Take a Chef 45

- Cuando tenga tiempo, ahora entrente con tus negocios o invita a cualquiera de los pesados que te rodean- soltó Vera colgándose el bolso del brazo. Sus palabras tuvieron efecto inmediato en Candela, que a punto estuvo de contestarle más alto de lo normal. Pero no, ese no era el guión que Vera se había marcado- Como prepararte un sorpreson, cielo- guiñandole el ojo, relajó a Candela y salió presta a ponerse en marcha. Lo primero fue llamar a Mirta- Cariño, necesito tú ayuda. Te resumo, quiero prepararle una fiesta de pedida sorpresa a Candela y necesito me contrates a una Chef...en concreto.

No fue difícil para Vera contar con Mirta como ayudante. Por primera vez, era a ella a quien recurría y no a Mel. Fácil entonces que Mirta se volcase en consentirla tan ilusionada como ella esperaba. Normal, siendo Mirta una idiota que creía en los cuentos de hadas con final feliz. Sin esfuerzos, la misma Mirta le puso em bandeja que todo lo que estaban preparando se mantuviese en secreto y lo mejor, ni siquiera fue Mirta quien llamó a la Chef que Vera quería. Siendo así, Arel no pudo sospechar nada. Se trataba de una fiesta de pedida de matrimonio más, algo simple pero con clase, a celebrar en unos exclusivos jardines. Sin problemas con ese evento, los pavos que le supondría le vendrían bien a su bolsillo, como tampoco le estaba suponiendo un problema participar en la cena benéfica que su padre había organizado. A pesar de las evidentes diferencias que ambos mantenían, Arel no podía negarse que era una auténtica gozada poder compartir cocina con él. El problema llegó cuando aprovechando un descanso, llamó a Vera queriendo resolver su no relación. Vera desde el primer saludo intercambiado con ella se mostró rígida, fría y ciertamente imbécil.

- ¿Y entonces? ¿Estás disfrutando de que tú padre te exponga como monito de feria?- a doler y disfrutándolo. Vera no midió el asco que le producía que Arel hubiese aceptado la petición de su padre.

- Eh...yo, sólo quería.. Te quería pedir- dolida en su orgullo, Arel quiso responderle como merecía. Pero el español en según qué momentos, continuaba resistiéndosele.

- Arranca cariño, en otras cosas no te atrancas tanto- metió prisa Vera, intuyendo porqué camino iba la chef.

- Necesito verte. Quiero hablar contigo- de una tajada le dijo Arel y por como le estaba hablando Vera, lo iba a hacer en ese mismo momento. No había compromiso y si, había habido demasiada absurda confusión.

- Mm..ya te avisaré cuando pueda y quiera- contestó Vera. Ahora el asco que sentía, era en general. Hasta por el acento francés de la Chef.

- Entonces mejor lo dejamos aquí- contrarresto Arel. Una cosa era no manejar el español con soltura y otra, dejarse ningunear de esas maneras.

- Jajaja, ¿y el qué dejamos? Debes estar muy cerca de los fogones y se te ha subido el calor a la cabeza. Cariño no te me pongas intensa, haz el favor- con evidente sorna, Vera consiguió callarla y poco más duró su conversión. Tras ella y como le ocurriese a Mel, Arel se quedó con mal sabor de boca que se convirtió en mal presentimiento. Había conocido a Vera o había creído conocerla e incluso, por momentos hasta habían conjugado juntas, pero el sarcasmo y la frialdad de Vera en esa llamada, despertó en ella desconfianza. 

Positiva, Arel pensó que en poco estaría en Madrid, tendría pasta y un buen pellizco de fama gracias a su padre, entonces podría coger a Mel y pirarse con ella a cualquier sitio alejado de sus rutinas. Allí donde fuese, no se guardaría nada con Mel. Si Vera las dejaba. 

Porque los planes de ésta, seguían en marcha. Mirta se lo curró sobremanera, y llegó el día, en que la sorpresa comenzó a dejar de serlo. Mel no se entero ni por Vera, ni por Mirta. Ninguna de sus amigas la puso al tanto, siendo  Tam quien finalmente la informó.

- Pude terminar aquí a tiempo, pero aún así no podré llegar antes de la pedida. ¿Ya te compraste algo?- dijo Tam.

A Mel le costó reaccionar. Subida en su maravillosa nube de algodón con Arel, vía llamadas y mensajes, ni idea tenía de que pedida le hablaba Tam. Tuvo que preguntarle y entonces llevarse un auténtico chasco.

- Vera y Candela, lo celebran por todo lo alto. Me llegó invitación y Mirta insistió en...¿no te habían dicho nada?- comentó Tam.

No, nada. Mel no tenía la menor idea de pedidas y mucho menos de todo lo que tuviera que ver con la desaparecida Vera. Aunque, le daba exactamente igual. Su preocupación en esos momentos, era poder hablar con Tam.

- Bien pues...Tam yo tengo que hablar contigo y hubiera preferido que fuera antes de la increíble y secreta pedida- dijo a Tam.

- No se lo tengas en cuenta. Ya sabes de Vera y sus extravagancias. Aunque, ¿reñisteis? Es raro que se lo haya pedido a Mirta y no a ti- advirtió Tam.

- Me acoste con Vera hace mucho tiempo, después se volvió una controladora obsesionada, más tarde conseguimos retomar nuestra amistad y ah si..alguna vez volvimos a tontear, y el otro día no me preguntes porqué, lo volvió a hacer. Desde entonces no sé nada de ella. Pero vamos, que te dejo por otra, de la que estoy absolutamente enamorada...aghhhhh- de haber salido todo eso por su boca, a Tam le hubiese dado algo y a ella aún más. Por suerte se lo calló y simplemente preguntó- ¿Escuchaste que quiero hablar contigo?

- Si, tranquila que ya lo haremos- contestó Tam y su tono, mosqueó a Mel. 

¿Que diablos estaba pasando a su alrededor? Tam se las montaba de maravilla para esquivarla, Vera estaba desaparecida encargando fiestas sorpresas a la en teoría su otra amiga, que nada le había dicho. Por suerte, le quedaba Arel aunque fuese en la distancia.

- Cuando yo vuelva, nos piramos unos días- le había comentado la francesa, entusiasmada con esa posibilidad. Mel por horas y por días. No podía pedir más a su estancia en España.

- Jajaja, ¿nos piramos? Te estás españolizando, gabacha- había reído Mel junto a ella.

- Es porque por fin, tengo gitana- continuó con su tonteo Arel y hubo unos cuantos más, hasta que Arel regresó a Madrid, tropezando sin querer con Tam a la salida del Aeropuerto. El destino, que a veces gusta de estos jueguecitos.