martes, 19 de noviembre de 2013

Acelera, un poco más 28




Comencé ese viaje acelerando de a poco, buscando perderme en entre asfalto y vistas panorámicas. A mitad de camino, un café la trajo a mi y entonces acelere a toda hostia, buscando estamparme pronto contra el dolor.

Fue mi culpa y fueron mis miedos. Podría echarle la culpa a la poseedora de la miel maldita, por aquello que me hizo, pero esa no es la realidad. La realidad es que juzgue a Lucía precipitándome y tanto motivarme en beberme la vida a sorbitos, no fue más que una ilusión, porque con ella al final, no lo hice. Sólo busque confirmar que era otra malvada más que jugaba conmigo y mis sentimientos, sin darle mas oportunidad que tirarme un casco y buscar consuelo en masculinos brazos.

Que diferente, acelere yendo a su búsqueda. Limpia, me sentí limpia deshaciendo el camino que a ella me llevaba. Lucia podía reaccionar de muchas maneras ante mi improvisado regreso, pero esta vez, no me precipitaría apostando por la negativa.

Pase por Don Pascual, el primer mesón donde la vi. Tan coqueta y tan mujer. Pase por igual, por el mirador tachado de romántico, por una Lucía sarcástica y dominadora y termine llegando al parking del Hostal, de la niña Trini.

Detuve la moto, me quite el casco y aun subida a ella, pude ver como el todoterreno de las primas continuaba allí aparcado. Sonreí boba, recordándola subida a él y no me extrañe lo más mínimo al sentirme tan en calma.

Puede que, me hubiese precipitado tanto que con la hostia ya dada, poco más podía dolerme la reacción de Lucia, o puede que, como pava que soy, en mi interior albergarse esperanzas de reconciliación babosa.

Como fuese, baje de la moto y cogí el que había sido nuestro bolso. Sin saber si entrar por el restaurante o por el hostal, me quedé parada a mitad de camino y fue Trini. ¡Ay mi Trini! La que me saco de dudas al verla salir por la que supuse puerta trasera de la cocina.

- Si cocinas como andas, debes tener reservas de meses- le dije caminando hacia ella y fue un subidon. Esa niña madura me contestaba sonriendo y negando con la cabeza. Su sonrisa es tan sincera y coqueta, que bien vale inventarle miles de piropos por conseguirla como premio.

- Ahora me piropeas, pero esta mañana te fuiste sin saludarme- me contestó esperando que hasta ella llegase.

- Uhm...sufrí el huracán Lucía.

- Jajaja- río comprobando que nadie más que yo la veía hacerlo- Ay Lucia.

- Eso digo yo, Ay Lucia. ¿Dónde está?- pregunté y Trini no se extrañó ni quiso saber más. Esa es mi Trini, siempre cariñosa y siempre madre.

- En su habitación, mejor llévate el casco. No se que habrá pasado entre vosotras, pero la dejaste aquí echa una fiera.

- Guay- le dije sin esconder la alegría que me producía comprobar que Lucía continuaba allí y si soy feliz y si Trini es mi Trini, le robo un beso.

Con el guardadito en mi, deje a Trini y me fui al Hostal. Por fuera de la acristalada puerta, vi a dos de sus primas y al tonto el culo de la americana, frenando mi intención de entrar. Nada me había hecho el tipo y poco sabía de él, pero me daba ardor de estómago y pase de tener que tropezármelo.

Hostal, habitación, playa y vistas. Mi niña morena no podía estar en una habitación sin vistas al mar. La resolución de la ecuación era fácil, habitación con vistas, primera planta. Bordeando el edificio, mire cada balconcito de las pocas habitaciones, hasta que encontré una abierta de par en par. Las cortinas se movían al son de la brisa y ahora si, mi corazón empezó a bombear a ritmo de..." La vida en un minuto no pasa tan deprisa por si acaso disfruto. ¡Corre que me da la risa!"

No me lo pensé dos veces, lance el bolso al balconcito de bailonas cortinas, salte enganchándome a la barandilla y comprobé que a pesar de todo mi aceleramiento, estaba tremendamente cansada. No sin esfuerzo conseguir subir y cuando pude sonreír eufórica en el pequeño balcón, Lucía apareció ante mi.

