Comencé ese viaje acelerando de a poco, buscando perderme en entre asfalto y vistas panorámicas. A mitad de camino, un café la trajo a mi y entonces acelere a toda hostia, buscando estamparme pronto contra el dolor.
Fue
mi culpa y fueron mis miedos. Podría echarle la culpa a la poseedora
de la miel maldita, por aquello que me hizo, pero esa no es la
realidad. La realidad es que juzgue a Lucía precipitándome y tanto
motivarme en beberme la vida a sorbitos, no fue más que una ilusión,
porque con ella al final, no lo hice. Sólo busque confirmar que era
otra malvada más que jugaba conmigo y mis sentimientos, sin darle
mas oportunidad que tirarme un casco y buscar consuelo en masculinos
brazos.
Que
diferente, acelere yendo a su búsqueda. Limpia, me sentí limpia
deshaciendo el camino que a ella me llevaba. Lucia podía reaccionar
de muchas maneras ante mi improvisado regreso, pero esta vez, no me
precipitaría apostando por la negativa.
Pase
por Don Pascual, el primer mesón donde la vi. Tan coqueta y tan
mujer. Pase por igual, por el mirador tachado de romántico, por una
Lucía sarcástica y dominadora y termine llegando al parking del
Hostal, de la niña Trini.
Detuve
la moto, me quite el casco y aun subida a ella, pude ver como el
todoterreno de las primas continuaba allí aparcado. Sonreí boba,
recordándola subida a él y no me extrañe lo más mínimo al
sentirme tan en calma.
Puede
que, me hubiese precipitado tanto que con la hostia ya dada, poco más
podía dolerme la reacción de Lucia, o puede que, como pava que soy,
en mi interior albergarse esperanzas de reconciliación babosa.
Como
fuese, baje de la moto y cogí el que había sido nuestro bolso. Sin
saber si entrar por el restaurante o por el hostal, me quedé parada
a mitad de camino y fue Trini. ¡Ay mi Trini! La que me saco de dudas
al verla salir por la que supuse puerta trasera de la cocina.
-
Si cocinas como andas, debes tener reservas de meses- le dije
caminando hacia ella y fue un subidon. Esa niña madura me contestaba
sonriendo y negando con la cabeza. Su sonrisa es tan sincera y
coqueta, que bien vale inventarle miles de piropos por conseguirla
como premio.
-
Ahora me piropeas, pero esta mañana te fuiste sin saludarme- me
contestó esperando que hasta ella llegase.
-
Uhm...sufrí el huracán Lucía.
-
Jajaja- río comprobando que nadie más que yo la veía hacerlo- Ay
Lucia.
-
Eso digo yo, Ay Lucia. ¿Dónde está?- pregunté y Trini no se
extrañó ni quiso saber más. Esa es mi Trini, siempre cariñosa y
siempre madre.
-
En su habitación, mejor llévate el casco. No se que habrá pasado
entre vosotras, pero la dejaste aquí echa una fiera.
-
Guay- le dije sin esconder la alegría que me producía comprobar que
Lucía continuaba allí y si soy feliz y si Trini es mi Trini, le
robo un beso.
Con
el guardadito en mi, deje a Trini y me fui al Hostal. Por fuera de la
acristalada puerta, vi a dos de sus primas y al tonto el culo de la
americana, frenando mi intención de entrar. Nada me había hecho el
tipo y poco sabía de él, pero me daba ardor de estómago y pase de
tener que tropezármelo.
Hostal,
habitación, playa y vistas. Mi niña morena no podía estar en una
habitación sin vistas al mar. La resolución de la ecuación era
fácil, habitación con vistas, primera planta. Bordeando el
edificio, mire cada balconcito de las pocas habitaciones, hasta que
encontré una abierta de par en par. Las cortinas se movían al son
de la brisa y ahora si, mi corazón empezó a bombear a ritmo de..."
La vida en un minuto no pasa tan deprisa por si acaso disfruto.
¡Corre que me da la risa!"
No
me lo pensé dos veces, lance el bolso al balconcito de bailonas
cortinas, salte enganchándome a la barandilla y comprobé que a pesar
de todo mi aceleramiento, estaba tremendamente cansada. No sin
esfuerzo conseguir subir y cuando pude sonreír eufórica en el
pequeño balcón, Lucía apareció ante mi.
