No
habían sido tantos los kilómetros recorridos entre, nuestro ahora
destino, del que fue origen de todo. Pero mare, que larguitos se me
hicieron. En mi cabeza forjaba frases a la velocidad de la luz o del
sonido, no se bien cual, pues nunca fui de ciencias. La más rápida
de ellas, a saber. Igual de rápido que las creaba, mi desanimo
aumentaba.
Mi
madre como toda buena madre, me conocerá, pero yo también me
conozco en exceso. Sabía que mi boca continuaría cerrada a cal y
canto. Sabía de sobra, que después las mismas palabras y frases que
ese momento creaba, se me volverían a repetir, intercaladas con un
imbecil progresivo. Pero una es como es, y mi niña morena,
continuaba con su afición repentina al trapecismo, es decir,
continuaba con sus esfuerzos por no rozarme “ni miiita”, estoy
segura que ni respiraba, con tal de que ni su aliento me rozase.
¿Y
mis pobres pulsos mare? Esos se precipitaron al mismísimo abismo y
aguantaron heroicos la caída, ni una mijilla de nada, gritaron.
Rómpeme
me había pedido solo horas antes y ahora, ahora me rompía yo,
viendo la salida del Hostal de su Tía. Ni tiempo, ni destinos, ni
nada de nada, me quede inerte, cogiendo esa salida. No había
explicación ninguna pa,mi desamparo. Y si este fuese un mundo como
debiera ser, la patrulla de tráfico que había en esa salida,
debería haber frenado nuestro paso y habérsela llevado detenida por
abandono de una motera, que no había hecho más, que acelerar un
poco mas.
“Quizás
fueron tus ojos que me robaron el sueño en la primera noche, o tus
labios, que llevaban escrito, pasión y tentación. Quizás fue tu
aroma que se impregno en mi piel solo con tocarte o aquella sonrisa
dibujada en tu rostro, cuando componías una canción”
Coplas
escuchadas desde bien pequeña por boca de mi madre, coplas que
ahora, ocupaban mi tocadiscos interno, porque la copla es desgarre,
es pasión, es desamor. Desgarros cantados por voces quebradas, como
quebrada empezaba a quedar yo.
Que
no había sido tanto el tiempo con ella, que no fue más que un
sueño, que solo de un día la conocía, que no podía dolerme tanto
y que no podía ser mi todo. Consuelos, que no sirvieron como tales,
cuando llegamos al parking, detuve la moto, apoye mis pies en el
suelo y Lucia, mi niña morena se bajo de ella.
Apreté
dientes y el cuerpo se me volvió rígido como una tabla, esperando
cualquier cosa. Ni siquiera la mire, trate de mirar al frente todo el
tiempo. Me daban igual los veraneantes que cargaban los maleteros de
sus coches, con planchas, sombrillas y bolsos, dispuestos a disfrutar
de un día de playa, me dio igual la hija de Trini, la conductora de
arte, que salía del coche en ese momento y se nos quedaba mirando,
me dio igual su sonrisa, porque sin saber porqué, me sonreía y me
dio igual que cayera un sol de justicia.
Y
más igual me dio todo, cuando Lucia con toda la maldad del mundo,
tras quitarse el casco me lo tiro literalmente. Hice mil malabarismos
para cogerlo al vuelo sin que la moto se me cayese y calle, como
llevaba haciéndolo desde el Hostal. Se que me miro, pero no
preguntarme por el tiempo que lo hizo, porqué no lo se.
-
Eres una imbecil y has hecho que entienda un poco a la zorra de tu ex
o lo que quiera que sea en tu vida.
No
dijo más y no espero contestación, se fue de mi vera y ni el bolso
se llevo. Lo dejo conmigo, la triste motera de constantes
ensoñaciones.
Tocaba
irme, otra vez. Si, porque por mucho que quise mirar al frente
apretando los puños de la moto, no lo hice y pobre de mi. Seguí sus
pasos coléricos, mi niña morena se iba de mi vera tremendamente
enfadada. Enteradilla mucho, espabilada poco. Pero ese poco, me dejo
verle el genio con el que caminaba.
