Mi cincuenta cláusulas 46

En poco más de media hora, Julia Arango tenía pista y vuelo de regreso a Madrid, si los sistemas de control aéreo lo permitían, en apenas poco más de cinco horas estaría de regreso.

Se mantuvo todo el vuelo callada, apenas trabajó ni revisó las incidencias de su sociedad. Con sólo un pensamiento en su cabeza llegó a Madrid, donde Lola, la conductora a la que más confianza tenía, la esperaba en uno de sus coches.

Apenas se saludaron, Julia retomó su silencio, curioseando por la ventana, hasta que un pensamiento le hizo observar a Lola, de edad semejante a Minerva.

- Lola- decidida ahondar en su pensamiento, llamó la atención de su conductora.

- Si, señora.

- ¿Tienes pareja?- preguntó Julia enderezando su postura. Los ojos de Lola vistos por el espejo retrovisor, le hicieron ver que la pregunta realizada le sorprendía y la bajada de párpados le dio la afirmación- ¿Sales con tus amigos sin tu pareja?

- Eh...pues- dudo Lola que contestar. Su jefa la miraba fijamente y por la postura parecía ansiosa por su respuesta- Lo normal es que salgamos juntos, pero si por algo no se puede, pues salgo con mis amigos, claro, no hay porque no- terminó de contestar totalmente extrañada por el interés de Julia.

- Ya...¿y que haces?- siguió interrogando ávida de respuestas, pero su móvil soñando, propició una tregua. La dueña de la llamada, era Victoria. Alguien con quien no le apetecía en absoluto hablar en ese momento, pero sabía que sería peor, si no contestaba- Dime Victoria.

- Hola primero. Llame a Nueva York y no estás allí.

- Hola y no, no estoy allí. Tuve que regresar.

- ¿Por qué?

- Negocios

- Mientes.

- No lo hago, mañana me reúno en París con el dueño de Tratamiuns, preferí hacer noche en mi casa.

- ¿Seguro no me mientes?

- Seguro.

La conversación entre ambas prosiguió poco más. Julia supo llevar la conversación a un final rápido, y tras despedirse, lanzó el móvil sobre el asiento sin importarle su futuro.

Lola observó cada detalle, incluido el largo suspiro de su Jefa al colgar la llamada, pero se mantuvo callada, a la espera de que fuese Julia quien le hiciese hablar.

- Si has tenido un mal día y tú pareja no te puede acompañar, ¿qué haces Lola?

- Salgo con mis amigos.

- ¿Y?

- Me divierto con ellos, ¿qué más se puede hacer?

- Mm...

- Bailar, bromear, reír..poco más.

- ¿Y si alguien se te acerca?

- Eh...se acercará si yo quiero y no creo que se de el caso- contestó decidida Lola.

Estaba claro que a Julia no le importaba lo que ella hiciese o no en su vida privada. Julia sólo quería respuestas a una situación probable y la probabilidad era Minerva, por nadie más Julia Arango habría pedido ser conducida a uno de los Pub de moda de los jóvenes de la alta sociedad madrileña.

Julia se dio por vencida, las absurdas preguntas realizadas a su conductora, le hicieron enfadarse y volvió su silencio.

Lola no se sorprendió por el fin de la conversación, pero la cara de su jefa era un claro indicio de que no había quedado satisfecha con sus respuestas.

- Me refería a que, una no puede evitar a los babosos, pero gracias a dios, si elegir. ¿Me entiende?- prosiguió Lola, reconociendo que era una clara defensa de la señorita Minerva. En lo poco que la conocía, podía poner la mano en el fuego por esa joven. Minerva no daba para nada, el prototipo de niña "que mano en mano va". Tan obvio, que se extrañó de que alguien tan preparada y culta como su jefa, no lo viese. Podía ser la edad o podía ser, que Julia Arango, se estaba adentrando en un mundo hasta ahora desconocido. El de los sentimientos. Donde el dinero no vale nada, ni la otra persona puede manejarse  con un sólo "click".

Lola detuvo el coche en la misma puerta del Pub y a instancia de Julia, no se bajó a abrirle la puerta, lo hicieron los propios porteros del Local. Obvio, las puertas exclusivo Pub se abrieron para ella. Sólo su sería vestimenta, desentonaba con el local y su altura le ayudó para buscar a Minerva.

Camino por entre jóvenes sintiéndose extraña. Parecían pasárselo bien, bailando y charlando entre ellos. No había negocios, ni acuerdos que cerrar, sólo se divertían sin más pretensión que esa.

Las risas comenzaron a crear ecos en su cabeza, la música a demasiado volumen se unió a esos ecos, los bailes, los cuerpos rozándose. Un simple pub, estaba a un paso de marear a Julia y Minerva no aparecía.

Ofuscada busco en una de las paredes intimidad. Trató de regular su estado sin conseguirlo y la respiración se le aceleró. No era mucho mayor que aquellos que a pasos de ella se divertían y en cambio ella, se sentía mareada, carca y de otro siglo. Apoyada en la pared, bajo la cabeza intentando aislarse y encontrar un segundo de sosiego. Pero su móvil vibraba en el bolsillo de su recto pantalón y creyendo que era Victoria contestó con genio.

- ¿Que quieres?

- Wau, soy John, Julia.

- Genial- murmuró entre dientes, retomando la búsqueda visual de Minerva.

- ¿Que haces en Madrid Julia?

- Divertirme- dijo irónica maldiciendo por no hallar a Minerva.

- Tú no sabes divertirte. Escuchame bien Julia. No puedes irrumpir en su vida, a tu antojo. ¿Me oyes? ¿Julia? Maldita sea.

Julia había colgado y guardado su móvil. Cada vez era mayor el mareo y las ansias por encontrar a Minerva. Respiro hondo varias veces, los estúpidos que había a su alrededor continuaban divirtiéndose, hasta que una voz, lo cambió todo.

- ¿Julia?

La de Minerva sorprendida al hallarla en ese pub.