Tan
a gustito como sólo duerme en el sofá de casa reventaito de
saltarlo. Así se encontraban los dos GarWi y su Mami la sargento
,cuando la jueza y su trapecista suicida llegaron a casa.
No
le hizo falta verlos dormidos a la jueza, para sentenciar que
dormían. Primera prueba o pieza de convicción, la casa estaba en
completo silencio. Segunda, no olía a nada extraño, tipo
plastilina, sprays, acetona, alcohol de quemar, alcohol de curar,
amoníaco ni nada por el estilo. Tercera, la cocina estaba impoluta.
Cuarta, del baño no salía espuma abundante ni agua mezclada con la
primera. Ergo...estaban dormiditos.
-
Dios- exclamó disfrutando del silencio y pudo hacerlo sólo un
segundo.
-
Jijiji...que ya estoy aquí, hermanos.
El
que tardó Paula en correr hacia el salón gritando, que tener nueve
años y un dedo escayolado, es guay.
-
Ayyy- fue el triple suspiro que escucho la jueza haciéndola sonreír.
Podía imaginarse perfectamente la carilla de los tres intentando
despertar.
-
Jijiji despertar ya.
Y
la de Paula subiéndose encima de la sargento. Quien seguro estaría
fingiendo no escucharla.
-
Mamiiiii....despiértate. Sino te despiertas, hago el salto de la
lámpara.
La
amenaza de Paula muy capaz de cumplirla y los ojillos de la
sargento abriéndose de golpe para después coger a su loca
trapecista y tirarla sobre sus dos hermanos.
-
¿Quien es la más fuerte?
Olvidándose
del dedo roto de la amenazante loca y suicida trapecista. ¿Taconear
o Copita de vino?
-
La sargento canijilla
El
gritito entre risas de sus hijos, seguro aplastados por la
canijilla de su mujer, le dieron la respuesta, vinito.
-
¿Y Mamá?- escucho a Pedro preguntar por ella y alzó las cejas
colándose sigilosa en la cocina. Unos pasos, abriría la nevera,
sacaría su vinito...
-
¿Mamá?
Sólo
le faltaba la copa, echaría el deseado líquido y su paladar podría
degustarlo. No había de otra, que contestar al siguiente:
-
¿Mama?
-
No estoy...no he llegado aún.
-
Jijiji ¿y por que te oímos?
Agh...el
delicioso vinito tinto embriagaba su paladar haciéndola cerrar los
ojos.
-
Es el eco desde el Juzgado.
¿Que
dura el éxtasis? ¿Puede acaso medirse? Sola en la cocina, luces
apagadas, sin manos que la toquetean llamando su atención.
Nada...sólo ella y su copa de vino. Hay placeres que no se miden
porque llorarías al descubrir lo poco que duran.
-
Mamá, déjalo. Ya te lo sirvo yo.
La
entrada de Patricia con el jean a medio caer, los pelos como si se
hubiese peleado con dos o tres y su sonrisilla más García, le hacía
dejar la copa y ni molestarse en pedirle subirse los jeans.
-
Jiji Mama, ven conmigo.
Pedro
era el siguiente en llegar a la cocina y en una chula reverencia le
ofrecía su mano.
Nuevas
dudas asaltaron a la Jueza. ¿Hacerles caso o taconear nerviosa?
La
sonrisa más García de Pedro unido a su altísimo cansancio le
hicieron aceptar la mano de su hijo y que la llevase donde fuese, con
Patri y la carísima botella de su padre detrás.
Apenas
unos pasos por la casa y otra sonrisa García, terminaba por hacerla
olvidar sus temores y dejarse llevar. Era la de Paula abriendo la
puerta del baño entre risillas.
-
Jijiji...su baño está listo.
Era
todo tan sumamente tierno y tranquilo que pese a confiar en ellos, el
vello se le erizaba en prevengan. Y se le erizaba aún más, porque
la dueña de la patente sonrisa conejilla más ladeo de cabeza no
estaba. ¿Estaría en la bañera? El sólo pensamiento la hizo
sonreír. Eso si sería una genial forma de relajarse. Con ilusiones
renovadas entró al baño. La bañera llenada como le gustaba, Paula
removiendo el agua buscando provocar más espuma, Patricia a lo
sumiller con el vino y Pedro encendiendole la cadena de música.
Placeres de la vida que le hicieron suspirar.
-
Aysh...estoy que no se si llorar o reír- les dijo desnudándose. Si
algo ocurriera u ocurriese que fuera por favor después de su baño,
no pedía más la pobre.
-
Jijij
Su
comentario hizo reír a sus hijos que prestos a enamorar a Mamá y
que se olvide de sus despistes rápido, cumplieron con excelencia los
pedidos de la sargento. Pero, ¿donde estaba ésta? Era la pregunta
que rondaba en la cabeza de la jueza, ya colándose en la calentita
agua con espuma rica.
-
¿Y Mami?
-
Jijiji
Las
risillas nerviosas de sus hijos la hizo reír. Que si, que daban
miedillo porque por lo general cuando querían arreglar algo
terminaban por estropearlo aún más, pero se veían tan guapos
intentando complacerla que todo quedaba en nada y la nada..eh..la
nada pues...¿que es la nada? La nada es...mejor lo dejo y regreso a
los hechos. ¿Donde estaba la sargento? La sargento estaba en el
veinticuatro horas de la esquina, apretándose el culillo en modo
entusiasta. Eureka, grito su interior mirando el paquetillo de pasta.
-
Jem jem jem....esto si que es romantiquillo- murmuró alucinando.
Pastas gallo con forma de corazones, era lo más, para una cena
romántica- Jolines, esto tiene que gustarle, ¿que no?
MAS E QUE SARGENTO LHE UMA QUE SÓ SARGENTO SABE DAR, DE DEIXAR A JUIZA NAS NUVENS COMO NOS VELHOS TEMPOS
ResponderEliminaramo a ésta familia!!!!!!!!!! todos y cada uno de ellos/as
ResponderEliminarque grandeza
ARTISSTAZAAAAAAAAAA gracias
....GRACIAS ESCRITORA.....
ResponderEliminar