Se
iba otra mujer, quizás con exceso de carácter, de mi vida. Cuando
una tiene tales preferencias en cuanto a mujeres, te arriesgas a
esto. Te arriesgas a despertar su genio, a que te insulte, a que te
tire un casco y a que se marche con todo su cuerpo gritando ese
exceso y te quedas sin consuelo posible. Orgullosa como supe era,
sabia que no giraría sus pasos, que debería ser yo, si quería
algo, la que bajase de la moto o simplemente, la que dijese algo.
Pero
soy una zopenca, que cuanto mas sufre mas calla y eso hice. Calle
viéndola marchar y ni a la conductora de arte, le dije nada. Su
prima nos miraba parada en el sitio, a uno y a otra. Supongo que sin
entender nada, de lo que entre nosotras estaba pasando.
Me
anticipe tanto al desamparo, me convertí tan pronto en aquello en lo
que siempre he estado en contra, la victima de las circunstancias,
que no entendí los gestos de su prima, que metí primera velocidad
queriendo salir rápido de allí y que mire, donde no debía mirar.
Lucia llegaba a la entrada de recepción y justo en ese instante, un
tipo salía de esa puerta, colocándose una veraniega americana.
Lucia freno sus pasos y el tipo, de perilla cuidada le sonrió como
se sonríe al desenvolver el regalo más bonito que te puedan hacer.
La cogió por la cintura y a mi el suelo me tembló, como si fuese a
abrirse bajo mis pies. Ahí estaba el tipo que me despertó de mi
sueño.
Tres,
ya estábamos los tres. Mi número, no precisamente de la suerte. No
pregunte que castigo era el que estaba recibiendo. Me partí por
dentro una vez por un tres y se repetía, solo que ahora, era al aire
libre.
Su
prima llegaba hasta mí y algo me decía, pero estaba muerta. Ya ni
oía, ni veía, ni sentía. Solo quería acelerar, y lo hice, tras
ver a Trini limpiándose las manos en su delantal, mientras me
sonreía con cariño.
Acelere
como buena victimista, recreándome en el dolor que me causaba la
imagen de Lucia tomada por ese tipo vista a través del espejo
retrovisor y deje de verla en la curva de salida del Hostal.
Dos
veces iban, que dejaba en brazos de otro a la mujer que para mi
quería y temí como a una vara verde, a que el tres, fuese la
secuencia táctica siguiente. Pero por mi mare, que es lo mas bonito
de mi vida, que a una tercera no le iba a dar yo la oportunidad.
“Vino
amargo es el que bebo, por culpa de una mujer. Porque dentro de mi
llevo, la amargura de un querer. Quiere reír la guitarra, pero…a
mí a llanto, me suena. Cada nota me desgarra, cada nota me desgarra,
el alma como una pena”
Coplas
que me acompañaron todo el camino, de vuelta a sus brazos. A los
brazos que nunca me sueltan, que me acunan y que si, me consuelan.
Los de mi santa, mare.
madreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarque angussssstia jolines!!!!!
quiero mássss porfaaaaaaaaa
qué gozada más indescriptible es leerte artisstazaaaaaaaa
GRACIAS
Soy como Valeria, me encanta Lucía.
ResponderEliminarPor cierto Gemo, quién canta la primera copla ('Quizás fueron tus ojos que me robaron el sueño...')? que lo he buscado y no lo encuentro.
........Esa Motera que se desgarra por dentro...esa Motera que dejo ''que pasaran oportunidades de hacerla feliz'''...la que dejo que las mujeres pasaran por su vida y no hizo nada....me da a mi...que ahora si reaccionará ...sii
ResponderEliminarEscritora ¡¡¡ me encanta esta Historia¡¡¡¡ es algo que no se yo...pero me gusta¡¡¡¡¡
GRACIAS¡¡¡¡¡¡¡¡¡