Wilson S.L. 102

Noche era, cuando los chicos de Maca, avisaron de la inminente llegada del patriarca de los Montero. A esas horas de la noche, la familia había cenado y Roberto Wilson, continuaba sin llegar.

Con el debido respeto, que entre familias se estaba obligado a dar,M acarena esperaba la llegada de Victorio Montero en la puerta de la mansión. Escoltada como costumbre, por los gemelos y Estefa.

Cuando el inmenso coche usado por Victorio, llegó a su altura, fue ella quien le abrió la puerta y ayudó a salir. De avanzada edad, el hombre espero que Macarena besara sus manos mostrándole respeto, para hablar.

V: Hija mía, aquí estoy acompañándote en tu dolor- los desgastados y cansados ojos del anciano, gritaban verdad. Con Francisco una era comenzaba a caer y ahora sus  hijos, serían los herederos de sus esfuerzos.

El anciano no acudía sólo, como era sabido en toda la comarca, Victorio gustaba de dar publicidad a sus caprichos, y al duelo acudía con dos jóvenes mujeres.

Tras una de las ventanas, Anna y Martha prestaban toda la atención a la llegada del anciano y de las dos jóvenes que lo acompañaban.

An: Por favor- Anna se escandalizaba nada más verlas. Tantos años en Wilson y ciertas cosas, continuaban revolviéndole el estómago- Pueden ser sus bisnietas.

Mr: Cuanto más jóvenes, más se estimula su ego. Esta bastante alicaído- acostumbrada a esos tipos, para Martha es fácil sacar conclusiones.

An: ¿Crees?

Mr: Ya sabes que dicen. No anda muy contento con su hijo.

An: Asquito me da. Pero, ¿sabes que nos toca?

Mr: Si.

An: ¿Sabrás?

Anna no obtuvo respuesta verbal, le bastaron los ojos de Martha en blanco. Esa misteriosa mujer, si bien, se le seguía atravesando, tenía un algo que invitaba a jugar con ella. De repente para Anna se había convertido en una pieza clave, de su particular tablero. Martha contaba con la plena y absoluta confianza de Macarena, era pareja de Estefa y todos los chicos de Wilson, le guardaban respeto.

Esperando su oportunidad, ninguna dijo más nada. En cuanto el anciano saludara a las personalidades que velaban a Francisco, ambas lo abordarían. Si Wilson, quería regresar, debía contar con la ayuda de ese hombre.

Mientras tanto fuera, Macarena ayudaba al anciano a entrar en la Mansión y los cabecillas de las dos  familias, se retan viéndolos marchar. Un paso adentro, y Estefa agarra de la americana, al más cualificado.

Es: Una mínima tontería y no habrá tregua- el cañón de su revólver, se clavaba en las costillas del tipo, pero éste no muestra sorpresa, como ella suponía.

- No me toques los huevos, la última vez que estuvimos aquí, nos llevamos un dedo jajaja.

Es: Jajaja, pedazo cabron- la risa del tipo era de lo más histriónica, no había necesidad de seguir apuntándolo. Ahora le tocaba a él.

- Una mínima tontería, y correrá la pólvora.

Es: Vamos no me jodas. ¿No tenías mejor frase?

Tres contra tres, las armas se desenfundan y los seis se apuntan, como si de un juego de críos se tratase.

Martha y Anna, aún los observan y ambas niegan con la cabeza, ante el absurdo juego.

Mr: Parece encantada- murmura sin perder de vista a Estefa.

An: Es...bueno...no se. De todas maneras, lo tuyo también fue una sorpresa.

Mr: ¿Qué aceptará?

An: Aja

Mr: Básico, demasiados años trabajando para estas familias y sin nada a cambio. Llegó la hora, de probar el pastel.

An: Querida, hablas de mi pastel y aún no decidí, que porción te llevas.

Mr: Sueña cariño, sueña.

An: Por favor, evita llamarme así.

Mr: Podría decir lo mismo, querida.

Es noche de observarse unos a otros. Macarena acompaña al anciano y sus dos chicas, junto al difunto, mientras Anna y Martha observan a Estefa y los chicos y ellas a su vez, son observadas por Isabel y Valeria.

Is: Vaya pareja, ésta.

V: Que están buenas, ¿no? Que tu sin mirar mujeres, no puedes estar. Que se te va la vida, si no lo haces, que todo es culo, tetas y sábanas revuel- más nada puede decir Valeria, Isabel se pierde entre tanta cosa dicha y opta por la fórmula de Maca. Callar a besos- Uhm.

Is: Las ganas que tenía yo de besarte, eso si que es fuerte- entre besos habla Isabel, pero no deja de perder de vista al tándem, Martha- Anna. Esta claro que algo traman y Maca, debe ser avisada.

Y así será. Cuando Macarena deja rezando por el difunto a Victorio, ambas mujeres se adentran en la habitación e Isabel, aprovecha para ponerla al tanto.

Is: Andan entre cuchicheos, de lo más descaradas. Demasiadas películas y novelas.

M: Jajaja, déjalas que jueguen. Esta de lo más sexy y caliente. Me recuerda a la Anna por la que perdí la cabeza. Altanera y creída.

Is: Como un puto chute.

M: Isabel, Joder.

Is: Hablo de mi Paredes, no de la tuya. A mi ésta no me exigirá contrato, ¿no?

M: Tomar sus hierbas, a la mañana y a la noche.

Ambas bromean como las amigas que son, sin ser conscientes que una de las Paredes, esta tras ellas.

V: Graciosa estas, ¿no?

M: Cállala tú por mi, que ya sabes como hacerlo jaja.

Finamente las tres ríen. Quien diría, que el duelo de Francisco Wilson, sería un punto de inflexión, entre todas las mujeres de Wilson SL.

Pero a Macarena, la sonrisa no le puede durar mucho más. Roberto Wilson, llega a la Mansión que fue su casa.

De mala gana, Maca se dispone a saludarlo. Pero sus chicos se han adelantado y hasta ella, llega un Roberto de pobre aspecto y atemorizado.

Ro: Maca

M: Esta sigue siendo tu casa. Pero un sólo intento de tocarme los cojones y no me temblara la mano de cuatro dedos. ¿Estamos Roberto?

Roberto puede estarlo o no. Lo cierto, es que el resto de la noche, será tranquila. Diferente, a cuando llegue la hora del sepelio.