De repente, me sentí una medusa del juego Medievil. Ante mi había una mujer capaz de convertirme en piedra y después soplar convirtiéndome en polvo. Su profunda mirada y sus mandíbulas apretadas, me dejaron parada en el sitio y cerré los ojos, amortiguando su hostia.

Joder, me dio tal hostia que mi cara giro cuanto pudo.

- ¿Sabes las horas que llevo pasadas? ¿Te puedes hacer una idea de todo lo que he pensado y sin saber ni poder saber nada de ti? Definitivamente eres una imbécil y mira lo que me has hecho hacer.

Su ataque hacia mi persona, prosiguió mientras se encerraba en el baño. Con la mejilla ardiendo, mire aún lado y a otro, las hostias sin testigos duelen menos y al fin, arranque mis pies del suelo del balcón, para adentrarme en la habitación.

Hecha una fiera me había dicho Trini y al juzgar por la habitación así había sido. Clinex arrugados desparramados por la cama, sábanas en el suelo y el armario abierto de par en par. En la cama estaba su móvil y me quedé mirándolo. Era uno de los culpables de mi aceleramiento y curioso, ahora sólo era un móvil. Observando la habitación, no me percaté de que Lucía habría la puerta del baño tras de mi y cuando lo hice, volví a cerrar los ojos esperando recibir otra hostia.

Pero no la hubo, se acercó a mi, cogió el ahora simple móvil y volvió a encerrarse en el baño.

Ahora si, actuaba como siempre he querido, a sorbitos. Por eso, le pregunté alzando la voz:

- ¿Qué necesitas llevarte?

Se que la pregunta debió pillarla de improviso. Tras su hostia, no fui a buscar su perdón al baño, de hecho ni me acerqué a la puerta y ahora la sorprendía, actuando como lo hacía.

Leo es un signo caprichoso, juguetón e impulsivo. Pero actúa siempre de corazón. No hay más que guiar sus pasos, regalarle aventura y demostrarle en hechos, aquello que sientes. Me límite a seguir un estúpido Tarot y resultó.

- Lo que hay en el armario- me contestó y yo me límite a introducir su ropa en nuestro bolso.

- ¿El neceser?- pregunté tras no hallarlo y ahí si, se me pararon todos los pulsos.

Lucía salió del baño con los ojos rojos de llanto y una sola lágrima que hubiese caído por su cara, me hubiese bastado para crujir por dentro.

- Ya lo meto yo- me dijo viniendo junto a mi. Fue ella quien terminó de cerrar nuestro bolso, sin que ninguna de las dos dijéramos nada más hasta que salí por donde entré- Hay puerta, y hasta puedes elegir entre ascensor o escaleras- me dijo y mare. Si hacia un momento casi crujo por dentro al intuir su llanto, que ahora me hablase medio avergonzada, me hizo temblar de pura emoción.

Porque no necesite que me pidiera perdón, necesite lo que ella hizo, restaurar nuestra natural conexión.

- ¿Tienes que despedirte de alguien?- logre preguntarle y ahora si. Ahora si me llene de Lucia a morir. Porque me sonrío, regresando la Lucía-Leo, aquella que en horas me había robado el sentido.

No me contestó y ni falta hizo. Agarré su mano, cogí el bolso y tire de ella hacia el balcón. Allí deje caer el bolso, traspase la barandilla y me deje caer al suelo. Cuando volví a mirar al balcón, Lucía me miraba sin saber que hacer.

- Vamos morena, sólo salta.

- Jajaja sólo dice. No soy yo la monito, ¿recuerdas?

No, ella no es la monito compañera de aventuras, ella es la aventurera y ahí, comenzaba de verdad, nuestra aventura.

Una vieja escalera, le ayudó a bajar, su Tía nos grito que tuviésemos cuidado al vernos subir a la moto, Lucía le advirtió que avisaríamos al llegar y sus primas salieron a vernos partir.

Y ahora si, acelere rápido y Lucía se abrazó a mi.

- Locura y fue con sólo verte.
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. .......BIEN¡¡¡ MOTERA...ESO ES DAR UN PASO HACIA ADELANTE...ESO ES ''ACELERAR'' CON TODAS LAS LETRAS...¡¡¡ LO ES¡¡¡ LAS FORMAS PUEDEN SER MILES...ELEGISTE UNA DE ESAS MILES...ESO SI¡¡

    GRACIAS...........................

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