sábado, 14 de diciembre de 2013

Madrina 11


Al monte se echaron los chavales, envenados por la pasión al toro y su muerte. Apoyada en las maderas, que la separaban de su suerte, Candela hinco rodilla al suelo, y santiguándose, por ultima vez así rezo:

- Si pa mi no esta la gloria de mojarme con la sangre de ese toro perla, que pa mi no haya capote de oro, ni madrina que por mi toreo pague.


Decidida a conseguir sus sueños, Candela como los otros chavales, salto las maderas que de los toros los separaban, muleta en mano.

Los toros pastaban tranquilos, ajenos al asalto que los locos jóvenes planeaban. Con temple de torero, cada uno busco la suerte en un toro, quedando todos alejados.

Ahora solo la luna, sería testigo de un duelo, donde uno, el toro, nada opina, pero que orgulloso, mira a su retante hinchando el pecho para recibirlo.

Detrás de esas maderas, poco a poco, llegaron el capataz, el mayoral y algún hombre mas del Cortijo. Tocaba ver el toreo de los chavales y si alguno ya despuntaba, avisar a la Madrina, para que en caballo, presencie los últimos lances de la corrida.

Tres pases de verónicas y el Capataz pidió luz para Candela. ¡Ay la niña los Picos, como toreaba! Nacida pa darle muerte y nacida para bailar al toro como lo estaba haciendo.

- Esta niña nos llenara de oro, avisad a la Madrina, que aquí hay novillera pidiendo picador- hablo el capataz, disfrutando como si estuviese en las mismas "Ventas" viendo a toreros de re-nombre.

Pero era Candela, quien movía la muleta y con ella al toro. Sudor en la frente y camisa empapada, que el toro se deja pero tiene ataques de orgullo. Nada mas que toro, centrada en él, Candela no veía los focos que la iluminaba, ni los jóvenes parados mirándola, estaba solo ella, el toro, la luna y el pañuelo de su serrana empapándose de valentía.

Bailando con el corazón encogido, estaba la dueña de ese pañuelo. Bailando entre candelas mientras la suya, retaba un toreo.

¿Qué estaría ocurriendo en su dehesa? ¿Para que rezar si se paso muchos años haciéndolo por quien acabo tendio en la arena manchándola de sangre? Mejor bailar como le había pedido su Candela, deseando que sus amores no tuvieran el mismo signo y señal.

El galope de sus caballos acercándose, la hizo temblar y dejar el baile. Sonrió enseñando dientes para sus visitas, que nada sabían de su pesar.

Al poco su mayoral, se acerco educado y bajando la cabeza, la saludo tranquilizándola.

- El capataz, solicita su presencia. La Niña los Picos, esta encantado a la luna y vaya usted a saber, si el toro no esta muerto ya.

Respiro la dueña y ni se preocupo del suspiro que fuerza se le escapo. Ahora la sonrisa era plena y apretando el brazo del Mayoral pidió ensillar su caballo, para ir a ver a la promesa con nombre de fuego.

Cuantas veces camino a la dehesa se regaño, exigiéndose neutralidad, ahora no iba la amante hacia el río, iba Doña Maria Egunia de Pavillas, la Madrina. Honroso titulo que año a año de formar toreros se había ganado entre los entendios. Años y apodo, que no pueden echarse a perder, por mucho que quiera a Candela y como todo querer, quiera darle aquello, que la niña le pida.

Nada mas llegar, se lleno del silencio de la Dehesa, no podía estar haciéndolo mal, si todos los hombres callaban y la miraban embobados.

Pero cuando fueron conscientes de la llegada de la Madrina, no callaron mas, queriendo que la Madrina supiese, quien era la elegida para ellos.

- Nada mas tiene que mirarle las ropas, ha paseado el toro pegaito a ella- le informo el capataz, entusiasmado con el toreo de Candela.

Maria Eugenia no dijo nada. Bastante tenia ella con verla torear. Sin pulso, medio muerta por los recuerdos que la imagen de Candela le traía, de un joven de largas patillas, mucho años atrás.

- Ponte guapa pa las Ventas, que por ti al toro recibiré de rodillas.

Su Paco y las innumerables veces que lo vio torear en sus tierras. Ahora era Candela, como un mal sueño que se repite una y otra vez.

