Me
pasa muchas veces y siempre me hace sentir ¿egoísta? No se bien,
como definirlo. Dicen que hasta para recibir cariño hay que saber
hacerlo, pues bien. Tony, el camarero, lo daba a raudales. Conexión
instantánea, afinidad natural, o a saber que cosa. Lo cierto es que
me sentía como si lo conociese de toda la vida y no, como en verdad
ocurría.
Camarero
en el restaurante familia y co-propetario de una Jaima reconvertida
en un pub muy íntimo, situada en mitad de una ancha playa apedrada.
Este último detalle es muy importante, gracias a ese natural
empedrado, pude reírme un ratito con Lucía.
Yo
había elegido un pañuelo como falda y unas cómodas sandalias, que
sin duda y pese a las piedras, me permitieron andar por ellas sin
mayores dificultades, en cambio Lucia, había elegido un corto y
cómodo kaftan, conjuntado con unas sandalias de cuña alta. El
ejercicio de equilibrio estaba garantizado para ella y verla,
haciendo movimientos extraños intentado seguir la ruta que yo
improvisada con un poquito de maldad, me ofreció unas buenas risas a
su costa.
-
Venga morena, vamos a llegar mas para los churros que para las copas-
dije, mordiéndome los labios para retener la carcajada. Pobrecilla
mare, de esta se hacia un esguince. Claro que, no conté con que
Lucia, no es ninguna niñata a la que timar, es toda una mujer y
además, es toda una mujer de recursos y no sabia yo, que la que
estaba mas cerca de sufrir un esguince de tobillo era yo.
-
Vamos a llegar mas para los churros que para las copas- me imito con
una maldad, la muy…, que termine por detenerme y darle cara. Y ahí,
que casi me caigo, Lucia salto sobre mí y tuve que apretar riñones,
para equilibrarme a mí, a nosotras y a mis pobres pies- Jajaja,
¿ahora que lista?
La
lista que era yo, le hubiese pegado un besazo de quedarnos pegadas
para los restos, pero empezaba a confirmar, que pa,mi no había
remedio ya y debí mirarla embobadita, porque Lucia sonrió
extremadamente serena y delineo mis cejas, sin pensar en mis pies, el
peso que soportaban y la mare que parió a las pedazo piedras de la
playa.
-
Jajaja, eres capaz de aguantar sin quejarte, por una simple caricia,
¿uhm?
Y
sin uhm, si el precio era tenerla cerquita, bien me valía un doble
esguince tobillero, una hernia discal y un lumbago de caballo.
-
Mimosa- prosiguió directita a mi boca, pero la muy… se freno en el
ultimo momento para no besarme- Te aguantas, por activar el ascensor.
Y
no lo hizo y me cague en OTIS, la marca mas generalizada de
ascensores en España y hasta en el inventor de esa maquina apología
de la obesidad, porque por ellos, sin beso me quede, y sin hernia,
esguince y lumbago, que todo hay que verlo por el lado positivo.
-
Jejeje- se me escapo la risa, que mi propio pensamiento me provocaba
y Lucia tiro de mí negando con la cabeza.
-
A saber que estabas pensando.
-
Pues…que eres de consumir bebida fuerte, see.
-
Jajaja ¿Qué?
-
Wisky, no eres de ron ni parecido, mucho menos de licorcitos.
A
saber porque salí por ahí, sería que caminar con ella de la mano,
era algo a lo que me estaba acostumbrando demasiado rápido. Menos
mal, que pronto el camino ceso, llegamos a la Jaima y Tony, “Ay mi
Tony”, nos recibió, como es él. Una ricura de niño, del que es
muy difícil no encariñarte.
Tony
tenia novieta y como era de esperar, Lola su novieta, era tan de arte
como el. En nada, los cuatro congeniamos. Pero “Ay mare”, que
poquita atención pude yo prestarles esa noche. Si desde que nos
conocimos, entre Lucia y yo, no existía ninguna barrera física,
tras robarme toditos los besos que me había robado, ya no es que no
existiera barrera es que Lucia se había desatado como una
acariciadora nata y mare, como me gusto eso.
Frente
a la barra, donde Lola, la novieta de Tony, atendía, nos sentamos en
dos taburetes de los mas originales y, pues yo hablaba con Lola y
algo nos proponía para el día siguiente, algún plan o que se yo,
Lucia miraba la Jaima, su gente, su ambiente y a mi me desarmaba.
Fui
capaz de activar un ascensor, pero la cosa ya estaba lo bastante
calentita, para que su mejor entretenimiento, fuese acariciarme la
nuca, bajo mi pelo. “Ay que gustito mas rico, mare”
-
Mañana…pues…pues…pues…mañana si
-
Jajaja- reía Lola por mi claridad y elocuencia- ¿Mañana que? ¿Qué
os venís o no?
-
¿Eh?
Nuevas
risas de Lola y ahora también me reía yo, no tenía ni idea de lo
que me estaba diciendo Lola, pero como soy incapaz de negarle nada a
una mujer, pues ahí estaba yo diciendo que si a lo que no tenia ni
idea.
-
Es una risitas- dijo Lucia sin mirarnos. Estaba claro que la música,
estilo soul, la tenía en una especie de nube discotequera y marecita
María del Carmen, comenzaba a moverse al ritmo de ella. Lentito,
suave y síguela nena- Creo que vive en dos realidades, una la que
nos ofrece y otra en sus pensamientos- termino de explicar la extraña
dualidad en la que vivo según ella y mare, alzo la cara en un
gestito de arte. Desafiante y sexy. Vamos que estuve por levantarme
del taburete, hacerle la ola y pedirle, otra, otra, otra. Pasa que
Lola continuaba ahí y fue la misma Lucia, con un caliente movimiento
de cejas la que me lo recordó. Y dios, estaba clarito que Lucia
estaba remolona como yo o casi, porque tras ese gesto, la punta de su
lengua acaricio su labio inferior y después dejo escapar un intimo
suspiro.
Dios,
fueron tres gestitos seguidos por un cuarto, Lucia tomo su copa y la
acaricio de una forma, que no me quedo mas remedio que resoplar
disimulando, mover inquieta en el taburete y cantar, aprovechando que
Lola atendía a un cliente.
-
Será tu voz, será el licor, serán las luces de esta habitación,
será el poder de una canción, pero esta nocheeeeee
Esa
noche y en ese momento, tuve que llenar todita la Jaima con feromonas
made in Valeria. A mitad de mi improvisada canción, Lucia dejo el
taburete, Lucia abrió mis piernas, Lucia se coló entre ellas y a
milímetros de mi boca, concluyo la canción.
-
Moriría por vos- guau, susurro como las mismitas sumisas de
Afrodita, erizándome entera, tanto que mis piernas se cerraron sobre
ella y con un suave toque, acabo pegadita a mí. Pero Lucia, Ay
Lucia. Siempre tiene la última palabra y siempre me roba algo- A
partir de esta noche, no volverás a poner un ascensor en marcha en
tu vida.
-
Jajaja- reí completamente excitada y esta vez, se llevo un muerdo de
mi boca.
Puede
que jamás, así lleve horas encerrada en un ascensor, vuelva a
ponerlo en marcha, pero lo que tuve claro, cuando la vi marchar a la
pequeña pista de baile, moviéndose como solo ella sabe, es que, y
como siempre, yo la vida me la bebo a sorbitos y aunque el deseo en
mi por ella, estaba mas que despierto, también lo disfrutaría de a
poquito.
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