"A
mí me suena el run run de mi corazón, no se me quita el gusanillo
de ti, me suena el run run dentro de una estación, mi último tren
que no quiere salir"
Mi
tocadiscos interior se animaba como nunca. Mi moto, la carretera, la
manta inexistente y mi morena, pegadita a mi. Normal que se animase.
Mi último paseo en moto con ella había sido desgarrador, en cambio
este era pura bilirrubina subiéndome desde los pies hasta el último
pelo de cabeza.
Bien
pegaita a mi, tanto que por momentos estrangulaba mi cintura con sus
largos brazos.
Lo
que yo me había comido la cabeza, el más despertar que tuve y el
dichoso parking de su Tía, acelerando, atrás lo dejamos. Incluido
su geniazo y su hostiazo. Que todo hay que decirlo.
Dos
toques en mi casco y levante la visera, para poder oírla.
-
Para en el mirador- me pidió y sonrieron todos mis adentros. Tanto
que me dijo era demasiado romántico y ahora me pedía detenernos en
él.
Acelere
un poco más, y cuando estábamos llegando a él mirador, salió mi
lado gamberro. Porque el abrazo cerrado de Lucia era verdaderamente
necesitado y las dos, después de lo vivido necesitábamos reírnos.
Si,
hacerlo de mi negatividad, de su genio, de mi silencio y hasta del
tipo de la perilla.
Frene
suave entrando en el pequeño aparcamiento dispuesto antes del
mirador y proseguí en marcha, hasta la misma barandilla que lo
separaba del acantilado, donde frene en seco.
-
Valeria Joder....pedazo susto jajajaja
-
Jajajaja
Y
lo hicimos, reímos a pleno pulmón frente a la Bahía. Nos quitamos
los cascos aún riéndonos y la muy cabrona, aprovechó para
pellizcarme la tripa.
-
Auch- me queje que el pellizco dolió que no me veas.
-
Te aguantas- me dijo de vuelta a mi encierro entre sus brazos.
Más
serenas, nos quedamos mirando el mar y los bonitos barcos blancos
atravesándolo. Tan natural su abrazo y tan natural, que me abrazase.
Pero
Lucía no es una zopenca que amortigua el dolor en largos silencios,
ella lo habla sin tapujos.
-
Sabiendo que reaccionarias como lo hiciste, jugué con tu paciencia.
Creo que me asusto el hecho de verme pillada por ti en sólo horas.
No me preocupa lo más mínimo que seas mujer, esa parte no me
asustó, si lo hizo también, el que siempre calles y aceptes lo que
venga y creí, que aceptarías el fin de nuestra aventura sin mover
un pelo por mi. Me equivoqué y como canta Shakira; Siempre supe que
es mejor, cuando hay que hablar de dos, empezar por uno mismo - me
dijo con su carita apoyada en mi hombro.
Y
el mar continuaba su oleado viaje, los coches seguían circulando a
nuestra espalda, el reloj proseguía su interminable tic-tac y ella
elegía la canción de mi tocadiscos.
-
Si es cuestión de confesar, nunca duermo antes de diez ni me baño
los domingos. La verdad es que también, lloro una vez al mes, sobre
todo cuando hay frío. Conmigo nada es fácil ya debes saber,
me conoces bien y sin ti todo es tan aburrido.
-
Uhm esa canción puede decirme mucho de ti. ¿Sabes que? Estoy
cansadísima y lo que mas me apetece es un baño de domingo contigo y
en mi casa. ¿Aceleras hasta allí?-me preguntó a su estilo, tirando
de mi flequillo, para conseguir un cara a cara, de derretirse como
helado al sol de agosto.
-
Acelero, si- le contesté navegando en sus ojos como el velero en el
mar.
-
Ujum- me ronroneo, acariciando mis labios con los suyos. Y ahí, tan
cerca y tan Lucía vi un ligero y casi efímero brillo en sus ojos-
sólo hay algo que quiero dejar muy claro. El sueño de Italia,
quiero intentarlo.
Le
dije si, porque si algo he aprendido siguiendo el Tarot, es que a una
Leo siempre hay que darle la razón. Porque son generosos y
bondadosos, fieles y cariñosos, pero también prepotentes y
mandones. Lo más positivo, les gusta la aventura, el lujo y la
comodidad. Yo soy Tauro, signo evidentemente enemigo en el Tarot,
pero que ese mismo Tarot, me tachara de monito ideal como compañero
de aventuras, nos daba una esperanza. Esperanza que se engrandece si
le sumamos que Tauro es un signo vividor, al que le encanta la buena
mesa, el buen sexo y la grata compañía. Al final, si lo hilas, sale
un equipazo perfecto y le dije si, a intentar su sueño en Italia,
pensando que ya el tiempo dispondría, pero mi niña morena tenía
razón. Italia es la hostia y el intento de conseguir su sueño en
ese país, se está convirtiendo en los mejores años de mi vida.
