Wilson S.L. 78

El encierro duro apenas unas horas más. Finalmente Montero cumplió su promesa y el Satanás quedó libre así como los encerrados en la Mansión Wilson. Antes de Maca y Anna quedasen libres, lo hacían Adriana y Pilar, de la mano de los chicos de Maca.

Nuevo orden de poder quedó establecido y la noticia corrió como la pólvora.

Las siguientes horas, y mientras los heridos eran atendidos entre el Satanás y la Mansión, fueron frenéticas para Martha, Isabel y Risto. El silencio de un pueblo, solo se compra con dinero, igual ocurre con silencios más punibles y no cambia la forma de compra con los familiares de las víctimas.

Mientras esos silencios eran comprados, a Estefa le fue extraída la bala alojada en su estómago, Maca fue trasladada a su habitación, donde fue atendida de la multitud de heridas que poblaban su cuerpo y las tres hermanas, cuando el día ya despuntaba, se reunieron en la casa que las vio crecer.

Peor suerte tuvo el viejo, la hemorragia severa sufrida, le dejó más de una secuela y evitar acudir a un Hospital, complicó y  mucho su posterior recuperación.

Demasiadas experiencias vividas por todos en una sola noche, ¿bastarían unos simples días para asimilar todo lo ocurrido?

Wilson desbancado, la ayuda Montoya rechazada, el firme propósito de no recuperar el imperio por parte de Macarena, la afronta que tal hecho suponía para Francisco Wilson, la marcha libre y voluntaria de Anna y Adriana de esa Mansión, la forzada por destierro de Roberto y su mujer. Dejaron la Mansión, con la sola presencia de padre e hija.

Las piezas en el tablero, debían volver a colocarse, pero esta vez no lo harían en el orden establecido. En posiciones extremas, Macarena y su padre; uno con la única convicción de recuperarse y tras ello, recuperar lo que fue suyo. En cambio Macarena, recuperarse y sólo un proyecto principal empezar de cero, tan de cero como sus manos y esfuerzo le puedan permitir.

Fuera de casa, las piezas también se posicionan de nuevo. Anna sólo quiere disfrutar de su embarazo y de las horas pasadas junto a Adriana, sin olvidar las Bodegas y la nueva financiación que éstas necesitarán. A Valeria, sólo la recuperación de sus hermanas la mantiene en ese pueblo y Estefa, Estefa tendrá días para decidir, que posición tomar.

Dos meses después, y ya en la casa de la Laguna, Anna vestida con un corto y cómodo kaftan, escribe sentada en el suelo junto a Adriana. Cinco meses de embarazo le suponen una creciente barriga y la posición en el suelo aconsejada por Valeria, le permite escribir sin grandes dolores lumbares. Nuevo hobby en estos tiempos, que por momentos la exaspera, cuando las letras no acaban de expresar lo que ella pretende.

" Una y otra vez regresas a mi"

Nuevas letras dibujadas en una coqueta libreta y nueva hoja arrancada con frustración. Resoplando por ello, se atusa el cabello buscando un poco de aire en su nuca y un silbido, alto y corto, le hace dejar caer el cabello nuevamente sobre sus hombros y mirar a su hija.

La misma que le devuelve la mirada sonriente y con ojos muy abiertos por la sorpresa que ese silbido le causa, siendo ya noche.

Ad: ¿Mami?

An: ¿Quién más silba así?

Ad: Creí que hoy ya no la vería.

An: Pues corre- sonríe Anna peinándole el flequillo y antes de que concluya, la niña está en pie- ponte las zapatillas.

Ad: Si, ¿se quedará a cenar?- obedeciendo a su madre, los nervios provocados por las infinitas ganas de estar con su otra madre, le hacen tambalearse y terminar buscando apoyo, poco delicadamente en el hombro de su madre.

An: Bruta- se queja con humor Anna, la ilusión de la niña es contagiosa.

Ad: Jejeje, me caía, ¿se quedará?

An: No lo sé, ofréceselo tú.

Un bien enérgico entre risas es la contestación de Adriana mientras corre a recibir a su madre.

Anna, tras verla salir a la carrera,  se incorpora con esfuerzo tras dudar unos segundos.

Le es inevitable, no disfrutar tras la ventana, del seguro abrazo que madre e hija se darán y más inevitable es aún, no observar a Macarena en la privacidad que la ventana y cortina le proporcionan.

- Jajaja, ven aquí- Macarena la recibe con los brazos abiertos y toda la deshazon que porta hace tiempo, parece esfumarse cuando los bracitos de la niña, rodean su cuello.
A: ¿Has traído regalos?
- Si, para ti y el hermanito.
A: Puede ser hermanita, eso dice mama.
- Será hermanito, ya lo verás.
A: Jejeje, tas aquí mami- agarra su rostro con sus manitas y hace que sus frentes se unan.
- Si, te lo dije, cada día vendré a verte.
A: ¿Sabes que mami?
- ¿Que?
A: Mama no para de escribir y después lo rompe.
- Es...es...cariño es porque no le gusta y empieza otro.
A: Y esta gordita, mira así- mete sus manos por debajo de su vestido y lo ensancha simulando una barriga.
- Jajaja, no le digas gordita.
A: No se lo digo y le doy besitos en la barriguita, que mi hermanito está ahí.
- Si, lo está, como tu lo estuviste.
A: Y le pongo la música que me ponías a mi, me lo ha dicho mama. Y le doy besitos por ti y....
Y hasta ahí puede escuchar su madre, la misma que la pega a ella abrazándola para que la niña no pueda ver como sus ojos se nublan por las lágrimas que se amontonan queriendo salir. Y que salen, cuando mira hacia una ventana y ve la figura de una mujer embarazada, que trata de ocultarse sin mucho éxito entre cortinas.

El abrazo entre madre e hija continua, como continua Anna en la ventana. Hasta que su reflejo en el cristal, le hace cerrar la cortina. Su cabello esta naturalmente desordenado, su rostro sin maquillar, esta descalza y Maca se dirige a casa. Dos segundos de reflexión y Anna, se marcha al baño a paso rápido. Hay cosas y actitudes, imposibles de cambiar y hay amores que te rompen una y otra vez, imposibles de olvidar.