Wilson S.L. 95

Salió del Hospital con una calma y paz inaudita en ella. Ver a Anna y Maca tan conectadas, le había hecho sentirse un poquito más feliz, al presenciar en primera persona como las segundas oportunidades son posibles. Con esfuerzo, superación, dejarse llevar y otros tantitos detalles y voila. La vida, el destino y esa otra persona, te dan la oportunidad. ¿Desaprovecharla por que esa otra persona tiene lo justo de inquieta y de locura quinceañera? No, desde luego eso no entraba en sus planes.

Estefa en este tiempo le había dado los ratitos que ya no soñaba tener y ella los había agradecido intentando cambiarla. Anna le había dado la clave, Estefania no es cosita de nadie, es Estefa con sus defectos y virtudes. Más allá, Estefa es una loquilla a la que le gusta vivir deprisa. Pero no pisa ni arrolla a su paso, entonces; ¿qué puede haber de malo en subirse a su locomotora y disfrutar del paisaje a velocidad vertiginosa?

Saludó al chico que custodiaba la casona Paredes y se coló por su gran portón antiguo. Siempre que entraba en esa casa, podía imaginarse a las tres Paredes correteando por esa gran parcela. Tres mujeres tan diferentes y tres mujeres muy atrayentes en diferentes aspectos.

A pocos metros de la casa, decidió disfrutar un poco más de la noche. Sacó un cigarro de su bolso y busco la ventana de la habitación que ocupaba Estefa. Apoyada en su pared encendió su cigarro y compartió la imagen de la luna con la de Estefa durmiendo abrazada por Adriana. La sonrisa fue inmediata al verlas. Sus dos conquistadoras dormían ajenas a todo y ella se empapaba a gusto de tal imagen.

Fumo el resto del cigarro en completa paz, hasta que una voz ronca por el sueño, la hizo sonreír más, alzando el rostro hacia el cielo.

Es: ¿La piedrecita?- a medio despertar, la imagen de Martha fumando en su ventana, le hizo abrazar la almohada como ella misma estaba abrazada por su sobrina. A ojos de Estefa, la belleza de Martha era tan brutal, que debía sujetarse a algo, sujetándose así a la realidad. Esa, que hace que esa mujer este ahí mismo, por y para ella.

Mr: ¿La necesito lanzar para entrar?- preguntó sin desviar su mirada de la clara luna. Pero el silencio de Estefa la hizo mirar hacia esa cama y esa quinceañera abrazada almohadas. Segundos de tiempo detenido. Mirarse viéndose y dejándose llevar por lo que los otros ojos, dicen o gritan.

Es: Uhm- pérdida en su imagen, contesta por inercia. La belleza de Martha se va transformando ante ella, en la mujer enigmática que fuma cara a la luna. Que ganas siente Estefa, de fumar de esa boca, sin dedos intermediarios. El deseo comienza a llamar a su puerta y la propia Martha, también.

Mr: Ven

Es: La niña

Mr: No se despertará.

Conseguido, el reloj se detiene. No importa que el incansable tic tac del viejo reloj de pared prosiga su marcha eterna. Ellas tienen la noche, tienen la luna y tienen las ganas inmensas de tenerse.

Ganas que no entienden de pequeñas diferencias; " tú más alta, yo más baja, tú pasando la cuarta década, yo empezando la tercera, tú una serena pasajera, yo una loca viajera, tú maltratada por la vida y yo nacida para borrar tú dolor"

Estefa abandona la cama y los bracitos que la abrazan, Marta apura su cigarro, disfrutando del calor que aviva su cuerpo. Ese que ante la presencia de Estefa, sube y sube. ¿Para que dejar de mirar la luna? Es excitante su claridad y lo es más, si permite ver como Estefa salta la ventana, se apoya en la pared a su lado y hace como ella, contemplar la luna, deleitándose con el sonido de la alterada respiración ajena.

Mr: Nunca te he dicho algo.

Es: ¿Uhm?- Estefa rueda por la pared, no es a la luna a la que ella desea, es a la alta mujer que la contempla.

Mr: Me encanta, me es adictivo y es absolutamente bestial, lo viva que me haces sentir- sonríe sintiendo el cuerpo de Estefa posarse con deleite en el propio. Que natural es acogerla y comenzar arder.

Es: ¿Mucho?

Mr: Y más- ni un segundo más aguanta las ganas, entre sus manos acoge el rostro de Estefa. Es hora de enredarse en un beso, que prosigue encendiéndolas por igual.

La pared servirá de cama, la luna les ofrecerá su luz de mesita y el resto, el resto ellas lo pondrán.

A la mañana siguiente, tres cuerpos ocupan la misma cama y uno de ellos, el más pequeñito, es quien primero despierta.

Ad: Mamá- sin abrir los ojos y sintiéndose abrazada, es en su madre en quien primero piensa abrazándose más a la que cree ser ella. Pero al abrir los ojos, su pequeño corazón se dispara.

Es: Ay- Estefa se queja entre sueños de la patada recibida, sin ser consciente de nada más, por ahora.

Ad: Lo guapa que es.

Y Adriana que se tapa la boca con ambas manitas, estando totalmente sonrojada. Martha está en su frente, dormida y abrazándola, ¿Qué más se puede pedir?

Algo hay, y es que esa bonita mujer abra un ojo y te mire sonriendo.

Mr: Duerme un poquito más.

Ad: Ay- las manos de Adriana vuelan de su boca al rostro de Martha.

Mr: Jajaja ¿que?- la naturalidad de la niña le hace pegarse a ella y unir sus frentes.

Ad: ¿Cuánto me queda por crecer?

Es: Oye, ¿Qué prisa tienes?

Ad: Ay Tita, a ti no te lo puedo decir, jejeje.