miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mi cincuenta cláusulas 56


Minerva tenia sus propios recursos para animarse. La fotografía, junto con la moda, habían sido su pasión desde pequeña, si ahora Vanity Fair la quería cubriendo el apartado de "sociedad" lo haría con gusto, pero buscaría alguna colaboración en alguna revista de moda.

Más animada y como siempre que podían, quedó con sus amigos en el Club donde tomó una copa y compartió una divertida tarde. La boda de Fátima y Cayetano, estaba al caer y el próximo evento era el tema protagonista en todas las conversaciones. Incluyendo las conversaciones con Julia, aunque con ella no era un tema divertido.

Esa misma mañana había sido la última prueba del vestido de dama de honor que llevaría en la boda e ilusionada por cómo se veía con el, pidió al personal de la tienda que la fotografiaran, para después mandar las fotos a Julia.

Recibidas y hablando por Skype, Julia aparecía ante ella más callada de lo usual y apenas había hecho un comentario acerca del vestido. Desesperada y necesitando algo de mimos por parte de Julia, finalmente tuvo que ser directa.

- No te ha gustado- le dijo tapándose el rostro con las manos. Daba por hecho, que el pronunciado escote del vestido, no sería del agrado de Julia, pero era un vestido igual al de sus amigas, por lo tanto elegido conjuntamente.

- Te ves verdaderamente hermosa. Pero creí que en estos eventos quien debe relucir es la novia, no la dama de honor.

- Te disgusta el escote, no finjas.

- Me molesta y mucho, pero trato de entender que no lo elegiste tú.

- Porque si fuese así, debería haberlo elegido con menos escote. ¿Te das cuenta, Julia? Es un pensamiento retrograda.

- Ahora te molestas, si me callo que finjo y si hablo soy retrograda.

- Es...da igual, Julia.

Impotencia de Minerva, al no poder o no saber, hacerla entender. Nueva vídeo-llamada que acababa en discusión, que se quedaría en anécdota, si cuando se despidió de sus amigos en el Club, no hubiese llegado Victoria Davo.

Y llegó a su estilo, pavoneando su plástica belleza y sus adornados gestos. Minerva trago saliva, cuando siempre edulcorada, Victoria tomo su brazo, prácticamente obligándola a regresar al Club.

- Me apetece un Grey Goose y tenía verdaderos deseos de hablar contigo, Minerva. Apenas te conozco y te resultará extraño, pero te profeso cariño y lo más importante, quiero muchísimo a la grandota cabezona que es Julia.

Lo último de su discurso, provocó que Minerva se sentará junto a ella, dispuesta a tomar otra copa, con tan desagradable mujer. Para Minerva había lagunas en la vida de Julia desconocidas y aunque fuese jodido, esa mujer podría llenarlas. Con su usual simpatía, Minerva inicio una conversación insustancial, que resultó variada, dada la poca confianza. Conversación que se llevó la primera copa y que las hizo, pedir otra en un ambiente más confiado.

- Hablamos de todo y no te pregunté, ¿que tal en Vanity?- preguntó Victoria, sonriendo por dentro. Había logrado la confianza de la joven.

- Eh- dudo Minerva, no le interesaba en absoluto entablar una amistad con esa mujer, pero serían las dos copas ingeridas, camino de tercera o sus eternas ganas de saber de Julia, que al final atajó el camino- Dijiste que tenías verdaderos deseos de hablar conmigo, ¿que te provocó esos deseos?

- Uhm- suspiro magistralmente Victoria. La joven era más ilusa de lo que pensaba- Supongo, que vas conociendo a Julia- prosiguió con su premeditado diálogo y Minerva asintió- Yo no se- hizo una pausa, moviendo distraída su copa- quizás deberíamos haber pedido un Don Perignon del cincuenta y nueve, porque no se como tratar lo que quiero decirte. Pero cariño, no te alarmes, ¿si?

- Eh...no claro, que no- le contestó Minerva inquietándose, quizás sería más honesto no indagar en la vida de Julia de esa manera, pero el misterio dado por Victoria, la tenía atrapada.

- Aunque seas joven, supongo habrás amado antes y sabrás de hasta donde puede llegar una mujer a dar por mantener una relación. Es obvio que si, es realmente bonita- realizó otra pausa, queriendo mostrar cuanto le costaba continuar- Me estoy liando y terminaré por liarte a ti. Julia es una mujer muy caprichosa, a la que no debes consentirle todo.