Estamos
en un pueblecito cerca de Lucca, en la hermosa Toscana. Nos hemos
dejado una pasta en conseguir una pequeña Casa Rural, con diez
habitaciones, que cuando vienen familia y amigos, se nos queda
pequeña. Deudas muchas y vistas a saldarlas, a muy largo plazo. Pero
el estar sentada ahora mismo tomando un vinito con Tony, mirando el
espectacular paisaje, no tiene precio.
Lucía
ha conseguido que en la casa se respire arte y poco a poco, nos vamos
haciendo de un nombre. Gracias en parte, a ideas como la pintura
compartida o la biblioteca donde viajeros que ni se conocen,
intercambian sus libros.
-
Dijo que cambiaras el barril de cerveza, llegarán y no lo habrás
hecho- me dice el cabrón de Tony, interrumpiendo mis pensamientos.
-
Ahora- le contesto, porque si. Parece que no, pero en mente tengo el
cambiarlo. Otra cosa es, que estoy aquí disfrutando del sol y el
vinito y la verdad. ¿Qué prisa hay?
-
Jajaja, mejor lo cambio yo- me dice Tony intentando levantarse pero
lo freno y hago que se sienta de nuevo.
-
Tengo que hacerlo yo. Así cree dominarme, déjala. Jajaja- me
descojono, porque no miento. Lucía sigue siendo Leo y mandona. Pero
entonces, el vello se me eriza, la sonrisa se me vuelve boba y el
corazón se me altera levemente. Llega la panadera, una mujer de más
sesenta años que lleva luchando por sacar a su familia adelante toda
la vida. Y de toda la Toscana, salvando a Lucia, es a la mujer a la
que más me gusta robar un beso.
Tony
no se extraña que salga corriendo hacia la desgastada furgoneta de
la mujer, seguro tampoco de que me cuelgue a la puerta de la misma y
que le bese la mejilla.
-
Buenos días, Abriana- le digo en italiano aprendido a la fuerza,
tras comérmela a besos. Abriana es mi Mamma de la Toscana.
Ella
me responde contándome su rutinaria mañana y el pito de un cascado
cuatro latas descapotable, hace que deje de babear por mi Mamma para
hacerlo por Lucia.
Ahí
llega, con un bulto en la parte trasera que seguro nos resultara una
deuda más y Lola de acompañante. Y lo hace sonriendo escondiendo
sus hermosos ojos en unas grandes gafas y el cabello salvajemente
despeinado.
No
mentiré, aún mi lado pesimista, me hace mirar a los lados de reojo,
tratando de verificar que es a mi, a quien regala su más bonita
sonrisa. Y cuando lo hago, cuando compruebo que esa sonrisa es mía.
El corazón se me acelera un poco más. Porque llegando Lucia, llega
mi hogar.
Ese
que yo pensaba, eran cuatro paredes, una televisión del copón, un
sofá comodísimo y una cama enorme. Cuan equivocada estaba. El
verdadero hogar no tiene lugar, ni espacio. Porque esta en los brazos
de quien quieres y te quiere.
En
Lucia lo hallé y es anhelo, deseo, calor, cariño, pasión,
compañerismo, ternura y entre más, diversión y aventura.
-
¿Cambiaste el barril?
-
Eh...ahora voy, si.
-
Valeria, por favor. Que te lo dije a las siete y son las tres.
-
Jejeje que ya voy... me he descuidado un poco.
-
Un poco dice.
Y
no es floja, es darle cañita para que me abrace como lo hace y
entonces mi corazón, vuelve acelerar un poco más y ahora si, soy yo
la que le roba un beso. El beso apasionado que sabe a hogar y a su dulce miel.
Vuela
esta canción para ti Lucia
la más bella historia de amor
que tuve y tendré
es una carta de amor
la más bella historia de amor
que tuve y tendré
es una carta de amor
Y ¿quién era el tío de la perilla?
ResponderEliminarMe han conquistao Lucía y Valeria.
....... GRACIAS.......ESCRITORA....
ResponderEliminarFinal de lujo para esa Motera que puede llenar de locura a cualquiera que la conociera.