Capítulo
8
Por
más que revisaba sus ropas, estas no mejoraban su aspecto. Daba
igual que las sacudiera con los guantes, estos estaban tan sucios
como sus propias ropas. Cansada como hacia años no se sentía, el
silbido de su madre, no hizo más que ponerla en alerta, el trabajo
no había terminado.
-
Cógelo y que no se caiga- le avisó su madre, sonriendo para sí. Los
reflejos de Julia continuaban intactos, a pesar de sus "maquinitas".
Julia atrapó el saco entre sus manos y se sorprendió de que su
espalda no se quejara en absoluto- Déjalo cerca del primer zurco,
mañana lo echaremos- le indicó bajando del remolque de un salto-
Por hoy ha estado bien. Ahora tomaremos algo en el pueblo- se
encaminó decidida hacia su pequeña furgoneta. Dos pasos y se
detuvo. Julia no la seguía y avanzaba hacia la casa- ¿Dónde vas?-
le preguntó con los brazos abiertos.
-
A ducharme, mire como voy- se defendió Julia mostrándole sus sucias
ropas.
-
Tonterías, a estas horas en el bar sólo estarán los muchachos.
Sin
querer discutir, Julia terminó por obedecer a su madre y fue hasta
la furgoneta, sin todavía creérselo. De normal en ella, abrió la
puerta ofreciéndole el paso.
-
Madre mía- negó con la cabeza su madre, subiéndose- Yo se esto, y
no te hubiese comprado el ordenador. ¿Para que me abres la puerta?
-
¿Para que usted suba?- rebatió la pregunta Julia, perpleja. Años
dedicados a mejorar sus modales y su madre, los tomaba como ofensa.
-
¿Qué no puedo yo sola?- protestó su madre.
-
Se llama cortesía y educación.
-
Gilipolleces. Como estoy entendiendo a mi Minerva. Te jodes, si digo
mi...es mi nuera, la pareja de mi hija, totalmente adecuado el uso
del mí, digas tú lo que digas. Pero claro, hay que tener cuidado
con su uso, porque es un uso verbal. No voy a pretender que la niña
sea una apéndice mío. ¿Este punto lo entiendes?
-
Si
-
¿Tanta clase y educación y me contestas con monosílabos?
Y
sin ellos, Julia optó por cerrar la puerta y subirse al coche, para
conducir hasta el pueblo.
Iba
para un mes, que estaba con su madre y su huerto ecológico, tiempo
bastante para recordar con vivencias, lo testaruda que podía ser.
Conduciendo,
no pudo evitar la sonrisa, pensando en cómo su madre, hablaba de
Minerva en presente. Como si nada hubiese pasado y su estancia allí,
sólo fueran unas vacaciones y al final de ellas, Minerva acudiera a
pasar los últimos días en familia.
-
Jejeje- reía su madre palmeándole las piernas- Pedazo de hija tuve.
Se te queda pequeña la furgoneta. Y te ves igual de guapa toda
sucia, que en uno de los trajes carísimos que usas. Ríete un poco,
coño.
Julia
no pudo más que reír, como su madre le pedía. En un sólo mes, su
vida había dado un giro brutal. Un claro ejemplo, era el bar donde
tomarían un vino del lugar. Nada de reservas, curados a madera
noble, ni afrutados fantasía. El vino era nuevo de año en año. De
la vid a la picadora y de la picadora a las viejas tinajas, de donde
salía fresco y apelmazado. Y el bar de pueblo, con su olor a
fritanga y tabaco negro.
John
quedó perplejo al verlas entrar al bar. Juntas madre e hija parecían
el punto y la i. Ambas en jeans desgastados y camisetas, sucias
suponía del trabajo en el huerto y con un aire muy parecido,
salvando las distancias entre las vidas que cada una llevaba.
Comprobado
así, que había llegado al pueblo correcto bajo del coche con cierto
temor. Chico de ciudad de siempre, no se veía en un lugar tan
campestre. Por suerte y a malas, Julia estaba ahí.
Decidido
entró al bar y en cuanto la puerta crujió, todos los hombres más
las dos mujeres, lo miraron.
Julia,
tan sólo un segundo, el suficiente para una vez visto, mirar a su
madre.
