sábado, 3 de agosto de 2013

Cuentos gitanos II (NR-18)


La noche era clara y calurosa propiciada por una espectacular luna llena de principios  de verano.

Los tres habíamos tenido el día libre y juntos lo habíamos aprovechado para arreglar la casa, comprar como cada semana y a la tarde un cine por puro entretenimiento.

Cada uno buscó después su espacio y a altas horas de la noche, nos reunimos en el salón.

Alejandro abrió el balcón, necesitando un poco de aire natural, Carol tiro por el suelo unos cuantos cojines tras apagar las luces y encender unas velas  y yo, prepare tres mojitos con alguna chuchería para acompañar.

- ¿Os apetece música?- ofreció Alejandro mirándonos a las dos, me bastó mover sugerente mis caderas, para que me entendiese. La Luna se veía inmensa y hermosa.

- La Luna está increíble- dijo Carol, mirándola tumbada sobre algunos cojines- Hay muchas leyendas sobre ella. Cuentan que las grandes orgías se realizaban en la antigüedad bajo su influencia. Su luz los estimulaba y ayudaba. Se amaban durante toda la noche, ofreciéndoselo. Uhm...me excita cuando la veo tan magnífica y poderosa como esta ésta noche.

- Estas tumbada cual Cleopatra, tienes música acompañándote, la Luna como te gusta y nos tienes aquí- comento Alejandro guiñándome un ojo, mientras yo dejaba la bandeja con las bebidas en el suelo y me medio tumbaba sobre los cojines, tratando de quedar frente a Carol.

- Eso me excita aún más- participo Carol. Ahora no sólo excitada por la luna, mi mirada penetrante la excito más. Pude verlo en sus ojos y ella pareció entenderme. Comenzó así, a  acariciarse por encima de la ropa.

Alejandro sonrió mirándola. Carol lucia un cómodo kaftan, que por la postura y forma de acariciarse, dejaba libre de prenda alguna a sus piernas. Se veía tan hermosa y tan  sumamente apetecible. ¡Tan deseable¡

- ¿Cierro?- pregunto Alejando de una forma irónica al ser consciente de que el mismo había abierto el balcón y de que nosotras, esta noche nos dejábamos  guiar por quien nos contemplaba en silencio, desde el cielo.

- No- conteste veloz- deja que la Luna, lo disfruté tanto como nosotros.

Alejandro se aparto del balcón obedeciéndome,  no sin antes mirar una vez más a la luna. Después se dirigió sonriendo hacía mi, sentándose a mi espalda.

Deje que sus fuertes brazos me rodearan, me excito sentir su miembro aún dormido en mi culo, mientras la visión de Carol tumbada para la Luna, me cautivó, tanto como la propia Luna.

- Estoy muy cachonda. ¿Qué queréis?- pregunto Carol subiendo aún más su vestido. La Luna la miraba y en su brillo había fascinación, en la de Alejandro y la mía, también.

- Dicen que la Luna habla a quien sabe escucharla- susurre, incapaz de romper el embrujo creado alzando la voz.

- Uhm si...seguro tú sabes. ¿Qué quiere?

- Quiere que bailes para ella. Quiere verte desnuda,  quiere verte disfrutar. Quiere verte bailar el baile de los deseos..

- Si...dile que si, dile que bailare para ella, que seré lo que quiera que sea, .seré su esclava, si me lo pide...siiii

- ¿Todo eso serás?- murmuro Alejandro despojándose de su camiseta. Mi cuerpo entre sus brazos y piernas, lo llamaba y ver a Carol acariciándose, lo encendieron. Lo supe cuando sentí como su pene crecía contra mi culo.. Era tan estimulante, podía contemplar a Carol dándose a la Luna y a la vez, sentía la virilidad de Alejandro rozándose contra mi.

¡Embrujo! Me excite sobre manera, al notar como crecía y crecía a cada roce. Pero lo quería todo. Quería el miembro de Alejandro erecto, gordo y firme, y quería el cuerpo de Carol desnudo.

- Quítate el vestido- exigí como las ganas y la luna me pidieron, erigiéndome como la voz de la Luna y ellos, ellos me obedecieron secundando mis deseos. En esos momentos me sentí tan poderosa y mojada como nunca. Eran mis modelos para la lujuria. Perfectos cuerpos creados para mi goce y el de la Luna.

