Y
ocurrió lo mismo que cuando caminamos juntas. En el minúsculo
ascensor, nuestras manos se buscaron y por fin, deje que mis dedos
disfrutasen del anillaco que todo el tiempo había llevado Lucia.
Girar,
extraer, volver a poner y volver a girar. A la segunda ronda, Lucía
comenzó a jugar, no dejando que mis dedos lo tuviesen tan fácil y
provocó mi risa. Me encanta jugar y con ella el verbo encantar, se
me va quedando pequeño.
Dispuesta
a ganar la partida, no me percaté de nuestro reflejo en el espejo y
de como Lucia me miraba. Sólo fui consciente, cuando mi niña
morena, dejó mi mano, para pasar la suya por detrás mío y quedar
posada en mi frente.
-
No se cual me gusta más. Si tú look de motera o este de medio
hippie.
No
le contesté, ¿que podía contestar? Lucía me regreso de golpe a mi
infancia. Cuando trasteaba con cualquier cosa y llegaba cualquier
mujer mayor y detenía mi juego con el típico;
-
Ay criatura, que trastillo tienes que ser.
Yo
sonreía por sonreír e irremediablemente, me ponía roja como un
tomate. ¿Las faldas de Mami por favor? Necesito esconder mi
intermitente timidez, esa mujer me sonríe y pide un beso.
Lucía
no es de pedir besos, ella te los roba y alguna vez, debo preguntarle
donde guarda cada suspiro que se lleva junto al beso que me roba.
Los
ojos de Lucia se anclaron a los míos, enredándose a través de un
espejo. Y ahí estaba de nuevo. Lucía luchaba contra sí misma. Que
ganitas sentí de gritárselo; "A sorbitos, bébetela a sorbitos"
No
se lo grite, pero si deje atrás la timidez que su profunda mirada me
causaba, para detener el ascensor.
"
Oiga, le llamo de la habitación 112, haga usted el favor, de pedir
una ambulancia. Estoy a punto de liarla parda"
Que
no me daba la gana. Que no. Que somos seres libres y que cuando algo
te hace sentir libre y viva, debes tomarlo si o si.
-
¿Qué haces?- me preguntó nada más frene el ascensor y ay mare.
Cuando quiere se pone de un serio que te desmonta cualquier plan.
Vamos, que estuve a nada, de olvidarme de mis palabras y hacer lo que
tanto quería, beberme su boca y creo, no sería a sorbitos, sino del
trago directo.
-
Deja la lucha, ¿quieres? Es muy fácil. Volvamos a la carretera, tú
eras una creativa cansada de la rutina y yo una escritora en busca de
aventuras. Nada ha cambiado ni tiene porque cambiar. El resto es
nuestro vida real, la que no hemos tocado y que puede nunca lleguemos
a tocarla. Así que, disfruta este ratito que nos han dado y listo.
Eah,
ya estaba bien. No quería verla contenerse o estar dudando. Me pidió
que la sacase de donde fuese que quería salir, pues los madres mías,
para mañana. Ahora a cenar y a divertirse.
Claro
que, Lucía no es de amedrentarse o dejarse llevar y ahora todo
sería, si motera. Naa, mi morena es la leche y como tal se comportó.
Continuo
mirándome a través del espejo, acelerando mi ritmo cardíaco,
sonrío con cierta guasa, acelerando mi locura por ella, mojo sus
labios sin retirarme la mirada, acelerando mis ganitas de robarle un
beso y terminó por girarse hacia mi despacito, tirando de mi
flequillo y aceleró mi deseo hasta convertirlo en pura lava
candente.
-
Enteradilla- susurró llevándose con ella todos mis sentidos.
"Ay
Mami, por lo que más quieras. Quédate en la primera escalera y
espera, espera un ratito más para despertarme de este sueño"
Me
quemo su aliento tanto como sus ojos y su mano, dejó mi flequillo,
para bajar por detrás de mi cabeza y quedarse en mi nuca.
"Que
bonita eres niña" De lejos, de lado, por atrás, por delante,
en braguitas, en shorts o en vestido de vértigo. Lucía es bonita de
todas formas, pero cerquita, a milímetros, se queda para ella solita
la definición.
Esta
vez no hubo palabras que hablasen de locura y hasta deje que lo
hiciera deseándolo. "Róbamelo, es tuyo"
Ambas
cerramos los ojos y busque su mano libre para agarrarme a ella.
-Lucía
Y
me fue imposible, no murmurar su nombre rendidita, cuando sentí el
calor de sus labios llegando a los míos.
Dios,
mi rostro no ha debido mostrarse más rojo en toda su vida. La sangre
dejó de circularme y si lo hizo, fue en un sólo sentido. Un leve
contacto y comencé arder. Lucía despertaba en mi, el deseo más
visceral y encendida como estaba, no deje que probase a inventar.
Labio a labio, abrí mi boca atrapando los suyos. El minúsculo
gemido que brotó de su garganta amenazó con quedarse mi cordura.
Carnosos
y mojados, sus labios me volvieron completamente loca. Tanto, que
giramos en el ascensor sin ningún sentido y gemí sin miramientos,
cuando nuestras lenguas por primera vez se acariciaron.
Deje
su mano, para atraparla por la cintura y ella subió su pierna,
encerrándome contra ella.
Si
toda la miel que emite el cuerpo de Lucia, es como la que probé de
su boca, habrá sido la miel más dulce y más placentera que he
probado y probaré en mi vida.
Ardiendo
en deseos, de dejar que el beso nos llevase donde sólo nosotras
quisiéramos, cante activando el ascensor. Porque yo la vida, me la
bebo a sorbitos y no a tragos.
-
Vuela esta canción, para ti Lucía..
-
Jajaja, dios motera.
......'''' Porque yo la VIDA...me la bebo a sorbitos...y no a tragos''''....Anda ''poderío ''''' de ese ...del bueno...Esta Motera es puro fuego a la vez que pura ternura....Y la canción ya¡¡¡...para derretirse,,,siii¡¡¡¡¡
ResponderEliminarY en ti Escritora...ya no caben más calificativos...es..es...es..... Ese ascensor...no podía estar más llenito de todo¡¡¡
GRACIAS.........