M50C Happy birthday

Los esfuerzos por no gemir, surtieron efecto y eso que le había costado la misma vida no hacerlo. El cosquilleo propio del placer infinito, recorría su cuerpo de punta a punta. Era tal su estado de relajación, que se resistía a abrir los ojos. El olor de la sala, la música tan acorde y la duración de los distintos masajes que había recibido, amenezaron con hacerla dormir.

Sería tan fácil, dejarse llevar por el sueño.

Pero ese no era el plan para esa tarde-noche y lo supo, en cuanto las chicas encendieron las luces, llamándola. Totalmente relajada se giró con cierto esfuerzo sobre la camilla y las chicas acudieron prestas a ayudarla a terminar de incorporarse entre frases corteses.

- Esto será lo más parecido a sentirse una Cleopatra del siglo XXI-  pensó dejándose poner una suave bata. Todo un regalo con nombre propio. Podía ver su sello en las formas y cuidados con que las chicas la acompañaron a otra sala, un pequeño vestidor adornado con Orquídeas. El olor cambiaba, éste más ácido que en la sala anterior. Podía presentirla en cada cosa hecha esa mañana desde su llegada al exclusivo balneario. El circuito realizado, los masajes de después y ahora, un vestidor con todo lo necesario para embellecerse por completo. Estaba claro, alguien había trazado un camino para ella hacía el placer y ella comenzaba a extrañar que la dueña de ese camino no apareciese- Imposible que no me este viendo- su pensamiento le hizo comenzar a buscar cámaras. No podía ser que no estuviese siguiendo sus pasos. Las chicas, ajenas a su búsqueda , la sentaron frente al espejo sin dejar de darle conversación amena. Mientras que ella se pellizcaba el labio- Has pensado en cada detalle- volvió a pensar cogiendo el único perfume que había en el vestidor. Delicioso y su preferido. Pero se estaba desesperando, sin que por eso, dejase de ponerse pequeñas gotas del lujoso perfume.

- Siempre tan impaciente señora Minerva- la voz de Julia le hizo saltar de su asiento, ahora si que comenzó a buscarla con desesperación.

- ¿Cariño donde estas?- quiso saber, mirando por cada rincón, en busca ya no de Julia en persona, pero al menos, de alguna cámara o bien pantalla, por donde verla. Pero no encontró nada y lo encontró todo a su vez. La respiración de Julia le llegaba, inundando el pequeño vestidor. Que importaban las chicas, si Julia de alguna manera estaba ahí con ella, aunque no le contestase- ¿Julia?- impaciente la llamó cerrándose la bata que guardaba su desnudez. Que locura, escuchar cómo la respiración de Julia variaba, seguro enfadada por lo que ya no podía ver- Oh...¿que pasó?

- Estas absolutamente hermosa, Minerva y estoy allí, donde puedo empaparme de ti- la modulación de la voz de Julia, acarició los oídos de Min. Mecida por su voz, ni siquiera se dió cuenta de que estaba sola en el vestidor e inconscientemente, mojó sus labios antes de morderselos- No hagas eso- la exigencia de Julia, le hizo abrir los ojos. No había chicas y se estaba abrazando.

- Julia- volvió a llamarla Minerva, sin encontrar un punto al que mirar- Ven y bésame, dejemos el juego- impaciente cómo la misma Julia había afirmado, se mostró Minerva. No necesitaba de más alicientes, para desear querer estar entre sus brazos y que su boca y manos, la recorrieran entregándose. Pero la respiración de Julia volvió a variar- Se que no es un juego- escondiendo la sonrisa que le producía conocerla tanto como para adivinar sus cambios de humor, supo donde podía estar el foco de su enfado.

- Eres mi regalo de cumpleaños- volvió a hablarle Julia y esa tonalidad que usó ahora la magnate, caprichosa y consentida, a Minerva le resultaba más placentera  que el masaje con piedras calientes que acaba de recibir. Y además, Julia llevaba razón.

- Así es, sólo le pedía un beso señora Arango- conociéndola supo contestarle mimandola e instintivo, cerró los ojos queriendo escuchar el roneo gustoso de Julia. No, no sería nada difícil dejarse guiar por ella y lo era, imaginársela perfectamente trajeada, con las manos metidas en los bolsillos de pantalón recto. Sus manos, las manos de Julia y la adoración que por ellas sentía.

- Me muero por besarte- la confesión de Julia, acarició sus oídos. Desesperando sus ganas por ella.

- Yo también, ven y hazlo- mirando a cualquier sitio le pidió, con la esperanza de verla aparecer. Pero por su respiración, supo que Julia iba a negarse a complacerla.

- No, aún no. Déjate mimar, después iré a tu encuentro- el pequeño pitido tras lo dicho por Julia, la dejó en desamparo, pero le sirvió para comprobar lo que ya sabía, Julia estaba atenta a ella- Sonríe, es mi cumpleaños.

- Jajaja, eres...Uhm- tuvo que suspirar y sonreír, como Julia le había pedido. Porque si, era su cumpleaños y ella estaba dispuesta a que lo disfrutará como la magnate quisiera.