Mi cincuenta cláusulas 31

"No es tan difícil, Julia sólo acércate". " No es tan difícil, Julia. Sólo baja". "No es tan difícil, Julia. Sólo llámame o escríbeme". Deseos de Minerva que no llegaron a cumplirse.

Nada supo de Julia cuando bajo a su sótano, nada en el camino hasta su casa, nada durante toda la mañana, por igual al medio día y media tarde.

Con Mauro fue fácil desconectar de Julia y su desplante. Las bromas entre ambos y el ajetreo de encontrarle un traje adecuado, la mantuvieron sonriendo y de buen humor. Al margen dejo la desilusión por el comportamiento de Julia para con ella y lo que estaba siendo peor, que Julia no se disculpase y ni si quiera apareciese.

Eso era lo que importaba a esa mujer? La pregunta en su interior, borró su sonrisa. Por enésima vez consultaba el móvil y no, Adele no sonaba ni se la esperaba.

- Mirad lo que traigo- dijo Marga llegando a la mesa, donde las tres amigas elegían los adornos forales que ellas, damas de honor de la novia, lucirían en la boda de Fátima y Cayetano.

Fátima distinguió pronto la portada de uno de los tres libros que Marga llevaba con ella- Todo encaja, se que estáis pensando; ya está Marga y sus flipadas. Pero si lo pensáis detenidamente

- ¿Cuando haces algo tu detenidamente?- interrumpió Manu, demostrando estar siempre dispuesta a echar unas risas. Minerva sonrió por inercia, Fátima lo hizo al ver como Marga fulminaba o lo intentaba a Manu y Manu por su propia gracieta.

- Graciosa- protestó Marga sentándose junto a ellas y dejando los libros en la mesa- Aquí está la clave. Tú Julia, es una versión del tarado de Grey.

La conclusión de Marga generaba otra cadena entre las amigas. Manu reía negando con la cabeza; "Marga y sus locuras", Fátima retiró los libros de su lado; "Marga y su inocente mala pata" y Minerva sólo estaba para coger los libros y ojearlos; "¿Donde estas Julia?".

- Esta trilogía es un canto al maltrato- fue lo dicho por Fátima. El sólo hecho de tener los libros junto a ella, le recordaban los peores momentos de su vida.

- El sadomasoquismo, no es maltrato- defendió Marga. Entusiasta como la que más, de la moda erótica.

- Grey y sus coronas esta a medio camino- prosiguió el debate Manu. Si bien la trilogía no le había entusiasmado, si lo había leído y por lo tanto, tenía argumentos para opinar- Y de sado tiene sólo la publicidad, por favor. Me pase los tres libros esperando que por fin apareciese una escena de auténtico sado.

- En la primera parte, algo hay- para Marga en verdad el sado era lo de menos. Lo genial de Grey era la historia romántica de fondo. Chico rico se enamora de chica humilde- El tipo la hace ponerse de rodillas esperándolo. Después viene el columpio, los azotes y alguna cosita más.

- La escena del tampón es grotesca. No entiendo como los habéis podido leer- dijo Fátima provocando que todas se quedasen mirándola. Era sorprendente para todas, menos una, que Fátima hubiese leído ese tipo de libro. Desde su posición, era fácil presumirle estar en contra de ese libro.

El debate a tres, prosiguió unos minutos más. Minerva miraba a quien tomaba la palabra. Pero Su vuelo a Menorca estaba cada vez más cerca y Julia, continuaba sin mostrar la patita.

Las escuchaba hablar de un tal Grey, sado, posesión, celos y todo, acababa llevándola a una misma mujer, Julia.

Julia posesiva, "lo quiero mío", Julia celosa, "tú amigo, ya...claro", Julia dominadora, " Ahora...correte ahora".

La marea de pensamientos, le hizo soltar los libros con brusquedad, propiciando el fin del debate, Grey maltratador si o no. Aunque, Marga es de fácil reponerse y de poca apreciación emocional.

- La posesión en el sexo ha existido siempre. Pero ahora, la mujer decide que participación tiene. En Minerva tenemos un ejemplo, le encanta que Julia la domine, halla placer en ello.

- Si, tiene ahora mismo una cara de satisfacción que dan ganas de salir corriendo en busca de látigos- replicó Fátima. Ella si apreciaba que Minerva, fui muy feliz y encantada, no parecía hoy.

- ¿Nos cuentas de una vez que te ocurre?- preguntó Manuela en su línea directa. Minerva se la pasaba consultando el móvil y su sonrisa, no era más que una mueca.

Ahora si, Marga entendió, Fátima suspiro y Manu sonrió. Las tres amigas, estaban ahí junto a ella. Como siempre.