viernes, 22 de noviembre de 2013

Mi cincuenta cláusulas 57


Los rayos de sol, iluminando su habitación, eran tan iguales a los de cualquier mañana, que no presagiaban que  el día fuese a ser diferente al anterior.

Medio dormida, Minerva ronroneo en la cama y como siempre, lo primero que hizo fue buscar su móvil en la mesita. El no hallarlo, le recordó el genio con el que lo había roto.

- Bárbaro, Minerva- se regaño, aunque en el fondo, no estaba mal pasar un rato más del teléfono y de todo aquella persona que estuviese tras el.

Hundida en el desánimo, tardó en dejar la cama y cuando lo hizo, dedicó parte de su mañana a repasar reportajes de sociedad de diferentes revistas. No abrió su correo, buscando mantenerse alejada de todo contacto personal y no se preocupó de su aspecto, hasta que su madre la descubrió.

- Minerva, por dios- se escandalizó su madre al encontrarla en pijama, despeinada y con un aspecto en general muy dejado- No contestabas al teléfono y entre con mis llaves- se explicaba mirando sorprendida el tazón de leche con cacao en exceso que Minerva bebía, sin prestarle atención.

- Haber llamado al de casa, aunque tampoco lo hubiese cogido, la verdad.

- Minerva- le avisó su madre. Conociéndola sabía que su hija debía estar en uno de esos días "Minerva contra el mundo", pero aún así, no le iba a consentir faltas de respeto.

- Lo siento, Mamá. Pero no estoy para nadie hoy- se disculpó sincera, provocando un suspiro de su madre.

Como toda madre, prefirió dejarla ahí, soltar su bolso y curiosear la casa.

- El teléfono de casa decía que no tenias espacio para más mensajes- dijo buscándolo por los muebles y cuando halló el contestador, las luces le indicaron lo mismo que el interfono- Lleno que lo tienes- activo el contestador tranquilizándose, el día de Minerva contra el mundo, no era muy profundo, al menos la casa estaba perfectamente ordenada y limpia.

Minerva no prestó atención a los diferentes mensajes que se iban escuchando, y su madre sonreía escuchándolos, orgullosa de lo amplia que era la vida social de su hija. Hasta que la voz de Julia, atrajo la atención absoluta de ambas.

- Minerva no tengo idea de que pudo pasar, tú teléfono está apagado y en este no contestas.

- Entraste en tu casa y te vieron bien, Joder Minerva contesta de una vez.

Tras éste mensaje, la madre de Minerva detuvo el contestador.

- ¿Estáis enfadadas?- le preguntó a su hija, con sincero interés y Min hundió la cabeza, despeinándose. Su gesto derrotista, conmovió a su madre, quien pronto acudió a abrazarla. Sintiendo su abrazo, Min rompió a llorar, claramente superada.

- Desde que comencé a estar con ella, me la he pasado defendiéndola ante Fatima, después tuve miedo por la reacción que tendrías, lo tengo por Papa y ahora no la defiendo ante Fátima pero lo hago ante Manu...todos se empeñan en hacer que la vea como una mujer fría y posesiva al máximo, y ella pues ella...con cosas como el último mensaje que has escuchado, les da la razón a ellos y me la quita a mi.

Su madre dejo que se desahogara un rato más, entre sus brazos. Sin interrumpirla y sin nombrar a Julia. Trató de escucharla sin prejuicios sobre esa mujer y al final, optó como cualquier madre que quiere a su hija, por apoyarla.

- Hacemos esto, cariño. Nos vamos al spa, nos damos unos caprichos, pasamos el día juntas y a la noche cenamos en el restaurante que se te encanta.

- ¿Con Papa?

- Si.

- Pues le hablare de Julia y que se aguante un poco.

- Jajaja, claro cariño.

Los caprichos en el spa, las compras que le siguieron, sentir a su madre totalmente a favor de su relación y la cena que les esperaba, mejoró y mucho su humor. No hablo con Julia en todo el día, busco mantenerse por un día tranquila, después de la copa con Victoria su humor no era el mejor respecto a Julia y no quería acabar discutiendo como los últimos días.

Solo supo de ella, cuando regresó a su ático para cambiarse de vestimenta para cenar.

Sorprendida le abrió la puerta a una de sus conductoras y más sorprendida quedó, cuando la escuchó decir:

- La señora Arango está preocupada y me solicitó venir, para comprobar que usted está bien.

Minerva abrió los ojos sorprendida, así reaccionaba Julia a su silencio, irrumpiendo en su casa.

- Pues ya me ves- abrió las manos mostrando su look dispuesta para salir a cenar- estoy genial, puedes decírselo.

- Eh...vera, la señora insistió y, ¿podría llamarla ahora mismo?- preguntó la conductora, coartada por la extraña petición de su jefa.

- No, no puedo llamarla porque rompí el móvil y es que además, no quiero llamarla. Trataba de pasar un día sin Julia, pero se ve que es imposible- con genio, salía de su ático haciendo recular a la conductora- Esto último mejor no se lo digas. Aquí entre tu y yo, es capaz de coger su avioncita y presentarse aquí, sólo para darme un par de cachetadas jajaja, a lo Grey. ¿Leíste cincuenta sombras de Grey?- le preguntó recreándose en su parodia con Julia y guió a la conductora hacia el ascensor. La conductora estaba tan anonadada, que sólo negó con la cabeza- Mejor para ti. No es más que un alegato a favor de la sumisión machista.

- No lo haré, ¿llamara usted a la señora Arango?

La respuesta de Minerva fue un no rotundo. Julia debía aprender a respetar su espacio y entender, que con ella no van sus ordeno y mando.

Así comenzó su noche, noche que estaría plagada de sorpresas y las sorpresas, no siempre son buenas.

La primera de ellas fue antes de salir de su aparcamiento. Se demoró en el coche, extrañando a Julia. Quizás estaba siendo dura en exceso. Curioseo a su conductora, quien fuera del coche hablaba por teléfono y se imagino la reacción de Julia, ante lo contado por su conductora.

Al poco esta caminaba hacia ella y Minerva, con cierta esperanza, bajo la ventanilla esperando escuchar algo, que la hiciera buscar con ansias un móvil para llamar a Julia.

- La señora solicita una dirección donde enviarle un móvil.

- Hazme el favor, dale las buenas noches de mi parte.

No escuchó algo que le hiciera sentir mejor o le transmitiera deseos de llamarla, escuchó lo de siempre. Julia y sus regalos, Julia y su posesión.
 
 
 
 

5 comentarios:

  1. Algo infantil, pero, casi todos hemos hecho en un cierto momento de enojo, ¿no? Me encanta ese momento "rebeldía" ..jejeje... Minerva se siente impotente ante la frialdad y la casi indiferencia..... Y Julia no dio un paso adelante, todavía obsesiva, insensible y mandona.
    Gracias....mi gemo
    beijos

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  2. mas gemoooooooooooooooooooooooooooooooooo poe favor to dependente
    @brigoninha

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  3. has dicho algo de avionetas, Minerva?, cuidado que los deseos a veces se cumplen!!

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  4. Ainsss Minerva..''una pataleta'' de niña enfadada...Igual no estas a la altura de una mujer como la gran Julia...

    Para jugar a juegos peligrosos hay que tener solvencia...y asi no la vas a conseguir Minerva.....hay que apostar fuerte niña...lo estabas haciendo bien pero....

    Divina-Wilson

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  5. .........Perooo....me quedo con todo lo dicho por Divina....yo no lo hubiese dicho mejor Dama .....
    Escritora ...........GRACIAS............

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