martes, 9 de julio de 2013

Mi cincuenta cláusulas 16


La conversación con su madre y sobre todo la inquietante información de que su padre y Julia se conocieran, propició nuevas suposiciones entre el grupo de amigas.

Desde la disparatada de Fátima, en su modo más anti Julia, con una intrigante teoría, según la cual Julia había buscado a Minerva con el único propósito de vengarse de su padre por algún negocio fallido, pasando por la de Manu, quien apostaba por la mera coincidencia, si Julia Arango poseía una de las mayores empresas de inversión del momento, era lógico que en algún momento o negocio, hubiese coincidido con Guillermo de Urrutia, quien tras la quiebra de la construcción en España, había ampliado considerablemente su marco de actuación.

Y para terminar, Marga. Para esta última, se trataba de una mera atracción sexual, una oportunidad de vivir en carnes propias una Pasión Turca- Me encanto Ana Belén en esa película- o de morir de deseo como en Nueve semanas y media- Ni Fátima puede negarme, que Julia es mucho más guapa que Mickey Rourke.

- No todo es sexo, chica

Esa había sido la contestación de Fátima a las lujuriosas hipótesis de Marga. Marga no rebatió, ninguna lo hizo, Fátima mostraba conforme más conocían de Julia, que aquello que el grupo de amigas creía superado, en verdad no lo estaba. La sombra de su historia con Jaime, parecía regresar con fuerza anti nublos.

Lo cierto es que Minerva, escucho cada una de las suposiciones sin poder evitar, mordisquearse las uñas. No le hacía la menor gracia que Julia y su padre se conocieran, aunque bien pensado, eso podría darle cierto poder, el de la información sobre Julia.

Pero el tiempo apremiaba, Nico dijo y repitió hasta la extenuación, incluyendo cualquier medio telemático para ello, que esa mujer, Julia, odiaba la impuntualidad. Mejor dejar a sus tres amigas elucubrando y marcharse rápido al despacho de la protagonista indiscutible de sus últimos días.

No le extrañó que en la barrera de entrada al gran Edificio, esperasen su visita. Julia había dado muestras de ser una persona controladora y gustosa, de no perder tiempo ni hacerlo perder.

Aparcado su BMW 3I concep, en la plaza asignada, Minerva se detuvo en mitad del aparcamiento superior. Las paredes estaban decoradas en colores cálidos, no recordaba haber visto jamás un parking pintado tan armoniosamente. Parecía una sala gigante en vez de un mero aparcamiento. De camino al ascensor, su sorpresa aumentó, las paredes no sólo estaban pintadas creando un ambiente relajado, en cada una de ellas, se podía disfrutar de un pequeño paisaje, dibujado con spray.

Con curiosidad y prisa, regresó a su plaza de aparcamiento, la misma que le había sido indicada. Mera curiosidad de saber, en qué paisaje le había sido asignado aparcar.

Nada más divisarlo, se quedó quieta y sin saber cómo reaccionar. El paisaje era un hermoso prado verde, donde dos caballos pastaban en completa paz.  

- Pa’l carajo

Decepcionada, había dado un rápido repaso a los otros paisajes, la Fontana de Trevi, la Muralla China, La Alhambra nevada, los Fiordos noruegos, la Aurora Boreal, ¿y a ella le daban un prado? ¿Le había visto cara de vaca?

El camino hasta el ascensor, fue una secuencia de ilógicas posibilidades sobre el dichoso prado- ¿Cara de Caballo?- desconociendo, que no había sido la Vigilante de Seguridad, el elector del paisaje. Lo que también desconocía Minerva, es que las sorpresas, no habían hecho más que comenzar.

- Cara caballo, no tengo

El fashion espejo del ascensor, fue una grata sorpresa. Para alguien como Minerva, deberían existir espejitos a cada paso en su camino. Revisar maquillaje, peinado y realizar unas cuantas muecas que le hacen reír sola frente a un espejo- Tas mal, Minerva- y bromear, imitando a quien visita.

Segundos más tarde y cuando las puertas del ascensor se abrieron, Minerva supo algo más sobre  Julia Arango. Esa mujer, adoraba la belleza hasta decir, basta.

La planta del elegante edificio que la recibía, bien podría ser un Chilaout minuciosamente decorado para el confort y la distensión. Nada que ver, con la típica recepción de cualquier multinacional.

Pero era día de sorpresas y la siguiente llegó en forma de ultimísima rubia, enfundada en falda americana, camisa perfectamente planchada en color rojo y taconazo del quince.

- ¿Señorita Minerva De Urritia?

- Eh...si

Escueta contestación de Minerva a la altísima rubia y nueva sorpresa. No sólo hay una altísima rubia con falda entubada y alto tacón. Todas las mujeres que ve moverse por la planta son muy parecidas y visten igual- ¿Las fotocopia?- pensamiento que le hace morderse el labio, mientras la alta rubia la sonríe amable.

-  Soy Sonia Moler, secretaria direccional de Julia Arango, ¿me acompaña?

- Si, perdone

Hora de espabilar y seguir a la alta rubia, quien saluda a sus fotocopias en el trayecto, con un leve movimiento de cabeza. Para Minerva todas se parecen y el uniforme, llamativo sin duda, hacen que en verdad parezcan gemelas.

- Acabaron con el tinte- murmura molesta, tanta exhibición femenina empieza a resultarle molesta. Una cosa es que Julia sufra de adoración por la belleza, y otra, que convierta a esas mujeres en maniquíes con sonrisas eternas.

