¿Decir
que se me pararon los pulsos? ¿Qué me faltó el aire? ¿Qué me dejo
tiritando? ¿Qué no sabía si tiritaba de frío o de auténtico
calor? Soy incapaz, de precisar que fue primero. Si que se me pararán
toditos mis pulsos o la respiración.
Pudo
ser la respiración. Ya me faltó cuando la vi apoyada en la pared
fumando. Era para morirse mirándola. El maravilloso ángulo que
formaban sus largas piernas, la pose increíblemente femenina de sus
brazos y el cigarrito sostenido entre sus dedos.
Chula
y altanera como es, me mantuvo la mirada. Chula y vacileta como soy,
se la sostuve por igual.
Hasta
que el envidiado cigarro tocó sus labios por última vez. "¡Ay
canalla!, tú le robas los besos que yo deseo". Y ella lo lanzó
al suelo apagándolo con la punta de sus manoletinas.
No
se que hizo en los siguientes momentos, se lo que yo hice. Me apoye
en mi moto con la vista fija ahora en la colilla aplastada, colilla
manchada por su carmín y sonreí recordando, cuando siendo una moca,
miraba los ceniceros llenos de colillas y siempre eran los manchados
por carmín, los que llamaban mi atención. Esta claro, que ya siendo
medio moco, la feminidad me perdía. Cigarros blancos, hoy se que de
tabaco negro, manchados por carmín rojo. "Ay, pena de mi, fiel
devota de la diosa feminidad".
No
fui consciente de más, hasta que unas blancas manoletinas,
resguardando los pies de unas piernas de infarto, me impidieron
seguir mirando la colilla.
-
Llévame fuera de aquí.
Fueron
las exactas palabras que pronunció Lucia, antes de subirse a la
moto. No espero contestación ninguna de mi parte. Fiel devota,
obedecí.
Me
subí en mi moto, cogí el casco y antes de arrancar, ni pude
recuperar mis pulsos, ni la respiración. Lucía, con el casco ya
puesto, se aferró a mi cintura, como si esa, fuese nuestra natural
postura. En ella no había miedo, temor, ni nada por el estilo.
-
Arranca, motera.
La
suave caricia que dejo en mi abdomen pronunciando estas palabras, me
hicieron sonreír. ¡Canalla eres niña!.
Arrancando,
no pude evitar tararear:
-
La vida en un minuto no pasa tan deprisa, por si acaso disfruto.
¡Corre que me da la risa! Acelera un poco más, porque me quedo
tonto y vamos muy lentos. Y acelera un poco más..
La
risa que brotó de su garganta y traspaso su casco y el mío, me hizo
apretar el puño, disfrutándolo como una enana. Llevaba a mi morena
apretadita a mi, tenía medio depósito de gasofa y una carretera sin
rumbo por la que seguir. ¿Qué más podía pedir? Una sola
cosa, que mi madre no entrase ahora en la habitación y subiendo las
persianas, me dijera:
-
Hora de despertarse, cariño.
Porque
si esto es un sueño, ni a mi madre le perdonaría que me despertase.
No la conozco de nada y ni falta me hace. No se que quiere de mi y ni
falta me hace. Que vengo de mucho sufrir y ahora, ahora sólo quiero
vivir. ¡Tirititi!
Elegí
la antigua carretera, descartando la autovía y sus atascos. Los
kilómetros rodaron por curvas trepidantes, grandes paredes de piedra
de milenarios barrancos, alguna que otra mini,mini catarata,
prácticamente seca y un vertiginoso paisaje de verde y mar.
Sin
rumbo marcado, recordé un pequeño mirador, desde donde se podía
disfrutar de la visión de una parte muy coqueta de la bahía. Puedo
prometer y prometo, que fue un puro impulso, que no trate de
impresionarla, ni de ganarme ningún tipo de punto con ella. Lo hice
por puro placer. Pero ella es una malaje y a esas alturas, empecé
adivinar, que ésta niña, podía alargar mi sufrimiento.
Detuve
la moto a la orilla del mirador, no hacía falta bajarse de ella para
disfrutar de las vistas. Lucía no se despegó de mi espalda, sólo
la sentí ladear su cabeza y apoyarla en mi.
No
se el tiempo, en que permanecimos así, unidas mirando el mar. Hasta
que la niña, volvió a pararme toditos mis pulsos, reafirmándome en
lo malaje que es.
-
Muy romántico motera. ¿Pero sabes que?- hizo una pausa que me erizo
enterita. La malaje se había pegado aún más a mi, tras retirarse
el casco. Sus manos bailaron en dos caricias en mi estómago y tuve
que pisar fuerte, uniéndome al suelo con necesidad de una toma de
tierra- No busco en ti romanticismo sino todo lo contrario.
-
Ya- fue lo único que pude contestar. Tarde en procesar sus palabras
porque mis sentidos se empeñaban en sentirla. Maldecí el casco que
me privó de su aliento jugando en mi oreja y de su cabello rozando
mi mejilla.
-
¿Podrás o me he equivocado contigo?
Bien,
vale, bueno, correcto. La niña, sus palabras y su forma de
acariciarme bajo la chupa, me dieron la clave. La niña quiere cañita
y yo se la iba a dar.
No
me quedaba más, que acelerar un poco más.
El maravilloso ángulo que formaban sus largas piernas, la pose increíblemente femenina de sus brazos y el cigarrito sostenido entre sus dedos.
ResponderEliminarGemo..niña.que manera de narrar cariño mio ufff
Eres de lo mejorcito que hay aqui y alli...
El relato me encanta..¿Que no me gustara de ti Gemo?.....Grande
DIVINA-WILSON
Lo mejorcito de aqui si......pero alli ¿cuando vuelves?.....bueno ¡¡si piensas hacerlo,claro!!!
ResponderEliminarAfos: Ah no....sin piropo de allí no vuelvo jajaja es bromi jajaja ains...pronto, sólo tiene q venirme el impulso juas...los nervios de la novata.
ResponderEliminarDivi: Gracias eres un chute pa seguir en esto...y de las otras largas piernas ...ahí voy...cualquier día...sorpresa
Besees by Gemo
toma yaaaaaaaaaaa vamossss
ResponderEliminarGRACIASSS ARTISSTAZAAAAAAAA