el cuerpo dueño de esa sombra si por tantas veces, lo ha recorrido con sus manos, ojos y boca. Como no saber que es ella, la dueña el cortijo y la dueña de sus sentíos.


Desde que regresará de los Madriles, no se habían visto porque así lo había querido. Rabiosa como estaba, nada bien la hubiese recibido. Pero ahora, en ese quicio mirando su ventana, la niña necesito agarrarse a lo que fuera, por no saltarse las barreras entre ambas y acudir a su alcoba.

Pero ay la vida y sus caminos, apoyada en ese quicio, vio como el capataz sigiloso se adentraba en la casona principal del Cortijo. No hubo vello en su cuerpo que no se erizara ante el escalofrío de celos que sacudió a la niña. Ahí estaba la causa de que su serrana no hubiese venido a buscarla. Era a él a quien esperaba mirando por la ventana. Encendía en celos, comprobó que en sus altas botas estaba su puñal y lanzada por la rabia, dejó el quicio y con él, la cordura.

Presa de los celos camino sin echar cuentas a quien pudiese verla o no. Había llegado el momento de comprobar que la rabia y sus celos, no eran imaginaciones de una cría que por primera vez ama con todas sus fuerzas y si, una realidad.

Con paso apremiado llegó a la casona, sin importarle el resonar de sus botas en la vieja madera. Poco lo podía escuchar ella, si el latir salvaje de su corazón la ensordecía.

No fue hasta que subió por las escaleras, que tuvo que callar a su loco corazón. Una nana se escuchaba desde una de las habitaciones.

- Duerme, duerme niño hermoso que del cielo ya bajó un coro de querubines, que te cantan arrorró...

Canción de cuna en voz de dulce mujer que aplacó su rabia y la hizo encaminarse hacia esa voz que bajito proseguía.

- Duerme, duérmete mi niño que la noche ya llegó, y de negra y triste sombra todo el valle se tiñó.

Conforme avanzaba hacia la voz, todos los malos pensamientos tenidos, le hacían temblar como si fuese una hoja seca, mecía por el temporal. Bajito como le cantaba a su hijo, le había cantado a ella en sus amaneceres compartidos y en los baños en el río. ¿Como iba esa voz a mentirla?

Temblando llego a la puerta y temblando la entreabrió y como en el quicio cada noche, se apoyó contemplándolos en la cama. Maria Eugenia cantaba a su hijo y el hilo de luz que se colaba por la puerta a medio abrir, le hizo dejar de mirar a su hijo y hacerlo a la puerta. Si hubo sorpresa o miedo alguno al verla en la puerta apoyada, la niña no pudo percibirlo, porque su serrana le sonreía levantándose de la cama.

De pronto no importaban capataces ni sombras, que enturbiasen el divino momento, de verla caminar hacia ella, con una de sus sedosas batas.

- Ha tenido un mal sueño, pero ya se durmió- le explicó Maria Eugenia al llegar junto a ella y como la niña, se quedó en silencio mirando al angelito dormir.

A su lado, viendo dormir a su hijo y oliéndola, a la niña se le paró el corazón jurándose que daría los triunfos que aún no tenía, por quedarse junto a ellos. Maria Eugenia entendió sus ojos aguados y su carita desencajada, por eso tomo su mano entrelazando los dedos de ambas con fuerza y la niña no necesito mas, para abrazarse a su serrana.

Pero en esa casona, no solo ella se había colado aprovechando la noche, también lo había hecho el capataz, y estando entre los brazos de su serrana, escucho las pisadas de éste. Con apremio tiro de su serrana mandándola callar y guiada a voz baja por ésta, supo llegar hasta su alcoba. En ella la introdujo y sabiéndolo cerca, buscó cobijo en otra alcoba.

Callada tras la puerta, con el corazón acelerado como si estuviese ante el toro, guardo silencio y hasta callo sus latidos queriendo escuchar.

- Viene cada noche- escucho una voz sobresaltándola- llega hasta la puerta de mi hermana y al encontrarla cerrada, mira que este sola y se vuelve a marchar. Hay amores que nos vuelven locos.

Asustada por las palabras escuchadas se giró buscando a la dueña de la voz y un nuevo golpetazo se llevó su corazón. Era la hermana de su serrana, tan parecidas que parecían dos gotas de agua.

- Guárdate y guardala, de un amor enloquecido, que tú solo eres una cría y ella tiene un hijo que ya perdió un padre.
 
 
 
 



2 comentarios:

  1. .... Y EN ESA NOCHE NEGRA LO QUE COMENZO CON PUÑAL ...MOTIVO DE TANTOS CELOS...ACABO EN UN ABRAZO DE AMANTES....AMANTES QUE DEBEN SERLO A ESCINDIDAS...EN LA MÁS ABSOLUTA OSCURIDAD....PORQUE NO SIEMPRE EL AMOR ES LIBRE PARA PODERLO MOSTRAR...LA SERRANA NO LO ES...Y LA NIÑA DE LOS PICOS...LO DEBE COMPRENDER...AUNQUE EL AMOR NO ENTIENDA DE RAZONES...Y LUCHAR TAMBIEN CONTRA AQUEL QUE NO ENTIENDE DE QUE CUANDO SE ACABA ...SE ACABA...
    ...LA TRAGEDIA SE SIGUE FRAGUANDO ENTRE AQUELLOS QUE LA PASIÓN DOMINA...A UNO LA LOCURA DEL DESAMOR..Y A ELLAS ESE AMOR QUE YA EN SUS D¡SANGRE CALO....

    ESCRITORA ESTA HISTORIA ME FASCINA...Y ESA FORMA TUYA DE HACERLA ES LA CULPABLE DE ELLO...

    GRACIAS.......POR ¡¡TANTO¡¡

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  2. COMO A CELESTE A MI TAMBIEN ME FASCINA ESTA HISTORIA...
    SIEMPRE ME GUSTARON LOS AMORES QUE TE PUEDEN LLEVAR INCLUSO A LA MUERTE..POSESION...PASION..ENGAÑO Y ESE AMOR QUE TE LLEVA INCLUSO HASTA LA LOCURA..Y MADRINA LO TIENE...

    ME GUSTA MUCHISIMO ESCRITORA...DIVINA-WILSON

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