miércoles, 14 de agosto de 2013

Acelera, un poco más...4


Cago en la madre que quiso bajar pa,bajo cuando lo que quería era subir pa,rriba. Me he pasado el desvío, he tenido que pillar otro y el resultado es; que me como todo el atasco.

Tiene pinta de accidente. Normal, si le da a la peña la manía de ir chupando culo, pues en cuanto hay un frenazo, ¡zaca!, golpe y ahora retención de la leche.

¿Y quien tiene todita la culpa? ¿No del golpe sino de que yo me equivocase? La morena "sombreritos"

Jejeje, si es que no lo puedo evitar. Me ves así de primeras y seguro que piensas; "date, que mala hostia debe gastar" pero luego soy un cachito pan. Pasa que, si en mitad de una puerta, entre el, entras tu o salgo yo, me encuentro una niña, morena ella con sombrerito pijin, gafas y vacilándome, pues mal empezamos. Porque las ganas de jugar me pueden y si me pueden, me pongo a jugar.

Ella un paso a la derecha, yo uno a la izquierda. Ella que suspiro, yo que sonrío. Paso de ella, ahora a la izquierda, paso mío a la derecha y ¡tirititi! Volvimos a casi chocar. La tenía enfrentito mía y suspiró. Se cansa pronto mi sombreritos, es algo que aprecie fácil con su protesta.

- ¿Me dejaras pasar?

"¿Me enseñas tus ojos?", no me llegó la caradura lo suficiente para preguntárselo, pero ganitas no me faltaron. Es muy mediterránea sombreritos. Pómulos marcados, amplia mandíbula y labios gordotes. Sería y estirada, una sobradilla acostumbrada a que le cedan el paso. Pasa que, dio conmigo en vez de con la clásica "les" caballerosa.

"Miércoles, malditos roedores" Este tipo de opiniones sobre las lesbianas con pluma, tampoco le molaban nada. ¡Oyes! Cada vez, salen más cosas negativas,  al final, la mía madre tendrá razón, lo que mal empieza, mal acaba.

Pues según esa teoría, a "sombreritos", es mejor ir olvidándola.

Porque ante su pregunta, cadera a un lado, retirar gafas con sumo sex-appeal, quedarme prendada de sus negros ojos, denotar hastío, quedarme enganchada de toda su carita "mala hostia", bufar por la nariz, quedarme enganchada de su mano jugando con las gafas, ojos en blanco, y espabilar yo. No fue muy buen comienzo. Menos, si le contesté:

- Para entrar, primero hay que salir, morena.

No debió gustarle el morena, porque abrió su pierna hacia la derecha, formando el ángulo de la feminidad y se cruzó de brazos. Venía réplica, pero viniendo de una cara tan bonita, poco o nada me iba a molestar. "Nací en el mediterráneoooooo" Cara más bonita, mare.

- Yo entraba antes que tu salieras, motera.

Jajajaja, con auténtica maldad pronunció el motera. Una cosa ni medio normal. No sólo era una cara bonita, también era una malaje a la que le gusta jugar. Lo vi, en la pequeña sonrisa que broto de sus labios, cuando a mi se me desencajo la mandíbula. "No seas mala mujer conmigo, niña. Que vengo de mucho sufrir"

Y más aún, cuando se agachó un poquito, que una es de estatura bajita y sombreritos me saca un palmo, y me susurró:

- Donde las dan, las toman.

No pude más que hacer, lo que en mi es innato. Canturrearle, mientras le cedía el paso.

- Vuela esta canción para ti, Lucía, la más bella historia de amor que tuve y tendré.

Y el motivo de que le eche la culpa, de estar atravesando dos carriles de retención, fue su contestación a mi cansineo por Serrat.

- Pesada

Otro susurro e iban dos. ¡Ay niña!, ¡mala eres conmigo!

Porque fue un susurro de los que paran pulsos, de los que te hacen olvidar nombre, fecha y lugar de nacimiento. Porque lo hizo cerquita, porque pude olerla y porque, sobre todas las cosas; me despertó al bebecito. Ese que estaba dormido, cansadito de tanto llorar. ¿Que daría yo, por robarte un beso?

No hubo más, yo volví a mi moto, a mis ansias de libertad y a equivocarme de desvío.

Por eso estoy ahora aquí parada, entre dos carriles, esperando que un de los dos coches que tengo delante, tengan un poco de consideración y me dejen pasar por medio. ¡Tiritirititi!

Oído cocina, despejado para mi. Embrague, pisada, primera metida y en marcha. Un kilómetro de gloria y estoy igual, atascada entre dos.

- Motera, creí que tú lo tendrías más fácil.

La conductora con más arte de mi historia, llamaba mi atención y mareeeeee, la niña del sombrerito estaba sentada a su lado.

¡Tirititi! Juro que desde este momento, adoro los atascos que te detienen al ladito de un coche, cargadito de niñas con arte.



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