La autosuficiencia no disimulada en Victoria, provocó a Minerva, quien poco acostumbrada al alcohol, se sintió retada.

- Me vas a perdonar, pero a Julia la consentiré o no, según me plazca- así entró al reto, apostando fuerte y cometiendo un error, subestimo a Victoria.

- Ya, y conseguirás lo que hasta ahora. Niegame que no intenta aislarte de tus amistades, que no ha modificado tu estilo de vestir y que no ha interferido en tu trabajo para que dejes de fotografiar a bellas mujeres. Niegame todo esto, Minerva- directa entró a matar, la joven se lo había puesto facilito y por la cara que estaba poniendo Minerva, la pobre joven estaba afectada- Quizás me excedí, Minerva, pero sólo busco ayudarte.

- Pues no necesito tu ayuda, Victoria. Y me vas a disculpar pero tome demasiado y no estoy acostumbrada.

- Bien, me hubiese gustado hablarte de la pobre Mar, otro día será.

La despedida entre ambas fue de los más educada a pesar de las circunstancias. Minerva volvió en taxi a su casa y nada más cerrar con genio su puerta, se dispuso a llamar a Julia, dispuesta a exigirle respuestas. Olvidando así, que su vida se había convertido en una montaña rusa, en la que ahora participaba John Stwart, terapeuta de Julia.

- ¿Si?- malhumorada contestó la llamada, dejándose caer prácticamente derrotada en el sofá.

- Vera Minerva, soy John el terapeuta de Julia Arango- se presentó educadamente, provocando que Minerva se incorporase de golpe.

- ¿Esta bien Julia?

- Por supuesto. Disculpe mi atrevimiento, es que deseo conocerla y entrevistarme con usted.

- Ya- intervino Minerva, no queriendo escuchar nada más- para decirme lo jodida que es Julia, lo caprichosa o el ser que parece desconozco, pues no me da la gana. Estoy harta de que todo el mundo se intente meter en nuestra vida y ahora mismo, iba a llamarla, así que me va a disculpar usted a mi. Buenas noches y gracias- colgó la llamada Minerva y contuvo las inmensas ganas de estrellar el teléfono contra el suelo. Nublada por el alcohol, tuvo que tomar aire y nerviosa, llamó a Julia, no en las mejores condiciones.

- Dime, Minerva.

- Dime Minerva- repitió la contestación de Julia, rodando los ojos. Pareciéndole totalmente carente de cariño, se enfadó con el mundo un poquito más- Dime tu, Julia. ¿Así me saludas?

- Estoy trabajando y no esperaba tu llamada.

- Y por lo que veo, tampoco la deseabas. Soy una imbécil rematada.

- Minerva- intermedio Julia, no entendiendo nada de lo que estaba ocurriendo.

- ¿También usabas tanto su nombre? ¿Acababas cada frase diciendo Mar?

- ¡Pero que demonios! Minerva, no se que te ha pasado o que ocurre.

- Ocurre que me estoy cansando de misterios, mujeres Arango y de todo, Julia. Eso ocurre. Unido a que tome alguna copa en pésima compañía y ahora mismo, prefiero cortar la llamada o me arrepentiré de lo que te diga. Buenas tardes para ti, Julia- terminó la conversación ella misma al igual que la había iniciado y ahora si, rompió el teléfono lanzándolo al suelo.

Imposible saber si Julia la llamó o no, y ciertamente nublada por el alcohol, Minerva se durmió deseando que mañana fuese otro día.
 
 
 
 

3 comentarios:

  1. odeio vitoria quero ela fora, julia precisa saber que foi ela que fez minerva perde o serviço e que anda colocando coisas na cabeça de minerva urgente

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  2. Entonces, segundo Victoria, fue Julia que intervino en la revista para que Minerva deje de fotografiar mujeres? Si es cierto, digo una vez más, esta mujer necesita ayuda psicológica URGENTE... Cuanto a Minerva, una actitud infantil y innecesaria. No creo que esta es la forma correcta de hacer frente a Julia y su carácter hermético.
    Gracias,,,,,mi gemo
    beijos

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  3. .....SIGUEN LOS MALOS VIENTOS PARA LAS DOS....
    GRACIAS..................

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