- ¿Qué dice usted?- le pregunto el Capataz, posando la mano en el muslo de Maria Eugenia, sacándola de sus recuerdos.

- Dadle fiesta esta noche a los muchachos y que mañana venga a verme su apoderado- dijo Maria Eugenia, retirando la mano del Capataz.

- ¿No espera a verlo matar?

- Ese toro ya esta muerto- sentencio Maria Eugenia, lo que termino ocurriendo.

Entre gritos toreros, Candela le dio muerte al toro, y cuando lo tuvo vencio, se giro hacia su improvisado publico, esperando ver a su madrina.

Ni el rastro del polvo que levanto el caballo de la dueña, pudo ver Candela y el desanimo se apoderó de ella.

- No me ha querido ver la madrina, no lo he podido hacer bien, Maestro- le decía a su apoderado, regresando a pie.

- Jajaja, alegra esa cara Candela. La dueña estuvo aquí viéndote, y me ha hecho llamar. Mañana me espera tu Madrina y a ti te espera la gloria- le dijo abrazándole el bueno del apoderado. Años soñando con este momento y Candela, su niña, sin creérselo.

- Pero Maestro, las lenguas del Cortijo, dicen que cuando le gustas a la Madrina, ella entra y corta una oreja del toro, a mi ni a verme vino.

- Las lenguas aburridas hablan de mas, Candela- improviso el apoderado, imaginando porque la madrina con ella no había actuado así. Seguro quería seguir teniéndola engañada- Tu madrina estuvo aquí, y que me caiga fulminado si no la vi llorar al ver tu arte toreando. Pero hay juerga en el Cortijo y allí debe estar- la animo queriendo verla disfrutar del momento, que le hablase de como se había sentido, decirle el lo orgulloso que le había hecho sentir, pero entonces Candela echo a correr y él tuvo que gritar- Candela por tu madre, ¿donde vas?

- De bien nacía es ser agradecida, y por madre tengo a una santa. Voy a presentarle mis respetos y a darle mis infinitas gracias, a mi Madrina.

- Candela- contesto en un hilo de voz el apoderado y agradeció la mano de su conductor, apoyándonos en su hombro.

- Tarde o temprano, la niña tie que saber cual es la verdad. Déjala que ella sola la descubra.

Porque el destino puede o no estar escrito, pero un Cortijo todo se acaba sabiendo. Y esa noche a la luz de una candela, la Niña los Picos, supo que su Madrina, era la mujer que le había robado el sentido, en un río.

Y así, lo cantaron en sus coplas las mozas del Cortijo Las Malvarrosas:

"Que la chiquilla ya se ha enterado y a las cuadras se ha marchado. Que hará la dueña del Cortijo, si se sabe que por ella pierde suspiros".






3 comentarios:

  1. La chiquilla ''saenterao'' y aunque no sabemos lo que hara.se vislumbra una tragedia...no se si de sangre o de amor..pero el aire esta viciado y denso..y yo impaciente por saber..

    Y tu mi querida Gemo dispuesta a hacernos sufrir hasta el final y nosotras...como buenas sufridoras..a esperar...esperar o la gloria o el infierno...o el amor o la tragedia...o la vida o la muerte..

    De lo que si tenemos certeza que todo esto esta en tus manos niña...
    Ainsssss...Grande tu escritora....

    Divina-Wilson

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  2. quiero masssssssss que subidonnnnnnn da leerte
    artistazaaaaaaaaa GRACIASSSSSSSS

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  3. ..... Por fin....por fin pude pasar Escritora...y como merece la pena hacerlo...como¡¡¡
    ''' No se puede por mucho tiempo poder ocultarse..menos ..mucho menos cuando el amor ronda en esa oscuridad....entonces es imposible'''....y es lo que paso....La Niña los picos''' probo la hiel del engaño...la desilusión..esa ''niña con nombre de fuego''' llorara lagrimas amargas por ese amor....siendo débil a el....cuando tan valiente es delante de ese toro que bajo la luna fue a su encuentro...Y esa Madrina las derramara de igual forma¡¡¡...
    ...... ¡¡¡ Cuanto embrujo tiene esta Historia ¡¡¡...como ¡¡tanto¡¡¡ es tu arte para hacerla ESCRITORA GRANDE...lo eres si¡¡¡¡
    GRACIAS........

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