Mi cincuenta claúsulas 2

Hasta las rocas, la mujer había caminado hasta las rocas del lado oeste y ahora regresaba. Parapetada en sus gafas de sol y siguiéndola con la facilidad que los habituales paseos playeros le ofrecen, Minerva la observa detenidamente. Su cabello es oscuro y abundante, le llega a los hombros. Metro setenta y muchos de altura y cuerpazo de infarto.

“Jajaja, joder..... hasta yo diría que estoy salida”

Camina lento, como dejando que cada átomo de sol acaricie bronceando su piel. Ahora no va desnuda, a un coqueto sombrero de paja y grandes gafas de sol, le acompañan una camisola prácticamente transparente color blanco y unas mini braguitas que ensalzan y de que manera el exuberante culo de la misteriosa mujer.

Con la distancia que se llevan, no puede apreciar si también ha ocultado sus pechos con una tela que seguro, no le hace justicia. Nueva regañina interior, le resulta excitante seguirla, no se engaña, no esta paseando con su inseparable cámara colgando de su cuello. La sigue y que ganas de olerla. ¿Afrutado? No, le pega algo mas fuerte, temperamental. Seguro es la típica mujer que deja rastro en forma de aroma. Único olor que la hace única, perfume que seguro la identifica allá donde vaya.

Grito interior de desesperación, se esta excitando, sigue a una tía y le esta dando un repaso digno del tío mas machista. Pero nada, esta en una playa rodeada de gente y hay mucha paseando, ¿quién puede saber que en verdad no pasea?

Detiene sus pasos a pocos metros de las rocas que deben poner fin a ese tramo de trayecto y se gira hacia el mar. Premio gordo y sacudida de deseo conseguido No hay prenda algunas mas que la camisola que cubra su hermoso pecho. Erecto y firme, parece contemplar el mar como su propia dueña.

- Ay....perdona- se excusa, absorta en la mujer no se percata de la presencia de un niño y apunto esta de pisarlo.

- Jejeje, no pasa nada

El niño ríe tímido y vuelve a sus juegos y ella, ella vuelve a fijar su vista en esa diosa de mujer. Nariz recta y un pelín larga.

“Dios chica, empiezas a gustarme mucho”

Para que mentirse, el perfil de la mujer a sus ojos es sublime, el pecho abulta la camisola por su frente y se ajusta a su culo delineándolo.

Enfoca la vista como si sus ojos fueran el objetivo de una cámara y los desliza por las largas piernas de la mujer.

Error, el deseo crece en proporción a la calor que el sol directo en su cuerpo ataviado con bikinni produce. Sus braguitas se humedecen y ella hace lo propio con su labio inferior.

La mujer retoma su caminar y ella decide no seguirla, en pocos metros están las rocas y deberá regresar por el mismo camino.

“Que ganitas de olerte”

Alimenta su deseo y detiene sus pasos, ahora es ella la que contempla el mar, aunque para que engañarse, solo lo finge. Sus gafas de sol, cubren la mirada que de reojo, continúan expiando a la mujer.

“Joder”

Protesta al ver las intenciones de la mujer, ¿quiere matarla de placer? Ha llegado a las rocas y no ha girado, simplemente ha subido un par de rocas, con suma agilidad y destreza, y se ha sentado cruzando las piernas.

“Madre mía”

A punto de babeo, las largas piernas expuestas y cruzadas a media pierna, la derriten. Ha llegado el momento de esperar y si no quiere sufrir una lipotimia por deseo y falta de hidratación, lo mejor será darse un bañito.

Decidida regresa hacia al niño al que casi accidenta.

- Ey, ¿te apetece un helado?

- Jejeje, si....pero no acepto regalos de desconocidos.

- Naa, mira....tu cuidas mi cámara mientras me doy un chapuzon y después yo le digo a tu madre que te compre uno.

- ¿Puedo hacer fotos?

“Quien se acuesta con niños...” la cámara que quiere dejar en custodia a un aventurero fotógrafo de metro y poco mas, le costo tres sueldos, ¿arriesgarse?

Si, jamás se imagino siguiendo las curvas de una mujer y hoy lo está haciendo, no estaría mal culminar tal “hombría babosa” con una arriesgada maniobra de custodia.

- Si, pero solo tienes que tocar este botoncito.

Explica al niño mostrándole la cámara y el botoncito a utilizar, pero cuidado, no pierde de vista los movimientos de la mujer. Se ha levantado. ¿No sabe estar quieta?

- Báñate y yo te fotografío, mi mami dice que se hacerlo

- Jajaja, bien..trato hecho

Ojala fuera tan fácil con la mujer de infarto que continua mirando el mar. “Báñate nena que yo te fografio”.

Sus pensamientos le hacen reír y el niño la mira extrañado, una cucamona y listo, que fácil es tratar con los críos.

“Agh,....mierda” el agua no es ni por asomo fresquita, con lo cual ni alivia la calor ni alivia la humedad que se acumula en sus braguitas. Cosas del mar caribeño, su agua azul cielo sugiere baño, pero en las impresionantes instantáneas publicitarias no avisan que el agua está lista “pa puchero”.

Un par de brazadas y bajar buceando hasta el fondo, cuando sale, revisa que el niño continúe con su asueldada cámara y.....

“Joder”

La misteriosa mujer de curvas mareantes, la ha imitado bañándose y su cuerpo ahora destellea por el agua bañada en sol que salpiquea un cuerpo “pa mojar pan”.