Marcada/Los GarWi y su 1ª Comunión 3

La excusa de "he picado algo con los chicos" a la sargento no le había servido ni con sus canijos ni por supuesto con su barbie toguera. No le quedaba otra que ser la primera en entrar a su piso, correr hasta la olla de las lentejas, calentarlas y aprovechar que los canijos se estaban lavando las manos, para ponerse un mini plato del poco apetecible manjar.

- Jejeje, reflejos me siguen quedando- se regodeaba de su victoria antes de plantar la bandera y si eso pasa, alguien, mismamente tú canija más tierna, llega y te arrebata la victoria.

- ¿Esas poquillas?- preguntaba Paula mirando el pedazo plato con solo dos lentejas navegando a lo náufragas- Anda ya- recogía el plato de su mami "la poca hambres" dispuesta a echarle dos o tres cazos más.

- Jolines- como no, pataleaba la sargento sentándose en la silla entre aspavientos.

Pataleta que hacia sonreír a sus tres canijos ignorándola, que son cosas de Mami sin importancia ninguna. Al poco los cuatro estaban sentaditos a la mesa. Patricia no comía simplemente engullía, consciente de que un poli siempre tiene que estar comido, bebido y afeitado, que no es el caso, pero la cartilla del Guardia lo dice y es la única cartilla a la que ella le hace caso.

- Bueno...¿que hemos aprendido hoy?- les preguntó la sargento y la tía tiene dos ovarios bien puestos, porque con estos críos, te puedes arrepentir de haberles preguntado nada.

- A estar orgásmica- respondió Paula a plena sonrisa.

- Jajaja- se partía Patricia negando con la cabeza- que no es estar, es que te dan.

- Jajaja...eso es...yo daré muchos, deja que crezca un poquillo más- continuaba Pedro completando el triángulo y se ahogaba la sargento con una lentejilla atravesada en su garganta. No ayudaba una canija soplando, otra palmeándola y el otro mirándola asustado.

- Cof...ya....ya va pasando- exageraba evitando el tema "orgásmica" pero estaba tratando con sus GarWi, esos tres canijos, exigentes ellos.

- Ayyy- retornaba a su asiento Paula suspirando- Yo se los daré toditos a María- dijo enamoradísima de su prima mayor que ella e hija de Cruz y Vilches.

- Eso si te espera- murmuró Patricia apretando los puños. Su prima María, frecuentaba demasiados niños, no respetando a su hermana y eso le hervía la sangre tanto como el artículo ciento setenta y dos del código penal.

- ¿Que insinúas?- le preguntó su hermana sufriendo a lo Garcia, es decir agarrándose el corazón.

- María tiene catorce años y es muy guapa- intercedía Pedro, queriendo ayudar- Y los chicos pues, también quieren darle orgasmos.

- Cof...me ahogo...me estoy ahogando- se ahogaba la sargento y ahora de verdad. María, su ahijada, la hija de Cruz, criatura casi de sus entrañas- Ahora vuelvo y os explico.

- Mami no se te ocurra salir por ahí a dar orgasmos- advertía Paula sufriendo por su querer y velando por el amor de sus madres, pero la sargento no podía escucharla.

Aun ahogándose pero con el corazón de super Tita acelerado, los dejó solos para ir al piso de enfrente. La vivienda del Teniente y lo más importante, de su ahijada.

Dio dos toques a la puerta, apretándose el culete en modo nerviosa total y una sonriente, servilleta en mano, Cruz la saludo. Y fue como saludar al aire, porque la sargento se coló en su casa en busca de María.

- María- dijo nada más entrar al comedor donde la familia comía en armonía.

- Jeje- sonrió la adolescente. Una réplica perfecta de Cruz en pequeño- ¿Qué te pasa Tita?

- ¿Dónde vas esta tarde?- le preguntó la sargento sin echarle cuentas a las cejas alzadas de Vilches.

- A la biblioteca a estudiar- contestó inocente la chica, siendo el orgullo de sus padres. Pero la sargento no se la cuela nadie.

- Jejeje- se movía inquieta la sargento agarrándose de nuevo el culillo- Error, te vienes a mi casa a estudiar.

- Pero si va a la biblioteca, Esther- intercedió Cruz por su hija.

- Nanai, a estudiar conmigo que tengo un curso por empezar- exigió no confiando en las bibliotecas. Conocido lugar perfecto para andar ligoteando.

- ¿Ahora?- se indignó Vilches dando un golpe en la mesa- ¿El curso lleva empezado un mes y tú lo empiezas ahora?

- Jejeje a ver...- ahora si que se apretaba el culillo inquieta. El cabron del teniente le había pillado pero bien- que es que...anda ya...me tienes en plena operación "pillastres" ¿y también tengo estudiar?

- Yo no digo nada, ¿pero has dejado a tus tres canijos comiendo solos?- le preguntó Cruz negando con la cabeza. A saber que estarían haciendo esos tres demonios solos.

- Cagó en la mar sala que elude el edulcorante- le faltaban piernillas para volver a su casa y oh milagro. Sus tres canijos degustaban las mandarinas de postre ni más niños buenos.

- Aquí estamos- le dijo Pedro encogiéndose de hombros- esperando que nos hables del orgasmo.

No, esta vez la sargento no se atragantó, sólo pudo tragar saliva y dejarse llevar por Paula, quien la sentó en la silla, dispuesta a una clase de su Mami sobre el orgasmo.

- La...la...¿la procreación la tenemos clara?- preguntó rogando a quien fuese, porque la jueza de instrucción, amor de sus amores, abriera la puerta de la casa con su típico "amores ya estoy en casa" librándola de la explicación. Pero nada, sus ruegos no fueron atendidos y sus tres canijos contestaron que si tenían clarísimo el tema procreación- Bien- de repente le entraban los sudores de la muerte. No tenía ni idea de como explicarles semejante cosa- Pues...parece que hace una poquilla calor, ¿que no?

- Noooo, cuéntalo ya...Jolines- exigió Pedro. Que el es muy espabilado y le da en la nariz el tema orgasmo es perver.

- Es una sensación....mae mía- sufría, sufría mucho rebuscando palabras- que se da entre dos personas que se atraen y se dan mimos. Esta actividad, no se debe realizar antes de los treinta años, por lo menos o en vuestro caso me atrevería a decir que no antes de los cuarenta- dejó caer por si colaba y los tres hermanos se miraron entre sí.

- ¿Y que sensación es?- le pregunto Paula no dejándola respirar.

- Pues...¿sabes cuando Mama te rasca la espalda?- preguntó por decir algo. Pasa cuando te metes en un berenjenal y no sabes como salir.

- Si...es muy rico. ¿Eso es? ¿Mamá me da orgasmos?- preguntó Paula dejando temblando a la sargento.

- Jijiji no...pero ellas si se los dan- contestó Pedro rojo como un tomate, que el muy zorro ha escuchado a sus madres dándose amor muchas veces.

- Esto va a tener relación con el amor, menuda mariconadilla, ¿para que me entretenéis con estas cosas?- se indignó Patricia que es de todo el mundo sabido, que ella pasa de niños o niñas, a ella sólo le importa la lucha contra el crimen.

- Pero- movía inquieta los ojillos Paula- ¿Entonces me dan o doy?

Ni que decir, el trocillo mandarina que se estaba comiendo a la sargento se le quedó atascado en mitad de la garganta de la impresión.