Maria
Eugenia Campos de Pavillas, viuda y única dueña del Cortijo Las
Malvarrosas. En su cuarentena, con su vida hecha, encajada en el
mundo del toro, con hierro propio y toros de aplomo, logrado en años
y años, dedicados por su padre a ese mundo del toro de dehesa, bravo
y elegante.
De
su padre había heredado, la pasión por el toro. Desde bien
pequeñita lo acompaño en el campo, aprendiendo todo sobre ese
animal. A poca edad tuvo que heredar el hierro Campos, conocido en
las mejores plazas de España y de la mano de su marido, lo había
convertido en uno de los tres mejores hierros españoles.
Mirando
su reflejo en el agua fresca del estanque, ante esos recuerdos, de
campo, toro, caballos y su marido, la sonrisa con la que se miraba,
se borraba de a poquito. Había llorado sobre la arena, cuando uno de
sus toros de nombre Carlechi, dio muerte al hombre que lo había sido
todo. Pasión, ternura y compañero. En el ruedo quedo desangrado por
la bravura exigida a sus propios toros.
Tres
cornadas le dio y tres puñales fueron directos a su corazón.
Carlechi no hizo más que aquello que se le suponía. Se lucio bravo
con gloriosas arrancadas y a cada capote dado por el que fue su
marido, respondió con elegancia provocando que las almas que
contemplaban a maestro y toro, primero gritasen “Huy” y después
“oles” continuos.
Entregados
el uno al otro, el maestro Pavillas quiso lucirse tanto como el bravo
Carlechi, le dio la espalda pidiendo un ole cerrado. La boca abierta,
el vello erizado y el cuerpo lleno de su sangre. Una arrancada y los
gritos de temor llenaron la plaza. No hubo quien fuese capaz de
quitarle de encima al fiero animal y ante sus ojos, cayo en la plaza,
encharcando la arena, no con la sangre del toro, sino con la de él.
Se
fue así, el maestro Pavillas y se fue como siempre quiso, ante un
animal de su mujer y amante, encumbrando a la gloria, su figura y su
hierro. Después de aquella tarde, la viuda se encerró por días.
Ella había criado al animal que mato a su marido, para llenarse
gloria en apoteósicas tardes de toros. Carlechi iba para indultado
pero sorprendió llevándose la vida de su marido y parte de la suya.
Por
cinco años, Carlechi estuvo en su finca, pastando como si nada
hubiese hecho. ¿Qué le habían pedido? Bravura, ¿y que hizo?
Darla, dando con ella la muerte. Odio los toros, a los toreros, a la
dehesa y a su hierro. Pero un día, llamo a su puerta un pequeño
vestido de capataz, pidiendo ser atendido.
Tan
igualito a su padre, con la misma sonrisa constante en su boca y con
las mismas ganas de toro que sus padres y familia. Fue momento de
dejar su encierro, y a petición de ese pequeño, hijo de sus
entrañas, regresar al toro. Prometiéndose continuar con el legado
dejado por su padre y marido, continuar haciendo del Hierro Campos,
el más bravo toreo.
Compagino
los años de largo duelo, con la crianza de toros y de su hijo y
ahora, ahora la vida se reía de ella. En la arena juro no entregar
su corazón a nadie que llevase el maldito veneno por la sangre. Pero
era su sangre, la que una niña le encendía. Calando en ella, mañana
a mañana. Tanto, que el engaño comenzaba a pesar.
Había
sido fácil, engañarla diciéndole ser su hermana. La madrina no
puede andar con juegos de pasión o sabanas enredadas, con uno de sus
ahijados. Ni puede la madrina ni ella quería, pero los ratos junto a
ella y lo viva, que le hacia sentir, iban pudiendo con ella, poco a
poco. Dándose en una mentira, que sabía, terminaría por
derrumbarse y en ese derrumbe, volvería a llorar sobre la arena.
Porque
la arena ensangrentada le separo de su marido y la arena cubierta de
claveles, pañuelos, botijas y de gloria, la separará de la niña.
Que
es mucha la edad que se llevan, que ella tiene la vida hecha y la
niña no. Que las habladurías serían muchas, que un hijo tiene y a
el se debe, y que tiene un Hierro forjado a gloria y honor, que no
puede mancharse por una pasión.
Tanto
pensado, tanto sentido, le hacen ver su reflejo en el agua que fresca
sigue siendo, con los ojos llorosos. Que al final, a la niña esta
queriendo y nada ha podido hacer, para no estar sintiéndolo.
Apenada,
toma aire intentando reponerse. Los jóvenes locos al fondo, regresan
de su carrera y entre ellos, la Niña del Pico, seguro cantando. Como
cada vez, que durante el día se encuentran, Maria Eugenia se esconde
en su mentira y para ello, gira el caballo y sale a galope, hasta que
su capataz la intercepta.