Carol se deshizo de su vestido y lo hizo lento. Sabiendo que yo estaba atenta a cada mínima caricia, a cada porción de piel que iba quedando al descubierto y ella disfrutaba de mi atención, de la de Alejandro y de cada caricia que el roce de la tela, dejaba en su piel.

¡Ardor! Su cuerpo desnudo bajo la luz de la luna, me puso a cien. Y sólo quise más y más.

- Ahora, tú- le exigí a Alejandro, necesita sentir su virilidad al desnudo. Me quite mi larga camiseta y mis braguitas. Después lleve mi mano al cuello de Alejandro, quería y necesitaba que su aliento me quemase. Note que me obedecía al momento. Su erecto miembro impacto libre contra mi baja espalda. Pude notar que estaba a punto de su máxima erección.

¡Lujuria! Cerré los ojos un momento, mis ganas dudaban entre notar entre mi boca el mojado coño de Carol o la gorda polla de Alejandro.

La misma que se deslizaba por mi piel, arriba y abajo. Que ganas de tocarla, de retenerla en mi mano, realizando el mismo sube y baja.

Sin soltarlo, presa de sus apasionados besos y caricias, no deje de mirar a Carol y continué, hablando por la luna.

- Ábrete. Quiere ver como brillas.

Gimió ante mi orden y vi su cuerpo contraerse para finalmente abrirse. Rosado y brillante, así se nos mostraba su bonito sexo.

Y gemí, al notar como a Alejandro también le estremecía la visión. Me incline un poco queriendo eternizar el momento. El pene de Alejandro ahora se paseaba tentador por la raja de mi culo. Sube y baja, esta vez de mi cuerpo. Y a cada sube, más dilatada, a cada bajo, más ganas de ser llenada.

Gloriosos momentos de deseo incontrolado. Las piernas abiertas de Carol, seguían llamándome. Ansiaba recorrer sus piernas, lamer sus pies, subir a chupadas por sus piernas, perderme a bocados entre sus muslos y acabar bebiéndome, la humedad que podía ver en su sexo.

- Acércate a nosotros- volví a exigir y casi muero de deseo, cuando la vi, deslizarse hacia nosotras. La luz de la luna la baño más y yo me incline más muriendo por tenerla- Alex- lo llame desesperada, mi sexo estaba tan mojado y tan necesitado de él, que gemí su nombre, esperando una pronta embestida.

¡Locura! Cuando mis manos acariciaron la suave piel de Carol y más locura, cuando mi abierto sexo, sintió el pene de Alejandro tentándolo a pequeños golpecitos.

Pequeñas contracciones de placer que me hacían arder hasta el infinito. No le basto golpear con su virilidad mi necesitadísimo sexo, jugó con el, abriéndome los labios con su erección.

¡Morir! De deseo. La piel bañada por la luna de Carol, era adictiva. El sabor que cambiaba según la recorría con mi lengua era el mejor de los sabores probados por mi y Alex, Alex jadeaba no queriendo rendirse. Pero yo quería justo eso. Verlo rendido, poseyéndome por completo.

Carol bailaba acompañando mis caricias con las suyas y yo quería bailar sobre el miembro viril de Alex.

¿Era ese baile el que nos pedía la luna?

Su intensa luminosidad, nos dio la respuesta. El resto de la noche, la pasamos consintiéndola.










4 comentarios:

  1. Esto,en invierno se agradece,pero .....buffff ...con 33 grados!!!!. Van a venir a buscarme y van a encontrar un charco.....

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  2. Lo mismo digo niña..Si al calor agregas leer esto...ufffff.....

    Intenso..breve pero intenso..tanto como el primero escritora..A mi personalmente la luna me fascina desde siempre y si esta llena..ohhhh

    Gemo siempre me sorprendes..me alucina la capacidad que tienes para escribir niña..y escribir bien..que es mas dificil..nunca vi un caso a si Gemo..nunca...

    Divin-Wilson

    Me encantaron los dos...

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  3. JOOOOOOOOOOOOODER
    gracias ARTISTAZAAAAAAAAA

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  4. ..... Magistralmente escrito...como todo lo que haces Escritora...
    HOY ....de nuevo recojo cada una de las palabras de Divina y las traslado aquí...
    Gracias.....

    Celeste-Negro

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