- ¿Decía?- pregunta la rubia, deteniendo el avance de ambas, con su tatuada sonrisa amable.

- No que...ehm

- La señora Arango, la va a recibir enseguida, pero si necesita de algo o bien desea tomar café, agua o cualquier otra cosa, no tiene más que pedírmelo.

- No gracias. Estoy bien, solo...eh...me he sorprendido, no veo ningún hombre

Ya esta dicho, Minerva es alguien inquieto y expresivo, para que andarse con rodeos, la rubia se ofreció para lo que quisiera, pues bien, ella quiere saber-Por que puñetas, no vi aún a ningún hombre y por qué todas, son tan sumamente guapas- piensa y calla esperando que la rubia mujer, alimente su curiosidad.

- En este Edificio sólo trabajamos mujeres, es de Julia Arango- informa la rubia con cara de obviedad y se gira, como no sonriendo.

Menos mal que se gira, piensa Minerva, ante tal información, no ha podido más que elevar los ojos. A Minerva, le esta sobrando pedantería y sólo ha recorrido unos metros de ese particular edificio.

Decidida a no sorprenderse por cada detalle que observa, ambas llegan a una nueva sala. Sonia, la alta rubia, le ofrece paso y tras ello, vuelve a sonreír gentil.

- Avisaré de su llegada- avisa y sorprendentemente para Minerva, no da dos toques en la puerta del que supone despacho de Julia.

- Debe indicarlo en algún lado- murmura Minerva, revisando la sala, donde pronto topa con otra mujer, a diferencia del resto, morena.

- ¿Necesita algo?- le pregunta la mujer y Minerva sube ambas cejas. Sera morena, pero usa la misma extrema amabilidad que el resto.

- No, sólo espero.

- ¿Quiere tomar algo? ¿Quizá algo para leer? El edificio cuenta con una amplia biblioteca virtual, si lo desea puedo- la morena mujer detiene sus atenciones, ante el gesto con la mano realizado por Minerva.

- Estoy bien, no necesito nada. Gracias.

Bien, esta mujer era menos insistente que Sonia secretaria direccional. Verónica sonrió y señaló el pequeño escritorio donde pronto tomó asiento. Y ahí estaba, Verónica López secretaria personal. Era la placa que encima de la que suponía Verónica, leyó Minerva. Rápido se formuló una nueva pregunta, ¿cuántas secretarías necesitaba Julia?

De pie, evitando mirar a la sonriente Verónica, halló lo que buscaba. En el lateral de la puerta, la placa que indicaba que ese era el despacho de Julia Arango. Claro que, sólo eso indicaba, sólo su nombre enmarcado.  

Al momento de su descubrimiento y elucubrando, sobre el por qué de sólo enmarcar su nombre, la puerta del despacho se abrió y por ella apareció, la siempre sonriente Sonia.

- Señorita De Urrutia, puede pasar.

Las indicaciones de la secretaria o más bien el tono empleado en ellas, casi provocan que Minerva ruede los ojos. Tanto protocolo, tanta sonrisa y tanta mujer paseándose en falda de tubo, están a un paso de cansarla.

Pero las amables indicaciones de Sonia no había terminado, dándole paso a Minerva, prosiguió.

- Tenga cuidado con la alfombra.

La advertencia de Sonia sumada a la hecha tiempo antes por Marga, ocasionan que Minerva acceda al despacho con toda la atención puesta en tan citada alfombra.

- Sólo es una alfombra, Minerva

Hasta que la voz de un espectacular f-18, le hace levantar la mirada y quedarse enganchada a una imagen. La de la poseedora de esa voz, Julia, en pie y de espaldas a ella.
 
 
 
 
 




























5 comentarios:

  1. Aggggg.Nooo..Me has dejado con la miel en los labios Gemooo..Esa Julia...¡Aguita¡ niña..

    Que seguridad..que misterio que..que ''Domina''.
    Esta mujer me mata niña...Minerva tendra que poner todo de si misma para no salir marcada para siempre de esta ''encerrona de la gran Julia...

    Creo que estoy obsesionada con este tipo de mujer...lastima que en la vida cotidiana mujeres
    asi no hay niña..jajaja

    Me gusta muchisimo este relato mi Diosa de las letras.jajaja...Crack tu niña....

    Divina-Wilson

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  2. Es como veo Julia….psicótica, desesperante. obsesiva…. al entrar en este edificio con Minerva me sentí como las víctimas de los juegos mortales, observada y analizada por todos los ángulos. Sensación horrible!!! agh!!!

    Un abrazo

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  3. ....EL MISTERIO Y EL DESEO ....TIENEN NOMBRE...JULIA...

    DIVINA...SI EXISTEN ¡¡SEGURO¡¡PERO HAY QUE ENCONTRARLAS..JEJEJE...¡¡SUERTE¡¡..
    Y COMO NO PODÍA SER DE OTRA FORMA...DE ACUERDO CONTIGO EN ESE NOMBRE PUESTO A NUESTRA ESCRITORA.

    CELESTE-NEGRO.

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  4. hasta el aliento lo llevo seco...JOOOOOOOOOOEEEEEEEEEEEE
    y solo acaba de empezar....

    artisstazaaaaa GRACIASSSSSSSS

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  5. hasta el aliento lo llevo seco...JOOOOOOOOOOEEEEEEEEEEEE
    y solo acaba de empezar....

    artisstazaaaaa GRACIASSSSSSSS

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