viernes, 17 de enero de 2014

Mi cincuenta cláusulas 72


Ante ellas, la insoportable  y omnipresente Victoria Davo, en lencería que poco dejaba a la imaginación.

- Amor mío, ¿traes a tú juguetito para compartirlo?

Julia detuvo sus caricias sobre una congelada Minerva, mientras Victoria avanzaba hacia ellas y la princesa interior de Min, se protegía escondiéndose asustada en la espalda de Julia. Segundos que para ambas fueron interminables, hasta que Julia reaccionó.


- No tenía idea de que estuvi- la interrumpió Minerva, omitiendo a la odiosa mujer.

- Resuélvelo- pidió Minerva en un susurro cargado de confianza- Yo iré a ducharme- dijo consciente de la cercanía de Victoria. Cuando se giró dejando una breve caricia en las manos de Julia, los ojos perdidos de esa mujer le dieron aún más miedo, pero a la par, la pena que ya le estaba teniendo a tan obsesionada mujer, aumento.

- Si no vas a jugar, lárgate gatita- le dijo Victoria colgándose de una Julia que suspiraba y pedía paciencia a Min con la mirada.

- Das pena, Victoria. Mucha pena- contestó Minerva y se arrepintió al momento, Victoria se lanzó a por ella y Julia la retuvo como pudo.

- Será mejor que vayas a mi habitación, Minerva- le exigió Julia y arrepentida se marchó sin decir más. Con Vitoria entre sus brazos, el agradecimiento a esa mujer pudo más que su constante acoso y agravios- Vamos a vestirte- le hablo todo lo suave que pudo, siguiendo las recomendaciones de John. Victoria necesitaba ayuda y esa noche, a pesar de lo inapropiado del momento, podría aprovecharla para conseguir que aceptara su ayuda.

- Prefiero que acabes de desvestirme- se giró Victoria en sus brazos y el giro la hizo tambalearse- Te haré gemir tan alto, que la estúpida cría no volverá a molestarte más.

- ¿Qué has tomado?

- No necesito tomar nada, para provocar tu deseo. Llévame a la cama- pidió besando los labios inactivos y llenos de pena de Julia.

En la habitación de Julia, Minerva se apoyaba en la puerta sin saber muy bien que hacer. Había dejado sola a Julia lidiando con Victoria, y debía reconocer que quizás fuese mejor. Su presencia seguro complicaría la solución. Indecisa se deslizo por la puerta, desanimada. No podía resultar todo tan bonito, tenía que aparecer Victoria, fastidiándole la noche de reencuentro con Julia. El último pensamiento la alertó, y los celos comenzaron a despertarse en ella. Victoria apenas llevaba ropa interior, Julia venía de estar sola y entre ellas dos, más que relación, lo que habían tenido era sexo, sexo y sexo.

- No...vamos a respirar Min...no te puedes comportar como aquello de lo que tanto te has quejado. Dios...que se vaya pronto...por favor...que se vaya- infantil o no, pego el oído a la puerta intentando escuchar.

Pero no pudo escuchar nada, Julia había llevado a Victoria a una de las habitaciones de invitados y como una estatua de hielo, contemplaba a Victoria desnuda e insinuante en la cama, mientras por dentro se maldecía, culpándose de la obsesión de esa mujer por ella.

Su estado aparentemente impávido, terminó por desesperar a Victoria, claramente alcoholizada.

- Te di todo- gritó sentándose en la cama- Te deje tu espacio, que fueses libre, tus estúpidas manías, tus excentricidades, tú falta de simpatía...con el único compromiso de que permanecieses a mi lado.

- Nunca estuve a tu lado- protestó sin poder contenerse Julia. Victoria cambiaba su pasado a su antojo. No existió ese compromiso, sólo fueron dos socias que de vez en cuando, compartían no sólo negocios.

- Mientes por esa mala perra- continuó a los gritos Victoria. Sus ojos no proseguían su altivo estado, vagando por la habitación perdidos, alertando a Julia de su mal estado- No me vas a dejar sola, Julia. No quiero ser una vieja zorra amargada...Julia- se echo a llorar, sin ni siquiera ser consciente de que lo hacía. La mezcla de barbitúricos y alcohol, ganaba la batalla a su delgado cuerpo y Julia se sentó junto a ella abrazándola, no soportando verla así.

- Sush...no estarás sola- la acuno Julia.  A quien abrazaba era Victoria Davo, la misma mujer a la que había admirado durante muchísimos años- Tienes a mucha gente que te quiere.

- Una panda de falsos hipócritas- balbuceo Victoria. De pronto su cuerpo le pesaba toneladas y sus ojos se empeñaban en cerrarse.

- No- la separó Julia atemorizada- No te duermas...dime que tomaste...Victoria...dime que tomaste....Minerva- asustada por el desplome de Victoria en sus brazos llamo a Minerva, realmente preocupada. Mala noche, para dar libre a su servicio- Minerva

Fue la segunda vez que la llamó, que Min la escuchó. Inquieta por la voz de Julia, Minerva corrió hasta hallarlas. Julia sujetaba el cuerpo inerte de Victoria mientras trataba de reanimarla sin éxito y Minerva temió lo peor.

- Llamo a emergencias....Joder Julia.






5 comentarios:

  1. droga tinha que atrabalhar tudo essa victoria, espero que morra, de verdade e que julia fique em paz

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  2. ahora dime, que nos dejas asi, todo el fin de semana y terminas de matarme.....

    porfaaaaa porfaa porfaaaaaa másss GRACIASSS
    ésta historia tuya, es de otra galaxia

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  3. Ayyy me dio penita Victoria, pero no deja de ser una hincha pelotas,je,je
    Excelente la historia,gracias por escribirla
    Saja

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  4. .... Victoria no supo darse cuanta cuando se acabo ese amor...o cuando y más importante perdió a Julia....es la vida....y es verdad que no gusta perder...pero hay que saber hacerlo....si además ayudo el daño que sin duda hizo a quien amo...pues nada queda si no marchar...
    ¡¡¡ Me encanta esta historia Escritora....lo sabes...
    GRACIAS.............

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