De
repente, me sentí una medusa del juego Medievil. Ante mi había una
mujer capaz de convertirme en piedra y después soplar convirtiéndome
en polvo. Su profunda mirada y sus mandíbulas apretadas, me dejaron
parada en el sitio y cerré los ojos, amortiguando su hostia.
Joder,
me dio tal hostia que mi cara giro cuanto pudo.
-
¿Sabes las horas que llevo pasadas? ¿Te puedes hacer una idea de
todo lo que he pensado y sin saber ni poder saber nada de ti?
Definitivamente eres una imbécil y mira lo que me has hecho hacer.
Su
ataque hacia mi persona, prosiguió mientras se encerraba en el baño.
Con la mejilla ardiendo, mire aún lado y a otro, las hostias sin
testigos duelen menos y al fin, arranque mis pies del suelo del
balcón, para adentrarme en la habitación.
Hecha
una fiera me había dicho Trini y al juzgar por la habitación así
había sido. Clinex arrugados desparramados por la cama, sábanas en
el suelo y el armario abierto de par en par. En la cama estaba su
móvil y me quedé mirándolo. Era uno de los culpables de mi
aceleramiento y curioso, ahora sólo era un móvil. Observando la
habitación, no me percaté de que Lucía habría la puerta del baño
tras de mi y cuando lo hice, volví a cerrar los ojos esperando
recibir otra hostia.
Pero
no la hubo, se acercó a mi, cogió el ahora simple móvil y volvió
a encerrarse en el baño.
Ahora
si, actuaba como siempre he querido, a sorbitos. Por eso, le pregunté
alzando la voz:
-
¿Qué necesitas llevarte?
Se
que la pregunta debió pillarla de improviso. Tras su hostia, no fui
a buscar su perdón al baño, de hecho ni me acerqué a la puerta y
ahora la sorprendía, actuando como lo hacía.
Leo
es un signo caprichoso, juguetón e impulsivo. Pero actúa siempre de
corazón. No hay más que guiar sus pasos, regalarle aventura y
demostrarle en hechos, aquello que sientes. Me límite a seguir un
estúpido Tarot y resultó.
-
Lo que hay en el armario- me contestó y yo me límite a introducir
su ropa en nuestro bolso.
-
¿El neceser?- pregunté tras no hallarlo y ahí si, se me pararon
todos los pulsos.
Lucía
salió del baño con los ojos rojos de llanto y una sola lágrima que
hubiese caído por su cara, me hubiese bastado para crujir por
dentro.
-
Ya lo meto yo- me dijo viniendo junto a mi. Fue ella quien terminó
de cerrar nuestro bolso, sin que ninguna de las dos dijéramos nada
más hasta que salí por donde entré- Hay puerta, y hasta puedes
elegir entre ascensor o escaleras- me dijo y mare. Si hacia un
momento casi crujo por dentro al intuir su llanto, que ahora me
hablase medio avergonzada, me hizo temblar de pura emoción.
Porque
no necesite que me pidiera perdón, necesite lo que ella hizo,
restaurar nuestra natural conexión.
-
¿Tienes que despedirte de alguien?- logre preguntarle y ahora si.
Ahora si me llene de Lucia a morir. Porque me sonrío, regresando la
Lucía-Leo, aquella que en horas me había robado el sentido.
No
me contestó y ni falta hizo. Agarré su mano, cogí el bolso y tire
de ella hacia el balcón. Allí deje caer el bolso, traspase la
barandilla y me deje caer al suelo. Cuando volví a mirar al balcón,
Lucía me miraba sin saber que hacer.
-
Vamos morena, sólo salta.
-
Jajaja sólo dice. No soy yo la monito, ¿recuerdas?
No,
ella no es la monito compañera de aventuras, ella es la aventurera y
ahí, comenzaba de verdad, nuestra aventura.
Una
vieja escalera, le ayudó a bajar, su Tía nos grito que tuviésemos
cuidado al vernos subir a la moto, Lucía le advirtió que
avisaríamos al llegar y sus primas salieron a vernos partir.
Y
ahora si, acelere rápido y Lucía se abrazó a mi.
-
Locura y fue con sólo verte.
.......BIEN¡¡¡ MOTERA...ESO ES DAR UN PASO HACIA ADELANTE...ESO ES ''ACELERAR'' CON TODAS LAS LETRAS...¡¡¡ LO ES¡¡¡ LAS FORMAS PUEDEN SER MILES...ELEGISTE UNA DE ESAS MILES...ESO SI¡¡
ResponderEliminarGRACIAS...........................
¡¡gracias!!.....¿fin?.
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