-
No empieces a renegar y preséntame- coqueta su madre se ajustó las
ropas. Desde que Julia le hablase de su terapeuta, había querido
conocerlo y por fin se daba. Y no sólo eso, el muchacho era de lo
más apuesto y como su propia hija, de cuidados y esmerados gestos.
Julia
se incorporó como lo había hecho su madre y John sonrío
complacido, caminando hacia ellas. Mientras lo hacía, le era
inevitable pensar en que, cuando recibió la primera visita de Julia
Arango, lo que más curiosidad despertó en él, fue como esa mujer
podía llenar cualquier espacio. Magnetismo, carisma o lo que fuese.
Julia Arango llamaba la atención donde se la colocase.
-
Buenas noches, señoras- saludo educado y Julia aceptó su mano
apretándosela en exceso.
-
Ella es mi madre, Araceli- los presentó Julia, clavando sus grises
ojos en los de John.
-
Leli, todo el mundo me llama Leli, menos la pan duro de mi hija- dijo
apartando a Julia, para darle dos besazos a tan educado caballero.
-
Es un placer conocerla, Leli- respondió John, sonriendo por los
cariñosos besos.
-
Ay, aprovechando que llegaste, vámonos a cenar- dijo Araceli,
colgándose de su brazo. Ignoro a propósito la cara de su hija y a
Julia no le quedo de otra que seguirlos.
En
la puerta del bar, los tres se detuvieron. Por ella entraba Juan,
leñador del lugar, grueso y fuerte como la gente del norte, pero de
amable sonrisa.
-
Julia, iba a ir a tu casa a buscarte. Mañana vamos a tirar los
troncos río abajo, no nos vendría mal unos brazos como los tuyos,
¿cuento contigo?
Ante
la pregunta del grueso hombre, John dejo de escuchar a Leli, para
prestar atención a Julia y su respuesta. Apenas afirmó con la
cabeza y el hombre respondió dándole una fuerte palmada en la
espalda. El cuerpo de Julia amortiguo la palmada y Julia sonrío
levemente.
-
Unos días más y mi hija será persona, tanta maquinita y tanto
dinero, la tenían muy subidita. Lo que no haga una madre por su
hija, ays....si es que me vino como un perro que esta sin socializar,
pero aquí esta su madre, velando por ella.
Me encanta esta Leli, es lo contrario a su hija Julia, Espontanea, Real, Cercana. Una MADRE.
ResponderEliminarGracias Escritora.
massssssssssssssssssssssssssss gemo que vc demorou muito dessa vez quase morri e quero minerva de volta e victoria morta kkkkk
ResponderEliminarJulia tomó la mejor decisión al irse con su madre, donde encontró cariño, comprensión... una madre que la ayudará a encontrarse como ser humano. Con esta decisión Julia demuestra que está cambiando, dejándo de lado el mundo frívolo e insensible del que hasta ahora se rodeaba.
ResponderEliminarAdmiro el talento y creatividad que posees escritora. Gracias.
Creo que quiero que Minerva conozca a la madre de Julia ya.
ResponderEliminareu também gemo, que tal lola achar minerva e contar onde ela esta e minerva aparecer por la hum iria merecer um premio gemito
ResponderEliminar......Volver a sus raíces....a donde puede ser ella....donde nada la eleva por encima de nada...donde encuentra ese amor de madre verdadero...donde puede perderse para ser lo que ya ¡¡¡tanto¡¡¡ desea...donde esta lo autentico.. donde quiere quizás curarse para presentarse ante esa mujer que ama ya por encima de todo como lo que es...lo que de nuevo debe sentir que es MUJER...esa que bajo de las alturas para ''sentir'' y y estar a tiempo de hacer que su VIDA sea por fin lo que necesita para ser feliz....empeño esta poniendo...seguro lo consigue..
ResponderEliminarY nuevamente digno de admirar...''ese pase tuyo''' Escritora...que forma de hacer que tus personajes entreguen hasta la ultima gota de sangre para cambiar en sus vidas lo que les impide ser felices...lo haces siempre..y siempre hay que decirte..ÚNICA...lo eres...
GRACIAS......