Wilson S.L. 99

El portazo de Anna y su insulto, encendió  aún más la mecha que ya llevaba encendida Maca.

Macarena no se quedó parada, abrió la puerta dispuesta a no cederle la última palabra a Anna, quien rápida, se colaba entre la gente que conversaba en el gran salón.

Faus estaba tras la puerta y no supo reaccionar, siguiendo entorpeciendo el paso a Maca.

M: Recoge el puto sello- fue la orden dada, mientras esperaba poder pasar, sin perder de vista la espalda de Anna.

Fa: Maca, el salón está lleno, mejor sería respirar dos veces y después- Faus se interrumpió. Para que seguir si su Jefa parecía no escucharlo.

M: Me la bufa, no vamos a empezar otra vez con lo mismo. Por mis santos que va aprender a pararse y escucharme.

Fa: Joder

M: Mi punto cinco, es ese. ¿Te queda claro?

Fa: A mi si

Faustino le da la razón y le cede el paso. Ni idea de que será el punto cinco, pero o Anna se frena o el espectáculo está servido.

Pero Anna no se frena, cabreada como está, avanza saludando educada en busca de los jardines. Jardines a los que no llega. La voz de Maca a su espalda, le hace cambiar de dirección, queriendo burlarla.

M: Anna

Continuando así, el juego más repetido de la historia. El gato y el ratón. Si Maca acelera sus pasos, Anna lo hace más. Si Anna gira, lo hace Maca siguiéndola. Hasta que el ratón se equivoca y el gato lo acorrala.

Una puerta es el final de recorrido para Anna, quien viéndose sin escapatoria, se gira enfrentado a su particular gato.

An: Todo el mundo mirándonos. ¿Estas contenta?

El ratón, no muestra signos de debilidad y opta, por morir luchando.

M: ¿Lo estás tú?- y el gato, se defiende atacando. Un paso y Anna está acorralada. Pero no, como quería y había soñado, sino como siempre, en una absurda lucha de posesión.

An: Que no me grites, Maca. Odio que lo hagas, no soy ninguno de tus chicos ni mucho menos una de tus putas- desesperada, Anna escupe las palabras sin pensar en lo dicho y ella misma ayuda, a la absurda lucha continúe. Quizá por eso, no se sorprende ni asusta, cuando Maca abre la puerta tras ella y tira de su brazo introduciéndola en la habitación.

Con ambas dentro, ninguna es consciente de más nada que mantener el reto entre ellas. Anna alza el cuello altiva, esperando contestación y Maca se revuelve el cabello nerviosa, avanzando hacia ella. Vuelta a querer acorralarla contra lo que sea, pared, mesa, flores, coronas e incluso la ama de llaves. La misma que sorprendida no sabe donde esconderse. Están en la habitación dispuesta para acoger todas las ofrendas y "las niñas" como ella las llama, están a un paso, de enredarse delante suya. ¿Qué puede hacer? Nada, más que dejar el centro que porta en sus manos en la misma mesa, donde Anna es acorralada y mirar un segundo a los ojos castaños que prácticamente ha criado y después, marcharse con sigilo.

M: Has tardado nada en echármelo en cara.

An: Para el que está ahí muerto, yo era la mayor de tus putas, no hay problema.

Palmo a palmo, sus bocas pueden escupir lo que quieran, que sus cuerpos se aproximan disfrutando de cada palmo de terreno ganado. Aliento contra aliento, y las manos se posicionan. Las de Anna se agarran a la mesa, en un intento de mantener la cordura y no hacer lo que desea, dejarlas que libres, desnuden a Maca ahí y ahora. Las de Maca buscan a las de Anna, para anclarse a ellas.

Y una vez unidas, enlazadas, apretándose entre sí, sus pechos se rozan y la barriga de Anna, es la única barrera infranqueable.

M: Mi puta diosa lo has sido siempre y lleva camino de ser algo eterno.

Confesión libre y alterada. Las respiraciones de ambas lo están, el deseo que nace en ellas violento, se mece recreándose en olas de posesión, y sus bocas gustan de rozarse lento.

An: ¿Sabes como continuaba la nota?- Anna pregunta y ahora si deja libre sus manos y estas acuden raudas a desabotonar la camisa de Maca. Botón a botón, mientras sus oscuros ojos, alternan entre mirar la boca de Maca o sus ojos- Soy tan tuya que ni yo me aguanto- pausa, para cerrar los ojos y disfrutar del tacto del torso ahora libre de Maca. Subir por su vientre, pasar por su entre-pecho, y delinear con premeditación su cuello, para después cerrarlas en el y atraerla hacia ella- ¿Cómo la seguirías?- boca a boca, la pregunta permite un lujurioso intercambio de alientos. Alientos que queman y que propician, que ambas mojen sus labios en prevengan.

M: Me está matando no tenerte- así continuaría su nota y no miente. Sus manos suben por los muslos de Anna y debe hacer un esfuerzo por no hincar sus dedos en la piel que acaricia.

An: Pues hazlo de una buena vez.

Y Anna no espera más. Las manos que sujetan el cuello de Maca no le dan escapatoria a quien no quiere huir.

Ya no es boca a boca, aliento a aliento, ahora es beberse de una, olvidando el resto.

Así el vestido de Anna es subido sin mucha precisión.

An: Por arriba, mejor por arriba.

M: Joder

Y el beso es fiero, es pasional, es absorbente, pero cuando las manos de Maca encuentran la barriga de Anna, todo se ralentiza. Sus ojos quieren ver su abultado pecho y sus manos recrearse en esa barriga. El gato, no quiere comerse al ratón, quiere jugar con él.

La prisa deja de existir, Maca puede seguir muriendo sin tenerla y Anna, puede esperar porque ya se siente suya.

Al final gana el beso, que es enredo, que es lento y aventurero, el que dura minutos e incluso horas, el que busca la unión más allá de la física, la comunión perfecta, el deseo mantenido en su punto álgido y si desciende, una pequeña lamida más subida que lo vuelve a encender. En definitiva un beso, subidas a una noria, que se disfruta igual cuando sube, que cuando baja.

Pero últimamente, ninguna goza de suerte en sus encuentros y esta vez no es Adri, quien las interrumpe.

V: Ni una hora llevo en este pueblo, y mis chacras ya sufren sus consecuencias. Anna cariño, ¿donde estas?

Is: Pero mira quien está aquí, si es doña calentitos.

V: Piérdete, que esto es muy grande.

Is: Hazlo tu primero, guapa.

V: ¿Guapa? Camionero te quedo.

Is: Si quieres te recitó a Benedetti, no te digo yo.