-
Buenos días tenga usted, señora mía- la saluda educado y siempre
presto a sonreírle, el capataz.
-
Buenos días tengas, Paco. ¿Regresan de la carrera?- pregunto
girando nuevamente el caballo, que la niña al fondo, la mira con
curiosidad.
-
Si, ahora los llevo a toreo de salón. Yo quería recordarle, si
usted me lo permite, que esta noche es luna llena, y no los veo
preparados aun, para afrentar al toro.
-
Lo creas tu o no, saldrán a encontrase con ellos. Separa cuatro y
déjalos a su merced. Esta noche señalare a dos de ellos para la
alternativa como novilleros. Ocúpate de que todo este preparado y
que ellos, nada sepan- pidió sabiendo que Paco así lo dispondría.
Siempre fiel y siempre tentando sus ganas, que fácil hubiese sido,
prendarse de él y no, como había sucedido- Después me iré a
Madrid con mi hijo, serán unos días.
-
Como usted desee- contesto educado el capataz. Pero en sus adentros
algo se removía. La señora estaba distinta y no hallaba el porque-
Señora yo quería decirle
-
Nada más me tienes que decir, Paco. Mi alcoba seguirá cerrada para
ti- nada mas le dijo, emprendiendo su marcha al galope. Lo
interrumpió sabiendo lo que querría decirle. Desde la primera
mañana en el río, su alcoba se había cerrado para el hombre, que
en los últimos tiempos había calentado sus frías sabanas. Porque
ahora, se daba en un río y para sus calores, solo una niña mojada
en agua fresca servía.
El
capataz quedo mirándola, con un puñal clavaito. La viuda por mucho
tiempo había sido suya, como alguna moza más del Cortijo. No podía
perderla y escupiendo al campo, se juro saber que les había
separado.
Y
una copla escucho, de boca de las mozas del Cortijo:
-
Que la viuda de Pavillas, ya no se deja visitar. Que ahora prefiere,
las mañanas a la madrugá. Que hará el señorcito, que su trono ha
perdio, que hará, si ya no tiene ese poderío…
La señora esta enamoradisima de la niña..y no ve nada mas que por ella..y aunque se da cuenta de la diferencia entre las dos..en edad y posicion..no puede mas que seguir con esta pasion que la consume..aun siendo consciente lo que las separa..añadiendo que le oculto quien es...
ResponderEliminarY habia un ex-amante (una sorpresa)..que le habla con respeto y educacion pero creo que por dentro va la procesion....y cuando se entere quien es la niña que desvela a la señora..no quiero ni pensar lo que maquinara este señor...
Yo veo en el capataz a ese toro negro que sale ciego del toril
y embiste a todo lo que se le cruza..y huelo la tragedia....
En una pagina hemos sabido la vida de esta mujer-mujer...y no es facil
hacer eso en dos palabras niña......Grande tu.....
Divina -Wilson
En primer lugar, felicitaciones al toro! En estos juegos tontos que llamamos de sport, siempre estoy del lado de la víctima, el animal.
ResponderEliminarAdemás de enamorada Maria Eugenia tiene un hijo y uno ex amante, difícil situación.
¡Ay, pena, penita, pena -pena-,
pena de mi corazón,
que me corre por las venas -pena-
con la fuerza de un ciclón!
Es lo mismo que un nublado
de tiniebla y pedernal.
Es un potro desbocado
que no sabe dónde va.
Es un desierto de arena -pena-,
es mi gloria en un penal.
¡Ay, penal! ¡Ay, penal!
¡Ay, pena, penita, pena!
Gracias...mi gemo
beijos
..... ''La gente ni se imagina....que la mujer que ocupa mi corazón...esta condenada a llamarme ''solo Madrina'''....podría ser una versión de esa canción que da nombre a esta Historia que es fascinante ya...y que quemara a su protagonista...como quema el sol en esas tardes de toros cubiertas de arena...a las cinco de la tarde....Ya conocemos esa vida que grabo con sangre el pasado de la viuda....y sabemos también que no sera solo el toro de seguro quien acechara a la Niña los Picos...y sobre todo sabemos de '''esa pasión entre las dos'''....La suerte esta echada que se dice....veamos como ira ''esa corrida con miuras ''...y de que forma se puede teñir la arena de sangre....
ResponderEliminarEscritora.........esa forma tuya de escribir esta Historia solo puede ser premiada con un oleeeeeeee Torera¡¡¡¡¡
GRACIAS............
me dejas sin palabrasss OLE AHÍ tú ARTISSTAZAAAAAAAAAAA
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